Nor-Nori-Nork!

Llevo dos semanas en un barnetegi y aunque a mí misma me parece mentira, sólo puedo decir que mi experiencia de vivir en euskera está siendo más que gratificante.

No es fácil para personas como yo que hemos ido acercándonos al idioma de forma irregular a lo largo de nuestras vidas, tener un inmersión tan brutal en una lengua que sin ser ajena, es muy difícil de aprender. Sobre todo a mi edad. Aunque puedo y debo decir que es cierto que se puede aprender euskara independientemente de los años que se tengan, es indudable que cuesta más.

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Cuando llegué al barnetegi estaba aterrada porque mi primera experiencia aprendiendo un nuevo idioma, cuando fui a Oxford para aprender inglés, fue tremenda. Me negué a estar con personas que hablaran castellano para aprender más y eso me llevó derechita a una enfermedad delirante fruto de la incomunicación. No sabía decir ni de dónde era. Fue un error y por supuesto un horror. Estaba asustada por volver a repetir la experiencia pero la verdad es que nada más lejos de la realidad: primero, porque cada una de las personas del grupo con el que me ha tocado compartir esta experiencia están en mi misma situación y segundo, porque en general (siempre hay talibanes) tanto irakasleak como ikasleak nos ayudan a las y los que menos sabemos valorando nuestras ganas de aprender y que dediquemos parte de nuestras vacaciones a aprender euskera.

Ahora me veo embarcada en un maremagnum de vocabulario, gramática, lecturas y “etxeko lanak” que es algo parecido a «un sin vivir». Metida en este tinglado me pregunto por qué no lo he hecho antes pero llego a la conclusión de que a cada una la vida nos ha llevado a dónde estamos y aunque a veces sí, no siempre hemos podido elegir. A  mí a los 14 años me dijeron en casa que si quería estudiar tenía que trabajar y eso es lo que he hecho desde entonces: trabajar, la carrera, el máster, el doctorado, inglés… eso te pone en la vida de una manera que se traduce en que las oportunidades te las buscas, no te las dan.

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Sin embargo, siempre he vivido no saber euskera como una carencia personal y por ello, hoy también me pregunto hasta donde podemos decir que el sistema de euskaldunización para todas aquellas personas que no nos hemos movido en ambientes euskaldunes ha sido o no un fracaso. Soy vasca hija de inmigrantes y en mi generación, de las personas que conozco excepto todas aquellas que optaron por la función pública, pocas saben euskera. Este es un tema sobre el que habría que reflexionar: ¿ha sido un fracaso el proceso de euskaldunización?¿qué se va a hacer con generaciones enteras que no lo hablan, ni entienden y que lo viven más como algo ajeno que propio? Otro asunto importante a abordar es cuestionarse sobre cuál es la razón para que su enseñanza no sea totalmente gratuita… todavía! Por supuesto, siempre queda en el tintero el eterno debate de la politización a la que se ha visto sometida dicha lengua y que desde luego, ha hecho poco por la normalización de la misma.

En todo caso, yo por ahora ya le he quitado el miedo al nor-nori-nork (que todo el mundo me decía que era un horror) y no dejo de preguntarme si voy a volver. No lo sé pero seguro que este es un camino sin retorno. Hasta donde llegue, sin presiones y disfrutando. Al pasillo que está enfrente de nuestra clase se le llama aquí “Mordor” porque a la gente que allí estudia se la ve como fantasmas por los pasillos: personas angustiadas y presionadas por un examen cercano que no saben si aprobarán. Es posible que algún día esté ahí, no lo sé ni me lo planteo y como defiendo que una lengua no puede ser motivo de exclusión social y menos política, ahora me toca una vez que he llegado hasta aquí, disfrutar del camino. Como nos dice nuestra fantástica irakasle: también hay que vivir. Sin ninguna duda, si es sabiendo euskera muchísimo mejor!!!

*Barnetegian abesti honetaz maitemindu gara:

Eskerrik asko Marga, Patri, Virginia, Yulia, Blanca, Elisa, Edurne eta Erikari.

Nueva legislatura, nueva Ley de Igualdad

Con el adelanto de las elecciones al Parlamento Vasco, se ponen en marcha los motores para empezar a diseñar qué queremos y necesitamos los y las ciudadanas de Euskadi de cara a la nueva legislatura. Un tema clave que hay que abordar sin duda, es el de la Igualdad entre mujeres y hombres.

Ya han pasado más de 11 años desde que entrara en vigor la Ley 4/2005, de 18 de febrero, para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Euskadi. Esta ley fue en su momento el resultado de una gran actividad dentro de la agenda pública (con Emakunde a la cabeza) y contó con la participación de diferentes colectivos feministas y grupos de mujeres comprometidas en llevar a cabo y hacer realidad el avance hacia la igualdad. Desde su aprobación, se convierte en el marco de referencia de las políticas de igualdad en la CAE y marca un hito al integrar, dentro de sus principios generales, la perspectiva de género en todas las políticas que lleven a cabo los poderes públicos.

Sin embargo, una ley no lo es todo: a menudo se confunde la igualdad real con la igualdad formal provocando lo que se ha venido a denominar el «espejismo de la igualdad» es decir, creer que como hay normas que defienden la igualdad ésta ya está conseguida. Y nada más lejos de la realidad: como afirma MacKinnon, “Mientras el dominio masculino sea tan efectivo en la sociedad (…) ni siquiera una garantía legal de igualdad entre los sexos producirá igualdad social”.

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Aunque el marco normativo para la igualdad de oportunidades es amplio, hay muchos factores que contribuyen a que la Igualdad real no sea un hecho conseguido ya que legalidad y realidad son, todavía hoy, cosas distintas. La igualdad formal no implica igualdad real ya que aunque la normativa al respecto es imprescindible, no es suficiente, siendo necesario un cambio en los valores que transformen la sociedad y erradique las desigualdades. Son necesarias leyes sin duda, pero estas deben ser cumplidas y es el estado quien deber ser garante de su cumplimiento.

Es cierto que la Ley Vasca 4/2005 fue pionera y referente para otras muchas en el estado español, pero no es menos cierto que han pasado once años y es necesaria una revisión profunda de la misma. Sobre todo porque está redactada con un lenguaje laxo en muchos casos, y falta una clara actitud sancionadora en su incumplimiento ya sea por una entidad o individuo. Al fin y al cabo, se obliga a poco utilizando verbos como fomentar o promover… y por tanto, la obligación que se deriva, es cuando menos incierta.  En este sentido, y además de otros apartados de la ley que requieren un vasto y pormenorizado análisis de cada capítulo, quiero destacar dos temas transcendentales donde esto ocurre más claramente, como son los capítulos referentes a los Planes de Igualdad y la actuación en el sector privado.

Otro tema crucial que hay que abordar con urgencia es el de la Violencia Machista. Hay que dar pasos importantes para avanzar en la erradicación de esta lacra que menoscaba la libertad de las mujeres y acaba con sus  vidas.  Hace falta dejar de preguntarse qué más podemos hacer y poner en marcha un gran Pacto Interinstitucional que aborde este tema de forma transversal. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género estatal es a todas luces insuficiente y hay que cambiarla, pero lo referente a este tema en la ley vasca, debe ser también objeto de revisión.

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A esta ley le ha llegado la hora de renovarse a través de una reflexión profunda acorde a la situación actual. Es por ello que pienso que este debiera ser uno de los temas claves a abordar por el Parlamento Vasco en la nueva legislatura. Nuestra economía, avances sociales y por tanto el bienestar de la sociedad vasca dependen de que la igualdad entre mujeres y hombres sea de una vez por todas real y no sólo formal. Y las leyes deben estar hechas con ese objetivo. Leyes pioneras y avanzadas que se cumplan con rigurosidad, y sobre todo que sean fruto de una radical apuesta por esa transformación social que acabe con la discriminación y con la consideración de que el 52% de la población, las mujeres, sigan siendo a día de hoy, ciudadanas de segunda.

Decía Amelia Valcárcel allá por 2012: “Cada vez que (el Feminismo) ha reclamado igualdad, siempre se le ha respondido con una explicación de por qué la igualdad es imposible o una explicación de por qué la igualdad todavía no existe y su condición de posibilidad ha de remitirse a un futuro incierto”. Si el futuro está en nuestras manos, hagamos que sea cierto.

MacKinnon, C.A. 1995. «Hacia una teoría feminista del Estado»

Valcárcel, A. 2012. «La política de las mujeres»

 

Si tocan a una, nos tocan a todas!

Esto del sobeteo, el meterte mano, los tocamientos y otras variantes de abusos sexuales a las mujeres se producen día a día. No exagero. A veces este tipo de agresiones se disfrazan de lo que irónicamente suele denominarse normalidad e incluso hay algunos que las tacharían de «naturalidad». Quién no se ha sentido alguna vez incómoda por esa mano que se detiene un poco más de lo normal cuando pasa por tus hombros o espalda. Ya saben, cosas que se han hecho siempre porque alguien creía que estaba en su derecho… y nosotras callábamos.

Y aunque afortunadamente en Euskadi las cifras de violencia machista contra las mujeres se ha reducido en 2016 con respecto a 2015 (Mayo), en un 9,2%, no es menos cierto que  el total de actos delictivos contra ellas se cifra en 1.678: casi 5 al día, es decir 5 mujeres agredidas y por ende 1.678 agresores. Y esto dentro de las cifras oficiales. A mi sinceramente, se me ponen los pelos de punta. Tengan en cuenta que todas esas agresiones de las que hablaba al principio, serán de las menos denunciadas…

Además, debemos añadir las asesinadas. Según feminicidio.net, a día de hoy son 52 las mujeres asesinadas por violencia machista en el Estado español. El impagable trabajo que hacen las organizadoras de este proyecto (ahora por cierto en plena campaña para conseguir mecenazgo y poder continuar con su labor) cuenta entre ellas, dos asesinadas en Euskadi: Margarita en Gasteiz el pasado junio y la bebé de un año, Alicia, en Barakaldo en enero.

No es NO

Este desolador panorama se agrava, si cabe, en verano con las fiestas, las juergas, las verbenas y todos aquellos momentos en los que las actitudes machistas y agresivas campan a sus anchas. Los hechos de este año en Pamplona en Sanfermines, dejan constancia de que desgraciadamente así es. La misma madrugada del día 7, a escasas horas de empezar la fiesta, ya fueron detenidos 5 tipos por violar a una mujer. Todos. Entre el sábado y domingo, otros cuatro por tocamientos y abusos sexuales. La buena noticia es que las mujeres cada vez tienen menos miedo y denuncian, y gracias a estas denuncias, estos machistas agresores pasan a disposición judicial. Otra cosa es cómo vayan a ser castigados y cuándo estarán de nuevo en la calle. La mala es que la violencia machista no cesa.

Las fiestas o el alcohol no hacen a los hombres ni machistas ni agresores. Sólo los que lo son y viven «agazapados» encuentran su hábitat perfecto en esas circunstancias para, sin poner freno a sus peores instintos, ejercer la violencia machista en todas sus manifestaciones. Miren, el otro día en una celebración a la que acudí, un tipo al que le debí parecer muy simpática, fue a hablarme al oído y me paso la lengua por la cara. Le mandé a la mierda, pero a partir de ese instante condicionó mi forma de poder vivir la fiesta como a mi me hubiera dado la gana, y a lo que tengo pleno derecho. El alcohol no es excusa.

san fermin sin agresiones

Así que cuando digo «si tocan a una nos tocan a todas», es siempre de una u otra forma la verdad. Todas nos sentimos violadas, sobadas, tocadas y maltratadas. Y cuando son asesinadas, todas sentimos que se nos va una parte de nosotras. Esto como ven, es auténtica sororidad.  Mientras, reivindicamos nuestro derecho a ser libres, dueñas de nuestro destino y que ningún baboso, violador, ni maltratador condicione o en el peor de los casos, acabe con nuestras vidas. #NOesNO

#NosQueremosVivas

#MachismoMata

Gabarra para Athletic… femenino!

Harta de la «madriditis» de la última semana con la Champions jugada por el Real y Atlético Madrid. Harta y hastiada porque ha ocupado páginas y páginas en prensa escrita y horas y horas en radio y televisión. A los medios desde luego, les importan más el deporte testosterónico que el femenino. Por supuesto, entiendo que una competición del nivel de la Champions ha de tener mayor repercusión mediática que cualquier otro acontecimiento deportivo pero no a costa del deporte femenino y desde luego no con el «desmadre» del que hemos sido testigos: para desayunar, comer y cenar. También para dormir para aquellos que se van con el pinganillo a la cama, no vaya a ser que se pierdan algo.

Mientras, el Athletic Club de Bilbao femenino, líder de la Liga de 1ª División, convocó una rueda de prensa el pasado viernes y tuvo que ser desconvocada porque no apareció ningún medio de comunicación. Estarían todos en Milán. Pero me temo que lo que pasó realmente es que a nadie le interesa el deporte realizado por mujeres. Y en este caso, era además de un equipo que juega en la primera categoría. Ni interesa a los medios, ni las instituciones hacen mucho (más bien poco) por apoyarlo y visibilizarlo. Interesa más lo económico que los valores deportivos en sí mismos.

No tengo pelos en la lengua para afirmar que el periodismo deportivo es machista y esto se trasluce en la falta de cobertura mediática, y en las insufribles tertulias deportivas, verdaderos campos de nabos, así como en los titulares y tratamiento de las noticias.  Un estudio de hace unos años aportaba que por cada minuto que se dedicaba al deporte femenino en televisión, se dedicaban 19 al masculino. Pero el deporte en general también es machista y esto se ve claramente  en la vestimenta, en la no profesionalización y por supuesto en el sempiterno tema de los sueldos siempre infinitamente más bajos para ellas.

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Ciertamente, este es un tema importante desde una perspectiva de género, pero hay que reconocer que el Feminismo ha tardado mucho en teorizarlo y ponerlo en la agenda política y social. El patriarcado siempre ha querido convencernos de que las mujeres carecemos de capacidades motrices claras porque eso en el fondo, representa un control sobre nuestro cuerpo que nos hace más independientes y libres. Así, tal y como afirma Matilde Fontecha, profesora de Educación Física y su Didáctica en la Universidad del País Vasco, en un artículo más que interesante en  Pikara Magazine: Deporte y feminismo una relacion dificil: «A las niñas se las orienta hacia la práctica de actividades que elevan la feminidad al máximo exponente y que implican más disciplina que diversión, como la gimnasia o el patinaje artístico».

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Indudablemente, la desigualdad de género está, como en otros ámbitos de la vida, presente en el deporte. Es muy frecuente que las mujeres tengan que pasar por un «test de la feminidad» para demostrar lo femeninas que son cuando destacan en cualquier especialidad deportiva. Si es el hombre el que destaca, nadie pone en tela de juicio su  masculinidad.

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Es imprescindible por tanto ya no reclamar, sino exigir, más presencia de mujeres deportistas y un mayor protagonismo de los éxitos que éstas consiguen. Es una forma de crear referentes y de hacer justicia. Mientras tanto, a fecha de hoy la liga de fútbol femenina tiene liderato rojiblanco con el Barça pisándole los talones, pero apenas nadie lo sabe. Yo desde luego espero titulares y espacio en los medios de comunicación como la liga masculina. Llámenme ilusa si quieren, pero de los medios vascos espero que se pida la gabarra con la misma intensidad que se pide para el equipo masculino y que el Club acepte de una vez por todas a ello; y de las instituciones espero recibimientos y homenajes populares iguales, o mejores, que con los que se les tributa a ellos. Sin duda, se lo merecerían.

Nota: Hay una petición en Change.org para solicitar al Club que salga la gabarra si ganan la Liga. lhttps://www.change.org/p/info-athletic-club-eus-la-gabarra-para-el-athletic-femenino-si-gana-la-liga?recruiter=17416518&utm_source=petitions_show_components_action_panel_wrapper&utm_medium=copylink

UnidOs Podemos ¿quién?

“El lenguaje crea imágenes y para cambiar las imágenes hay que cambiar el lenguaje” esto decía el insigne escritor y humanista, José Luis Sampedro.

En estos últimos años el movimiento feminista ha reclamado una “reflexión política” sobre el lenguaje, un lenguaje que no es neutro, como dice Francesca Graziani “la impronta patriarcal se ha inscrito en la estructura gramatical y ha influido en gran medida en los usos lingüísticos de mujeres y hombres (…) la estructura sexista de la lengua es el resultado más de hechos de orden cultural que estrictamente lingüístico…”

Mafalda

Es cierto que una lengua, en este caso la que nos ocupa el castellano, no es machista pero el uso que hacemos de la misma puede serlo y como sí que es cierto que el lenguaje refleja a la sociedad que lo habla, es hora de que reflexionemos sobre la utilización del mismo de forma que no discrimine, para que también las mujeres seamos  visibles y protagonistas.

En la Política, en general, se hace poco esfuerzo por utilizar un lenguaje inclusivo de género, y como resultado tenemos discursos cansinos donde sólo se habla en masculino. A mi evidentemente me chirría. Es verdad que últimamente se hace un poco más de esfuerzo, sobre todo algunas fuerzas entre las que nunca está el PP, por decir por ejemplo: trabajadores y trabajadoras, compañeras y compañeros y terminología parecida que son el «abc» de cualquier mitin que se precie pero poco más, de forma que podemos afirmar que en el lenguaje hablado poco se ha avanzado. Sin embargo, en el escrito se tiene más cuidado, sobre todo en los programas de los partidos ya que me temo son revisados con tiempo por expertas en lenguaje inclusivo para no meter la pata y que las feministas no pongamos el grito en el cielo. Pero en el discurso diario, queda mucho por hacer.

cartel

Reconozco que no es una tarea fácil y a todas se nos escapan de vez en cuando, sobre todo en el lenguaje oral, términos poco inclusivos (han sido demasiados años de colonización machista) pero es cierto que esto ya no es admisible. Ya no hay justificación para que esto no se cuide y se trate con rigurosidad. Hay que exigir que se nos nombre. No hay otra.

UNIDOS PODEMOS

Por ello hoy más que nunca no es de recibo y es absolutamente criticable que partidos de izquierda hayan elegido un nombre para su coalición que sólo hable de ellOs: en masculino. Desde esta tribuna lo criticaría de cualquier formación pero es que para más inri, si alguien está todavía en deuda con el movimiento feminista esa es la izquierda en su totalidad: siempre ha habido cosas más importantes que la lucha de las mujeres, siempre se nos ha dicho aquello de «ahora no toca», siempre en segundo lugar… Y la hora de la reparación de todo ello no es que haya pasado, es que si seguimos así, no va a llegar nunca. Deuda histórica, creánme!

felpudo

Lo sabemos, hay resistencia al respecto: argumentos tan simples como “pero si siempre ha sido así” o algo peor “pero si cuando hablas en masculino es porque es genérico y ya se entiende que se refiere a las mujeres”, son utilizados muy a menudo. Sinceramente me río para ridiculizar estos argumentos… ¡reír por no llorar!

Dice Mercedes Bengoechea, figura internacional en el estudio del lenguaje y su relación con el género,»dado que la lengua es el medio por el cual se transmite y comunica el pensamiento, al estar nuestra sociedad construida sobre estructuras de carácter jerarquizador y discriminatorio contra las mujeres, es inevitable que transmita y comunique, como lo hace, tácticas para preservar dicha jerarquización, es decir la invisibilidad, la exclusión del género femenino y el manifiesto afán de que esté implícito, a la hora de hablar y escribir, el masculino.»

Por todo ello, critico muy a menudo en este y otros foros que mientras la política siga tan masculinizada es difícil que las mujeres formen parte de la misma, y peleo día a día para que se feminice y para que los hombres dejen  paso a las mujeres olvidando sus privilegios. Pero este «zas en toda la boca» solo me hace reafirmarme en que no es posible una democracia sin feminismo y que no es posible luchar si de una u otra forma se sigue invisibilizando a las mujeres y tratándolas de «segundonas». Y esto cuando se elige un nombre o un discurso es vital.

Ahora sí, unidas, juntas e ilusionadas para de una vez por todas dejar de preguntarnos ¿dónde están ellas?