El alcalde Teodoro Arregui solicitó al Gobierno de Euzkadi un “socorro especial” para las necesidades surgidas tras el crimen de guerra del que se cumplen 79 años
Un reportaje de Iban Gorriti
el Ayuntamiento de Durango ha comprado fotografías relacionadas con los bombardeos fascistas que lamentó la villa el 31 de marzo, y el 2 y 4 de abril de 1937. Algunas de ellas tienen el valor añadido de que son inéditas.
El archivo municipal las custodia y, además, atesora un documento que nunca ha visto la luz: una solicitud de ayuda al Gobierno vasco del lehendakari José Antonio Aguirre firmada por el alcalde Teodoro Arregui Garaigordobil, en el que el regidor, en nombre de la Corporación local, prevé necesarias 75.000 pesetas para hacer frente a las necesidades surgidas tras los ataques de la aviación italiana coordinados por la Legión Cóndor nazi y con el beneplácito de los golpistas españoles, Mola, Franco y Vigón, quienes dejaron por escrito: “Sin contemplación con la población civil”.
En casi cuatro páginas, Arregui trasmite su preocupación por el momento histórico que sufre la villa en aquellos trágicos momentos y lo hace al consejero del departamento de Gobernación del Gobierno de Euzkadi.
El alcalde-presidente da cuenta el 15 de abril, dos semanas después del primer ataque aéreo, del acuerdo adoptado en una sesión extraordinaria de carácter urgente celebrada cinco jornadas antes. Expone que las necesidades, atenciones y servicios derivadas de la guerra en Durango alcanzaron “extremos de agudeza verdaderamente excepcionales”.
Arregui valoraba que la situación se debía a los “espantosos y repetidos bombardeos llevados a cabo por la abominable y mercenaria aviación de la canalla fascista, que ha descendido a tales abismos de degradación humana que ha puesto al descubierto la existencia de una sima amoral tan profunda como jamás imaginaría nuestro país y que, sin duda, tenía reservada su invención a estos traidores y asesinos a sueldo”.
El máximo mandatario subraya en el documento que los ataques terroristas sobre su municipio “han consternado a Bizkaya”. Es consciente del “esfuerzo económico” necesario “para atender tanta calamidad y miseria”. Sabedores de la situación crítica de Euskadi, el pleno propone que el departamento de Hacienda le conceda “un socorro especial de determinada cantidad, en forma de cuenta de crédito abierta a nombre y favor de la Corporación”, de la que pudiera ir disponiendo hasta un límite a medida que las necesidades le fueran obligando a hacer uso del crédito otorgado.
Los representantes políticos elegidos por el pueblo tasaron un tope de 75.000 pesetas. Serían 40.000 para primeros daños y 35.000 más para “cubrir las necesidades puedan surgirle al Ayuntamiento en forma de urgencia o inevitable”.
Tras exponer la situación, el primer mandatario redacta la súplica al Gobierno de Aguirre, “máximo defensor de los municipios vascos y propulsor de sus desenvolvimiento y prerrogativas hasta conseguir prestigiarlos con el elevado rango y categoría de que tradicionalmente estuvieron rodeados”.
Arregui solicita que el Gobierno “se digne” a valorar con su decisivo apoyo y el informe favorable, si lo juzgase oportuno, de la Dirección General de Administración Local, la petición deducida por el municipio de Durango ante Hacienda. “Y se consiga la concesión del socorro especial”, lo que a juicio de la Corporación permitiría al concejo el desarrollo “un poco regular de las múltiples actividades que, rebasando su esfera privativa, absorben por completo su atención”.
Trece días después, el 28 de abril -tan solo dos días después del bombardeo de Genika-Lumo-, las tropas golpistas y sus acólitos ocuparon el pueblo de Durango.