Jean Ibarnegaray vasco y francés entre la patria ‘grande’ y la ‘chica’

Jean Ybarnegaray, político de Iparralde apodado ‘El león de Uhart-Cize’, no deja indiferente a nadie. Hoy, más de cincuenta años después de su muerte, aunque ninguna placa ni calle lleva su nombre, el personaje suscita todavía una viva emoción, particularmente en su feudo, Donibane Garazi.

Un reportaje de Isabelle Bilbao

Jean Y barnegaray jugó un papel político considerable en el País: fue alcalde de Uhart-Cize, presidente del Sindicato de Cize, consejero general, diputado -elegido por primera vez en 1914 y reelegido repetidamente desde entonces-, ministro o secretario de Estado en tres ocasiones en 1940.

Toda su vida estuvo marcada por la ambivalencia. Orgulloso de su identidad vasca, él era francés por encima de todo. Vascoparlante, fue un gran orador en la Asamblea Nacional como portavoz de Croix-de-Feu (Cruz de Fuego), reconocido tanto por sus partidarios como por sus detractores.

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Sus intervenciones eran recogidas ampliamente por la prensa, contribuyendo así a forjar su reputación entre los vascos. Apodado El León de Uhart-Cize, él prefería el diminutivo de Ybar con el que le conocían sus administrados. Verdadero señor en sus tierras del País Vasco interior, era temido al tiempo que respetado. Sin embargo, los servicios que él rindió a sus vascos, le hicieron beneficiario de la bondad de la población para con su gran notable.

Los orígenes Jean Ybarnegaray nació el 16 de octubre de 1883 en Uhart-Cize. Su padre era un antiguo comisario de marina que navegó a bordo de los buques que hacían el trayecto a Sudamérica y que fue varias veces concejal e incluso alcalde de Uhart-Cize entre 1892 y 1896. Se casó en 1882 con Marie Estrugamou, cuya familia había emigrado a Uruguay y después a Argentina y donde hicieron fortuna; la riqueza de la familia Estrugamou permitió dotar de belleza a Argava, pasando a ser denominado Castillo Ybarnegaray por la población local.

Jean Ybarnegaray comenzó su educación en el Seminario pequeño de Larressore, colegio de los hijos de la burguesía y de la pequeña aristocracia vasca de la época. Finalizó sus estudios secundarios en 1901 en el prestigioso colegio Stanislas de París y en las facultades de Derecho de París y de Burdeos, de 1902 a 1904. A partir de ahí, Jean Ybarnegaray pasó a otra esfera: la de la élite intelectual y política del país. Se convirtió en abogado pero no ejercería mucho. En 1912, con 29 años, fue elegido alcalde de su pueblo, Uhart-Cize.

En el centro de las redes políticas, religiosas, militares y deportivas, no admitía oposición alguna y representaba la figura del gran notable tradicional. La etiqueta de notable, se reservaba normalmente a personas ligadas por su pertenencia familiar a figuras relacionadas con el orden político, social y cultural tradicional.

La notabilidad es entendida aquí como construcción social, producto de un juego de representaciones: el notable está dotado de una cierta visibilidad y de respetabilidad. Se es influyente porque se es heredero, hijo, sobrino o yerno de un hombre que cuenta. Además, los vascos, pequeños propietarios, son católicos. Confían las responsabilidades políticas a estos notables, siempre grandes propietarios, que se valen de la Iglesia y son sostenidos por ella.

Ybarnegaray fue elegido diputado por primera vez en las elecciones legislativas de abril de 1914 por la circunscripción de Mauleon (correspondiente a la Baja Navarra y a Soule). Esta elección es la más interesante por ser la más apasionada. Su adversario, el consejero general de Saint-Palais, Blaise Guéraçague, era el candidato de la Administración, próximo a los radicales-socialistas y antirreligiosos. El periódico Eskualduna -muy leído en aquella época- presentaba así a Jean Ybarnegaray: «Gizon gazte, jakintsun, biphil, bihotz bero, uskaldun odoleko da» (Un hombre joven, sabio, decidido, de corazón caliente, de sangre vasca).

Esta primera elección fue contestada ya que el clero local intervino abiertamente en la campaña electoral ejerciendo presiones intolerables. Sin embargo, la elección se da por válida.

El 2 de agosto de 1914, Jean Ybarnegaray ingresó en el 249 Regimiento de Infantería. Ybarnegaray tomó parte como voluntario. Fue citado tres veces a las órdenes de la armada. Testigo de la ofensiva desastrosa del Camino de las Damas (30.000 muertos en 3 días) ejerció en la cámara de diputados una violenta acusación contra la acción del general Nivelle: fue su primer golpe de efecto, un episodio que reveló a toda Francia sus cualidades como orador y que construyó su reputación a nivel nacional.

Al final de la guerra, en cada una de las elecciones -1919, 1924, 1932, 1936- fue elegido a mano alzada convirtiéndose en el diputado inamovible de Mauleon.

Llevaba un gran tren de vida (caza, deporte, Bugatti, fiestas en mansiones), seductor, brillante, tribuno apasionado (dominaba perfectamente el francés y el euskera), los vascos le admiraban y estaban orgullosos de él. Personalizó la asociación del frontón y de la iglesia y supo guardar un estrecho contacto con sus electores, que le daban un apoyo superior al 80%.

Jugador de pelota, creó en 1921 en Baiona la FFPB (Federación Francesa de Pelota Vasca). Fue el primer presidente de la FIPB (Federación Internacional de Pelota Vasca) en 1929.

Su posicionamiento político A nivel de la gran patria, Ybar representaba (según la expresión de Jean-Claude Larronde) una derecha dura, más una derecha extrema que una extrema derecha, ya que estaba muy unido a los valores conservadores. Defendía las ideas católicas, el apego a la familia, la denuncia de los escándalos político-financieros (por ejemplo, el caso Stavisky) y era intratable con sus bestias negras: los comunistas, sinónimo de desorden, y los franco-masones, que perseguiría toda su vida con un odio feroz.

Con sus cualidades de tribuno, se convirtió en portavoz de los Croix-de-Feu (Cruz de Fuego) del Coronel de la Rocque: liga de extrema derecha que rechaza el antisemitismo y el fascismo. En junio de 1936, los Croix-de-Feu se transforman en partido político: el Partido Social Francés, del que Ybar fue vicepresidente.

Ybarnegaray fue, en primer lugar, un hombre de acción. Las contradicciones no le daban miedo. Por ejemplo, este patriota salvajemente anti-alemán, votó los acuerdos de Munich en 1938. No era un bonapartista ya que su antiparlamentarismo lo ejercía sobre todo contra los parlamentarios y no contra el Parlamento que le aseguraba su popularidad.

Esas contradicciones acabaron por aparecer también en la vecina España y en particular en el sur del País Vasco. Ybarnegaray pretendió favorecer los lazos económicos entre los dos países aunque no dudó en hacer respetar el lugar de Francia siempre que estuviera amenazada.

Además, Ybarnegaray era francés por encima de todo y, por tanto, estaba en contra de cualquier tipo de independencia del País Vasco. Al estallar la guerra civil en España, Jean Ybarnegaray deploró la lucha fratricida entre vascos.

En un primer momento, fue favorable a acoger a refugiados franceses que venían de España y, en caso necesario, a nacionalistas vascos que tuvieran que buscar asilo en Francia. Pero, ante la afluencia de refugiados, Ybarnegaray cambió radicalmente su posición. El 23 de enero de 1937, tras una reunión pública en Donibane Garazi, Ybarnegaray declaró: «Deseo ardientemente la victoria del general Franco; apoyar al Frente Popular español es trabajar en favor de la guerra».

1940, punto culminante En mayo de 1940 Ybarnegaray fue nombrado ministro sin cartera. Después, del 16 de junio al 10 de julio de 1940, fue nombrado ministro de Antiguos Combatientes y de la Familia Francesa. Por último, del 10 de julio al 6 de septiembre de 1940 fue secretario de Estado para la Familia y la Juventud durante el gobierno Laval. El 6 de septiembre de 1940, sale del gobierno junto con otros siete miembros.

El 22 de septiembre de 1943, detenido por la Gestapo, es deportado a Plansee, en el Tirol. Al regresar a Francia es detenido como todos los miembros de los gobiernos de Vichy. El Jurado de Honor del 31 de diciembre de 1945 decidió que Ybarnegaray no pudiera ser elegido durante 10 años, igual que los parlamentarios que hubieran otorgado plenos poderes al mariscal Pétain. El proceso tuvo lugar en el Tribunal Supremo de Justicia el 18 de marzo de 1946.

El fallo del alto tribunal decía así: «Declara a Jean Ybarnegaray culpable del crimen de indignidad nacional. Por mayoría, declara no condenarle por este cargo por razones de la ayuda aportada a los elementos de la Resistencia y por su deportación durante 16 meses debida a la expresión de sus sentimientos anti alemanes; condena a Ybarnegaray a pagar las costas».

El declive Tras la guerra, el tiempo de Ybarnegaray acabó. Su ineligibilidad le impedía presentarse a las elecciones hasta 1953. Fue derrotado en las elecciones municipales de abril de 1953 por la lista de Pierre Mendy. Después, tuvo dos fracasos más: en las elecciones legislativas de abril de 1955 y en las de enero de 1956. Jean Ybarnegaray falleció el 25 de abril de 1956 en una clínica parisina.

A modo de resumen, podemos decir que en su discurso ha habido tres elementos recurrentes: su fe, que defendía con fogosidad, su país, al que servía, y por último, la pelota vasca.

Si bien hoy su imagen está deteriorada, incluso totalmente olvidada, debido a dos campos en los que él no se conformó con hablar sino que ejerció una acción represiva excesiva, que le permitió ejercer el poder en 1940: por una parte, su combate contra la franco-masonería le granjeó el odio de los intelectuales y de las fuerzas de izquierda; por otra parte, sus posiciones pro-franquistas y contra los nacionalistas vascos del lehendakari Agirre. Pero, más que todo eso, evocar a Ybarnegaray es evocar su elección pro Vichy y su participación como ministro del Estado francés. Sin minimizar su papel durante este período, hay que recordar que su acción ministerial fue casi nula, al igual que su acción en la Resistencia.

Aquella primera misa en euskera

Se cumplen 55 años de la eucaristía celebrada en Arrazola en 1959 organizada por José Antonio Retolaza, pero oficiada por Francisco Ballester

Primera misa
No es exacto. El sacerdote y académico honorario de Euskaltzaindia fallecido días atrás José Antonio Retolaza no celebró él la primera misa en euskera, como de forma incorrecta han informado agencias y algunos medios de comunicación. El cura que la ofició fue Francisco Ballester Viu. Retolaza al ser un sacerdote de rito latino no podía celebrar la eucaristía en otras lenguas pero sí fue el organizador y factotum. Así, lo certifica a DEIA, el académico emérito de Euskaltzaindia, José Luis Lizundia, quien aporta una foto inédita de la jornada histórica tomada por el propio José Antonio, imagen cedida por el arrazolarra Juan Luis Abendibar. Aconteció el 21 de junio de 1959 en la parroquia San Miguel de Arrazola.

Ballester Viu, era practicante del rito bizantino melquita; no del latino, caso de Retolaza y resto de religiosos vascos. «Ballester sí podía dar la misa en euskera, aunque fue antes de que el Vaticano con el Concilio Vaticano II permitiera oficiar misa en lenguas vernáculas», apostilla Lizundia.

En la fotografía impresa, Francisco Ballester Viu aparece rodeado por dos religiosos que han sido parte de la historia vasca del catolicismo. Por un lado, Claudio Gallastegi (Elorrio 1806 – Plentzia 1988). Este cura fue párroco de la iglesia bilbaina de San Antón, así como autor del himno Begoñako Andra Mari. Por otro lado, Juan Mari Uriarte (Fruiz, 7 de junio de 1933), primero designado obispo auxiliar de Bilbao, luego titular de Zamora y más tarde de San Sebastián. Los jóvenes monaguillos de la imagen eran, además, discípulos de danzas vascas de Retolaza.

Por iniciativas como esta, en 1963, cuando José Antonio seguía siendo párroco de Arrazola y director del centro escolar Funcor en Elorrio, el alcalde del municipio le denunció y el obispo le expulsó de aquel destino.

Un texto de Anjel Zelaieta ilustra sobre aquella jornada de la que no se conocen muchos datos, aunque la feligresía de Arrazola sabe bien de una placa esculpida en la que se puede leer: «Eleiza honetan izan zan lehenengoz munduan mezea euskeraz. 1959. urtean. Bizantziar-melkita errituan» (En esta iglesia se celebró por primera vez en el mundo misa en euskera en el año 1959, por el rito bizantino-melquita).

Zelaieta recuerda que en aquel año todavía no había permiso de celebrarla en euskera en el rito latino u occidental. Viu, sin embargo, era religioso del rito oriental, melquita. «Por ello tenía la potestad de hacerlo en euskera», agrega.

El Grupo de Acólitos Cruz Guía de Málaga asegura que Ballester Viu ha sido el único sacerdote católico del rito bizantino melquita que ha habido en el Estado. En el caso vizcaino, el obispo Gurpide fue quien le llamó para que se incorporara al seminario de Derio con el objeto de cumplir labores de profesor. Fue allí donde, según parece, él pidió a su profesor entonces Karmelo Etxenagusia celebrar una misa en euskera. Conocida la intención por José Antonio Retolaza, este último propone que se celebre en su parroquia, la de San Miguel de Arrazola. Viu dio su sí por respuesta. Zelaieta cuenta varias curiosidades al respecto: «Viu tenía una gran facilidad para los idiomas, y a pesar de ser foráneo se vio capaz de poder dar la misa leyéndola en euskera y algunas partes se las aprendió de memoria. No le fue difícil», valora el de Mallabia en un documento.

Al parecer, todo el pueblo tomó parte en la popular eucaristía. Francisco Ballester Viu tuvo especiales apoyos aquella jornada de Karmelo Etxenagusia, Juan María Uriarte, Claudio Gallastegi y del propio José Antonio Retolaza, fallecido el pasado miércoles día 12 de marzo.

Agur a Retolaza

El académico de honor de Euskaltzaindia y sacerdote José Antonio Retolaza fue el creador del popular personaje infantil Kili-Kili y de la revista del mismo nombre. Falleció a los 84 años. «Se me hace extraño que no se haya dado a conocer o caído en la cuenta de que era hermano de Luis María Retolaza Ibarguengoitia, primer consejero de Interior del Gobierno Vasco con los lehendakaris Garaikoetxea y Ardanza», valora el académico emérito de Euskaltzaindia, José Luis Lizundia.

Retolaza nació en Bilbao el 6 de junio de 1929, fue nombrado académico de honor de Euskaltzaindia el 27 de octubre de 2000 en reconocimiento a su trayectoria literaria y por ser «un gran impulsor de la lengua vasca», según destacó Euskaltzaindia en un comunicado publicado a razón de su fallecimiento.

Tras estallar la Guerra Civil, residió en Muxika. Más tarde, estudió en el seminario de Vitoria, donde en 1957 acabó los estudios de Teología y fue destinado a Arrazola, en el valle de Atxondo, como sacerdote. Y llegaron los años 60. «Cuando comenzó a actuar ETA, en días que hicieron su primera actividad armada, Retolaza me dijo, José Luis, ni se te ocurra entrar en esa organización. La lucha armada no es para este país», valoraba. En 1966, creó el personaje Kili-Kili con el objetivo de cuidar y fomentar el euskera y su calidad entre los niños. Más tarde, fundó la revista del mismo nombre, que se convirtió en un referente de la literatura infantil que fue prohibida por los franquistas en 1968.

Un reportaje de Iban Gorriti

Aberri Eguna de 1964: Gernika nuevamente símbolo de libertad

Se cumplen hoy 50 años del primer Aberri Eguna celebrado de forma pública en los territorios vascos peninsulares en plena dictadura: el 29 de marzo de 1964. Gernika fue la localidad elegida por la dirección del Partido Nacionalista Vasco para convocar a los miles de asistentes que acudirían a la cita
Árbol de Gernika

El objetivo del llamamiento a celebrar el Aberri Eguna en Gernika el 29 de marzo de 1964 era recuperar el protagonismo de las acciones en el interior, reivindicar -en aquella fecha, con más fuerza que nunca hasta entonces- la libertad de Euskadi como pueblo y nación, y al mismo tiempo seguir presentando oposición al régimen franquista, pero esta vez, de forma pacífica y silenciosa.

El primer Aberri Eguna de la historia había tenido lugar en Bilbao en 1932, como celebración de las bodas de oro (1882-1932) del despertar en Sabino Arana de su conciencia nacional vasca. Aquel fervor patriótico vivido durante los años de la República corrió como la pólvora por todo el territorio, y así, las capitales vascas peninsulares Donostia (1933), Gasteiz (1934) e Iruña (1935) fueron tomando el relevo en las celebraciones de los Aberris en los años siguientes.

Tampoco la guerra sufrida en Euskadi fue capaz de apagar el entusiasmo que suponía una vez más la declaración y reivindicación pública de las libertades históricas de nuestro pueblo. El Aberri Eguna de 1937 fue el Aberri de las trincheras, bajo los bombardeos, y teñido de sangre, pero celebrado en muchas localidades del reducido territorio vasco que seguía leal a la legalidad republicana.

Una vez derrotado el ejército de Euzkadi por las fuerzas sublevadas, entregadas las armas, y en prisión miles de gudaris a partir del verano de 1937, los sucesivos Aberri Egunas tuvieron que recordarse de forma resignada, clandestina, en el entorno familiar y en la intimidad de los hogares, en las cimas de los montes o, con mayor libertad, en el exilio, lejos del régimen del dictador Franco que perseguiría y castigaría con dureza cualquier reivindicación nacionalista vasca.

Arriesgado y valiente

25 años tuvieron que pasar desde el final de la guerra en el Estado español (1 de abrir de 1939) para que se volviera a celebrar un Aberri Eguna -todavía prohibido y condenado-, de manera pública en el interior de Euskadi, de forma masiva y multitudinaria, tal y como habían sido los de los años 30. 25 años de paz, como los publicitó paradójicamente el franquismo al conmemorar sus bodas de plata, reprimiendo durante ese tiempo todo conato de oposición al régimen. Actitud que continuaría hasta la muerte del dictador en noviembre de 1975.

Por lo tanto, la convocatoria de 1964 supuso el final de los Aberri Egunas del dolor, del silencio; fue una iniciativa arriesgada y valiente por parte de los dirigentes nacionalistas que quisieron que la simbólica villa de Gernika se convirtiera en el escenario principal para la celebración del Día de la Patria de aquel año.

La convocatoria, encabezada por el Partido Nacionalista Vasco, y secundada también por el Gobierno vasco y todos los partidos políticos antifranquistas, tuvo una respuesta sorprendente tanto para los organizadores como para las autoridades españolas. Estas reconocieron una asistencia de 5.000 manifestantes, mientras que los recuentos de los convocantes superaron la cifra de las 30.000 personas.

Los partes que se conservan en el Archivo del Nacionalismo Vasco con el registro del número de coches, autobuses, motos y bicis que circularon por las carreteras de Mungia, Lekeitio, Ajangiz, Bermeo, Errigoiti o Arratzu aquel día avalan estos datos. La jornada fue un desfile incesante de miles de abertzales que se acercaron hasta Gernika para visitar pacíficamente y en silencio los lugares más emblemáticos de la villa, entre ellos, la casa de Juntas y el Árbol de Gernika. A los pies del mismo y en un momento dado, se depositó un ramo de flores enviado por Jesús María de Leizaola, el lehendakari del Gobierno vasco en el exilio desde la muerte de Agirre en 1960.

Controles y amenazas

A pesar del mal tiempo -no paró de llover en todo el día- y las fuertes medidas ordenadas por las autoridades franquistas para evitar que los ciudadanos llegaran a la villa foral (controles policiales, denuncias, amenazas, etc.) Gernika fue un hervidero constante de gente durante toda la jornada. El éxito de la concentración se tradujo en que por primera vez el Aberri Eguna dejó de ser una fiesta exclusiva de los nacionalistas para convertirse en una fiesta de todos los vascos, tal y como se indicaría en la publicación Gudari. Centenares de telegramas fueron cursados desde todos los centros vascos del mundo solidarizándose con el acto.

Desde ese mismo día, a la noche, la dirección del PNV recibió -y conservó en su archivo- los primeros informes (notas manuscritas, transcripciones de noticias,…) sobre cómo había transcurrido el día: «Cientos han llegado a pie por el monte. En Mungia, en Zornotza, en todos los puntos confluyentes a Gernika han sido parados los autobuses, incluso los de excursiones y no se les ha permitido el paso (…)»; «A uno de nuestros ancianos (80 años) que con ilusión de niño quería ver Gernika, quizá por última vez, con el colorido que recordaba de su dorada juventud, venía en compañía de sus hijos desde Mungia; al no tener carnet de identidad, le hicieron abandonar el vehículo y él, valiente, les dijo a sus hijos: seguidu zuek nere pentzamentuak zugatzapien egongo diez. Agur».

Otras crónicas más elaboradas informaban con nuevos detalles: «En las primeras horas del sábado día 28 de marzo, las hogueras de llamada a Junta (el informador comprobó las de los montes Ganguren, Arnotegi, Santa Marina, Oiz y Urko) llamaban al Pueblo Vasco a reunirse el día siguiente a conmemorar el Aberri Eguna en Gernika. Desde hacía más de 30 días, el pueblo había ido notificando de boca a oreja, sin ningún papel, ninguna hoja ni escrito, y el entusiasmo había cundido por todas las villas y valles, haciéndose los preparativos a pesar de la dificultad de contratar medio de locomoción y la imposibilidad total de organizar trenes especiales, por el control y presión de las fuerzas de ocupación».

Multas de 10.000 pesetas

Los controles policiales en todas las carreteras que llegaban a Gernika produjeron largas colas de vehículos y horas de espera. Los ocupantes decidían entonces bajar de los coches y continuar a pie; solo los conductores permanecían al volante y algunos, incluso, optaron por abandonar sus vehículos en los bordes de los caminos. La Guardia Civil mientras tanto apuntaba matrículas y nombres de asistentes. La represión no tardaría en llegar y a los pocos días muchos recibieron comunicaciones oficiales del Gobierno Civil con multas de 5.000 y 10.000 pesetas por haber estado presente en Gernika y atentando al orden público por ello, según un decreto franquista del 10 de octubre de 1958…

«Cuando llegó el domingo -como escribiría Iñigo Camino veinte años después en la revista Alderdi-, Gernika se encontraba repleta de efectivos policiales y de agentes de la secreta. Hacia las diez de la mañana el Roble de las libertades aparecía solitario. A los pocos minutos desde el monte llegan los primeros patriotas. El desfile seguirá durante todo el día. A la una de la tarde una multitud llena los alrededores de la vieja Casa de Juntas. La policía vigila de cerca. Sin embargo, no se escucha ni un grito. La consigna de marcha del silencio es respetada. No se producen incidentes y posteriormente la concentración tiene una gran repercusión en los medios informativos internacionales. Los franquistas no quieren pruebas. Máquinas fotográficas y tomavistas fueron prohibidas e incautadas por la policía. A pesar de ello, la imagen del joven gudari en actitud respetuosa frente al Árbol de Gernika recorrerá el mundo y se convertirá en el símbolo de una nueva etapa antifranquista que con aquel Aberri Eguna comenzaba».

Efectivamente, la resistencia vasca al franquismo tomaría un nuevo impulso a partir de aquel acto, y todas las primaveras volverá a repetirse esta manifestación de grito de libertad: Bergara, Gasteiz, Irun-Hendaia, Iruñea… acogerán sucesivas concentraciones multitudinarias no exentas de fuerte represión, como la que se vivió en la convocatoria de 1968 en Donostia.

‘Europara begira’

El próximo 20 de abril se celebrará -en colectividad o individualmente- un nuevo Aberri Eguna en Euskadi y en todos los lugares del mundo con presencia vasca, para seguir festejando el día de la Patria vasca. Este año bajo el lema Euskadi Europara begira y recordando especialmente los organizados hace ochenta años en Gasteiz, y cincuenta en Gernika, Símbolo de Libertad permanente en nuestra historia.

Un reportaje de Eduardo Jauregi

Un gudari en Perú

Un periodista peruano regresa al Zorrotza en que nació y rueda el documental ‘Aita’ sobre su padre, del Batallón MAI Irrintzi del PNV.

GudariITA, padre en euskera. Ese será el título del documental que el famoso periodista peruano, Chema Salcedo, está elaborando en Lima y que, hace unos días, también rodó en Euskal Herria. Es una evocación de su padre, José Salcedo Molinuevo, quien fue gudari del Batallón MAI Irrintzi, del PNV, y que en 1951 emigró al país andino. «De niño, mi padre siempre me habló de los días que pasó en el frente vasco de la Guerra Civil. Me contaba sus batallas, los lugares que recorrió, como Eibar, un lugar mágico ya para mí, o Artxanda. O cómo se alistó en el ba-tzoki de San Salvador del Valle, Trapagaran, para ir a la guerra», explica Chema Salcedo a DEIA.

Otros enclaves de los que le «alimentó» su aitatxo -califica- fueron Amorebieta, Etxano, Lekeitio o Begoña: «Verificar lugares y datos que me proporcionaba es muy emocionante para mí. Recorrí trincheras en las que estuvo mi padre hace 77 años». Así, dos años antes de morir en diciembre de 2012, José Salcedo Molinuevo, nacido en Trapagaran en 1916 y emigrado a Perú con su familia en 1951, le entregó a su hijo José María -Chema-, nacido en Bilbao en 1946, un escrito con sus memorias en el frente vasco durante la Guerra Civil como gudari en el MAI Irrintzi, batallón de máquinas de acompañamiento de Infantería, incluyendo morteros.

Corría el año 2010 y aita y seme, junto con la enfermera del mayor, estaban viendo el polémico documental del cineasta donostiarra Julio Medem La Pelota Vasca: la piel contra la piedra. En ese momento, el hijo creyó ver a su padre en unas imágenes históricas cargando un mortero. «Mi padre dijo que dudaba si era él», agrega el periodista. De aquellos documentos y de la duda surgida por la película de Medem prendió la mecha del documental que está grabando.

Una vez muerto José, Chema comenzó a recorrer los lugares que el gudari mencionaba en su escrito, y ha descubierto más de una huella de sus andanzas esquivando la muerte en línea del frente. Aita incluye un personaje de ficción que representa al José Salcedo padre en el momento de la guerra. En la película, el padre dialoga con su futuro hijo Chema, como si fuera un sueño de este último.

Se trata de un documental testimonial de 60 minutos, narrado en primera persona. «Es crónica de viaje, viaje físico y viaje al interior de la memoria, con cámara que viaja con él, encontrando escenarios y testimonios de otros hijos y nietos de gudaris», aportan desde la productora ViceVersa.

Para seleccionar a quien encarnara el papel del gudari, hicieron un casting en Bilbao. Optaron por Aketza Alberdi, de Lezama. «Le vi un parecido o quise creer que lo tenía a mi padre de joven», explica Chema. «Como curiosidad, en la película, voy con el actor gudari al nuevo San Mamés, algo que no pude hacer con mi padre. Sí guardo el recuerdo de haber ido juntos al viejo. Fue un Athletic 1 – Barcelona 1 con la histórica delantera de Gainza, Iriondo, Venancio, Zarra y Panizo», rememora Chema, quien avanza que ETB ha cerrado un acuerdo con la productora para exhibirlo por televisión.

emociones El documental cuenta con música original de Abraham Padilla, y se estima que se concluya su edición a finales del próximo mes. En la proyección, el público verá a Chema caminando por el monte Akondia, en Eibar. Se acerca a una cueva, y por la entrada asoma un gudari de 20 años, su aita. Este le pregunta qué hace allí. Es abril de 1937 y parte de un sueño de Chema.

Entre las localizaciones grabadas aparecerá también el Zorrotza en el que nació el hijo del gudari: Callejón de Tránsito, número 7, una casa que ya no existe, derruida. Un grupo de familias de gitanos ocupan hoy ese lugar. El llegado de Perú y su equipo visitarán también la Sabino Arana Fundazioa. «Me mostraron, muy amables, una nómina del Batallón MAI Irrintzi de 1937 con su firma. Me emocioné», enfatiza, y cuenta que su padre fue uno de los que se rindió en Santoña ante los italianos fascistas y que, hecho prisionero de guerra, fue enviado a una cárcel de Burgos.

Un momento emotivo del documental repasará cómo Chema olvidó conseguir una ikurriña para colocar sobre el féretro del gudari. Su cuidadora, Herlinda Ludeña, tuvo que mandarla hacer en un mercado de Lima. Aún no hay fecha para el estreno, pero el documental podría llegar en junio, momento en el que el sueño de Chema podrá despertar.

I.Gorriti

El patriota muerto en Mañaria

El 2 de abril se cumplen ochenta años del accidente en el que murió el concejal del PNV de Abadiño, Antonio de Larramendi, al regreso del Aberri Eguna de 1934

patriota

el 1 de abril de 1934 se celebró el Aberri Eguna por tercera vez en la historia. Aconteció en Gasteiz. El PNV «trató de responder», según valora el investigador Carlos Caballero Basáñez, «con un acto de masas a la política contraria al Estado de Autonomía de la derecha española capitaneada por Oriol». La prensa de la época cuantifica que asistieron a esta reunión histórica alrededor de 50.000 personas. En el mitin de Mendizorrotza dieron su discurso Esteban Isusi y los diputados Landaburu, Irujo, Monzón y Agirre.

Uno de los participantes en aquel día de la patria fue Antonio de Larramendi y Oregi, concejal del PNV en el Ayuntamiento de Abadiño. Al regreso a su hogar, el autobús en el que bajaba ya Urkiola rompió los frenos lo que motivó que se accidentara. Aunque en un principio el edil parecía que estaba bien, acabó al día siguiente perdiendo la vida. Así lo recuerda la hemeroteca del periódico Euzkadi y también lo ha heredado su familia, caso de su nieto José Antonio y su nuera, Mari Paz Elorriaga, quien contrajo matrimonio con José, único hijo varón del edil nacionalista. Fueron tres hermanas más: Benita, María Dolores y Miren.

El rotativo abertzale titulaba «Un trágico accidente» e informaba: «Vuelca un autocar en Mañaria al regresar de Gazteiz (sic) y resulta muerto el concejal patriota de Abadiano don Antonio de Larramendi. Dos heridos leves y uno de pronóstico reservado».

El Euzkadi informó sobre el fallecimiento de este hombre de 40 años, al menos entre ocasiones: los días 3, 4 y 29 de abril. El primero incluyó la esquela de Larramendi en portada y en la página séptima dio a conocer la noticia del accidente y fallecimiento, por el que los batzokis de Durango y Abadiño, así como Juventud Vasca de Bilbao y otras entidades nacionalistas «pusieron sus banderas a media asta en señal de duelo». El diario calificaba al abadiñarra como «ferviente nacionalista». Sus familiares asienten al respecto a DEIA. «Aquí en el barrio de Urizar, que decimos Uxar, era el único nacionalista vasco. El resto eran carlistas», manifiestan Mari Paz y José Antonio y van más allá en sus recuerdos. «De hecho, en casa siempre se ha dicho que eran tan patriota que porque murió antes de la Guerra Civil, que si no, siendo como era le hubieran matado».

El 4 de abril de 1934, el rotativo abertzale recogió con fotografía el funeral por Larramendi oficiado en la parroquia de Abadiño bajo el título de El patriota muerto en Mañaria, «la nota dolorosa del día de la Patria», difundía. La imagen mostraba el paso de la comitiva fúnebre bajo la ikurriña a media asta del ba-tzoki de la anteiglesia vizcaina. «Con asistencia de las autoridades del PNV que presidieron y un gran contingente de patriotas, se verificó ayer en Abadiño el entierro del abertzale Antonio de Larramendi».

Arroparon a la familia los históricos Esteban de Isusi, Heliodoro de la Torre, Manuel Robles, Francisco Javier Landaburu o Luis Arbeloa. El alcalde local, Julián Irazola no pudo acudir por enfermedad. Otra curiosidad de la noticia del día es que el periodista escribió que el cementerio de Abadiño, donde el coro local cantó el Réquiem Aeternam, «quizás sea el mejor cuidado de Euzkadi», valoró.

Gastos del sepelio Otra anécdota de la jornada fue que tras el funeral la corporación se reunió en el Consistorio y acordó por unanimidad hacerse cargo de sufragar los gastos del sepelio que ascendió a «200 pesetas». Relacionado con dinero ocurrió otro dato. «Al dejar viuda de 34 años con cuatro hijos y un caserío por acabar de pagar con un 5% de intereses, entre familiares y personas del pueblo hicieron una colecta que llegó a las 23.000 pesetas que había costado en 1920. Y según hemos sabido siempre en la familia, hasta les sobró dinero con lo bien que se portaron todos», evocan.

Antonio de Larramendi y Oregi fue concejal de Abadiño por el PNV entre 1931 y 1934, como da a conocer a este periódico el también exedil jeltzale del municipio, Mikel Garaizabal, apasionado de los temas históricos. «Salió concejal en las elecciones del 12 de abril de 1931, hace 83 años», aporta junto a los recortes del suceso del diario Euzkadi. Antonio había nacido el 13 de junio de 1894, festividad de San Antonio. Trabajó en las labores del caserío Urizar y muy joven partió a Las Arenas a trabajar como carpintero a la Naval. Era dantzari del grupo de Abadiño y en su estancia fuera enseñó a bailar el ezpataridantza del Duranguesado a los de aquellas localidades. En aquellos días conoció a la que sería su esposa. «Mira, es muy curioso lo que le pasó», enfatiza Mari Paz. «Conoció a la que sería su mujer pasando el puente colgante de Portugalete. Resulta que era María Dolores Munitxa, una chica de un caserío de aquí cerca, Zubitarte, que estuvo sirviendo por allí. No se conocían hasta ese día e ir a ser allí… ¡Vaya casualidad!», sonríe.

La pareja regresó a Abadiño a vivir, al caserío Urizar cuando un hermano de él, Clemente, falleció de una epidemia que atacaba a las personas con exceso de peso. «Hasta aquí solían venir dirigentes famosos del PNV a hablar con Antonio, un hombre que tenía fama de buen conversador y político avanzado a la época», apostilla la familia. El periódico Euzkadi publicó el 29 de abril de 1934 que un día antes hubo una misa réquiem en recuerdo del patriota muerto en Mañaria, «Larramendi’tar Andoni», con el Liberame de Pero si interpretado por el coro de Abadiño. En ese número, se publicó que familias de la localidad habían donado en una segunda ronda 580,30 pesetas para los de Uxar.