El líder del Partido Laborista invitó a paco robles, un vizcaino-leónes de 91 años, al parlamento de westminster
Un reportaje de Iban Gorriti
Asus casi 92 años, Paco Robles fue uno de los niños exiliados de la Guerra Civil que huyeron de Euskadi a Gran Bretaña a bordo del histórico barco Habana. Originario de León, en 1937 residía con su familia socialista en Lutxana, Barakaldo. 81 calendarios después de zarpar desde Santurtzi a Southampton, el mes pasado recibió una invitación del líder laborista Jeremy Corbyn para tomar parte en una sesión de control en el parlamento británico. El 21 de febrero, este miembro de la asociación Basque Children 1937 se personó en el palacio de Westminster. Acudió junto a otra compañera de la agrupación, Carmen Kilner.
La experiencia fue “inmejorable”, según relata Robles a DEIA. “La primera ministra Theresa May no paraba de mirarme”, se ríe desde su residencia en Northolt, Londres. Tras el pleno, Corbyn les invitó a pasar a su despacho y desayunar con él. “En ese momento le pedí que, de vez en cuando, le levante la voz él también a May, una mujer que grita mucho y que se cree que posee la razón única. Su partido, los conservadores, son muy insultones”, agrega. Y es que, a juicio de Robles, en Reino Unido ocurre algo similar a lo que acontece en el Estado español. “May era ministra del Interior y está llevando a cabo muchísimos recortes… Como allí, en España, que aún gobiernan los hijos y nietos de los franquistas. ¡Nos dan una fracción de todo lo que nos han robado!”, enfatiza con actitud apasionada.
Pero, ¿quién es Francisco Robles? Nacido el 25 de junio de 1926 en una casa pegada a la histórica catedral de León, su familia se trasladó a vivir a Barakaldo cuando tenía tan solo dos años. Su padre, Germiniano Robles, era “un diputado del PSOE en Bilbao”, asegura Robles, quien agrega que “me han dicho que también somos algo de la socialista Margarita Robles, y que fijo que somos primos del torero Julio Robles”.
años de guerra Germiniano Robles era muy amigo de la comunista Dolores Ibarruri, La Pasionaria: “Eran íntimos. De hecho, yo siempre pensé que Dolores era mi tía. Venía a menudo a casa con su marido. Una vez que iba enganchándome a los tranvías me partí un labio y ella me lo curó. Incluso coincidimos en una ocasión en Checoslovaquia y me reconoció en seguida”.
Su partida de León a Lutxana se debió a que a su padre le ofrecieron un puesto en el departamento de química de Altos Hornos de Vizcaya. “Vivíamos en unas casas hechas por la República que eran muy bonitas y buenas, hasta que empezó la guerra. Mi padre fue al frente. Sé que estuvo en Otxandio. Desconozco el batallón al que perteneció”.
De los días de guerra en Bizkaia recuerda que, viajando en un tranvía, oyó un estruendo superlativo. “Fue como un trueno encima nuestro. Dijeron que tenía que ver con el bombardeo de Gernika, lo recuerdo muy bien, pero no sé dónde estábamos”. Pronto le buscaron al pequeño Francisco una salida al exilio, a tierra en paz. Tenía 9 años. Destino: Southampton, Reino Unido. Salida: Santurtzi. “Nos dijeron que iríamos para tres meses y recuerdo aún lo que sentí al notar las lágrimas de mi madre en mi cara. Todas las madres lloraban, y ya en el barco, nosotros también”, afirma.
Estuvo un mes en el primer puerto al que arribaron y después lo enviaron a otra colonia. “En ocasiones vino Negrín, el presidente del gobierno de la Segunda República, a vernos a las colonias. Le vi en dos ocasiones”, evoca. Pero la paz no duró mucho tiempo al llegar la Segunda Guerra Mundial. “En una colonia, la Luftwaffe -fuerza aérea alemana de Hitler- nos tiró un torpedo aéreo. Eso no se me olvida”.
Su padre, mientras tanto, había vuelto del frente y se encontró con que le habían quitado su casa. “Fue un falangista vestido con su uniforme. Nos quitó lo que nos había dado la República”, enfatiza con garbo. Y va más allá: “Entre eso, tanta pena y tanta muerte con Franco, una vez me arrodillé y dije que no creería nada en Dios, eso son chorradas… Es que los aviones en Barakaldo nos ametrallaban y, cuando oíamos el cuerno de Altos Hornos, íbamos al refugio corriendo con mi madre y ella en sus brazos llevaba a mi hermano”, relata con enfado.
Robles aún mantiene en su retina qué le ocurría a la carretera de Lutxana. “Yo le decía a mi madre que veía que se levantaba el suelo y me explicó que eso era que nos estaban disparando. Un horror. Mataron a muchos niños amigos míos que estaban jugando”.
Paco se quedaría a vivir en Londres. Aunque siempre quiso ser veterinario, acabó trabajando para British Airways. “En ella me jubilé”, detalla quien aún recuerda canciones en euskera. “A los amigos de Lutxana les decía: yo soy más vasco que vosotros, aunque nací en León”. Ocho décadas después de aquello, ha sido invitado por el líder laborista Corbyn y ha quedado tan contento como “cuando en la República vestía yo orgulloso un cinturón con la foto de Pablo Iglesias”.