El cariño de Fabra

Como a Al Capone, a Carlos Fabra lo han absuelto de todas las tropelías gordas y lo han condenado por defraudar al fisco. La diferencia es que mientras el rey del hampa de Chicago tuvo que pasar sus penúltimos y patéticos años en la trena, tiene toda la pinta de que el cacique de Castellón no va a llegar a pisar el presidio como no sea de visita. Para chulo su pirulo, él mismo tuvo la desfachatez de convocar a sus despreciados plumíferos con el único fin de regodearse y soltarles a la jeta que no está ni entre sus intenciones ni entre sus cálculos dormir un solo día en el catre de una celda. Y lo jodido es que no era una bravuconada del enorme fantoche que ha sido, es y será, sino el enunciado de una certeza avalada por la legislación vigente, que es como da más gustito ciscarse en la Justicia. Igual para todos y tal, ya saben.

La directa sería agarrarse un cabreo del nueve largo y ponerse a despotricar y a hacer aspavientos hasta que las agujetas nos detengan. Pero, ¿para qué, si ya hemos agotado las reservas completas de indignación que nos puede provocar este personaje? No queda exabrupto que no se haya gargajeado sobre él sin obtener más resultado que verlo cómo se libra una y otra vez del piano que siempre parece que está a punto de caerle encima. En la siguiente viñeta, para colmo, tenemos que aguantar su sonrisa siniestra tras las gafas oscuras y el consiguiente corte de mangas. Quizá debamos mirar hacia otro lado.

No, no me entiendan mal. No estoy apelando a la vergonzosa apatía que suele abonar el terreno para la impunidad. Digo que en lugar de encabronarnos únicamente con el padre de Andreíta Fabra, procede dirigir también los ojos a quienes llevan años cubriéndolo de votos, esos y esas que, en palabras del propio sujeto, le han dispensado su cariño incondicional. El pueblo soberano, o por lo menos una parte muy numerosa del mismo, ha sido cómplice imprescindible, ¿no creen?

Rafa el facha

Tanto fiscal boca de chancla que anda por ahí con el ilegalizómetro en ristre, y no hay uno que saque un rato para echar un vistazo a las melonadas de un tal Rafael Hernando, zascandil que difícilmente dibuja la o con el auxilio de un canuto y portavoz adjunto del PP en el Congreso español. Bien es cierto que tal como está el patio, si algún subordinado de Torres Dulce pusiera la lupa sobre las demasías de este apologeta desvergonzado del franquismo, no sería para darle el alto o meterle un puro, sino para postularlo al Príncipe de Asturias —o de Beckelar— de la Concordia. Ya se lo decía el otro día: el bajito de Ferrol dejó todo atado y bien atado.

¿Que por qué vuelvo al tono medio perezrevertiano que me pega como a Cristo dos pistolas? ¡Joder, o sea, leñe, porque con este tipo de elementos caspurientos no cabe venir con el pincel de tres pelos! Hay que dirigirse a ellos en su idioma, que es el del regüeldo con aroma a chorizo. Y cuando escribo chorizo, ustedes ya saben a qué clase de chorizos me refiero, que este, además de ser un facha del quince, tiene sus parrafitos en el sumario de la Gurtel. Ser un cretino no está reñido con… bueno, ya saben con qué, no me obliguen a ponerlo negro sobre blanco, a ver si al final me la cargo yo.

Si aún piensan que se me ha ido la pinza y la pluma, anoten la penúltima del botarate con flequillo, ladrada en el programa referencial de la caverna: “Algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones”. Por supuesto, no estaba mirando a la guarida de la señá Pedraza o del chisgarabís Alcaraz. Eso lo escupió sobre los familiares de los arrojados a las cunetas por el franquismo. Con modos de chulo de lupanar, idénticos a los que exhibió cuando hace unas semanas soltó por duplicado que la República fue culpable de un millón de muertos. Y luego tiene los santos dídimos de cantarnos las mañanas con el respeto al dolor de las víctimas. Será…

Otra de tantas (2)

Vaya, al final aparecieron las dichosas palabras del presidente de Sortu tal y como habían salido de su boca. Día y tres cuartos después del primer ciclo informativo, anótese eso también, porque aquí no hay nada inocente. Es muy viejo lo de darle hilo a la cometa, que en este caso es dejar que crezca el ruido cuando tienes con qué detenerlo. Pero bueno, al grano: ¿Da para ilegalización al amanecer lo que dijo Hasier Arraiz? Hombre, fíate y no corras de cómo las gastan las fiscalías por estos pagos, pero por mucho que les pese a urquijos, covites, auvetés, maneiros (Sémper, tu quoque?) y demás postulantes de la tarjeta roja directa, no parece que los cuatro minutos de rajada contengan la excusa buscada. Desde luego, ni por el forro llegó a decir algo remotamente parecido a la barbaridad que entrecomilló el diario de Pedrojota. Se podría hacer una tesis de Periodismo o de Psiquiatría sobre cómo alguien que escuchó lo que escuchó acabó titulando lo que tituló.

Así que no fue para tanto lo de Arraiz. Ahora que me lo he repasado dos veces, puedo decir que fue simplemente un discurso político endeble y, de acuerdo con mi (hiper) sensibilidad, decepcionante. Comprendo a quién estaba dirigido y sé que si en los cartelones de atrás en lugar del logotipo de Sortu, hubieran estado la galleta del PNV, la rosa del PSE y no digamos la gaviota del PP, el portavoz de turno habría arrimado igualmente el ascua a su sardina. No espero que ninguna formación vaya a hacer la famosa revisión crítica del pasado en abstracto, y menos ante la militancia. Sin embargo, a cualquiera de las siglas mencionadas y a las ausentes sí les pido que, por lo menos, los equilibrismos sean de fuste.

Un ejemplo, que no tengo espacio para más. Dijo Arraiz que los demás están emperrados en la política de retrovisor. O sea, la misma tesis de Alfonso Alonso para darle carpetazo al franquismo. ¿Queremos memoria o no? (Continuará)

Buenos y malos

Según parrapleó Alfonso Alonso en Onda Vasca, la ley navarra de reparación a las víctimas del franquismo pretende establecer que “unos son buenos y otros malos”, átenme esa mosca por el rabo. ¿Se imagina el lenguaraz portavoz del PP en el Congreso español —la de culos que hay que besar para llegar eso, por cierto— que alguien soltara tal membrillez respecto a una iniciativa legislativa para reconocer a las víctimas del terrorismo de ETA? Arde Troya, si es que no interviene de oficio el Fiscal General del Estado, o sea del Gobierno, por no hablar de la bilis negra que correría en ya saben ustedes qué tertulias y qué portadas.

Buenos y malos, dice el nieto de Manuel Aranegui y Coll, que en su calidad de vencedor de la guerra y afecto con méritos probados al régimen que la sobrevino, presidió la Diputación de Álava, la provincia no traidora, entre 1957 y 1966. Sé de sobra y hasta por experiencia propia —como tantos, tuve un abuelo en cada bando, aunque solo llegué a conocer al que no fusilaron los nacionales— que las ideas no se transmiten a través de los genes. Sin embargo, aparte de su pobre cultura general ampliamente demostrada, no se me ocurre otra explicación a esas palabras de Alonso que un intento de disculpa familiar. Le honra la defensa de la sangre tanto como le deshonra el tremendo insulto, por no decir brutal agravio, que tal vez sin pretenderlo, escanció sobre decenas de miles de personas. De buenas personas, añado, asesinadas y represaliadas durante cuarenta años (más la prórroga) por individuos de la peor calaña. ¿Que en el bando perdedor hubo también cierto número de indeseables? Cien veces habré escrito que no seré yo quien lo niegue, lo oculte, ni lo disculpe. Mi memoria alcanza a todos. Precisamente por eso y porque, a diferencia del trepador de escalafones, me he preocupado de documentarme mucho, sostengo que en aquella guerra unos eran los buenos y otros, los malos.

Non gratas

Ojito, que como nos vengamos arriba declarando personas non gratas, a lo peor agotamos medio censo. Y si lo hacemos con carácter retroactivo, vaciamos las enciclopedias, los libros de texto y los callejeros. Será por cabrones con pintas… Es decir, por lo que a cada bandería le puede parecer que es un cabrón con pintas, pues es bien sabido que los héroes de acá son los villanos de acullá, y viceversa. Tiene toneladas de bemoles que, ¡en nombre de la convivencia!, PP y UPN —vaya par— hayan vuelto a reabrir en el mismo viaje el tarro de las esencias (rancias) y la caja de los truenos. ¿Por qué le llaman valores democráticos y justicia cuando quieren decir echarle gasolina a un fuego que se iba apagando? Que tengan la gallardía, por lo menos, de reconocer que esas mociones barnizadas de ética pardusca están alimentadas por el ansia de revancha ante el revolcón de Estrasburgo. Ansia de revancha, añádase, que ni siquiera es de generación propia, sino impuesta al peso por las asociaciones que han convertido la condición de víctima en profesión y pasarela para exhibir el ego; tan triste y deleznable como suena.

Quede como consuelo que estas sobreactuaciones ya no le dan el pego a casi nadie. Por mucho gesto adusto que se ponga al anunciar las iniciativas, hasta el que reparte las cocacolas sabe que se trata únicamente de enardecer a la talibanada, que ya viene calentita de serie. Mi aplauso sincero para el PSE y el PSN, que esta vez no se han dejado pastorear al enmerdadero, y que por ello están recibiendo la vomitona cavernaria de rigor y hasta la negación de los compañeros asesinados por ETA que se les han quedado por el camino. La desvergüenza llega hasta ahí.

Para cualquiera que tenga medio gramo de corazón y otro medio de cerebro, los presos que vuelven a sus pueblos con la condena cumplida por un porrón de crímenes nunca serán ciudadanos ejemplares. Debería bastar y sobrar con eso.

La recaída

No sé si será cuestión de días, semanas o meses, pero algo me dice que durante un tiempo vamos a tener motivos para añorar el (supuesto) inmovilismo del Gobierno español respecto a la superación de la(s) violencia(s). Tiene toda la pinta de que el perezoso Rajoy está saliendo del desesperante letargo y va a comenzar a dar pasos. Pero no en el sentido de la marcha que esperamos y llevamos demandándole desde que se aupó a Moncloa, sino exactamente en el contrario. Es probable que su voluntad fuera, según su costumbre, seguir mareando perdices y silbando a la vía hasta que el calendario solucionara el asunto, aunque fuera pudriéndolo del todo. Sin embargo, se han cruzado en su camino las asociaciones que se arrogan el monopolio de la representación de las víctimas —de las ETA, que son las únicas y verdaderas— y al cachazudo presidente no le va a quedar más remedio que saciar la sed de venganza de la bestia que él y los suyos alimentaron.

Por de pronto, después de dejarse echar una bronca de espanto por una señora que vive de prostituir el dolor genuino en rencor ególatra, el que nominalmente manda en el ejecutivo y en el PP tuvo que adherirse a la manifestación del domingo en Colón. Otra cosa es que él no vaya a tener el cuajo de presentarse en carne mortal para que, encima, le calienten las orejas por blandengue, pero el sello de la gaviota ha quedado a pie de página de la convocatoria. ¿Qué opinarán los pop vascos de la claudicación?

Y luego está ese Estatuto de la Víctima que hoy mismo aprobará el Consejo de Ministros, con pestazo a fraude de ley y a futuro nuevo varapalo desde Estrasburgo. Otra concesión para aplacar al monstruo, que seguirá pidiendo más… y obteniéndolo. ¿La venda antes de la herida? Ojalá pueda decirles dentro de equis que me precipité en el pronóstico, pero creo que es mejor disponer el ánimo para una recaída o una vuelta a las andadas. Por si acaso, más que nada.

Aznar contra el delfín

Ya quisieran Pérez Rubalcaba, Cayo Lara y Rosa de Sodupe tocarle las narices a Mariano Rajoy la mitad de bien que lo hace José María Aznar. A falta de pan opositor externo en condiciones, buenas son las tortas desde dentro del nido de la gaviota. ¿Tortas? Hostiones del quince a mano abierta, en realidad. La última tunda, el lunes pasado en Donostia, con la excusa de presentar uno de esos libros en los que el dolor auténtico se pervierte en coartada para aventar odio añejo. Como compañía, Ángeles Pedraza [calificativo eliminado para no pasarme de frenada en la ofensa] y María de los Guardias San Gil, cuyo pensamiento político cabe en un cuarto de lenteja. Por ahí andaba también uno que me suele dar capones en Twitter y no muy lejos, el adelantado Don Carlos María de Urquijo y Valdivielso, aplaudiendo con las orejas al abofeteador de quien lo designó para representarlo en la pecaminosa Vasconia. Cría delegados del gobierno y te sacarán los ojos. De los pop, que de alevines fueron todos monaguillos del pucelano natural de Madrid, ni rastro, oigan.

Ante esa distinguida y distinguible camarilla ladró su rencor —la expresión es suya— un Aznar que, aun lejano a su mejor estado de forma, conserva la facultad para regalar titulares. De repertorio y tirando a grisotas, las andanadas contra el malvado nacionalismo; una pena, porque cuanto más gordas las suelta, más hace crecer la conciencia nacional sobre la que se cisca. Sabrosonas, sin embargo, las collejas que atizó al delfín que tantísimo le ha decepcionado. Pobre Mariano, que sin derecho a ser citado por su nombre, fue tildado de cobarde, gallina, capitán de las sardinas y cagueta frente a los rompeespañas. Ello, en siete u ocho versiones con leves matices de inquina, para gozo similar de la prensa cavernaria y de la contracavernaria, cada cual con su motivo para entrecomillar las diatribas. Ciertamente, este hombre debería prodigarse más.