En noviembre se cumplirán 155 años del nacimiento de Gregorio Ibarreche, el que fuera primer alcalde nacionalista de Bilbao y uno de los arquitectos más importantes y olvidados de la villa.
Un reportaje de Alex Oviedo
En un rincón del vestíbulo de Sabin Etxea descansa una escultura del artista valenciano Mariano Benlliure -conocido en Bilbao por haber realizado la estatua de Antonio Trueba de los Jardines de Albia o la de Don Diego López de Haro de la plaza Circular- en la que puede leerse: A D. Gregorio de Ibarreche como testimonio de gratitud por su acertada gestión al frente del Ayuntamiento de Bilbao. La escultura fue costeada en 1909 por más de un centenar de bilbainos, cuyos nombres aparecen en la base de la obra. Un reconocimiento que pone aún más en evidencia el desconocimiento que se tiene del que fuera primer alcalde nacionalista de Bilbao, un arquitecto destacado entre cuyos edificios encontramos algunos de los más emblemáticos de la Villa.
Ibarreche nació un 27 de noviembre de 1864, dos meses después que Miguel de Unamuno, en ese Bilbao que Delmas definiría como “el puerto más importante de la provincia, el lugar donde hace ya siglo y medio que residen la Diputación y las autoridades superiores, que es el pueblo más rico y floreciente del país, y que por estas circunstancias, pudiera considerársele como capital”. Con una población de apenas 18.000 habitantes, aquel Bilbao todavía no se había anexionado Begoña, Deusto o Abando, y el núcleo urbano seguía siendo el Casco Viejo y su catedral, donde Gregorio fue bautizado.
Se conoce poco de su infancia. Sus padres, Gregorio Ibarreche y María Jesús de Ugarte, vivieron en Barrencalle 43 y enviaron al hijo a estudiar al colegio privado de San Nicolás, situado en una buhardilla de la calle Correo, y en el que con seguridad coincidiría con Unamuno. Sin embargo, no estudiaría Ibarreche durante mucho tiempo en Bilbao. La muerte de su padre, cuando el chaval contaba 5 años, y la situación sociopolítica del país, llevaron a la madre a internarlo en Nuestra Señora de La Antigua, en Orduña, un centro regentado por los jesuitas. Eran años convulsos: Isabel II había sido destronada, se estaba elaborando una nueva Constitución, Amadeo de Saboya intentaba ocupar la vacante real y tras la abdicación de este fue proclamada la Primera República. Además, el tercer levantamiento carlista llevó a sus tropas a intentar sitiar Bilbao sin éxito en 1874.
LA FAMILIA ARANA En Orduña tuvo Ibarreche como compañero a Sabino Arana. Y compartió internado con Pedro Chalbaud y Alfredo Acebal y Gordon. Unos años después, marchó a Valladolid a estudiar bachillerato, donde entabló amistad con Luis Arana. Una relación que se mantuvo en Madrid como estudiantes de Arquitectura, y en Barcelona, donde acabaron los estudios. En Catalunya fueron testigos del auge del nacionalismo catalán, expresado en movimientos como la Lliga de Catalunya en la que participó el arquitecto Domenech i Montaner, y donde Arana le introdujo en los postulados del nacionalismo vasco. De hecho, Ibarreche participaría en junio de 1893 en la Cena de Larrazabal, un homenaje a Sabino Arana por la publicación de su libro Bizcaya por su independencia. Cuatro glorias patrias, e incluso le apoyó en la presentación de su candidatura en las elecciones provinciales.
En 1893, y con el título de arquitecto bajo el brazo, regresó a la casa familiar de Barrencalle, donde inició su labor profesional, muy ligada a la transformación que estaba experimentando Bilbao. El proyecto arquitectónico más antiguo que se le conoce es de mayo de 1894, un encargo de Micaela Escalza para la reforma del número 16 (hoy 36) de la calle San Nicolás de Olabeaga, en Bilbao. De ese mismo año es la reforma de la casa de Hilario Gallastegui en el 14 de la calle Iturburu. Dos proyectos previos al primero que hizo en 1897 para su principal cliente, el empresario Ramón de la Sota y Llano, director entonces de la agrupación de los fueristas de Euskalherria en la que ingresó Ibarreche, y que puede explicar su posterior alejamiento político de los Arana. Para De la Sota inició la construcción de una casa de recreo en la calle Santa Ana de Las Arenas. Y nueve años después, la de una casa de campo en las huertas de Landako, en Deusto. También proyectos para el Ayuntamiento de Arrigorriaga o la construcción de una casa para Rosario Gandarias y Compañía en la actual calle Fika 29.
Será en agosto de 1897 cuando firme la que será una de sus obras más emblemáticas para De la Sota. Casado este con Catalina Aburto y Uribe, el matrimonio vivió sus primeros años en el 24 de la calle Ibáñez de Bilbao, en el chalé Villa María, hoy sede de la Capitanía Marítima. Su abultada descendencia hizo que la casa se les quedara pequeña por lo que Ibarreche diseñó la nueva residencia familiar en Bilbao, en el 23 de Mazarredo, hoy conocida como Ibaigane, a escasos metros de Villa María, y actual sede del Athletic. Un edificio en el que reproduce los elementos arquitectónicos tradicionales de los palacios barrocos vascos y en el que destaca la elegante galería de piedra con columnas y el gran alero de madera.
ARQUITECTO MUNICIPAL La grave enfermedad del arquitecto jefe de obras municipales, Edesio de Garamendi, y la carga de trabajo del segundo jefe y nuevo director de las obras del Santo Hospital Civil de Basurto, Enrique Epalza, obligaron a la corporación a buscar un arquitecto auxiliar interino. Epalza decidió contar con Ibarreche. Durante ese tiempo, Ibarreche firmó la construcción de tres Escuelas: La Perla, hoy Cervantes; Olabeaga y Urazurrutia, hoy reconvertido en Centro BilbaoArte. También algunas obras menores como un horno crematorio para inmundicias y reses enfermas en el matadero de Tívoli, el refuerzo estructural del Lavadero de Atxuri, las obras de saneamiento de los lavaderos de Mena, Bilbao La Vieja, Urazurrutia… En aquella época no había régimen de incompatibilidades, por lo que los arquitectos simultaneaban el desempeño municipal con el privado. En el caso de Ibarreche, además de sus trabajos para De la Sota, proyectó, entre otras, una casa en Castro Urdiales para la viuda de Barona, tres casas dobles de labranza en Zorrotza para Benito Bariñaga o una casa doble en Barrencalle 11 para Francisco de Zuricalday.
Pronto dimitiría como arquitecto municipal y se centraría en la política. En 1903 se presentó a la alcaldía por el distrito de Santiago, convirtiéndose en teniente alcalde. La dimisión en enero de 1907 del alcalde liberal Gregorio Balparda, llevó a Ibarreche a asumir el puesto en funciones. Para entonces se había casado ya con Dolores Basualdo y Palacio, abandonado la residencia familiar de Barrencalle y mudado a Carnicería Vieja 13, donde estableció su vivienda y despacho.
PRIMER ALCALDE NACIONALISTA Tras la dimisión de Balparda, una Real Orden del 18 de febrero oficializa el nombramiento de Ibarreche, lo que le convierte en el primer alcalde nacionalista de Bilbao, cargo que mantendría hasta el 30 de junio de 1909. Durante su mandato de dos años y medio, se aprobó la construcción del parque de Albia, la ampliación del Ensanche, se inauguró el hospital de Basurto o se fundó la Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Sin olvidar la construcción del lavadero de Castaños, de la nueva Alhóndiga o la tramitación del abastecimiento de aguas. Para El Noticiero Bilbaíno, el alcalde supo mantener con corrección la alcaldía; para El Liberal, por el contrario, su mandato dejaba el Ayuntamiento en números rojos, con un déficit impensable para la época de casi 300.000 pesetas.
También siendo alcalde de Bilbao firmó numerosos proyectos arquitectónicos -como la fábrica de aserrar para la Compañía de Maderas, en el espacio que ocupa hoy el Guggenheim- o las obras del palacio de la Finca Lertegi en Getxo. Pero fue al dejar la política y la alcaldía cuando llevó a cabo proyectos de envergadura. Destacarían tres: las desaparecidas oficinas de la Compañía Euskalduna, el proyecto de almacenes generales de Uribitarte y futuro Depósito Franco, y la que será su máxima realización en el campo residencial: las tres casas dobles en las calles Ercilla, Heros y Colón de Larreátegui que ejecuta en 1919 nuevamente para Ramón de la Sota y Llano, una de las construcciones más soberbias y señoriales del Ensanche bilbaino.
Ibarreche falleció sin descendencia el 26 de julio de 1933, celebrándose su funeral al día siguiente en la catedral de Santiago, donde fuese bautizado 69 años antes. Entre las personas que llevaron las exequias, además de responsables de la Caja de Ahorros como Eliseo Migoya, se encontraba su compañero y amigo Luis Arana.
El 28 de julio, y en sesión ordinaria pública, el Ayuntamiento decidió por unanimidad hacer llegar a su esposa el sentido pésame por el fallecimiento de quien fuera alcalde de Bilbao “cuya memoria permanecerá imborrable en esta Villa, que tanta gratitud le debe por el especial interés que puso siempre en servir, con su clara inteligencia y laboriosidad, los intereses del pueblo de Bilbao”. Una frase que muestra la labor de Ibarreche por su ciudad, no solo como alcalde sino también como arquitecto, dejándonos con su firma grandes y bellos edificios.