El regreso de Leizaola, la Transición vasca

Mañana, 15 de diciembre, se cumplen cuarenta años del regreso del lehendakari Jesús María de Leizaola a Euskadi. Un acontecimiento sin ningún efecto administrativo o jurídico, pero de gran trascendencia política e histórica

Reportaje de Luis de Guezala

La denominada Transición política tras la muerte de Francisco Franco se realizó en España sin una ruptura con el marco legal de su dictadura, mediante una reforma de la legislación franquista. Lo que vino expresado por el dicho del franquista Torcuato Fernández-Miranda de “todo de la ley a la ley a través de la ley”. Las legítimas instituciones republicanas españolas en el exilio quedaban así marginadas de todo el proceso, más aún cuando el proyecto de la nueva constitución establecería como forma de gobierno la monarquía. “Atado y bien atado…”.

Tras los resultados de las elecciones del 15 de junio de 1977, el día 21 el último presidente de la República española en el exilio, José Maldonado, reconoció la validez democrática de esas elecciones, a las que no se había permitido presentarse a partidos republicanos, y anunció la disolución de las instituciones republicanas españolas.

Jesús María de Leizaola, en la delegación del Gobierno de Euzkadi en París.SABINO ARANA FUNDAZIOA

Mejor suerte tuvo el president de la Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas, ya que tras formarse un Gobierno español presidido por Adolfo Suárez, restableció el 29 de septiembre la Generalitat de forma provisional y el 17 de octubre se le reconoció su presidencia, regresando el día 23 y pronunciando desde el balcón de su palacio en Barcelona su famosa frase: “Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!”.

Solamente quedaba así ya en el exilio el Gobierno vasco presidido por Jesús María de Leizaola pero desde su partido, EAJ-PNV, se consideró que la Transición vasca solo podía hacerse después de que el Pueblo Vasco se pronunciara sobre un proyecto de Estatuto de Autonomía. El largo exilio del ya anciano lehendakari Leizaola tendría que durar por ello todavía dos años más.

Tras la aprobación del todavía vigente, y sin cumplir en su totalidad, Estatuto de Autonomía en referéndum celebrado el 25 de octubre de 1979 en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, desde la dirección de EAJ-PNV se pensó que el momento del retorno del lehendakari zaharra había llegado. El 31 de octubre el Euskadi Buru Batzar de EAJ-PNV se reunió con Jesús María de Leizaola en Baiona y acordó su regreso coincidiendo con la puesta en vigor del nuevo Estatuto.

En la rueda de prensa que sucedió a esa reunión un periodista planteó a Leizaola si no consideraba que la legitimidad debería darla un Gobierno republicano -que ya no existía- y la respuesta no pudo ser más clara y democrática: “La legalidad no viene en la ley, sino en el Pueblo. El Pueblo en 1936 estaba organizado como República, y ahora no. Yo me atengo a la opinión del Pueblo expresada hoy”.

Hombre singular, del que ya hablamos aquí con motivo de su anterior regreso clandestino, todavía durante la dictadura franquista, con motivo del Aberri Eguna de 1974, de edad parecida a la de Tarradellas, Leizaola no tuvo la pretensión de capitalizar sus dos décadas como lehendakari. Planteado si su regreso no significaría el final de su vida política respondió: “Yo estaré siempre a disposición del Pueblo Vasco para dar mi parecer. Siempre podré decir algo útil. Y si no es útil, me callaré”. Así sería.

El sábado 15 de diciembre de 1979 el avión en el que regresó Jesús María de Leizaola aterrizó en el aeropuerto de Sondika siendo recibido allí por una multitud, pequeña, por las dimensiones del lugar, en comparación con la que aquella misma tarde le homenajeó en San Mamés, el lugar con más aforo de todo el País Vasco.

El hombre que había sido detenido durante la monarquía de Alfonso XIII por manifestarse a favor de la creación de una universidad vasca. El que había tenido la muy difícil responsabilidad de la administración de la Justicia en el primer Gobierno vasco durante la Guerra Civil. El que fue la última autoridad democrática que se mantuvo en Bilbao antes de su ocupación por el ejército franquista, arriesgando su vida para salvar la de los presos derechistas y evitar la destrucción de Bilbao. El que se arriesgó también sin escapar de la Francia ocupada por el ejército alemán para velar, en la medida de sus escasas capacidades, para organizar la Resistencia y la ayuda a los refugiados vascos. Y el que sucedió, tras la muerte de José Antonio Aguirre, a este como lehendakari durante largas décadas de exilio. Este hombre, Jesús María de Leizaola, se encontró ese sábado 15 de diciembre de 1979 en el estadio abarrotado de San Mamés con el homenaje y reconocimiento de más de 40.000 personas de ese Pueblo Vasco a cuya causa había dedicado su vida.

Al día siguiente, en la casa de Juntas de Gernika, símbolo histórico de las libertades vascas y lugar donde juró el primer lehendakari, José Antonio de Aguirre, el 7 de octubre de 1936, se produjo la ceremonia simbólica del traspaso del Gobierno vasco en el exilio al que le había de suceder tras la puesta en vigor del nuevo Estatuto de Autonomía.

En el discurso que pronunció en esa ceremonia, Leizaola hizo referencia a la tradición foral de la residencia, la rendición de cuentas de los órganos ejecutivos de su gestión al pueblo representado en su parlamento o asamblea: “Se puede decir que durante esos más de cuatro decenios nuestra acción ininterrumpida ha sido la de mantener una institución con el nombre y la representación de Euzkadi mientras en el mundo se sucedían períodos de guerra y períodos de paz, y en nuestro País subsistía un régimen al que era preciso lograr que sucediera un estado político de cosas que continuase, conforme a las exigencias de la Historia, el nombre y los derechos de los vascos. Ello tenía un contenido estrictamente político por una parte y un contenido patrio fundamental consistente en la supervivencia del Pueblo Vasco mismo, como tal, en lo que se refiere a la población y a las tierras de origen de nuestro Pueblo.”

Tras dar cuenta de la labor del Gobierno vasco en el exilio, Jesús María de Leizaola terminó su discurso con una referencia a la actualidad de aquel momento en la que, como había hecho toda su vida y en las condiciones más difíciles, ponía por encima de todo la defensa de los Derechos Humanos:

“Es, sin embargo, manifiesto que todavía en estos últimos meses la tarea de defensa de los Derechos Humanos y políticos se encuentra con enormes dificultades y salva difícilmente los obstáculos que va encontrando en su camino. El Gobierno de Euzkadi, sin hacer declaraciones públicas, tiene amplia conciencia de que en la pugna por la libertad, por las libertades, las tácticas de los defensores de una causa justa son a determinar por un examen profundo de los riesgos que se pueden hacer correr a la misma causa por la libertad si se emplean métodos de acción inadecuados rechazados por el instinto de conservación de la sociedad misma, es decir, de la Humanidad entera. En tal caso, los medios en cuestión son propios de gentes inexperimentadas e inconscientes de su propia responsabilidad y de las inconsciencias que sus propios actos descubren. Pero, en este orden de cosas, el Gobierno de Euzkadi que cesa en estos momentos cree que es a vosotros, las nuevas autoridades vascas, elegidas democráticamente, a quienes corresponde hablar en su caso y actuar en todo momento. Os deseamos el máximo acierto en vuestras decisiones. Que las vuestras y las nuestras sirvan al engrandecimiento y a la paz interna y exterior de nuestro Pueblo y de la Humanidad”.

Jesús María de Leizaola terminó así su larga misión de depositario de la voluntad del Pueblo Vasco en el exilio, como lehendakari de su Gobierno autónomo, traspasando su autoridad como tal, y no como figura legal, a Carlos Garaikoetxea, presidente del Consejo General Vasco que acabaría siendo, tras las primeras elecciones autonómicas posteriores a la dictadura franquista, el siguiente lehendakari del Gobierno vasco. Culminaba de esta manera la Transición vasca.

EuroBasque, 1947-2019: La contribución vasca al federalismo europeo

En 1947 se fundó el Consejo Vasco del Movimiento Europeo que retomó los esfuerzos para la integración de Euskadi en Europa y valoró las opciones para las naciones sin Estado

Reportaje de Alexander Ugalde Zubiri

EL Consejo Vasco del Movimiento Europeo / Europako Mugimenduaren Euskal Kontseilua (EuroBasque) fue fundado en 1947. Ha cumplido siete décadas. Ya en la primera década del siglo XX algunos dirigentes políticos reflexionaron sobre la inserción del pueblo vasco en Europa. Se esbozaron planteamientos de corte federalista.

Tras la Guerra Civil y en la II Guerra Mundial tales análisis fueron retomados. Valga citar el texto del lehendakari José Antonio Aguirre Coordinación de Nacionalidades Europeas (Post War European Federation, 1943, Nueva York); y su versión en francés Le problème des nationalités devant la Fédération Européenne (Corps Diplomatique, 1948, París). Valoraba las opciones para las naciones sin Estado en una organización supraestatal.

Movimiento Federalista vasco Al ir como “observadores” Xabier de Landaburu (PNV) y Juan Carlos de Basterra (ANV) al Congreso Federalista en Luxemburgo (1946) dijeron que eran del Movimiento Federalista Vasco (MFV), entidad inexistente. La formalizaron en marzo de 1947 en París con el respaldo de los partidos que apoyaban al Gobierno vasco exiliado.

F. J. Landaburu, J. A. Aguirre y J. M. Leizaola con ocasión del Consejo Internacional del Movimiento Europeo celebrado en Bruselas en 1949.Fotos de Alexander Ugalde y Sabino Arana Fundazioa

El MFV logró su aval internacional en 1948 al ser admitido en la Unión Europea de Federalistas (UEF). Una representación (J. A. Aguirre, F. J. de Landaburu y J. C. Basterra) acudió al Congreso de Europa en La Haya (mayo de 1948); en el que por otro cauce -Salvador de Madariaga- estuvo Indalecio Prieto por el PSOE.

En la Delegación Vasca de París se creó en 1949 el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME): Grupo Español del Movimiento Socialista por los Estados Unidos de Europa; Grupo Español de la Unión Liberal Europea; Consejo Catalán; y Consejo Vasco. Ampliado con el sector monárquico opositor, demócrata-cristianos y Consejo Gallego. Durante décadas representante de las fuerzas federalistas del Estado y opositoras a la dictadura. El CFEME se incorporó al Movimiento Europeo Internacional (MEI).

Hubo contradicciones con Salvador de Madariaga, primer presidente del CFEME, disgustado porque Aguirre no participara en la estructura del CFEME. Con todo, reconoció el aporte vasco: “Su primer secretario, Lasarte, el local en que trabajábamos y la asiduidad, el talento y el don de gentes de sus vocales, entre los que descollaba el siempre generoso don Manuel de Irujo”. José María Lasarte fue el primer secretario general del CFEME (1949-1952), diputado a Cortes por el PNV en 1936, uno de los organizadores del Servicio Vasco de Información y consejero en el Gobierno de Euskadi (1946-1952).

A principios de los cincuenta surgieron el Círculo Vasco de Estudios Europeos; Movimiento Socialista Vasco por la Federación Europea (MSVFE); y Grupo Vasco de la Unión Liberal Europea. Se estuvo en los Congresos de Comunidades y Regiones Europeas (CCRE).

1951: Consejo Vasco por la Federación Europea El 1 de febrero de 1951 en París se constituyó el Consejo Vasco por la Federación Europea (CVFE): Movimiento Federalista Vasco; Nuevos Equipos Internacionales; Movimiento Socialista Vasco por la Federación Europea; Unión Europea de Federalistas; Consejo Federal de Minorías y Regiones Europeas; Unión Liberal Internacional; Juventudes Federalistas; Sección de Jóvenes de los NEI; y Trabajadores Cristianos por la Europa Unida. Perteneció en el ámbito estatal al CFEME y en el internacional al MEI. Cubrió un periodo de desempeño desde los cincuenta a los ochenta, cuando quedó inactivo.

En los años cincuenta Destacó la apuesta por la integración comunitaria, advirtiendo que el País Vasco era una nación con derecho a decidir su futuro; y la extensión del CVFE al “Interior”.

En 1951, el CVFE, junto con el Gobierno vasco, dejó por la fuerza judicial y policial francesa la Delegación en la Avenue Marceau de París. El edificio fue entregado a la embajada española.

Hubo otros dos grupos europeístas. El Centro de Estudios Europeos, denominado por el CVFE Grupo de Donostia o Grupo Azaola -por José Miguel de Azaola-, al que consideraba conexionado con el poder franquista. Al Grupo de Bilbao lo conocemos por un listado elaborado por Federico Krutwig, componiendo un variopinto colectivo desde monárquicos y liberales, hasta simpatizantes del nacionalismo vasco y religiosos.

En 1955, el CFEME, ante la “multiplicación” de actividades europeístas, animó a los grupos que reunieran el “doble signo” de abogar por la “unidad europea” y la “libertad democrática”.

1962: “Contubernio” en Múnich Sabida es la relevancia del “Coloquio sobre los problemas de la integración de España en Europa” (junio de 1962, Múnich) aprovechando el IV Congreso del MEI. No existe un listado definitivo de asistentes, en torno a 120 del conjunto del Estado. Debe resaltarse la “nutrida delegación vasca”, en palabras del CFEME. Fueron exiliados y un amplio grupo llegado desde el “Interior”. Entre 28 a 34 representantes de diversas posturas políticas.

Pese a las expectativas, hubo que esperar más de una década para que comenzaran los cambios, una vez fallecido Francisco Franco. Sí se logró bloquear las negociaciones de Madrid con la Comunidad Económica Europea.

Años sesenta y setenta Las fuerzas que impulsaban el europeísmo lo siguieron haciendo, pero con escasa eficacia. En París, el Consejo Vasco por la Federación Europea contribuyó a las actividades del el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo y surgieron otros dos grupos federalistas.

En Nafarroa se formó, dentro de la Real Sociedad de Amigos del País de Pamplona (RSAP)/Iruña’ko Euskalerriaren Adiskideak, un Seminario de Estudios Europeos e Iberoamericanos. Pese a que la entidad era legal desde 1960, ciertas actividades no fueron permitidas, caso de la Universidad de Verano de Estudios Vascos y Europeos.

En Iparralde, la Section Pays Basque (Eskual-Herriko Biltzarra), perteneciente desde 1966 a través de la sección francesa al Movimiento Federalista Europeo (MFE). Contó con personas en todos los territorios culturalmente vascos que “en el cuadro federal europeo, constituyen una comunidad humana y económica natural”. Su lema: Por el porvenir del País Vasco en Europa.

En 1973, se aprobó una reestructuración del el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo para irse adaptando a las condiciones en España. Manuel de Irujo fue presidente (1973 a 1976). Su gestión no fue fácil ya que en la entidad se reflejaban las diferencias entre las fuerzas opositoras ante el panorama que se iba abriendo.

En 1976, se trasladó el CFEME a Madrid. Desde su fundación en 1949 transcurrieron 27 años. Se agradeció la labor de Irujo: “enviar nuestros fraternos y más cordiales abrazos a usted y a los compañeros que durante largos años han mantenido ejemplarmente su bandera en el exterior”.

Durante 1977 y 1978, el CVFE no tuvo actividad. Se limitó a mantener, a través del PNV (Irujo y miembros de la Junta Extraterritorial de Madrid), una discreta presencia en el CFEME.

1979-1993: escasa actividad No se reorganizó el CVFE ya que los partidos tuvieron otras prioridades en aquellos años. Existió en la teoría, pero sin casi actividad. Hubo momentos en los que algunos acontecimientos -acto en París en el edificio de la antigua Delegación Vasca (junio de 1991)- propiciaron conversaciones para estudiar su revitalización. No se concretó.

Los partidos con presencia parlamentaria reactivaron en 1994 el Consejo Vasco por la Federación Europea , ahora Europako Mugimenduaren Euskal Kontseilua/Consejo Vasco del Movimiento Europeo (EMEK/CVME). Una asociación “pluralista, multipartidista e independiente”, con personalidad jurídica y “reflejo de la diversidad profesional, ideológica y política de la sociedad vasca”; dedicada a fomentar las relaciones con otros pueblos y difundir la necesidad de una Europa unida y diversa. En los años siguientes se fue consolidando (ampliación de miembros, congresos, investigación, publicaciones, participación en CFEME y MEI…).

EuroBasque Desde 2015 el EMEK/CVME emplea complementariamente la denominación EuroBasque. Sus fines son los mismos, adaptados al presente, entre ellos la contribución “a la constitución de una Unión Europea Federal, respetuosa con la diversidad de pueblos”.

Su ámbito territorial es la Comunidad Autónoma Vasca; pudiendo “establecer confederaciones” con “Consejos de Comunidades Autónomas limítrofes”. Sus miembros son 70 personas jurídicas (partidos, centrales sindicales, asociaciones sociales, colegios profesionales, instituciones y universidades); y 63 personas individuales.

Las actividades: conferencias y congresos; convocatoria de premios de investigación y reconocimiento (premios F .J. de Landaburu en varios niveles educativos y Premio EuroBasque de Periodismo); publicación de revistas (Eurokon y Eurobask) y libros (40 obras); y presencia en los medios de comunicación. Para esta gama de acciones cuenta con el apoyo financiero del Parlamento y Gobierno vasco, Diputaciones Forales y ayuntamientos.

En el campo de la memoria histórica, programó “conmemoraciones señaladas”: el 50 aniversario de su fundación (2001); 40 del Contubernio de Múnich (2002); 50 de la UE (2007); 60 del CVME (2011); Homenaje a los europeístas en la antigua Delegación del Gobierno vasco (2014); 60 de los Tratados de Roma (2017); y 70 de EuroBasque (2017, celebrado en 2018). En 2018 el Gobierno vasco le concedió la Distinción Lagun Onari en reconocimiento a su labor en la divulgación de los valores democráticos, historia, economía y cultura vasca en Europa.

Emakumes y andereños, exilio en Gran Bretaña


Todo comenzó cuando el 21 de mayo de 1937 salió de Santurtzi, en el Habana, rumbo a Southampton, una nutrida expedición vasca, en la que los niños era el grupo más numeroso, cerca de 4.000 en total, con edades comprendidas entre los 7 y 15 años. Les acompañaban más de 200 emakumes, entre jóvenes maestras y auxiliares, amén de quince sacerdotes y varias enfermeras y médicos vascos. Este personal adulto salió con la promesa de un pequeño sueldo mensual por parte del Gobierno vasco, promesa que después no se cumplió con la debida regularidad.

Ya en el destino, y después de pasar un tiempo en un campamento establecido en Stoneham, Eastleigh, sur de Inglaterra, todos fueron trasladados gradualmente y en grupos a las diferentes colonias y casas de acogida que las organizaciones británicas les habían preparado por toda la geografía del país, en más de cien colonias. Todo se hizo bajo la supervisión del Comité central inglés, en el que destacaban dos grandes figuras, Leah Manning (socialista) y la duquesa de Atholl (conservadora).

Los alojamientos que les prepararon se pueden calificar de excelentes, en ocasiones en buenos colegios, grandes edificios y mansiones. Eran también buenas las condiciones sanitarias y alimentarias, en términos generales.

Pero no sucedió lo mismo en el aspecto educativo, que dependía en gran manera del Departamento de Cultura del Gobierno vasco y, en su caso, de los adultos destacados en el extranjero. Los niños estaban en edad escolar, pero el tema educativo no funcionó en la medida de lo esperado, por diferentes motivos. Para empezar, a algunos grupos de niños les costó acostumbrarse a la nueva vida, les costó acostumbrarse a la rutina diaria y a la exigente disciplina de los internados (las colonias eran unos internados), seguramente por haber vivido en la etapa anterior sin apenas una escolaridad regular durante los meses que duró la guerra en Euskadi. Las andereños, por su parte, ocupadas en mil quehaceres docentes y no docentes todo el santo día de Dios, hacían lo que podían en materia de enseñanza. Estaban señaladas cinco horas de clase diarias (tres por la mañana y dos por la tarde), pero al decir de las propias protagonistas, unas veces por falta de medios didácticos y libros de texto, y otras por otros motivos, era bastante poco lo que podían hacer sobre todo con los chicos de más edad (de 15 y 16 años para arriba); a lo sumo, repasar lo ya aprendido antes de la salida de Bilbao. Aisladas en sus colonias, las maestras estaban desconectadas del Departamento de Cultura del Gobierno vasco, cuyas máximas figuras educativas residían mayormente entre París y Barcelona. Tampoco se había previsto el establecimiento de algún tipo de coordinación o inspección educativa en Inglaterra, a pesar de existir allí una población infantil tan numerosa. Al final, muy al final, algo se enmendó la situación, con el nombramiento de un representante de Cultura.

Vicente de Amezaga, director general de Primera Enseñanza, reconoce en sus informes el mal funcionamiento de la educación y subraya el desigual rendimiento de las maestras, por diversas causas: la mala distribución del personal adulto al servicio de los niños; la extrema juventud de las maestras y su falta de experiencia para tratar a los chicos y chicas mayores, con los que no sabían qué hacer; su casi total desconocimiento del inglés les impedía comunicarse directamente con las direcciones y comités respectivos, y por último -a juicio de Amezaga-, había que tener en cuenta el excesivo trabajo del personal femenino y la natural depresión causada por el destierro, que hacían que, a pesar de su capacidad y buena voluntad, no rindieran «lo que en un estado normal habría derecho a esperar de ellas». Ya nos imaginamos lo que puede suponer el exilio en la vida de las personas. La realidad del exilio ha sido definida a menudo como un espacio dominado por el dolor, la impotencia y el desvalimiento; en ocasiones, equivalía a tener que comenzar de nuevo, sobre todo en tierras de lengua ajena y desconocida.

Pero en el balance final de su estancia en el extranjero no todo fue negativo, ni mucho menos. Había también aspectos muy positivos, sobre todo en actividades como el desarrollo del folklore vasco, a través de cantos y danzas; e incluso se atrevieron con algunas pequeñas piezas teatrales. Sus actuaciones en público eran muy del agrado de la gente inglesa; y de paso servían para recaudar unos fondos extra para el mantenimiento de los residentes. Lo mismo ocurrió en otros países de acogida.

En esta mención de aspectos más gratificantes, no se puede olvidar que, excepcionalmente, algunos grupos de niños tuvieron la oportunidad de estudiar en las escuelas públicas de la correspondiente localidad (al lado de alumnos ingleses), progresando mucho en el conocimiento del inglés. También son dignos de mención el ejemplar comportamiento y las atenciones de las familias inglesas del entorno, que, deseosas de hacer más felices a los niños, no dudaban en sacarlos fuera de los internados, llevarlos a menudo a sus casas a tomar el té o lo que fuera, haciéndoles igualmente regalos de todo tipo. Bien que lo recuerdan los que estuvieron en Inglaterra.

Entre los años 1937 y 1940 regresó la mayor parte de los menores, quedando en Inglaterra solo unos 500 chicos y chicas (unos años después bajarían a la mitad aproximadamente); estos últimos tenían muy fundadas razones para quedarse: porque eran huérfanos y porque sus padres y familiares estaban en prisión o en paradero desconocido.

Con la vuelta de los niños, se cerraron la mayor parte de las colonias y casas de acogida, por lo que las andereños quedaron sin colocación, prácticamente en la calle. Lo mismo sucedió con algunos sacerdotes. Muchas maestras y auxiliares regresaron entonces a su tierra, otras reemigraron a los países americanos, y un cierto número de ellas (cerca de 50) quedaron en Inglaterra por el momento, empleadas en ocupaciones diferentes, en oficios bastante humildes, como empleadas de hogar, en hospitales y algunas fábricas. A pesar de su formación pedagógica, esto era lo que les ofrecieron, no había más. Fue el momento también de algunos enlaces matrimoniales, con jóvenes vascos o ingleses.

La Asociación ‘Euzko Emakumiak’

Pasando ahora al otro punto (que hemos dicho puede ser algo distinto), nos preguntamos cómo y por qué surgió entre las que quedaron (maestras y auxiliares en su mayoría) la idea de unirse con otras mujeres y trabajar conjuntamente en tareas de asistencia y solidaridad. La respuesta es que, con la llegada de la Guerra Mundial, cambiaron mucho las circunstancias, cambiaron mucho las exigencias y necesidades de los refugiados.

En la primera mitad de los años 40 (en plena Guerra Mundial), se constituyeron en Inglaterra varias organizaciones de tipo social, cultural y político, creadas por los propios exiliados; eran unas entidades de muy diferente tendencia ideológica -incluso dentro de una misma organización-, pero todas ellas tenían en principio el mismo objetivo: servir a los emigrados (jóvenes y adultos) en todos los aspectos de la vida: en lo humano, social y cultural, e incluso en materia de alojamiento. Juan Negrín y los refugiados españoles que se hallaban en Londres -y disponían de medios económicos-, crearon muy pronto el llamado Hogar Español primero y después el Instituto Español Republicano y la Fundación Juan Luis Vives, ésta para otorgar becas para hacer los estudios. Los catalanes crearon el Casal Catalá de Londres. Y los vascos se lanzaron a constituir las dos entidades de Euzko Etxea y la asociación Euzko Emakumiak, inauguradas ambas en la capital inglesa en torno al año 1942.

Por estos años de que hablamos (principios de los 40), muchos de los niños vascos se convirtieron en unos verdaderos jóvenes, y las anteriores organizaciones españolas y vascas trabajaban para lograr su adhesión, a toda costa. Se consideraba necesaria la presencia de gente joven en las organizaciones, porque tras la dispersión los adultos vascos propiamente dichos eran relativamente pocos en Inglaterra, andarían en torno a unas 200 personas en total, la mayoría de ellos en Londres.

Euzko Etxea, creada sin distinción de matices políticos, sociales o religiosos, era una casa que debía servir de lugar de reunión y solaz para la emigración vasca, además de impulsar el conocimiento de la cultura, costumbres y características fundamentales del País, ante la opinión inglesa.

La asociación Euzko Emakumiak, por su parte, algunas de cuyas componentes figuraban también como socias de Euzko Etxea, retomó de alguna manera el espíritu y la tradición de la primera Emakume-Abertzale-Batza, a pesar de que ahora había dentro de la organización mujeres vascas de todas las tendencias ideológicas, especialmente emakumes de filiación nacionalista, republicana y socialista. Después de pasar un tiempo en la Delegación de Euzkadi, establecieron su domicilio en uno de los pisos de Euzko Etxea.

No eran muchas las mujeres asociadas, unas 50 en total (la mayoría, antiguas maestras y auxiliares), pero se esperaba mucho de ellas, especialmente en lo que respecta a la situación educativa de los niños y jóvenes, la situación de los soldados, los enfermos y los refugiados en general.

Las ayudas a los refugiados

No es fácil contar en unas palabras todo lo que fueron capaces de hacer estas emakumes en el tiempo en que estuvo activa la asociación, es decir, entre 1942 y 1947.

Una de sus primeras actuaciones fue ponerse en contacto con la Delegación vasca y el Comité central inglés para mejorar la asistencia a los niños vascos, que en ese momento se encontraban distribuidos en familias, el hogar y la escuela. Las emakumes se preocuparon de visitarlos y establecer relaciones con sus padres o parientes. Existe, al respecto, una amplia correspondencia entre estos niños y las mujeres vascas. Se preocuparon igualmente de buscar alojamiento y colocación a las chicas en edad de trabajar, y fueron al hospital donde había vascos que sufrían. Las emakumes organizaron las celebraciones de las fiestas de Navidad y de Reyes, porque era una de las formas más satisfactorias y efectivas para relacionarse con los chicos, sobre todo con los menores de 16 años.

La asociación femenina creó en 1944 la llamada Institución de asistencia a los vascos, con miras no solo a los vascos de Inglaterra, sino también a los refugiados que vivían en Francia en muy difíciles circunstancias. En los años siguientes se hizo un gran esfuerzo, y se enviaron a Francia muchas cajas de ropa y comida, todo según sus posibilidades económicas existentes que no eran muy grandes. En el destino, las emakumes de San Juan de Luz y Biarritz, presididas por Concha Azaola, se encargaron de la recogida y distribución del cargamento recibido.

Fue en este proyecto común de asistencia a los refugiados vascos de Francia, donde se unieron las emakumes de Inglaterra y de América. Como se amplía más y mejor en el mencionado libro sobre los vascos en Inglaterra, desde Venezuela, Argentina y otros países americanos se enviaron grandes cantidades de dinero, ropas y medicinas, con destino a los refugiados y enfermos de Francia. En los informes de las emakumes de América se habla de cantidades valoradas en muchos miles de francos. Aparte estaban, naturalmente, las ayudas enviadas directamente al Gobierno vasco.

Artículo escrito por Gregorio Arrien