G. Tabernilla / J. Lezamiz
A finales de enero de 1937 el Estado Mayor del Ejército del Norte, bajo el mando del general Francisco Llano de la Encomienda, planeaba una nueva ofensiva contra las fuerzas rebeldes que resistían en Oviedo, prácticamente cercadas salvo por un pasillo que comunicaba con Grado. Llano, cuyas relaciones con el Gobierno de Euzkadi se habían deteriorado gravemente a causa de la frustrada ofensiva sobre Vitoria, quería el concurso de dos brigadas vascas y una santanderina. La falta de un mando único en el Norte era consecuencia del cantonalismo de las tres provincias norteñas leales a la República y tuvo su punto de inflexión cuando el lehendakari Aguirre dejó a Llano sin jurisdicción en Euzkadi, acusándole de incompetente y de no entender «la singular idiosincrasia del Pueblo Vasco».
Pero en enero de 1937 Llano aún era el jefe del Ejército del Norte, y cuando ordenó al Ejército vasco la organización de dos brigadas planteó al Gobierno de Aguirre dos problemas de difícil solución: uno de índole práctico, por la pérdida de hombres vitales para defender el país, y otro de índole político, debido a la oposición de los nacionalistas a enviar fuerzas vascas fuera de Euskadi. Las discrepancias fueron muchas y relevantes, desde el consejero Jesús María de Leizaola, que emitió un voto particular, hasta el propio Luis Arana Goiri, hermano del fundador del PNV, pero al final se impuso el criterio de Aguirre, que se implicó de un modo especial, eso sí, a cambio de diluir la intervención de los jeltzales a un solo batallón, el Amayur, cuyo jefe -no por casualidad- era hermano del secretario de Defensa Joseba Rezola, y a una compañía de ametralladoras del Ariztimuño, mientras que los otros cinco pertenecían a ANV, UGT, JSU, PCE y CNT. Con ellos iban dos baterías de 7,5 y una de 12,7, una compañía de morteros, blindados, transmisiones y sanidad.
Nace el mito
Sin superar las enormes dificultades que impedían la formación de una brigada enteramente nacionalista, el departamento de Defensa encuadró a los batallones Amayur y ANV nº 2 Euzko Indarra junto a un tercero de adscripción socialista, el UGT nº 2 Prieto, pero ello no impidió que los líderes del PNV imprimiesen a esta brigada un sesgo político que no tenía al colocar al frente de la misma al comandante del Euzko Gudarostea -la sección de milicias del PNV- Cándido Saseta, un militar profesional que Sigue leyendo Las Brigadas Vascas en la ofensiva de Oviedo