Hace 25 años ‘Uzturre’, Abad, Sota, Otxoa, Jauregi y Agirre fueron los ‘socios fundadores’ que impulsaron la creación de la Fundación Sabino Arana
Por Iñigo Camino García
En el otoño de 1988, justo ahora hace 25 años, Jesús Insausti, Uzturre; Primi Abad, Joseba Agirre, Patrick de la Sota, José Mari Otxoa de Txintxetru y Julio Jauregi Alonso aportaron su nombre y prestigio como socios fundadores de la naciente Fundación Sabino Arana. Era un nuevo servicio ofrecido al Partido Nacionalista Vasco por aquellos veteranos abertzales curtidos en mil batallas de guerra, exilio y clandestinidad. Aquellos seis veteranos jeltzales, de los que hoy solo vive Julito Jauregi, reunían décadas de militancia en EAJ/PNV, pero no tuvieron dudas en promover una «fundación cultural privada independiente» cuyo objetivo era «enlazar las raíces del mensaje nacionalista vasco con el reto de la modernidad».
El 11 de octubre de 1988 la notaría bilbaina de José Mari Arriola fue escenario de la constitución legal de la Fundación Sabino Arana-Sabino Arana Kultur Elkargoa. Tal y como dejan constancia las fotografías de Peru Ajuria, el entonces secretario del EBB Josu Bergara, encabezó este acto en el que se constituyó el primer Patronato. Patrick de la Sota aceptó su responsabilidad como primer presidente, con la vicepresidencia de la navarra Mari Paz López Amezaga, el alavés José Mari Gerenabarrena como tesorero y el guipuzcoano Julio Jauregi como secretario.
Abierta a la sociedad La designación del primer Patronato se completaba con el nombramiento de don Jesús María de Leizaola, el viejo lehendakari, como presidente de honor, y una larga relación de patronos de la que, además de los socios fundadores, formaban parte José Ramón Scheifler, Peru Ajuria, Itziar Lizeaga, Ana Galarraga, Gregorio Arrien, Koldo Mediavilla, Iñigo Camino, José Mari Cuñado y Carlos Clavería. Historiadores, periodistas, abogados, profesores, empresarios, o veteranos gudaris aparecían en los perfiles del inicial grupo de trabajo.
La vocación abierta a la sociedad no estaba exenta de una clara vinculación con el PNV. En este sentido, además de firmar ante el notario Arriola la aceptación de nuestros cargos, todos los patronos hicimos entrega al secretario del EBB de una carta de dimisión, firmada y sin fecha, para que el PNV la pudiera ejecutar cuando lo considerara oportuno. No hay que olvidar que, si por un lado era muy reciente el llamado Espíritu del Arriaga que Xabier Arzalluz había marcado en la Asamblea celebrada en el Teatro Arriaga en enero de 1988, la escisión liderada por Carlos Garaikoetxea se había producido apenas dos años antes.
La Fundación Sabino Arana intentó dar sus primeros pasos como «organismo abierto con vocación de servicio» y ya en sus primeros textos se aseguraba que «trata de propiciar una serena reflexión, no exenta de autocrítica, sobre el pasado, presente y futuro del nacionalismo vasco». Tal y como después se recogería en el balance del primer año de actividades, «este 1989 ha supuesto para la fundación su asentamiento ante la opinión pública desde una perspectiva de agrupación surgida desde sectores del nacionalismo vasco pero con evidente vocación abierta y pluralista».
La puesta en marcha de la Fundación Sabino Arana vino, en buena medida, propiciada por un trabajo de planificación previa para la conmemoración en 1995 del centenario de la creación del PNV. Con la decisiva influencia de Iñaki Anasagasti, Josu Bergara había impulsado durante todo 1988 la recopilación de fondos documentales privados como germen de un profesionalizado Archivo Histórico del Nacionalismo que empezó a gestarse en un pequeño despacho de la tercera planta del Edificio Granada, sede entonces del Departamento de Estudios del EBB.
Archivo del PNV Josu Bergara me había encargado en la primavera de 1988 tratar de poner también en marcha una fundación cultural que gestionara un Archivo Histórico. El objetivo era trasladar desde Iparralde los fondos documentales conservados en Villa Izarra, la sede del PNV en el exilio de Beyris-Baiona, donde Ander Barrutia había custodiado miles de papeles que se querían organizar y poner a disposición de los investigadores.
Organizar el archivo histórico y preparar la conmemoración del centenario de la fundación del PNV llevaban a plantear «la necesidad de creación de una fundación cultural». Como precedentes, la puesta en marcha en 1950 de Sabindar Batza-Instituto Sabiniano, los Premios José Antonio de Agirre de Euskal Kulturaren Alde, así como la no del todo exitosa experiencia de la Comisión Pro-Fundación Sabino Arana de la mano del busto esculpido por Jorge Oteiza y la estela de Nestor Basterretxea. «Intentaremos huir y aprender de los errores que se pudieron cometer hace poco más de un lustro. Procuraremos evitar la soñadora formulación de grandes proyectos y costosas campañas de promoción. Preferiremos que, tras esta inicial y tímida presentación, se nos vaya conociendo por lo que esperamos que sea un fructífero trabajo, exento de alharacas», se podía leer en el boletín Alderdi sobre los primeros pasos de la Fundación. A pesar de anteriores fracasos, se creía de justicia que como ya existían fundaciones con los nombres de Pablo Iglesias o Cánovas del Castillo, también el nombre de quien pronunció ese «Euzkotarren Aberria Euzkadi da» era el más adecuado para encabezar una fundación vinculada al PNV.
Campos de actuación Una reunión con Iñaki Anasagasti y Koldo Mediavilla, en torno a unas arepas venezolanas en la casa de Anasagasti, nos permitió perfilar los campos de actuación que la Fundación ha tratado de desarrollar en estos últimos 25 años. Ya entonces se marcaron varias complementarias líneas de trabajo, como quedó reflejado en un informe de septiembre de 1988:
-Archivo histórico, como instrumento abierto a investigadores e impulsor de becas.
-Plan de publicaciones con especial atención a Europa y movimientos étnicos, Memoria de un pueblo en marcha (biografías, testimonios y documentos), nacionalismo para el 2000, euskera y cultura vasca, así como la publicación de una revista trimestral de carácter ideológico.
-Actividades hacia el exterior con la organización de jornadas, simposios, semanas culturales, aniversarios históricos y la puesta en marcha de unos premios anuales.
-Instituto de formación de cara al interior de la afiliación del PNV.
-Sabin Etxea y centenario.
La nave comenzó a navegar en los siguientes meses en un local de la calle Ercilla con la incorporación de Iñaki Ruiz Laka como gerente y hombre todoterreno. 150 años de abolición foral-10 años con Estatuto fue el primer ciclo de conferencias con participación de prestigiosos conferenciantes, ajenos al PNV. Sabino Arana, diputado, Leizaola, la lealtad del viejo roble, la edición facsímil de Proceso a Sabino Arana. Año de 1902 y Euskadi 1979-1989. Claves de una década fueron las primeras publicaciones editadas. Pronto se puso en marcha una concienzuda investigación de Iñaki Bernardo sobre Jesús de Galíndez, el desaparecido delegado vasco en Nueva York y una recogida de testimonios de veteranos resistentes a cargo de Eduardo Jauregi, al tiempo que se propició la formación en técnicas de archivística de un equipo de jóvenes historiadores que hoy son claves para el Archivo. La primera edición de los Premios Sabino Arana completó un primer balance de las incipientes actividades de la Fundación con el reconocimiento a Joxe Miel de Barandiaran, Nicanor Zabaleta, Marino Lejarreta, programa de Estudios Vascos de la Universidad de Reno-Nevada, Elena de Rivera y la Souchère, y la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria.
25 años después, con sus aciertos y errores, tras superar la conmemoración en 1995 del centenario del PNV, una fundación ya consolidada -con la presidencia de Juan Mari Atutxa, la dirección de Irune Zuluaga y Josean Rodríguez Ranz en labores de coordinación- gestiona con éxito su tribuna de reflexión y debate por la que han pasado cientos de ponentes, mantiene la revista de pensamiento e historia Hermes, cuenta con un profesionalizado y abierto Archivo Histórico del Nacionalismo que ha realizado multitud de publicaciones, iniciativas divulgativas y de investigación, al tiempo que los Premios Sabino Arana se han hecho un hueco en el calendario social de Euskadi como uno de los galardones con más prestigio. Buena parte de los objetivos y campos de actuación perfilados en 1988 han sido superados por Sabino Arana Fundazioa con un balance más que positivo.