Se cumplen hoy 50 años del primer Aberri Eguna celebrado de forma pública en los territorios vascos peninsulares en plena dictadura: el 29 de marzo de 1964. Gernika fue la localidad elegida por la dirección del Partido Nacionalista Vasco para convocar a los miles de asistentes que acudirían a la cita
El objetivo del llamamiento a celebrar el Aberri Eguna en Gernika el 29 de marzo de 1964 era recuperar el protagonismo de las acciones en el interior, reivindicar -en aquella fecha, con más fuerza que nunca hasta entonces- la libertad de Euskadi como pueblo y nación, y al mismo tiempo seguir presentando oposición al régimen franquista, pero esta vez, de forma pacífica y silenciosa.
El primer Aberri Eguna de la historia había tenido lugar en Bilbao en 1932, como celebración de las bodas de oro (1882-1932) del despertar en Sabino Arana de su conciencia nacional vasca. Aquel fervor patriótico vivido durante los años de la República corrió como la pólvora por todo el territorio, y así, las capitales vascas peninsulares Donostia (1933), Gasteiz (1934) e Iruña (1935) fueron tomando el relevo en las celebraciones de los Aberris en los años siguientes.
Tampoco la guerra sufrida en Euskadi fue capaz de apagar el entusiasmo que suponía una vez más la declaración y reivindicación pública de las libertades históricas de nuestro pueblo. El Aberri Eguna de 1937 fue el Aberri de las trincheras, bajo los bombardeos, y teñido de sangre, pero celebrado en muchas localidades del reducido territorio vasco que seguía leal a la legalidad republicana.
Una vez derrotado el ejército de Euzkadi por las fuerzas sublevadas, entregadas las armas, y en prisión miles de gudaris a partir del verano de 1937, los sucesivos Aberri Egunas tuvieron que recordarse de forma resignada, clandestina, en el entorno familiar y en la intimidad de los hogares, en las cimas de los montes o, con mayor libertad, en el exilio, lejos del régimen del dictador Franco que perseguiría y castigaría con dureza cualquier reivindicación nacionalista vasca.
Arriesgado y valiente
25 años tuvieron que pasar desde el final de la guerra en el Estado español (1 de abrir de 1939) para que se volviera a celebrar un Aberri Eguna -todavía prohibido y condenado-, de manera pública en el interior de Euskadi, de forma masiva y multitudinaria, tal y como habían sido los de los años 30. 25 años de paz, como los publicitó paradójicamente el franquismo al conmemorar sus bodas de plata, reprimiendo durante ese tiempo todo conato de oposición al régimen. Actitud que continuaría hasta la muerte del dictador en noviembre de 1975.
Por lo tanto, la convocatoria de 1964 supuso el final de los Aberri Egunas del dolor, del silencio; fue una iniciativa arriesgada y valiente por parte de los dirigentes nacionalistas que quisieron que la simbólica villa de Gernika se convirtiera en el escenario principal para la celebración del Día de la Patria de aquel año.
La convocatoria, encabezada por el Partido Nacionalista Vasco, y secundada también por el Gobierno vasco y todos los partidos políticos antifranquistas, tuvo una respuesta sorprendente tanto para los organizadores como para las autoridades españolas. Estas reconocieron una asistencia de 5.000 manifestantes, mientras que los recuentos de los convocantes superaron la cifra de las 30.000 personas.
Los partes que se conservan en el Archivo del Nacionalismo Vasco con el registro del número de coches, autobuses, motos y bicis que circularon por las carreteras de Mungia, Lekeitio, Ajangiz, Bermeo, Errigoiti o Arratzu aquel día avalan estos datos. La jornada fue un desfile incesante de miles de abertzales que se acercaron hasta Gernika para visitar pacíficamente y en silencio los lugares más emblemáticos de la villa, entre ellos, la casa de Juntas y el Árbol de Gernika. A los pies del mismo y en un momento dado, se depositó un ramo de flores enviado por Jesús María de Leizaola, el lehendakari del Gobierno vasco en el exilio desde la muerte de Agirre en 1960.
Controles y amenazas
A pesar del mal tiempo -no paró de llover en todo el día- y las fuertes medidas ordenadas por las autoridades franquistas para evitar que los ciudadanos llegaran a la villa foral (controles policiales, denuncias, amenazas, etc.) Gernika fue un hervidero constante de gente durante toda la jornada. El éxito de la concentración se tradujo en que por primera vez el Aberri Eguna dejó de ser una fiesta exclusiva de los nacionalistas para convertirse en una fiesta de todos los vascos, tal y como se indicaría en la publicación Gudari. Centenares de telegramas fueron cursados desde todos los centros vascos del mundo solidarizándose con el acto.
Desde ese mismo día, a la noche, la dirección del PNV recibió -y conservó en su archivo- los primeros informes (notas manuscritas, transcripciones de noticias,…) sobre cómo había transcurrido el día: «Cientos han llegado a pie por el monte. En Mungia, en Zornotza, en todos los puntos confluyentes a Gernika han sido parados los autobuses, incluso los de excursiones y no se les ha permitido el paso (…)»; «A uno de nuestros ancianos (80 años) que con ilusión de niño quería ver Gernika, quizá por última vez, con el colorido que recordaba de su dorada juventud, venía en compañía de sus hijos desde Mungia; al no tener carnet de identidad, le hicieron abandonar el vehículo y él, valiente, les dijo a sus hijos: seguidu zuek nere pentzamentuak zugatzapien egongo diez. Agur».
Otras crónicas más elaboradas informaban con nuevos detalles: «En las primeras horas del sábado día 28 de marzo, las hogueras de llamada a Junta (el informador comprobó las de los montes Ganguren, Arnotegi, Santa Marina, Oiz y Urko) llamaban al Pueblo Vasco a reunirse el día siguiente a conmemorar el Aberri Eguna en Gernika. Desde hacía más de 30 días, el pueblo había ido notificando de boca a oreja, sin ningún papel, ninguna hoja ni escrito, y el entusiasmo había cundido por todas las villas y valles, haciéndose los preparativos a pesar de la dificultad de contratar medio de locomoción y la imposibilidad total de organizar trenes especiales, por el control y presión de las fuerzas de ocupación».
Multas de 10.000 pesetas
Los controles policiales en todas las carreteras que llegaban a Gernika produjeron largas colas de vehículos y horas de espera. Los ocupantes decidían entonces bajar de los coches y continuar a pie; solo los conductores permanecían al volante y algunos, incluso, optaron por abandonar sus vehículos en los bordes de los caminos. La Guardia Civil mientras tanto apuntaba matrículas y nombres de asistentes. La represión no tardaría en llegar y a los pocos días muchos recibieron comunicaciones oficiales del Gobierno Civil con multas de 5.000 y 10.000 pesetas por haber estado presente en Gernika y atentando al orden público por ello, según un decreto franquista del 10 de octubre de 1958…
«Cuando llegó el domingo -como escribiría Iñigo Camino veinte años después en la revista Alderdi-, Gernika se encontraba repleta de efectivos policiales y de agentes de la secreta. Hacia las diez de la mañana el Roble de las libertades aparecía solitario. A los pocos minutos desde el monte llegan los primeros patriotas. El desfile seguirá durante todo el día. A la una de la tarde una multitud llena los alrededores de la vieja Casa de Juntas. La policía vigila de cerca. Sin embargo, no se escucha ni un grito. La consigna de marcha del silencio es respetada. No se producen incidentes y posteriormente la concentración tiene una gran repercusión en los medios informativos internacionales. Los franquistas no quieren pruebas. Máquinas fotográficas y tomavistas fueron prohibidas e incautadas por la policía. A pesar de ello, la imagen del joven gudari en actitud respetuosa frente al Árbol de Gernika recorrerá el mundo y se convertirá en el símbolo de una nueva etapa antifranquista que con aquel Aberri Eguna comenzaba».
Efectivamente, la resistencia vasca al franquismo tomaría un nuevo impulso a partir de aquel acto, y todas las primaveras volverá a repetirse esta manifestación de grito de libertad: Bergara, Gasteiz, Irun-Hendaia, Iruñea… acogerán sucesivas concentraciones multitudinarias no exentas de fuerte represión, como la que se vivió en la convocatoria de 1968 en Donostia.
‘Europara begira’
El próximo 20 de abril se celebrará -en colectividad o individualmente- un nuevo Aberri Eguna en Euskadi y en todos los lugares del mundo con presencia vasca, para seguir festejando el día de la Patria vasca. Este año bajo el lema Euskadi Europara begira y recordando especialmente los organizados hace ochenta años en Gasteiz, y cincuenta en Gernika, Símbolo de Libertad permanente en nuestra historia.
Un reportaje de Eduardo Jauregi