Tan claramente como lo leen en el titular se lo digo: pido a los dioses del firmamento que las encuestas que traen la buena nueva del sorpasso pablista se hagan carne gubernamental. Con mayoría absoluta si puede ser, y mañana mejor que dentro de un año. Si esa es la voluntad del pueblo español soberano, hágase sin demora.
No me confundan con uno de tantos arribistas que ya el sábado por la noche, cuando El País soltó el supuesto bombazo demoscópico, iniciaron la ciaboga para subirse al carro del futuro vencedor. Va a ser difícil que me vean bailándole el agua al cliente más célebre de Alcampo, y no les digo ya a sus apóstoles omnipresentes en las salsas rosas politiqueras de Cuatro y LaSexta. De hecho, uno de los motivos de esta urgencia que me ha entrado es que no creo que pueda soportar doce meses más de peñazo televisivo y bombardeo inmisericorde en las redes sociales.
Por lo demás, soy un tipo práctico. Es bobada cerrar el paso a quienes tienen absolutamente todas las soluciones a cualquiera de los mil y un problemas que nos acogotan. Pónganse a imaginar. De saque, referéndum para decidir si Felipín Six se va o se queda, viaje que se puede aprovechar para que Catalunya, Euskal Herria —o Cartagena, si le apetece— escojan estar fuera o dentro. Cero desahucios. Viviendas para dar y tomar. Factura de la luz por la mitad de la mitad. Salario mínimo que de para llenar la nevera y la biblioteca. Enseñanza y sanidad públicas, de calidad superior, y me llevo una. Ni techo de deuda ni de déficit. Las vallas con Marruecos, derribadas. En los CIEs, trato exquisito. Y así, hasta donde alcancen a desear.