Entre Franco y Hitler pasando por Ybarnegaray

Se cumplen 75 años del internamiento de refugiados vascos en Iparralde en el campo francés de Gurs durante la II Guerra Mundial

HISTORIAS DE LOS VASCOS
Grupo de prisioneros vascos en el campo de concentración de Gurs. FOTO: Sabino Arana Fundazioa

ES difícil estudiar el internamiento de refugiados vascos en el campo francés de Gurs puesto que no existen prácticamente documentos sobre él. El Archivo de Gurs fue quemado el 24 de junio de 1940, poco antes de la llegada de los alemanes. El Archivo del Partido Nacionalista Vasco fue también destruido en la misma fecha en su sede de Villa Endara en Angelu (Lapurdi). Este internamiento duró poco, apenas un mes (del 18 de mayo al 23 de junio de 1940). Pero ocurrió en un período particularmente dramático: el 10 de mayo, Hitler había empezado una potente ofensiva militar en Bélgica, Holanda y Luxemburgo; además, los vascos estaban sin ninguna noticia de su presidente, José Antonio Aguirre, obligado a ocultarse en Bélgica a causa de la invasión nazi.

La redada de los refugiados vascos en mayo de 1940 y su internamiento en Gurs tenían un fundamento jurídico: el decreto del 18 noviembre de 1939 que estipulaba que “los individuos peligrosos para la Defensa Nacional… debían ser encarcelados en un centro”.

Pero esos fundamentos de defensa nacional eran también y, sobre todo, políticos. Iban en la misma línea que los Acuerdos de Burgos de febrero de 1939 entre el bearnés Léon Bérard, enviado por el Gobierno francés para negociar el reconocimiento del régimen de Franco por Francia, y el general Jordana, responsable de Asuntos Exteriores de Franco. Esta política encajaba también con las posiciones del Mariscal Pétain,  embajador de Francia en España desde marzo de 1939 al 18 de mayo de 1940, fecha en que fue nombrado vicepresidente del gobierno de Paul Reynaud.

Pero el principal y directo responsable de este internamiento fue Jean Ybarnegaray quien, desde el 10 de mayo de 1940, era ministro de Estado en este Gobierno. Bajo-navarro de Uharte-Garazi, había sido el indiscutible líder político de Iparralde, elegido y reelegido diputado desde 1914 hasta la Segunda Guerra Mundial. Se había declarado partidario entusiasta de Franco durante la Guerra Civil y, desde 1936, manifestaba una gran animosidad hacia todos los refugiados vascos republicanos.

el papel de Ybarnegaray En una entrevista suya publicada en el diario Paris Soir el 25 de mayo de 1940 el título resumía sus intenciones: Internaremos a los separatistas españoles establecidos en suelo francés. En la entrevista, daba a entender que José Antonio Aguirre había marchado “a la Bélgica ocupada y pudiera ser que a Alemania”. La entrevista terminaba así: “Muchos lazos comunes nos unen a la gran España para que no consideremos un deber comprenderla y ayudar a restablecer por encima de los Pirineos la tan hermosa y tradicional comunidad latina”. Estas declaraciones del líder de la extrema derecha francesa diciendo que el presidente Aguirre había pasado al bando de los alemanes distaban mucho de ser anodinas puesto que, en el contexto de la guerra, hacían correr riesgos muy graves no sólo al presidente Aguirre sino a todos los refugiados vascos en Francia.

Comentando más tarde este episodio, el lehendakari Aguirre calificaría a Ybarnegaray en su libro De Guernica a Nueva-York pasando por Berlín de “mal vasco” y “Quisling vasco”, haciendo referencia al político noruego a sueldo de los nazis que fue jefe del gobierno de su país después de la ocupación alemana.

Las declaraciones de Ybarnegaray a la prensa parisina ratificaban lo que estaban viviendo los refugiados vascos desde hacía una semana. En efecto, del 18 al 25 de mayo de 1940, 570 de ellos fueron internados en el campo de concentración bearnés de Gurs.

Los documentos del Archivo del departamento de  los Pirineos Atlánticos en Pau muestran que del 18 de mayo al 1 de junio el prefecto de este departamento informó varias veces al ministro del Interior pero también directamente a Jean Ybarnégaray, quien había insistido en seguir casi cada día el desarrollo de este asunto.

los dirigentes del PNV José Antonio Durañona cuenta en su libro Cien momentos para la libertad que estas medidas represivas no dejaron de sorprender al subprefecto de Baiona, Pierre Daguerre, “un hombre recto, de una corrección exquisita”. Este último “sugirió” a los representantes del Gobierno vasco, a los responsables políticos, a los sacerdotes y a las personas de edad avanzada que aceptaran el traslado de su residencia, al departamento de la Sarthe, a seiscientos kilómetros de Iparralde. Durañona escribe: “La reacción de los dirigentes del PNV y de STV fue unánime y todos optaron por ser internados en Gurs y rechazaron la posibilidad de un alejamiento; querían seguir la suerte de sus compatriotas.”

Así pues, como en Santoña en el verano de 1937, el estado mayor del PNV se mantuvo junto a sus afiliados y compartió su suerte.

Una veintena de sacerdotes fueron alejados a Sées (departamento del Orne).

redada e internamiento ‘étnicos’ Del 18 de mayo al 1 de junio, 570 vascos fueron arrestados por los servicios de policía y  la gendarmería: algunos en su domicilio y otros en su lugar de trabajo en Angelu, Miarritze, Donibane Lohitzune, Hendaia, pero también en Oloron  (Béarn) y en Tarbes (Bigorre). Noventa fueron arrestados en el hospital de La Roseraie, en Bidarte, y en su anexo del Castillo de Ilbarritz donde eran atendidos.

Se puede constatar que a menudo, al menos en Francia, se hace la crítica a los vascos de tener “comportamientos  étnicos”. Pues, se debe subrayar que esta redada de 1940, decidida y efectuada por el régimen de la Tercera República llegando a su fin, respondió a consideraciones étnicas, puesto que los que fueron arrestados eran exclusivamente vascos. La mayoría de los internados era del PNV pero había también militantes de ANV y del sindicato  obrero ELA-STV. Había también socialistas, comunistas y anarquistas. José Antonio  Durañona recuerda a otros nacionalistas internados como él: “Recuerdo a Tomás de Epalza, a su hermano Txomin, Manu Egileor, Alfredo Ruiz de Castaño, Martín Pérez de Anuzita, Nico Otxandiano, Luis Vilallonga, Luis Sesé, Estanis Moraiz, Juanón Kareaga, el EBB en pleno, Luis de Arregi, Eli Etxeberria, Luis Arredondo, Ander Bereziartua, Agirregoitia (del Comité Nacional de STV), Abilio Iza y Perico Ormaetxea… Entre los colaboradores del Gobierno vasco en Baiona, Perico Beitia, los hermanos Mitxelena, los hermanos Agesta… un grupo de baztandarras, acaudillados por el alcalde del Valle de Baztan, Timoteo Plaza…”

La estancia en el campo de Gurs  El campo de Gurs se hallaba en Béarn, pero apenas a unos kilómetros de la frontera con Xiberua. Había sido construido en mes y medio, entre marzo-abril de 1939. Miles de vascos y de republicanos españoles habían pasado por allí, después de la caída de Catalunya en manos de los franquistas pero, a principios de mayo de 1940, quedaban menos de un centenar.

El historiador del campo de Gurs, Claude Laharie escribe: “Estos hombres vivieron en el sector C durante cerca de un mes. La corta duración de su internamiento no les permitió manifestar actividades originales. Los días se pasaban en el exterior de los barracones, paseando y hablando de sus cosas, por lo que la estancia hubiera sido soportable sin la constante angustia que les embargaba al pensar en el futuro. ¿Se les entregaría a Franco? ¿Contemplaba la administración francesa medidas de liberación?¿ Alcanzarían Gurs las tropas alemanas?”

Casi exactamente lo mismo dice José Antonio Durañona: “Pero lo peor de todo fue la intranquilidad de no saber qué es lo que iba a ser de nosotros; el avance alemán continuaba, y temíamos que cualquier día se presentaran en el campo los nazis…”

El final del internamiento Por fin, el 23 de junio de 1940, los vascos pudieron dejar el campo de concentración. ¡Ya era hora! Los nazis ya se encontraban cerca de Burdeos y tres días después llegaron a lparralde. Fue el capellán del campo Iñaki de Azpiazu -llegado al campo por propia voluntad- quien negoció con el comandante del campo la salida de los vascos de este. Este último, a medida del avance de los alemanes, se mostraba más laxista.

Aquellos que tenían un domicilio y contaban con medios materiales para satisfacer sus propias necesidades pudieron abandonar el campo en la confusión nacida del armisticio entre el Gobierno de Pétain y el Reich alemán (22 de junio). Algunos se reencontraron en Lapurdi con sus familiares y amigos. Otros trataron de embarcar hacia América del Sur (Chile, Venezuela y Argentina, principalmente) o Inglaterra. Muchos de los que no partieron formarían parte meses más tarde de la Resistencia contra los nazis.

Apenas quedaron un centenar de vascos en Gurs. A finales de junio fueron transferidos al campo de Idron (cerca de Pau) y, más tarde, al campo de Agde (departamento de Hérault).

En cuanto al campo de concentración de Gurs -que constituye una página poco gloriosa de la historia contemporánea de Francia- iba a conocer un destino  infinitamente más trágico: sería el campo judío, de donde partirían -para no volver- 3.907 judíos destinados al campo de la muerte de Auschwitz.

El autor
Jean-Claude Larronde (Baiona,1946) es abogado emérito del Colegio de Baiona. Es doctor en Derecho por la Universidad de Burdeos, diplomado por el Instituto de Estudios Políticos de Burdeos y titular de una licenciatura en Historia por la Universidad de Pau.

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