Euskaltzaindia, cien años de euskera, un siglo de país

La Academia de la Lengua Vasca cierra los actos de celebración de su centenario mirando a los retos que el euskara debe afrontar en el futuro, siempre bajo su lema: ‘Ekin eta jarrai’

Un reportaje de Andres Mª Urrutia Badiola

Cuando el 7 de octubre de 1919, ahora cien años, se reunieron en la Diputación Foral de Gipuzkoa los doce primeros académicos de Euskaltzaindia, bajo la presidencia y con la secretaría de quienes ocupaban estos cargos en la Sociedad de Estudios Vascos, se constituyó formal y jurídicamente la Academia de la Lengua Vasca, en respuesta a un anhelo largamente sentido en la sociedad vasca.

Una de las primeras reuniones de la Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia. Foto: Euskaltzaindia

El fruto de los desvelos y propuestas de aquellos años cristalizó en la creación de la primera institución que reunía a representantes de todos los territorios de lengua vasca y lo hacía, además, en torno al cultivo de la lengua vasca, tanto en el orden filológico como en el social, dando su razón de ser a cada una de sus dos secciones, Iker (investigación) y Jagon (tutelar).

Un primer rasgo distintivo de la recién nacida Academia era su doble objetivo y una manifestación de lo anterior eran las palabras que poco antes había escrito Koldo Elizalde, uno de sus fundadores, sobre el sentido de la nueva Academia: “Y supongo que en este instante asomará a los labios de todos y vosotros la palabra Academia, como designativa de la institución destinada a realizar esa necesaria congregación, esa precisa coordinación de labores. Acepto la palabra con tal de que no evoque la idea de un dormitorio de siestas de la alta burguesía intelectual que entretiene sus ocios en poner y quitar acentitos sobre las vocales, proposiciones y en otras cosillas de la misma trascendencia. La Corporación que nosotros necesitamos es cosa muy distinta de eso, es algo cuya acción eficaz y vivificante se deje sentir desde el primer momento”.

No todos aceptaron la idea de la Academia, pero lo que quedó claro es que la Academia era el instrumento más poderoso del que los vascos se dotaban para hacer del euskera una lengua culta, lo que exigía aunar esfuerzos en torno a la formalización de un estándar lingüístico válido para la realización de todas las funciones de comunicación que despliega una lengua en la vida social.

El despegue (1919-1936) Creada la institución y fijados sus objetivos, la vida de la Academia comenzó poco a poco. Sus problemas económicos fueron una constante por la insuficiencia de las dotaciones públicas para sus trabajos. Se fijó la sede en Bilbao, en la calle Ribera 6, donde permaneció hasta los años ochenta del siglo pasado y comenzaron las reuniones mensuales de los académicos, amén de numerosas actividades de proyección social de la Academia, a lo largo y ancho de toda Euskal Herria.

Se crearon asociaciones de apoyo, se asesoró a las diputaciones y ayuntamientos en materia de euskera y se llevó a cabo una labor de socialización importante y significativa del euskera, en relación a los medios materiales y humanos de los que la joven Academia disponía.

De forma simultánea, la Academia comenzó el trabajo de recopilación sistemática de los datos necesarios para la formulación de un euskera estándar y fue reuniendo en su entorno las figuras principales del mundo del euskera.

Aquellos fueron los años del Erizkizundi irukoitza, la encuesta dialectal que se realizó por primera vez en todos los territorios de lengua vasca, los años de la revista Euskera, Boletín de la Academia y lugar de encuentro de los vascólogos más prestigiosos del mundo, los años que culminaron con un trabajo de actualización de la lengua vasca en campos muy diversos y con la formulación por Azkue, su presidente, de una primera propuesta de unificación lingüística, el Gipuzkera osotua, que la guerra civil frustró y cortó de raíz.

Silencio impuesto (1937-1956) La guerra civil supuso la interrupción de todos estos esfuerzos de la Academia. Es cierto que Euskaltzaindia no cerró sus puertas, pero lo es también que su actividad y su presencia sufrieron restricciones importantes y significativas a la hora de proyectar la lengua vasca en el espacio público.

Azkue, ayudado de forma incansable por Nazario Oleaga, logró con muchas dificultades convencer a las autoridades del nuevo régimen de la necesidad de mantener abierta la Academia y se afanó en realizar las labores necesarias para un diccionario castellano-euskera que retomase su diccionario euskera-castellano-francés de preguerra.

Con la revista Euskera prohibida, los académicos diseminados y/o en el exilio, y una exigua capacidad económica, el futuro de la Academia no parecía nada halagüeño. Fue la llegada del joven Federico Krutwig lo que supuso un revulsivo para aquella Academia viva aunque silenciada, un revulsivo que pasaba por una renovación profunda de sus estatutos y de sus miembros. La labor no fue fácil. El régimen de Franco vigilaba de cerca a la Academia e incluso había logrado nombrar académicos de su agrado en un proceso que fue habitual en el devenir de otras instituciones académicas.

El exilio, por otra parte, era activo a la hora de promover un trabajo decidido en favor del euskera que evitase su desaparición, que en aquellos años y circunstancias se veía como algo casi inevitable. Azkue falleció en 1951, después de haber conseguido, por encima de todas las dificultades, la persistencia de la Academia, habida cuenta de las circunstancias políticas imperantes.

De nuevo en marcha (1956-1970) Tras la muerte de Azkue, la Academia sufrió un cierto parón derivado de su ausencia. El forzado exilio de Krutwig en 1952 complicó aún más las cosas para Etxaide y Lojendio, que fueron los sucesores de Azkue. En 1956 logró la Academia celebrar su primer Congreso académico público en Arantzazu y la revista Euskera pudo reanudar su publicación. Nuevas generaciones acudieron a Euskaltzaindia y los nombres de Mitxelena, Aresti, Villasante, Satrustegi, Irigoien, Erkiaga, Lafitte, San Martin…, empezaron a sonar en los pasillos de la Academia al lado de los de Lekuona, Oleaga, Arrue, Irigarai y otros.

La Academia se puso de nuevo en marcha y logró que vieran la luz publicaciones en euskera, además de promover todo un conjunto de manifestaciones culturales, tales como los concursos de bertsolaris, las ikastolas, los cursos de alfabetización y euskaldunización para adultos y otros que reforzaron la labor de difusión de la lengua en una sociedad que se abría cada vez más al euskera, sociedad que luego fue capaz de tomar el testigo de Euskaltzaindia y hacer de ellos una realidad hoy viva.

En ese contexto y a los cincuenta años de su creación, llegó la propuesta de Gabriel Aresti de retomar el tema de la unificación del euskera y de ahí vino la celebración del Congreso de Arantzazu de 1968 y la formulación del euskera batua. Luego, las disputas que siguieron supusieron un punto de inflexión en la vida del euskera y la apertura de una nueva época que ha marcado la realidad del euskera durante los últimos cincuenta años.

La reorganización (1970-2005) El año 1970 es nombrado presidente de Euskaltzaindia el franciscano guerniqués Luis Villasante en sustitución de Manuel Lekuona. A pesar de la fuerte discusión interna en torno al batua, Villasante trabaja en varios frentes: el primero, el de la legalización de la Academia, que en 1976 realiza el Estado español por el Decreto 573/1976, de 26 de febrero, por el que se reconoce a la Academia de la Lengua Vasca bajo la denominación de Real Academia de la Lengua Vasca, y su posterior configuración por el Estatuto de Autonomía del País Vasco (1979) y por la Ley foral del euskara en Navarra (1986) como institución consultiva oficial en materia de euskera; el segundo, el de la reorganización interna, creando comisiones por materias y dando impulso a una adecuada organización de la Academia que permitiera trabajar de forma más eficaz en los campos que le son propios.

Su decidido impulso a la unificación le valió múltiples desaires que fue superando con su constancia y tesón, amén de la colaboración de los académicos y de las nuevas generaciones de euskaltzales que vieron en el euskera batua la tabla de salvación del euskera después de largos años de ostracismo.

A Villasante le sigue Jean Haritschelhar, el primer presidente originario de Ipar Euskal Herria, que continuó el trabajo iniciado con las premisas de acercar la Academia a las nuevas realidades universitarias y del mundo del euskera, encarrilando el proyecto del Diccionario General Vasco bajo la dirección de Mitxelena y el Atlas Lingüístico del Euskera bajo su propia dirección.

Son los años del Convenio de Oñate para garantizar la financiación de Euskaltzaindia y su relación con los poderes autonómicos de Euskadi y Navarra, que entonces comenzaban su andadura como administraciones públicas responsables de desarrollar la oficialidad del euskera, una realidad desde la Constitución de 1978.

Nueva época y futuro (2005-2019) En 2005, el académico Andres Urrutia es nombrado nuevo presidente de Euskaltzaindia. Comienza así una nueva época que busca una aproximación de la Academia a la sociedad, un trabajo académico en torno a la lengua, articulado en función de proyectos de gran alcance dirigidos a toda la comunidad lingüística vasca, tales como la Historia social del euskera, el Diccionario Histórico Etimológico del euskera, el Corpus Onomástico del euskera y otros.

Son los tiempos de las nuevas tecnologías, de la irrupción generalizada de la mujer en las labores de la Academia, de la apertura del diccionario a las cuestiones de género, del desarrollo de la Onomástica, y en suma, de renovar el compromiso con la sociedad, y de una organización y funcionamiento basados en la moderna concepción de la gestión de una institución cultural enraizada en el país y a su servicio. Cien años después, Euskaltzaindia-Real Academia de la Lengua Vasca es una institución de referencia imprescindible en el panorama del euskera. Ello se debe al trabajo conjunto de todos, académicos de honor, de número, eméritos, correspondientes, trabajadores de la institución y de cuantos se han acercado a ella o han colaborado en sus trabajos e inquietudes a lo largo de estos cien años.

Euskaltzaindia tiene hoy ante sí un futuro importante. Un futuro que pasa por continuar la labor de estos últimos años y por profundizar en sus ejes centrales, la digitalización, la internacionalización, la profesionalización y la socialización, junto con la búsqueda de nuevos cauces para transmitir su realidad y sus aportaciones a las nuevas generaciones, que van incorporándose a la Academia desde todos los territorios de Euskal Herria.

Se cierra ahora un primer centenario y se abre un nuevo periodo para la máxima institución en el mundo del euskera. El lema que preside desde hace cien años su labor, Ekin eta jarrai, sigue ahí y se le añade una nueva consideración, 100 urte euskara ehuntzen. Esa es su labor, esos sus objetivos. El futuro nos espera. Geroak erranen!

Las variedades del euskara y la dialectología vasca en el centenario de Euskaltzaindia

Desde su creación hace ahora cien años, Euskaltzaindia ha desarrollado una exhaustiva labor de investigación en torno a los dialectos y las variedades del euskera, recogida en el ‘Atlas dialectal general de las hablas vascas’

Un reportaje de Adolfo Arejita

Casi desde los inicios de la literatura en euskera son frecuentes las referencias a la variedad lingüística que adopta el autor al redactar su texto, siendo el caso más frecuente que cada cual escribe en su propio dialecto o variedad próxima, pero no en el registro de habla, sino en su forma literaria o culta. En el siglo XVI el bajonavarro Bernat Etxepare escribe su poesía en su dialecto (1545), así como el alavés Lazarraga en su variedad de la parte oriental de La Llanada alavesa. Durante ese mismo siglo los romances, colecciones de refranes, poesías, plegarias, que recogen Esteban de Garibay y otros escritores conocidos o anónimos, representan una variedad del vizcaino oriental, vizcaino occidental, guipuzcoano occidental, etc. Progresivamente irán emergiendo, y consolidándose, algunos de los dialectos como modelos literarios, principalmente: el labortano en el siglo XVII (Gero, de Axular), el guipuzcoano en el XVIII bajo el impulso de Larramendi, y el vizcaino a partir de finales del mismo siglo, de la mano de Moguel y Añibarro.

Mapa dialectológico del príncipe Bonaparte (1863).

Axular expone ya tempranamente el problema de la gran variedad dialectal del euskara: Badakit halaber ezin heda naitekeiela euskarako minzatze molde guztietara. Zeren anhitz moldez eta diferentki minzatzen baitira euskal herrian. Nafarroa garaian, Nafarroa beherean, Zuberoan, Laphurdin, Bizkaian, Gipuzkoan, Alaba-herrian, eta bertze anhitz lekhutan. Tradicionalmente nuestros escritores han tomado como base la variedad propia, elevándola al nivel literario. Y en este sentido, el número de variedades escritas del euskera supera al de los dialectos literarios consolidados como tales. Dentro del guipuzcoano conviven al menos dos variedades (oriental y occidental), dentro del vizcaino otras dos principales, siendo aún mayor la fragmentación en las hablas navarras.

Manuel de Larramendi, en su Diccionario Trilingüe (1745) distingue o reconoce tres dialectos literarios, así como sus continuadores (Moguel y Añibarro entre otros): el vasco (referido al labortano y variantes próximas), el guipuzcoano y el vizcaino. El dialecto navarro se presentaba más difuso, dada su mayor fragmentación en un área tan extensa: las hablas más septentrionales se asignan al vasco (labortano), las más próximas a Gipuzkoa a este dialecto, quedando la zona central (cuenca de Pamplona) y parte de meridional (por encima de Tafalla) como de dialecto específicamente navarro. La producción de Sebastian Mendiburu refleja una especie de fusión de las hablas navarras y guipuzcoanas orientales, mientras que la de Joakin de Lizarraga de Elkano, el habla de la cuenca de Pamplona.

Larramendi hace un esfuerzo en representar las tres modalidades lingüístico-literarias del euskera, tanto en su diccionario como en su gramática. Así, traduce el término viernes en tres formas dialectales, y en este orden: ostirala, orzirala, barikua; guipuzcoano (dialecto central, el suyo propio), vasco (labortano u oriental) y vizcaino (u occidental).

El ‘vuelco’ de Bonaparte Dentro del vizcaino, Moguel impulsa un modelo basado en el habla de las villas orientales del Señorío y de la zona oriental de Gipuzkoa: cuando el nombre o el participio de pretérito termina en u se añade una b al artículo: como en buru-ba, esku-ba, zuzendu-ba, okertu-ba. Estos tales acaban los nombres en ia, cuando terminan en e, y en ua, cuando en o. Neure, neuria; zeure, zeuria; maite, maitia; zoro, zorua; gaisto, gaistua. Tal es la costumbre en Markina, Lekeitio, Elorrio y sus circunferencias, y también en buena parte de la Gipuzkoa que no diste de Bizkaia sino cuatro o cinco leguas. Pero al mismo tiempo reconoce que la morfología regular empleada tradicionalmente por los escritores vizcainos resulta más simple y práctica: Yo he de confesar que es más expedito, menos embarazoso y al parecer más arreglado, cuando sin variación alguna se terminan las voces con sola la adición articular: argia, ogia, zuria, gorria, burua, eskua, zuzendua, okertua.

Es el príncipe Luis Luciano Bonaparte quien durante la segunda mitad del siglo XIX, dando un vuelco a los estudios lingüísticos precedentes, afronta la descripción de las hablas y dialectos del euskara desde el punto de vista científico. Partiendo de una amplia formación lingüística y conocimiento de diferentes lenguas, y una dedicación e interés inusitados al conocimiento de la diversidad de las hablas vascas, logra un grado de descripción más próxima y detallada de los diferentes dialectos, aplicando una metodología más moderna para la descripción lingüística. Se reunió de un selecto grupo de informantes y colaboradores que representaban las diferentes hablas, a quienes encomendaba traducciones y recogida de materiales lingüísticos de su entorno, sobre cuya base elaboró una nueva clasificación de los dialectos vascos: basándose primordialmente en la flexión verbal distingue ocho dialectos, que se subdividen en 25 subdialectos y cincuenta variedades dentro del euskera hablado en su época. Confeccionó durante la década de los 60 varios mapas clasificatorios de los dialectos, que nos dan información detallada de la extensión territorial del euskera hablado, bajo un título muy sugerente: Cart des sept provinces basques montrant la delimitation actuelle de l’Euskara, y diferenciando con diferentes colores la delimitación de cada dialecto.

Las versiones dialectales de textos previamente seleccionados -fundamentalmente fragmentos de la Biblia- que Bonaparte encomienda a sus colaboradores están a medio camino entre el lenguaje oral y la tradición escrita. Generalmente recogen formas más próximas al habla de un lugar, pero sin llegar a una transcripción fonética de lo pronunciado. Nunca se había conseguido anteriormente una producción de textos en euskara tan extensa y que representara a tantas variedades, muchas de las cuales tampoco conocían representación escrita de su habla. Ello supone un mérito y un logro muy importantes desde el punto de vista lingüístico y literario.

Resurrección María de Azkue recogerá el testigo de Bonaparte a partir de la primera década del siglo XX en el estudio de los dialectos vascos. Su Diccionario vasco-español-francés (1905-1906) en dos volúmenes recoge el repertorio lexicográfico de los siete dialectos que reconoce como tales, especificando en muchos casos la localidad de recogida del término en cuestión. Tratándose de una obra mayor -más de mil páginas de gran formato a tres columnas-, fue confeccionado por una única persona, si bien con la ayuda de numerosos informantes y recopiladores. Se trata de un diccionario dialectal, en el sentido más amplio del término. Tanto las fuentes escritas -obras literarias o repertorios lexicográficos- como las fuentes orales -informantes de todos los dialectos- que maneja el autor pretenden recoger el repertorio de voces y variantes que se usan en las diferentes zonas -regiones, comarcas, pueblos- del territorio de habla vasca. Algunas de esas hablas han desaparecido posteriormente, como las de Roncal, Baranbio o de comarcas de Araba y Nafarroa…. Bien es cierto que el autor aplica un criterio de selección lexical un tanto restrictivo, de carácter purista, discriminando muchos préstamos absolutamente naturales en el habla (ailegau, bentana, fundatu o nezesidade), a los que no reconoce validez literaria.

Poco después de crearse la Academia, Azkue, como presidente de la misma, impulsó la recogida sistemática de materiales gramaticales y lexicales mediante una encuesta confeccionada ad hoc, titulada Erizkizunde Irukoitza (Triple cuestionario). Se trata de un atlas dialectal incipiente, realizado con medios limitados y personal poco profesionalizado. Pero esfuerzo y ambición no le faltaron a don Resurrección. Y si bien los materiales recogidos en diferentes puntos del área vascófona en la década de los 20 no fueron publicados hasta sesenta años después por Euskaltzaindia (Iker-3, 1984), sus resultados han quedado para investigaciones posteriores.

Atlas Lingüístico A comienzos de la década de los 80 la propia institución académica, y bajo el impulso de Koldo Mitxelena, pone las bases para el Atlas Lingüístico de Euskal Herria, del que actualmente llevamos diez tomos publicados -el último, a presentar dentro de los programas del centenario de Euskaltzaindia, al inicio de las Jornadas Internacionales de Dialectología, el proximo día 13 en el Euskal Museoa de Bilbao-, y que ha supuesto un salto cualitativo muy importante respecto a los trabajos anteriores.

El estudio de los dialectos y variedades de habla del euskara ha sido uno de los pilares de la investigación de Euskaltzaindia, desde su creación hasta la actualidad. El primer presidente de la Academia, Resurrección María de Azkue, no habría acometido sus trabajos de recogida y sistematización de materiales lexicográficos y gramaticales, de no haber existido un precursor fundamental durante el siglo XIX, Bonarparte. Y la Academia Vasca de la posguerra no habría emprendido seguramente un plan tan ambicioso de un atlas dialectal general de las hablas vascas (Euskararen herri hizkeren atlasa), que implicaba la confección de un cuestionario de 2.857 preguntas, destinadas a recabar información en 145 puntos geográficos del área del euskara y que conllevaría la recogida de 830.000 respuestas, directas o indirectas, y supondría un total de 4.000 horas de grabación sonora de voces, frases y locuciones. La labor sistemática y exhaustiva de recogida, sistematización y elaboración de materiales de las hablas del euskara supone una infraestructura sólida y segura para la Academia, junto con los corpus de la tradición escrita, a la hora de determinar las pautas de normativización y recomendaciones para el uso correcto de la lengua vasca.

Adiós a la leyenda del euskera como arma de los aliados

Un estudio desmonta la versión de que fue utilizado en 1942 por marines contra Japón como idioma encriptado durante la segunda guerra mundial

Un reportaje de Iban Gorriti

El Batallón Gernika desfila ante el Teatro de Burdeos, tras la victoria de Point Grave. Foto: Memorial Front du Médoc
El Batallón Gernika desfila ante el Teatro de Burdeos, tras la victoria de Point Grave. Foto: Memorial Front du Médoc

un extenso estudio publicado por la Asociación Sancho de Beurko deconstruye el mito del euskera utilizado como idioma codificado por alguna supuesta unidad de marines de origen vasco durante la Segunda Guerra Mundial, y de forma particular en el desembarco de la Batalla de Guadalcanal en verano de 1942. Los autores del laborioso trabajo surgido en Reno (Estados Unidos) hace más de quince años son los historiadores Pedro J. Oiarzabal, de la Universidad de Deusto, y Guillermo Tabernilla, de Sancho de Beurko Elkartea.

La investigación, con visitas a los archivos estadounidenses, británicos y estatales, desmonta uno de los mitos más arraigados de la historiografía vasca que, a su juicio, se repite “de forma cíclica” en los diferentes medios de comunicación desde hace setenta años. Tabernilla y Oiarzabal fundamentan esta creencia en “las muy complejas relaciones” entre los medios secretos del Gobierno vasco en el exilio y el servicio de inteligencia OSS norteamericano, precedente de la actual CIA.

El estudio de 156 páginas ha visto la luz en la revista digital Saibigain de Sancho de Beurko Elkartea. Lleva por título El enigma del mito y la historia: Basque codetalkers en la Segunda Guerra Mundial. El origen de la creencia heredada tiene su origen en dos publicaciones del año 1952. Primero en la edición mexicana del periódico nacionalista vasco Euzko Deya y, a continuación, una réplica de la armada franquista en La revista de Marina. Editan la misma nota “como reacción a una acción”.

Oiarzabal y Tabernilla ponen de manifiesto en su libro la “falsedad histórica” de tal hecho, enfatizando el obligado papel jugado por el enigmático capitán Frank D. (o Ernesto) Carranza, “hijo de inmigrantes vascos” -según un texto de la época-, artífice del supuesto uso militar del euskera en la última contienda mundial. “Diferentes fuentes citan a Carranza, pero no hay ninguna prueba que demuestre que se llamara así. Creemos que sí existió pero bajo otro nombre real”, subraya Tabernilla.

Es más, se cita que esta enigmática figura murió atropellada cuando salía de casa en abril de 1979 en la Quinta Avenida de Nueva York, vía en la que la OSS tenía su sede. También existe una entrevista en la que la histórica Marichu Anatol -de la Red Cométe- aseguraba en una entrevista publicada en DEIA que vio a Carranza en la muga en Bidasoa.

“A Marichu no se le puede cuestionar. Le vio sin duda. Pero no existe en los fondos militares esa persona con ese nombre. Salen en las bases de datos varios Carranza… pero ninguno con ese perfil. Ha pasado lo difícil de estar en el Pacífico con los marines a la muga del Bidasoa. Solo alguien se puede mover tanto si está trabajando para la inteligencia norteamericana “, agrega Tabernilla.

En aquella guerra sí se utilizaron lenguas como el de la comunidad nativa navajo para encriptar mensajes de radio como un método seguro de comunicación. Tanto es así que el código nunca fue descifrado por las fuerzas imperiales japonesas. Con relación a la lengua vasca, en 2008 el Gobierno vasco también hizo suyo el discurso de que se había usado el euskera como el navajo, pero nunca se había demostrado. “El navajo o el iroqués eran lenguas minoritarias que podían utilizarse, pero el euskera era ya un idioma estudiado y de alguna forma internacionalizado. Dos marines de la OSS de entonces ya declararon que no era posible. El euskera no era una lengua aislada, tenía presencia en muchas partes del mundo”, precisa Tabernilla.

‘capitán carranza’ Oiarzabal también aboga por que el mito surge de las extremadas complejas relaciones entre los servicios de información, y hay libros que lo citan. “Personas con cierta autoridad académica lo creyeron y lo difundieron. Empiezas a dudar que fuera cierto cuando buscas fuentes testimoniales. Tendría que aparecer alguna información real”, enfatiza Oiarzabal quien consultó a los mayores expertos en criptología de Estados Unidos. “Y me aportaron con pelos y señales por qué no se utilizó el euskera. Además, no aparece el capitán Carranza con esas credenciales ni los 60 marines vascoamericanos del cuerpo de transmisiones en Guadalcanal de la Organización Airedale”. A su juicio, resulta imposible demostrar que se diese la utilización de la lengua vasca a partir de esta investigación “con argumentos de peso y con documentos originales”.

El trabajo que se puede consultar de forma gratuita tiene una dedicatoria especial: “A todas aquellas personas que desde el anonimato sirvieron con su esfuerzo y sacrificio al Servicio Vasco de Información y a los servicios secretos de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, contribuyendo a la victoria final contra el totalitarismo”.

El euskera en Argentina Identidad y sentimiento

Los vascos asentados en Argentina han mantenido siempre estrechos lazos con su país de origen y su cultura, con especial atención a su idioma: el euskera

Un reportaje de Magdalena Mignaburu

EL idioma es uno de los elementos determinantes en cuanto a la existencia de una nación. En el caso de los vascos, el euskera no resulta ser la excepción, muy por el contrario, es un elemento de gran relevancia a la hora de definir la identidad de este pueblo milenario. Su antigüedad se remonta a 7.000 años, y junto con el finés, el estonio y el húngaro constituyen las únicas lenguas preindoeuropeas que se hablan actualmente, si bien no se ha podido encontrar la relación de éstas con el euskera.

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Como pueblo que ha debido dispersarse por diferentes motivos, los vascos han llevado sus costumbres ancestrales y, por supuesto, su idioma a los distintos lugares de destino. En este sentido, la Argentina ha sido el país que mayor cantidad de vascos ha recibido a través de la historia. Desde la etapa de conquista y colonización se registra la utilización del euskera en nuestro territorio, pero a partir del fenómeno inmigratorio de los siglos XIX y XX su presencia se hizo más notable. Los que llegaron en las sucesivas etapas trataron de mantener la unión y las características del grupo. Por este motivo, desde un principio existió la preocupación por preservar el idioma, aunque también se ha podido constatar a través de distintos testimonios que no se lo enseñaban a los niños, sino que se mantenía como un idioma hablado en la intimidad y sólo por los mayores. Las razones de esta situación son variadas, pero el resultado fue el retroceso del euskera dentro de la comunidad vasca de la Argentina. A pesar de ello, en los primeros tiempos hubo intentos para desarrollar su enseñanza, sobre todo por parte de los centros vascos, que comenzaron a aparecer a fines del siglo XIX.

Las euskal etxeak tuvieron siempre entre sus temas prioritarios la enseñanza del idioma, lo que se reflejó en sus estatutos, como también en los de la Federación de Entidades Vasco Argentinas, que en su artículo 4 enuncia: Cultivar el Euskera (idioma vasco) propiciando su difusión y enseñanza.

A comienzos de la década de los años sesenta aparecieron de manera incipiente nuevos métodos y tecnologías destinadas a la enseñanza del euskera en nuestro país. Las Entidades Vasco Argentinas, especialmente Euzkaltzaleak, reunidas en la Federación, serían las pioneras a la hora de crear conciencia con respecto a la importancia del idioma, en cuanto a definir la identidad vasca y a fomentar su enseñanza sistematizada a través de cursos y de la institucionalización del Día del Euskera.

Plan con ‘Euzko Deya’ En 1987, Euzkalzaleak, en coordinación con el periódico Euzko Deya, lanzó un plan destinado a brindar clases los días sábados en la sede de la institución o por medio de las páginas de la mencionada publicación. Y aunque por problemas económicos esto no se pudo concretar, este hecho merece señalarse por ser el primer intento de llevar el aprendizaje del euskera fuera del ámbito formal de las aulas, como también lo fue el método ideado en 1978 por Paco Mingolarra, el cual consistía en la utilización de medios audiovisuales, y permitía aprender el idioma en 100 horas.

Durante 1989 Josu Legarreta Bilbao, quien en ese momento ocupaba el cargo de asesor de Cultura y Turismo del Gobierno vasco, estudió la propuesta realizada por la Federación de Entidades Vasco-Argentinas, que planteaba la enseñanza del euskera en el mencionado país. Este programa, que se denominó Argentinan Euskaraz, fue el que marcó un punto de inflexión en la enseñanza formal del idioma y la formación de profesores, los que se convirtieron en agentes multiplicadores al actuar de manera coordinada junto al Gobierno vasco, HABE, la Federación de Entidades Vasco-Argentinas y las euskal etxeak.

Por lo expuesto, se ha considerado pertinente realizar un estudio, el que se ha volcado en la obra El euskera en Argentina. Identidad y sentimiento, de las distintas etapas que atravesaron la utilización, la difusión, la enseñanza sistematizada y no sistematizada, la producción literaria, artística, las personalidades relevantes y las publicaciones del euskera en la Argentina. Esto permitió la reconstrucción de su pasado, ya que no existía hasta la fecha un estudio pormenorizado que nos permita responder las siguientes preguntas: ¿qué etapas atravesó en nuestro país la utilización y divulgación del euskera?, ¿qué factores internos y externos influyeron en ello?, ¿qué características tienen y han tenido sus actividades?, ¿por iniciativa de quién o quiénes?, ¿qué instituciones han surgido y trabajado para su preservación?, ¿qué personalidades del quehacer vasco en nuestro país han tenido gravitación en el fortalecimiento del euskera en la Argentina?, ¿cuál ha sido y es el rol de las euskaletxeak en cuanto a la permanencia del idioma?, ¿qué actividades fueron organizadas o coordinadas entre la FEVA, el Gobierno vasco y HABE?, ¿cómo está organizada su enseñanza sistemática?, ¿qué impacto ha tenido el programa Argentinan Euskaraz en el crecimiento cualitativo y cuantitativo de vascoparlantes en la Argentina?

Tomando como eje organizador el aspecto cronológico, se atravesaron las diferentes etapas del euskera en la Argentina, especialmente la que se abrió a partir de 1990 con el Programa Argentinan Euskaraz, ya que su éxito ha significado un impacto invalorable en la preservación y difusión del idioma vasco fuera de las fronteras de Euskal Herria.

Las particularidades de cada etapa histórica tratada permiten conocer la pluricausalidad de los hechos históricos, donde las reivindicaciones políticas se entrelazan con las diversas manifestaciones culturales de la comunidad vasca en la Argentina, donde el euskera tendrá un lugar destacado. Y precisamente en las etapas mencionadas se observa la presencia e influencia de los líderes étnicos, ya que no es casual que personalidades con un fuerte liderazgo hayan sido las que más influyeron en la difusión y enseñanza del idioma, hasta el punto de ser tres de ellas -Jon Kepa Erkiaga, Andoni de Irazusta e Ixidro Legarreta- las que propusieron al Gobierno vasco, en forma directa, la implementación del Programa Argentinan Euskaraz, pronto a cumplir 25 años de vigencia y logros.

Convenios Cada una de estas etapas ha tenido sus rasgos distintivos, lógicamente, de acuerdo a la circunstancia histórica particular. Sin embargo, en cada una de ellas aparecen diversas formas o estrategias de adaptación, cuyo punto en común, con el transcurrir de los años, será la inquebrantable decisión de preservar y difundir el idioma vasco. Habrá momentos en los que cada uno de los irakasles implementará el método personal que crea mejor, diagramará sus clases y creará sus materiales, como también vendrá la etapa de la sistematización y profesionalización de su enseñanza a partir de los convenios suscritos entre la Federación de Entidades Vasco-Argentinas, Aurten Bai y, posteriormente, HABE.

Desde la suscripción de los primeros convenios mencionados se observa un crecimiento cualitativo y cuantitativo en la enseñanza del euskera. Por un lado, el idioma estará más presente en las instituciones y en las relaciones interpersonales, a partir de la implementación de folletos, carteles, concursos, saludos y actividades, entre otras cosas, con una importante presencia del idioma vasco. Y aquí será fundamental el rol multiplicador de cada uno de los que accedieron y acceden a la euskaldunización, ya que a lo largo de los años han demostrado ser motores de estos cambios en las euskal etxeak de las que formaron parte, como también en las casas vascas cercanas. Este rol multiplicador merece destacarse por el grado de entrega y compromiso manifestado, actitud que permitió que el éxito del Programa transcendiera las fronteras para convertirse en Euskara Munduan. Obviamente, esto no hubiera sido posible sin el total apoyo del Gobierno vasco y de las autoridades de HABE y de FEVA. La asistencia permanente a los profesores y alumnos, el apoyo bibliográfico, los barnetegis en la Argentina y Euskadi, el intercambio de profesores, son algunos de los elementos que permiten entender por qué actualmente existen en la Argentina aproximadamente 2.500 alumnos. Un éxito que fue posible gracias al esfuerzo compartido de hombres y mujeres, a los que separan 10.000 km de distancia, pero que se encuentran indisolublemente unidos por el amor a nuestra esencia: EL EUSKERA.