Pello María de Irujo Ollo: Historias de amistad y exilio

Pello María de Irujo vivió en primera persona la historia del nacionalismo vasco en buena parte del siglo XX, empezando por su época de estudiante en Lekaroz, siguiendo por los años duros de la Guerra Civil y el exilio en Argentina, y culminando con su regreso a Euskadi. Su hermano Manuel lo definió como “el arquetipo del resistente vasco”

Un reportaje de Mikel Ezkerro

Pello es el arquetipo del resistente vasco. Puede haber quien lo iguale, pero nadie que lo supere” (Manuel de Irujo). Escribir objetivamente sobre un amigo es difícil. Hacerlo sobre el mejor amigo de uno en la vida, y Pello Mari Irujo Ollo lo fue, es aún mucho más complejo.

Cuando en abril de 1949, con 39 años, pisó suelo argentino, debieron haber pasado por su cabeza, como si fuese una película, una serie de hechos que marcaron su vida hasta ese momento.

Recordaría la infancia en la casa familiar de Lizarra-Estella, Nabarra, donde su hermano mayor, Manuel, que le llevaba veinte años de diferencia, fue como su segundo padre, ayudando a la madre. Su progenitor, el doctor Daniel de Irujo Urra, que fue abogado defensor de Sabino de Arana Goiri en 1896 y 1902, falleció cuando Pello Mari tenía poco más de 1 año.

Pello Mari y Andrés Irujo Ollo, en la terraza de la Casa Irujo en 1936.Foto: Archivo Irujo-Amezaga

Le vendrían también a la memoria recuerdos de su etapa de estudiante en el colegio de los Capuchinos de Lekaroz. Durante esa época, en noviembre de 1930, se convirtió en uno de los primeros afiliados en Nabarra del naciente partido abertzale Euzko Abertzale Ekintza-Acción Nacionalista Vasca (EAE-ANV). En 1935 se graduaría en Madrid como abogado.

Llegando a Argentina, también tendría muy presente su actuación en Gipuzkoa, entre julio y septiembre de 1936, en los primeros momentos de la guerra incivil, cuando aún aquel territorio estaba bajo el control de la República. Y su participación en misiones de salvaguardia física de personas afectas al levantamiento franquista cuya vida corría serio riesgo, como en el caso del arzobispo de Valladolid, monseñor Gandasegui, un hecho que fue recogido por el canónigo Alberto Onaindia en su libro Hombre de paz en la guerra.

Igual que recordaría su detención en alta mar, en septiembre de 1936, por los franquistas y su posterior enjuiciamiento por un tribunal militar franquista que lo condenó a una pena de muerte. Esta decisión de los insurrectos haría que, entre otros, personalidades de América Latina pidieran la conmutación de esa pena capital, aunque no pudieron evitar que la condena le mantuviera en capilla durante más tres años, hasta noviembre de 1939. Tras ello, la estancia en prisión hasta 1943, cuando fue puesto en libertad, con la prohibición de residir en los cuatro territorios de Hegoalde.

Este exilio le alejó de su Patria y le llevó hasta Cuenca donde mataba el tiempo leyendo novelas de Pío Baroja. Fue allí donde recibió una tarjeta, firmada por Juan -en realidad Juan de Ajuriaguerra, líder del Partido Nacionalista Vasco-, que le invitaba con la frase bailar un vals a sumarse a la Resistencia Vasca.

Clandestinidad Pello Irujo sin duda recordaría, cómo tras esa invitación, pasó de inmediato a la clandestinidad en Madrid, formando parte de un grupo de patriotas vascos encabezados por Joseba Rezola, grupo del que asumiría su jefatura, entre 1944 y 1946, tras la caída de Rezola. Toda una época repleta de hechos propios de una novela, que le obligaron a pasar a Iparralde el 29 de septiembre de 1946. De allí se trasladó a París, desde donde partió hacia el este de Europa en calidad de agregado cultural de las embajadas de la República Española en Hungría y Bulgaria.

Era un largo y complicado camino el que unía su infancia en Lizarra con su llegada a Argentina. Seguro que todos esos recuerdos se agolparon en su cabeza en aquel momento. Lo que igual no se pudo imaginar es que aquel día iniciaba una estancia de 28 años en la República Argentina, la tierra que acogió y protegió a tantos miles de vascos.

Allí pudo, después de trece años, abrazar a su anciana madre, que fallece en 1950, a su hermana Josefina Irujo de Blanco y a su hermano Andrés María. Todos ellos ya vivían en este país desde la década de los 40.

En Buenos Aires comenzó a trabajar en la prestigiosa Editorial El Ateneo y en su tiempo libre ayudaba a su hermano Andrés, cofundador en 1941 con el doctor Isaac López Mendizabal de la editorial vasca Ekin. También se integró como guionista y asesor literario en la Agrupación Artística, Musical y de Danzas Vascas Saski Naski, dirigida por el donostiarra Luis Mújica, y que estaba conformada, entre otros muchos nombres, por el padre Francisco Madina, autor del famoso Aita Gurea, o el que sería luego afamado escultor Néstor Basterrechea. Será Pello Mari el introductor en Argentina del popular Baile de la Era, originario de Tierra Estella, que había bailado de joven junto al que sería alcalde de Lizarra, el nacionalista Fortunato de Aguirre Luquín, fusilado por los franquistas el 29 de septiembre de 1936.

Yo conocí a Andrés y a Pello Irujo un día de 1953, cuando yo tenía 15 años. Fue en la editorial vasca Ekin, donde fui con mi madre, vasca nacida en Bilbao, que deseaba comprar unos libros. Pero mi relación más profunda con Pello se inició al año siguiente, en 1954, cuando al ver mi interés por la Historia Vasca, en especial de los siglos XIX y XX, comenzó a aconsejarme libros e, incluso con el tiempo, a prestarme obras de su biblioteca particular. Mi relación se fue haciendo cada vez más frecuente en conversaciones de café. A él debo el haberme facilitado el conocer y tratar a personas de la talla vasquista del argentino doctor José María Garciarena Aguerre, en mi opinión, junto con el doctor Tomás Otaegui, los únicos dos teorizadores argentinos -y me atrevería a decir latinoamericanos- del nacionalismo vasco, o a vascos con probado currículo como Ildefonso Gurruchaga, Justo Garate, Luis González de Echevarri, el expárroco de Altsasu, Marino Ayerra, etc.

Llegada del lehendakari En diciembre de 1955, tras trece años de ausencia debido a la existencia del régimen peronista, se produjo la llegada del lehendakari Aguirre a Argentina, lo que me permitió escucharle en el Centro Laurak Bat de Buenos Aires.

Al año siguiente reapareció en la capital argentina, en forma de mensuario, Eusko-Lurra-Tierra Vasca, el órgano partidario oficial de Acción Nacionalista Vasca. Costeado desde Venezuela, sus responsables iniciales fueron el periodista José Antonio Olivares Larrondo, Tellagorri, y Pedro María de Irujo Ollo, asumiendo el primero de ellos el cargo de director. Tellagorri enfermó seriamente y falleció en 1960. Fue entonces cuando Pello Mari se hizo cargo de la dirección de Eusko-Lurra-Tierra Vasca, ocupación que mantendría hasta la desaparición del periódico en 1975.

Leyendo la colección completa de Eusko-Lurra-Tierra Vasca y en especial el periodo 1960-1975, es fácilmente verificable su línea editorial, democrática, vasca pluralista y republicana.

Pello Mari Irujo era la persona que estaba mejor informada de lo que sucedía en la Euskadi bajo la bota del franquismo, de los hechos que se producían en la clandestinidad. Dirigía un periódico que no era similar al resto de los existentes en la Diáspora Americana, destinados a los exiliados y antiguos emigrados. Este estaba destinado a ser leído clandestinamente en Nabarra, Bizkaia, Gipuzkoa y Araba, aunque, por supuesto, tuviese también lectores en Iparralde, París, Inglaterra, Suecia, Noruega, Suiza, Canadá, Andorra, la isla china de Formosa, Argelia, etc.

Sus contactos hacia 1960-61 con hombres de la nueva generación vasca explican la aparición en la publicación, bajo seudónimos, de nombres como José Luis Álvarez Emparanza, Julen Madariaga, José María Benito del Valle, José Manuel Aguirre Bilbao, Federico Krutwig Sagredo, etc.

Todo esto en momentos en que hay una consigna del silencio sobre estas personas y su ideario político. Consigna que Pello Mari Irujo no aceptó nunca. Junto a aquellos continuaron publicando otros como Ildefonso Gurruchaga, Marín Ugalde, Gabriel Goitia, Josu Osteriz, Carlos P. Carranza, Mikel Orrantia, etc.

Desde Buenos Aires, Pello Mari confeccionó una red de colaboradores que escribían directamente, desde Bilbao, el escolapio Justo Mokoroa; desde Donostia, Julio Ugarte, o desde Iruñea, Pedro Turullols. También colaboraban otras firmas conocidas desde México y Venezuela.

Desde París, Inglaterra o Donibane Lohitzune, allí donde se encontrase, su hermano Manuel de Irujo Ollo, que era lector desde la A a la Z del periódico, le enviaba todos los meses sus comentarios sobre los distintos artículos publicados, dando su opinión favorable o desfavorable.

El editorial era responsabilidad exclusiva de Pello Mari, como antes de 1960 lo fuera de Tellagorri. Yo, hasta mediados de 1960, me limitaba a ayudarle a hacer algunas labores administrativas, pero nada más.

Un día me sorprendió invitándome a escribir en Eusko-Lurra-Tierra Vasca y acepté. A partir de esa fecha, escribí bajo seudónimos cuatro artículos por número hasta el último publicado. Nunca tuve censura alguna, pero alrededor de unos pocillos de café -creo haber consumido cantidades fabulosas de fruto del cafeto con Pello- me comentaba en lo que coincidía y en lo que disentía.

Pello Mari fue mi mejor amigo en Argentina. Pasamos juntos cientos de horas de trabajo, de lectura de originales y de correcciones, de ayudar al armado en la imprenta, de llevar paquetes al correo, colocar sellos, escribir nombres con letras diversas…

Pello Mari vivió físicamente en Argentina durante 28 años, pero su corazón y su mente estuvieron siempre en Euskadi.

Eusko-Lurra-Tierra Vasca llegó al número 231 en septiembre de 1975 y dejó de publicarse porque Pello Mari cayó seriamente enfermo, siendo hospitalizado y soportando una larga convalecencia. Un día de 1977 me dijo que su hermano Manuel regresaba a Nabarra y que lo iba a acompañar a partir de entonces. Así lo hizo. Primero en Donibane Lohitzune y luego ya en Iruñea. Allí estuvo junto al León de Nabarra, siempre en un segundo plano, con esa humildad sobre la que el padre Iñaki de Azpiazu solía decirle, “Pello no es una virtud, es un vicio de tanto que abusas de ella”.

En Iruñea, primero en la calle Aoiz y, después del fallecimiento de don Manuel, en el piso de Iturralde y Suit, siguió trabajando por la confraternidad entre Nabarra y el resto del País Vasco.

Recordaré mientras viva las grandes lágrimas que le vi derramar en la plaza del Castillo de Iruñea tras el fracaso de una larguísima negociación política para conseguir una candidatura unitaria de todo el abanico aber-tzale en Nabarra.

En noviembre de 1982 lo visité. Estaba internado en el hospital de Iruñea. Allí estuve por espacio de varias horas hasta que llegó su sobrino, Pello Irujo Elizalde. No hizo más que hablarme de la necesidad de la coordinación de las distintas fuerzas abertzales. Algo que le obsesionaba y cuyo fracaso le dolía en el alma…

Fue la última vez que le vi.

El 24 de febrero de 1983, a los 73 años y dos días, falleció Pedro María de Irujo Ollo.

De él le oí decir, y más de una vez, a su hermano don Manuel, “Pello es el arquetipo del resistente vasco. Puede haber quien lo iguale, pero nadie que lo supere”.

Pello María de Irujo Ollo espera de parte de los jóvenes historiadores de Euskal Herria un merecido y profundo trabajo de investigación histórica. Lo mío ha sido apenas un intento de acercamiento a un hombre, a mi mejor amigo, al patriota cuya entrega a su Patria Vasca merece ser conocida y reconocida en la tierra que se extiende entre el río Adour y el río Ebro, porque así lo sintió siempre quien hoy descansa en su natal y querida Lizarra-Estella.

Este texto lo preparó Mikel Ezkerro para la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima, fundada por miembros de la ‘nación vascongada’ en 1612, con motivo de los actos de conmemoración de los 75 años de la visita del lehendakari Aguirre a esta ciudad dentro de su primera gira americana (1942).

Euskaltzaindia y los nombres de persona válidos para ambos sexos

Euskaltzaindia acaba de presentar el renovado nomenclátor tras una intensa labor académica en torno a los nombres de personas en lengua vasca. En él se amplía el número de nombres utilizables para ambos sexos. La ley española que sustituirá a la que los prohibía aún no ha entrado en vigor .

Un reportaje de Roberto González de Viñaspre

la fecunda labor de Euskaltzaindia en el ámbito de la recopilación y estandarización en euskera de los nombres de persona cuenta desde la semana pasada con una aportación de significada importancia. Se trata del renovado nomenclátor que ha sido presentado dentro de las Jornadas Internacionales de Onomástica que la Real Academia de la Lengua Vasca celebró en Vitoria-Gasteiz los pasados días 13 y 14, y es el fruto de una intensa y extensa actividad académica por parte de la Comisión de Onomástica.

Algunas de las personas que participaron en las Jornadas Internacionales de Onomástica celebradas en Vitoria-Gasteiz los pasados días 13 y 14. Euskaltzaindia

El anterior nomenclátor impreso data del año 2001, y fue publicado conjuntamente por la Real Academia de la Lengua Vasca y el Departamento de Justicia, Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno vasco. El renovado que acaba de presentarse viene a completar notablemente aquel, incluyendo nuevos nombres que la Academia ha ido certificando estos últimos años, ampliando en gran número los nombres diminutivo y otorgando una categoría específica a aquellos nombres que, como Amets, Amaiur y otros muchos, desde el punto de vista lingüístico son igualmente utilizables para ambos sexos.

La realidad lingüística del euskera es que los nombres de persona pueden clasificarse en dos grandes grupos: los que tienen implícitamente marca de género y los que carecen de ella. A su vez, los portadores de dicha marca pueden ser exclusivamente femeninos o masculinos. La distinción entre ambos está ligada a una larga tradición social y cultural. Tales nombres cuentan con una trayectoria histórica concreta en el desarrollo de la sociedad vasca que puede remontarse incluso a la Edad Media (Anderezu, Usoa, Eneko, Hobeko etc). Además, están los nombres de tradición judeo-cristiana, principalmente del santoral, cuyo uso se hizo hegemónico a partir del Concilio de Trento, en el siglo XVI, para la inscripción de los recién nacidos en los libros de bautismo. La obligada distinción de sexo era también en aquel tiempo reflejo del pensamiento y de la visión de la sociedad.

Más cerca en el tiempo está la propuesta para un santoral vasco que formularon Sabino Arana y Koldo Eleizalde hace poco más de un siglo. Su nomenclátor se fundamentaba en criterios lingüísticos muy discutibles, pero es indudable el arraigo y uso popular que han conseguido nombres como Iñaki, Joseba, Edurne y Miren, entre otros. Y otros creados más tarde, pero siguiendo esa misma vía, como Oihane, por ejemplo.

Después de la creación de Euskaltzaindia en 1918-1919, será cuando esta institución académica, mediado el siglo XX, propicie y ampare el desarrollo de los nombres de persona en euskera. El primer paso fue la obra del académico Aingeru Irigarai en 1966 donde se alumbraron nombres femeninos como Ainhoa, Aitziber e Idoia. Posteriormente, es crucial el nomenclátor del académico José María Satrustegi, publicado en 1972 y reeditado en 1977 y 1983. Muchos nombres de persona, tanto masculinos como femeninos, aparecieron entonces. Es el caso de Hegoi y Amalur, ligados a la mitología vasca; o también nombres con origen en nombres de lugar, tales como Irati o Nagore. Igualmente se valió Satrustegi de nombres extraídos del léxico común, como Ibai. En consecuencia, esos nombres de persona y otros de esa misma época han ido asentándose en el uso de la sociedad vasca, y forman parte de la identidad de miles de ciudadanos y ciudadanas vascas, de modo que en estas décadas se ha consolidado una tradición de uso de cierta solidez.

Prohibición Una característica común a todos estos nombres de persona es que se dividen claramente por el género, y son de uso exclusivo para hombre o para mujer. De igual modo sucede con los de nuevo cuño de la segunda mitad del siglo XX. Hay que tener en cuenta que la ley del Registro Civil de 1957 prohibía expresamente todos los nombres que pudieran inducir a error en cuanto al sexo. Por tanto, era obligatoria la adscripción exclusiva a uno u otro género. El último nomenclátor que había publicado Euskaltzaindia hasta hoy, el de 2001, junto al Departamento de Justicia, también debía respetar el principio de la distinción de sexo.

Sin embargo, es una realidad lingüística -y hoy también social- que en euskera existen los nombres de persona válidos indistintamente para ambos sexos. Y estos conforman el otro gran grupo de nombres, que son, precisamente, los que la Real Academia de la Lengua Vasca incluye en el nomenclátor que acaba de presentar y publicar on line. Muchos de esos nombres provienen del léxico común del euskera. Por ejemplo, Amets o Bihotz. Y, como es sabido, una característica propia de la lengua vasca es que carece de género gramatical. Por esa razón, no son propiamente nombres masculinos ni femeninos, y, si se hace uso de ellos como nombres de persona, son igualmente válidos para hombre y para mujer. Otra importante fuente para este tipo de nombres neutros es la toponimia. Los nombres de lugar tampoco son por sí mismos masculinos o femeninos, y, aplicados a los nombres de persona, también son utilizables para los dos sexos. Ejemplos conocidos, entre otros muchos, son Amaiur y Joar. El primero una localidad navarra y el segundo una montaña alavesa.

Es cierto que la mencionada ley del Registro Civil de 1957 ha sido sustituida por la que fue aprobada el año 2011. En este nuevo texto legal se suprime el apartado que se refiere a la prohibición de nombres que induzcan a error en cuanto al sexo, pero dicha ley todavía no ha entrado en vigor en su totalidad. En concreto, se viene retrasando la derogación de dicha prohibición. Esta es la situación actual. En principio, el gobierno ha postergado su entrada en vigor hasta junio del 2020. Por otro lado, es sabido, que el ámbito competencial y de actividad académica de Euskaltzaindia abarca el conjunto del País Vasco, también la vertiente septentrional de los Pirineos. Cabe decir que la legislación del Estado francés no recoge tal prohibición en la elección de nombre desde la última década del siglo XX.

Mientras tanto, se constata mediante los datos del Instituto Nacional de Estadística, el Eustat o el Instituto de Estadística de Navarra que hay un uso real de los nombres neutros, e incluso se percibe una demanda creciente. Sabemos que no son pocos los padres y madres que dirigen sus consultas al Servicio de Onomástica de Euskaltzaindia preguntando sobre este tipo de nombres, ya que unos desean ponérselo al hijo y otros a la hija. Asimismo, se reciben desde los Registros Civiles consultas sobre nombres concretos, como paso previo a la admisión del nombre solicitado. La Real Academia de la Lengua Vasca es receptora de esas consultas puesto que es institución consultiva oficial de las Administraciones también en esa materia.

Sin embargo, Euskaltzaindia no puede extender esos certificados que a veces se les exigen a los padres y madres en los Registros Civiles sin alterar la lógica propia de la lengua vasca. Por ello, en enero de 2018 la Academia envió un escrito al entonces ministro de Justicia en el que le trasladaba esa procupación y se solicitaba que el Ministerio emitiera las instrucciones pertinentes, a fin de procurar una aplicación más flexible de la normativa vigente. La Real Academia de la Lengua Vasca aprovechó la ocasión para ofrecerle su colaboración en el estudio conjunto de ese problema y en la búsqueda de las vías más adecuadas para conseguir una solución satisfactoria. Por el momento, dicho escrito no ha tenido contestación por parte del ministerio.

Entre tanto, a Euskaltzaindia le compete continuar con su labor académica en la estandarización de los nombres de persona. Tal es su tarea y obligación, en cuanto es una institución académica al servicio de la sociedad. Debe velar por la corrección lingüística de todos los nombres de persona, bien sean femeninos, masculinos o neutros.

Ofrecer opciones Por su parte, compete al ámbito jurídico adecuar la legislación a la realidad social. Euskaltzaindia no prohíbe el uso de ningún nombre, y nunca lo ha hecho. Evidentemente no es ese su ámbito de competencia. Al contrario, desde el principio de su actividad en este tema, la Real Academia de la Lengua Vasca siempre ha tenido como objetivo ofrecer el mayor número posible de opciones en euskera para los nombres de persona. Es decir, con un criterio claramente acrecentador del número de posibilidades de elección de nombres, y de ninguna manera restrictivo. Por ello, en la nueva categoría de nombres neutros o mixtos tienen cabida inicialmente cerca de quinientos, pero en absoluto es una lista cerrada, sino permanentemente abierta y dinámica. Los sistemas de denominación no son ni pueden ser estáticos y cerrados. Al contrario, han sido históricamente, son y serán sistemas creativos y variables, al compás de los gustos estéticos y sensibilidades de cada época. Esa es una razón fundamental para que el nuevo nomenclátor no se haya publicado como libro sino on-line, en la web de Euskaltzaindia, como herramienta en continua actualización. Como consecuencia, veremos crecer paulatinamente y de forma notable la categoría de los nombres neutros, y se irá equiparando en número a las otras dos categorías del nomenclátor.

Al tiempo que la Academia ha incluido la categoría de los nombres neutros, ha comenzado asimismo a extender certificados, dirigidos tanto a los Registros Civiles que lo solicitan como a particulares que así lo demandan, en los que dictamina el carácter neutro de determinados nombres. Utiliza como fundamento probatorio el Corpus Onomástico Vasco y el Diccionario General Vasco, según provengan los nombres de topónimos o de vocablos de la lengua vasca. Y se dice expresamente en el certificado que, como nombre de persona, es utilizable igualmente para ambos sexos.

Sin duda, el uso de los nombres de lugar y de los vocablos del léxico común como nombres de persona puede contribuir a enriquecer de forma casi inagotable el número de nombres de persona, y, además, desde el punto de vista de la igualdad de género. En esto será determinante el uso o desuso que haga la propiedad sociedad vasca porque, como hemos dicho, los sistemas de denominación están siempre abiertos y sujetos a cambio, y la libertad de elección de nombre reside en las personas. La Real Academia de la Lengua Vasca, mientras tanto, continuará con su labor lingüística, asesorando y aconsejando acerca de las formas correctas de los nombres en lengua vasca, y ampliando el catálogo de nombres, a modo de propuesta para padres y madres y la sociedad en su conjunto.

De seminarista a revolucionario comunista

También sindicalista y vasquista, El comandante Jesús Larrañaga fue uno de los comunistas más célebres en los primeros años del franquismo antes de morir en el paredón .

Un reportaje de Iban Gorriti

El comandante Jesús Larrañaga, conocido como Goierri, está considerado como el dirigente comunista de Gipuzkoa más conocido de todos los tiempos. El paredón puso fin a su lucha en vida hace 77 años. Entre sus continuos avatares, formó parte de otro episodio trágico desconocido. Según él mismo relataba, el final de la guerra le cogió en Alicante donde se amontonaron los derrotados. Consultado al respecto, el escritor Miguel Usabiaga explica a DEIA los pormenores de aquel episodio. “Se vivió una situación dramática. Se registraron 136 suicidios entre republicanos. Solo uno fue comunista, según especificó el propio Larrañaga al PCE. Tras ser detenido, fue llevado al campo de prisioneros de Albatera [municipio valenciano], con 25.000 presos”, señala el hijo de los también históricos comunistas guipuzcoanos Marcelo Usabiaga y Bittori Bárcena.

Jesús Larrañaga ‘Goierri’ interviene durante un acto en favor de la amnistía celebrado por el Partido Comunista. Fotos: PCE-EPK

Larrañaga fue cambiando sus ideales desde niño hasta llegar a ser un referente revolucionario. Nacido el 17 de abril de 1901 en Urretxu, era hijo de contratista de obras y de planchadora, descendiente del héroe de Trafalgar, el almirante Cosme Damián Churruca. Fue el tercero de cuatro hermanos.

Mudados a Beasain, los hermanos mayores -influenciados por la madre, muy religiosa- fueron jesuitas que marcharon de misioneros. Murieron jóvenes. Jesús también inició el camino religioso. Ingresó en el Colegio Apostólico de Javier, en Nafarroa. Tras tres cursos, hizo uno de seminario y otro en la Universidad Pontificia de Comillas, en Cantabria.

Sin embargo, “motivado por su rebeldía, abandonó los estudios religiosos”, explica Usabiaga. Aún así, en Beasain se afilia a Juventud Vasca-Euzko Gaztedia. “El vasquismo sentimental de su madre, en el que ha sido formado, le orienta. Le influyen las ideas de la insurrección irlandesa contra la corona británica de 1916, y se alinea con el grupo de Gudari, sección izquierdista en el nacionalismo vasco”, agrega.

En 1923 acudió a un congreso de la Juventud Vasca en Bilbao que acentúa su izquierdismo. Contactó con comunistas e ingresó en el sindicato nacionalista y católico SOV (antecesor de ELA-STV). Fue despedido de una empresa por llevar a cabo una huelga y decidió irse a Boucau, en Iparralde. “Boucau es un soviet, de hegemonía comunista. Ese ambiente precipita un cambio radical en Jesús durante el año y medio que vive allí”. Tras irse el padre de casa y su madre ponerse a trabajar en el Hotel María Cristina, Jesús se afincó en la capital guipuzcoana.

Influido por su experiencia en Boucau, ingresó en la Federación Vasco Navarra del PCE. Su prestigio en las luchas obreras de la ciudad crece. Fue el comunista más célebre del momento. Fueron frecuentes las detenciones, también de Larrañaga, dando con sus huesos en la cárcel de Ondarreta. Frecuentó el periódico Euskadi Roja “donde conoció a mi padre, el joven Marcelo Usabiaga, a quien tomó cariño y le llamó El Estudiante”, explica el escritor.

Tras producirse el golpe de Estado y Larrañaga, respetado por obreros y campesinos, fue nombrado comisario de Guerra de la Junta de Defensa de Donostia y de Gipuzkoa. A Larrañaga le encargaron encargarse del batallón MAOC-1, del que fue comandante. A partir de entonces el grupo fue bautizado como Batallón Larrañaga y posteriormente fue nombrado comisario general de todo el Ejército del Norte.

Detenido en Lisboa Tras la derrota en Asturias, marchó a Valencia donde intervinó en el Comité Central del PCE. “Explicó ante el buró político del Partido Comunista las causas de la derrota en el Norte, ante el que hizo autocrítica”, precisa el escritor que, a renglón seguido, añade que fue detenido al final de la guerra en Valencia e ingresó preso en el campo de concentración de Albatera. Mantuvo secreta su identidad y se fugó del campo llegando a Francia, a Boucau y París. Envió a toda la familia a la URSS, mientras que él marchó a la República Dominicana y a Cuba para unirse a la dirección del partido en el exilio.

Desde Cuba, partió a Lisboa como puente para llegar a España con la misión de introducir un grupo dirigente para reorganizar el Partido Comunista en la clandestinidad. Allí fueron detenidos y entregados. En el juicio, el grupo de siete persona fue condenado a muerte, uno evitó el paredón, el resto no. Sus compañeros de Porlier le despidieron cantando La Internacional desde sus celdas.

Larrañaga y sus cinco camaradas fueron fusilados el 21 de enero de 1942 en el cementerio del Este, en Madrid. “Siempre prefirió la primera línea, la más expuesta, una vida marcada por la valentía y la entrega a la causa”, concluye Usabiaga.

El destino oculto del gudari sin identidad

Investigadores buscan dónde yacen los restos de Severino Ayerdi Arteche o Ceferino Arrese Letona, posibles nombres del soldado de Zeberio que desapareció durante la guerra

Un reportaje de Iban Gorriti

eS una de las aún 114.000 identidades en paradero desconocido tras la guerra de 1936. El suyo es un caso que amalgama curiosos enigmas solapados y que gracias a miembros de la agrupación Euskal Prospekzio Taldea y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha ido viendo la luz. El esqueleto del gudari Severino, de Zeberio, debe yacer en algún lugar.

Vanessa Aierdi, Edorta Aierdi y Mikel Urkijo, familiares del gudari, junto al investigador ‘Ixile’, segundo por la derecha. Mauro Saravia

Su caso cumple en silencio diez años, no solo de palos de ciego, sino de concatenaciones conseguidas a golpe de ilusión, emociones a flor de piel y esperanzas. Con tesón. A modo de breve y rápida recopilación de datos, esta es la historia de un joven vizcaino del Ejército de Euzkadi que en un bunker cinceló su firma y detalló su procedencia: Zeberio. Los investigadores Alberto J. Sampedro Ixile y Mauro Saravia dieron con la familia del gudari. Como curiosidad, y vuelta de tuerca para el estudio, descubren que fue adoptado y amamantado, de forma solidaria, por una madre del pueblo. De cuatro hermanos varones, tres partieron como gudaris a la guerra a luchar contra el bando golpista. De ellos, Severino fue el único que no volvió al hogar. Desapareció.

En 2009, Ixile, socio de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, fue quien halló cerca de Legutio un fortín abandonado. Al entrar en él había una inscripción escrita a mano que decía: “De Ceberio, Severino Ayerdi Arteche”. “Este detalle fue publicado en un foro de Internet para ver si alguien podía dar una pista de esta persona, pero no fue el caso”, lamenta Ixile. El siguiente paso fue consultar al investigador de Ugao-Miraballes Ritxi Zarate porque Zeberio es un pueblo fronterizo a su municipio. El intento de Zarate, a su pesar, también dio resultado negativo.

En 2017, en una conversación entre Ixile y el fotógrafo Mauro Saravia, este último le dijo que la familia de su mujer “es de Zeberio de toda la vida”. “Me relató la historia de Severino y si podía investigar. Lo primero que hice fue hablar con mi suegra dando con los familiares ya que uno de los Ayerdi había sido entrenador de fútbol de mi mujer cuando era una niña”, asevera.

En ese instante, Saravia habla vía telefónica con Edorta, a la postre sobrino de Severino. Le aportó el hallazgo y se citaron en la plaza de Zeberio. “Fue así como un emocionado Edorta me comentó que Severino era hijo adoptivo de la familia y que su nombre natural era Ceferino Arrese Letona. Que lo habían ido a buscar a Bilbao para aprovechar la leche materna, ya que su abuela hacía poco había perdido un hijo, desarrollándose esta situación alrededor de 1917”, explica. Exhuman nuevos datos: que Severino era dantzari, “esbelto y ágil”, y el menor de los cuatro hermanos de sangre llamados Patxi, Cándido, Antolina y Pedro. Recordemos que él era el quinto, tomado en adopción.

Cita en el fortín Al dar los militares españoles el golpe de Estado y como consecuencia estallar la guerra, Patxi, el mayor, no fue llamado a filas ya que luchó en la Guerra de Marruecos. Cándido optó por unirse al Batallón nº 77, M.A.I. Irrintzi, del PNV. Pedro se alistó en el Batallón de Infantería nº 39 Arana Goiri, de ideología también jeltzale, y Severino se presentó voluntario y fue destinado al Batallón nº 2 de Ingenieros del Ejército Vasco.

Cándido y Pedro volvieron después de los años, no así Severino. “Cabe destacar -mantiene Saravia- que Pedro y Cándido no descansaron en buscar a su hermano, enviando cartas al Ejército y a las instituciones de aquellos años, y encontrando siempre respuestas negativas. Antes de fallecer, le pidieron a Edorta que continuara con su búsqueda”. Ellos mismos le trasmitieron que uno de los hermanos coincidió con él en Gernika antes del bombardeo, así como que vecinos de Zeberio aseguraban que se le vio por última vez en la Batalla del Ebro.

Con estos datos, los inagotables investigadores de Euskal Prospekzio Taldea y de Aranzadi comenzaron la investigación a través de archivos. “Durante años ha sido un caso muy distinto, pero sobre todo peculiar. Aparece en los padrones de Zeberio como Severino Ayerdi Arteche, luego como Ceferino Arrese Letona, lo que dificultó aún más encontrar indicios de su vida en el frente. Fue siempre muy confuso y con muchas incógnitas ya que no aparecía en ningún sitio”, sostienen.

A principios de este año, Mauro concertó una cita en el fortín que reunió a Euskal Prospekzio Taldea y la familia, ya que Edorta, agradecido, le urgió conocer personalmente a Ixile por ser quien encontró la pista de su tío desaparecido. Una vez allí, la familia identificó el lugar, lo recorrió y preguntó si es posible preservarlo ya que es “el último vestigio en vida de nuestro familiar”. Días después, eso sí, “se encuentra la primera esperanza”.

Localizan las nóminas del Euzkadiko Gudarostea en las que aparece Severino, pero con un error en el nombre, detallado como Severiano Ayerdi Arteche del Batallón nº 2 de Ingenieros. Estas credenciales oficiales están firmadas por el propio Severino hasta julio de 1937 siendo el último vestigio de su vida, “hasta el momento”. Hoy Severino continúa sin paradero conocido. “Las esperanzas no se pierden debido a que se puede contar con el apoyo de Gogora”, agradece Saravia.

Tras la estela de ‘El Negus’

El Negus’ fue un avión fabricado en Estados Unidos para el emperador de Etiopía que acabó desguazado en un depósito de la Luftwaffe en Francia tras servir al Gobierno de Euzkadi

Un reportaje de Aitor Miñambres Amezaga

Aquel día soleado de agosto de 1937, desde cabo Mayor pudo observarse la silueta de un avión civil con apariencia de caza, agrandándose en el horizonte sobre el mar mientras se acercaba. La ofensiva franquista sobre Santander se había iniciado hacía algunas horas y la aviación rebelde se empeñaba en destruir los aeródromos republicanos. Pronto el avión se vio interceptado por aparatos enemigos. Su piloto, con nervios de acero y gran destreza, consiguió aterrizar en La Albericia minutos antes de que las bombas contrarias castigaran duramente el campo. Afortunadamente, los pasajeros encontraron refugio a tiempo. Se trataba del lehendakari Aguirre; su secretario, Pedro Basaldua, y el consejero de Hacienda del Gobierno de Euzkadi, Eliodoro de la Torre, que llegaban de Francia tras arduas gestiones diplomáticas para la evacuación del Ejército Vasco. Del avión, que milagrosamente no sufrió desperfectos, se decía que había sido propiedad del emperador de Etiopía. Así, en palabras del propio Aguirre, “el pueblo lo bautizó con el nombre de El Negus, y como El Negus lo conocimos todos”.

Ras Tafari Makonnen, noble etíope, había accedido al trono en 1928 como negus (rey) consorte y, tras la muerte de su esposa, en 1930 fue coronado emperador de Etiopía con el nombre de Haile Selassie I. Considerado descendiente del rey Salomón y de la reina de Saba, Tafari, como otros monarcas cristianos etíopes, gobernó bajo el símbolo del León de Judá, propio de su dinastía. Paralelamente, en la Italia fascista se excitaba el afán imperialista del dictador Benito Mussolini en el Cuerno de África. Así, en octubre de 1935, el expansionismo italiano se abrió paso en Etiopía sin previa declaración de guerra. El país, con escaso nivel de desarrollo, era sin embargo el único lugar de África no colonizado por potencias europeas y miembro de la Sociedad de Naciones, lo que no impidió que con la pasividad de las democracias occidentales su defensa militar fuera difícil. Las fuerzas armadas etíopes disponían de una aviación escasa y deficiente. Así, el negus encargó a su consejero aeronáutico, el aviador francés René Drouillet, la compra de varios aviones de combate y de uno civil para su uso particular. René adquirió en Estados Unidos un biplano Beechcraft B.17 R para este último cometido. El aparato, de un solo motor, fabricado en la factoría de Wichita (Kansas), tenía capacidad para el piloto y tres pasajeros. Listo para su entrega en febrero de 1936, fue matriculado como NC-15811. Dada la prohibición estadounidense de exportar aeronaves a Etiopía, Drouillet trasladó el avión a Francia, con la esperanza de hallar el modo de burlar el embargo. No obstante, el piloto se encontró en su país con las mismas trabas y el aparato fue precintado. Tras un intento furtivo de volar a Etiopía, con aterrizaje en Roma debido a un fallo técnico, sobrevino el final del conflicto, con la ocupación de Adís Abeba por las tropas italianas y la salida del emperador hacia el exilio en mayo de ese año.

fortuna PARA los audaces Así las cosas, el 4 de noviembre, el avión fue matriculado en Francia como F-APFD. René Drouillet, saldadas sus deudas con la justicia, continuó realizando diversos servicios, tales como repatriar a ciudadanos franceses atrapados en el Madrid sitiado, hasta el verano de 1937. Siguiendo la costumbre de la época, rotuló el fuselaje de su avión con referencias a sus aventuras: el León de Judá, la loba Lupa de Roma y la Cruz de Assouan, entre otras. Tanto en el timón de cola como sobre su ala superior de babor, lucía el trébol de la baraja francesa, el símbolo de la suerte.

Paralelamente, en abril de ese año, se desarrollaba la ofensiva rebelde del general Mola en toda su crudeza sobre territorio vasco. El Gobierno de Euzkadi veía la necesidad de hacerse con aviones civiles para mantener abierta la comunicación hacia el exterior por vía aérea, lo que dio lugar a la creación de la línea Air Pyrénées, con cobertura legal francesa.

Tras la caída de Bilbao, el 19 de junio de 1937, y la pérdida de aparatos, la necesidad de nuevas adquisiciones llevó a la compra de este pequeño avión. Ello se produjo el 3 de julio de 1937, figurando en ese momento Fernand Lefebvre como propietario. El traspaso se hizo a nombre de Auguste Amestoy, en calidad de testaferro de Air Pyrénées, dado que por impedimento del Comité de No Intervención, no podía figurar el Gobierno de Euzkadi, quien declaró más tarde haber pagado 5.000 libras por el aparato, ahora en las manos del experto piloto Georges Lebeau, veterano de la Gran Guerra.

De esta manera y a lo largo de las siguientes semanas, El Negus, ahora rotulado con el escudo del Gobierno vasco, realizó innumerables viajes para las autoridades vascas, principalmente entre Francia y Santander, sobre todo a partir de mediados de agosto de 1937, cuando con la ofensiva franquista el frente cántabro se desmoronó en pocos días. Así, el día 23, Juan de Ajuriaguerra voló desde Biarritz a Santander en El Negus, aterrizando sobre un campo totalmente accidentado a causa de los bombardeos franquistas, pero sin contratiempos, gracias a la profesionalidad de Lebeau y a la naturaleza técnica del avión. De allí se trasladó a Santoña a reclamar, sin éxito, el cumplimiento del pacto tratado con el contingente italiano que, entre otras cosas, debía permitir la evacuación de numerosas personas desarmadas.

Al día siguiente, las horas transcurrían con verdadera angustia en Santander y los franquistas ya anunciaban la inminente caída de la ciudad cercada, donde la propia policía daba muestras de adhesión al enemigo. Así, anteponiendo el deber al enorme peligro, Lebeau aterrizó por última vez en Santander y evacuó al lehendakari Aguirre y a los consejeros Monzón y De la Torre poco después del mediodía, cuando las balas ya silbaban cerca. Una vez más el trébol había conseguido escapar del as de picas.

En las sucesivas horas el infatigable Lebeau consiguió rescatar a más vascos atrapados en Santoña, aterrizando en la playa de Laredo, hasta que el día 26 la presencia italiana lo hizo imposible. Juan Ajuriaguerra escogió quedarse con los gudaris prisioneros y seguir su misma suerte.

Guerra en Europa Tras la caída de Santander, sucedió la de Asturias y, a la larga, la de todo el territorio republicano, terminando la guerra en 1939. En septiembre de ese mismo año comenzó la Segunda Guerra Mundial, entrando Francia en litigio contra la Alemania nazi. En palabras de Pedro Basaldua, El Negus “fue requisado por las autoridades militares francesas” en los primeros momentos, aunque cabe suponer que si no fue exactamente así, al menos sería reclamado por estas al tratarse de un elemento útil en tiempo de guerra. Con la movilización, Lebeau pasó a realizar servicios “de enlace entre la metrópoli y Siria”, según Basaldua, o de piloto de pruebas a Marruecos, según otras fuentes. El 25 de junio de 1940 Francia era derrotada y firmaba un armisticio que le supondría la ocupación de una gran parte de su territorio por los alemanes, incluida París. Disconforme, Lebeau despegó de Toulouse abandonando el continente y encontró la muerte al llegar al norte de África, durante el aterrizaje.

En esta tesitura, Amestoy escondió el avión en su domicilio de Briscous (Beskoitze, Lapurdi), zona ocupada por los alemanes. Estos, tras un registro, encontraron el aparato y lo incautaron el 15 de febrero de 1942, sin alas ni hélice que le habrían sido desmontadas con anterioridad. Según algunas fuentes, el avión habría sido trasladado a Mérignac (Burdeos) quedando afectado por un bombardeo de la aviación británica. No obstante, la liberación de Francia le sorprendió en Nanterre, almacenado en el parque número 5 de capturas de la Luftwaffe, junto con otros aviones similares en mal estado listos para ser desguazados. Posiblemente este parque se encontrase ubicado en el Museo de la Escuela de Mecánica del Ejército del Aire francés, donde llamó la atención de un periodista vasco en abril de 1945, un mes antes de terminar la guerra en Europa.

Expolios y reembolsos Llegada la paz a una Europa totalmente destruida, tendrían que pasar unos años para que el Gobierno de Euzkadi se planteara la reclamación pertinente sobre su biplano Beechcraft, el querido Negus. Así, en enero de 1951 Auguste Amestoy solicitó y obtuvo de la Secretaría General de Aviación Civil y Comercial un certificado de propiedad del aparato a su nombre, a fin de “permitirle obtener el reembolso de daños de guerra”.

La oportunidad llegó años más tarde: la ley de 19 de julio de 1957 de la República Federal Alemana, reconocía los derechos a indemnización por los expolios de objetos, bienes y valores efectuados en el territorio francés durante la ocupación y estaban disponibles para ello 150 millones de marcos. Las reclamaciones habían de realizarse antes del 31 de marzo de 1958 (después prorrogado hasta el 30 de diciembre) y se adjuntaban las condiciones para ello. Así, en enero de 1958, Agustín de Alberro, secretario general de Hacienda de la Delegación del Gobierno vasco en París, escribía a Amestoy a propósito de este asunto, de cara a recopilar la documentación necesaria para la solicitud y se interesaba por saber si los alemanes habían hecho entrega de algún recibo al incautar El Negus, pues sí le habían ofrecido a Amestoy la posibilidad de presentar una demanda de indemnización, evaluada el 2 de julio de 1942 en 800.000 francos, cantidad que nunca había cobrado.

Así mismo, el 12 de febrero de 1958, Amestoy obtuvo de la Dirección de Servicios de la Gironde, un certificado de cómo hasta la fecha no se había beneficiado de ninguna indemnización francesa por daños de guerra. Entre tanto el tiempo corría y el 26 de abril se dotaba a la reclamación de 30.000 francos en concepto de provisión exigida, así como los servicios del abogado, doctor en Derecho, Albert Tomasi.

Finalmente, tras seguir los cauces legales, el 29 de diciembre de 1958 Amestoy presentaba su demanda en la Oficina de Restituciones de Berlín. Casi un año después, el 9 de diciembre de 1959, este organismo de la República Federal de Alemania estimaba que: No existe una sustracción por motivos discriminatorios -que es la condición requerida para que se produzca el reembolso-. Se trata más bien de una medida de seguridad condicionada por la guerra, la cual no se contempla en el procedimiento de reembolso. Esto obedece, en particular, a lo que se establece en la fotocopia del documento escrito, enviado por la comandancia de Biarritz el 16.04.1942 al solicitante. En ella se estipula, que el avión permanece confiscado por las fuerzas armadas alemanas durante el tiempo que dure la guerra. Por lo tanto, no se precisa mayor aclaración al respecto.

Recibido el fallo, tanto Amestoy como el Gobierno de Euzkadi renunciaron a presentar recurso contra el mismo. La estela de El Negus se había perdido para siempre en el torbellino de su tiempo.