Del exilio en Hendaia al Archivo de Salamanca

La familia de Miguel Segurajáuregui Olalde entregó hace diez años al centro los documentos de la República que llevó consigo y custodió en Lapurdi .

Un reportaje de Iban Gorriti

Se cumplen en estos días 10 años de la donación al Archivo de Salamanca del Archivo del Consulado de España durante la II República que el miliciano socialista, a la postre comunista, Miguel Segurajáuregui Olalde custodió en Hendaia durante la Guerra Civil. Fue una actitud ejemplar y su familia siempre quiso materializar el deseo de aquel miliciano de entregar los documentos al Ministerio correspondiente.

Documento con el que el Servicio de Migración de México le permitió la entrada y residencia en el país por un periodo de un año, prorrogable. Fotos: Familia Segurajáuregui

“Cuando entregamos el archivo de nuestro padre en Salamanca nos movía también el pensar en cuántos como nosotros buscaban recuperar la historia familiar. Ha sido difícil encontrar información de la nuestra, tal vez porque no sabemos dónde buscar”, aportan Manoli y Juanjo, hijos del cónsul republicano exiliado, que residen en Morelia, Michoacán (México).

La visita al archivo salmantino les sirvió al mismo tiempo para obtener más documentos personales de su familia. “Rescaté cartas personales de mi padre que fueron confiscadas. Fue en el periodo en que tuvo que exiliarse a la URSS después de lograr huir de una cárcel de Pamplona, donde fue encarcelado por la Revuelta de Octubre de 1934”, resume Manoli a este medio.

Las credenciales informan de que Miguel nació en Bilbao y tuvo su domicilio en el portal 14 de Castaños. Llegó al mundo como hijo de Gabriela Olalde y Juan José Segurajáuregui el 29 de septiembre de 1902. De profesión, en unos documentos aparece “comercio” y en otros “técnico electricista”.

Casi un año después del comienzo de la guerra tras el fallido golpe de Estado de militares españoles en julio de 1936, el 7 de mayo de 1937 fue “propuesto por las Organizaciones antifascistas de Euzkadi para el cargo de Comisario delegado de Guerra de Brigada”, según dicta un documento aportado por la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

El 20 de diciembre de 1938, el bilbaíno recibió su pasaporte diplomático que le acreditaba como cónsul de España en Hendaia para Europa. Se validó en Barcelona con el visto bueno del presidente de la República. El 1 de febrero de 1939 se ampliaron los efectos del pasaporte “para todos los países del mundo”.

El 2 de noviembre de 1940, el Servicio de Migración de México le permite el ingreso en el país azteca por un año, prorrogable eso sí, así como la residencia en la capital de esta república americana. El carnet, con dos fotos, una de frente y otra de perfil derecho, indica que fue Indalecio Prieto quien dio referencias positivas sobre su persona, que medía 1,68 metros, era de constitución fuerte, tenía pelo castaño y ojos “café” y una “cicatriz en el lado derecho de la frente”. También detalla que llegó al otro lado del Atlántico junto a su “hermana y sobrino”.

Ley de Memoria Histórica “Mi padre fue miliciano y cónsul de la II República en Hendaia entre 1838 y 1939. Llega a México en octubre de 1940 y muere aquí en 1952”, confirma Manoli. La Fundación Pablo Iglesias le recuerda como miembro de la UGT y afiliado al PSOE en el País Vasco. Durante la Guerra Civil fue comandante intendente de la Plana Mayor del Batallón 7º de la UGT, llamado Asturias (47º de Euskadi) y desde abril de 1937 comisario político de la unidad.

El Batallón 7º de la UGT, Asturias o 47º del Euzkadiko Gudarostea lo mandaba, según investigación de Francisco Manuel Vargas Alonso, el comandante Rogelio Castilla Alcalde, secundado por el intendente Miguel Segurajáuregui Olalde. Martín Sola López era teniente ayudante. “Todos ellos se vieron, como el resto de la oficialidad, al frente de una unidad de Milicias que ejemplifica lo que la guerra, con su crueldad, significa en cuanto a ejercicio de la violencia”, valoraba Vargas Alonso en su tesis doctoral titulada Milicianos. Las bases sociales del Frente Popular en Euskadi y la defensa de la República.

La Fundación Pablo Iglesias agrega que Segurajáuregui fue después cónsul de España en Hendaia (Lapurdi) y pasó a militar en el Partido Comunista de España. Exiliado en Caracas (Venezuela), se trasladó a México en octubre de 1940 y trabajó como agente de la Compañía de Seguros Anhauac.

“Poco más sabemos”, lamenta Manoli, y agrega que “lo que puedo decir es que salió de Francia con todo el Archivo del Consulado. Mi madre siempre nos dijo que ese archivo debía regresar a España. Y así fue. Con la publicación de la Ley de Memoria Histórica, en 2009 lo entregamos al Archivo de la Guerra Civil de Salamanca”.

Interno en Gurs Y no fue el único antifranquista de la familia bilbaína. Su hermano mayor Luciano, marino mercante, estuvo interno en Gurs y logró llegar a México antes que Miguel, “pero regresó a Francia dispuesto a luchar contra los nazis. Murió en Holanda según un recorte que conservo de un periódico del PC”, señala Manoli.

La hija del cónsul estima que los registros de nacimiento de su padre y de su tío Luciano “los hicieron desaparecer porque logré obtener el acta de matrimonio de mi abuelo Juan José, que se casó en Araotz y el caserío donde vivió existe y ha quedado en la familia ampliada. Tampoco queda claro cuál es la línea familiar con ellos”, valora esta hija de exiliados vascos.

Manoli consiguió asimismo el registro de nacimiento de la hermana mayor Luisa, también miembro de la UGT. “No lo encontré de la hermana más pequeña, Presentación. Menciono a esas dos hermanas porque también llegaron exiliadas a México; Luisa y Luciano con un sobrino de 9 años llegan primero y Presen y mi padre después”, explica quien antes de entregar los originales al Archivo de Salamanca hizo copias para guardar en su hogar, en su hoy ya memoria colectiva.