El autor introduce a los lectores no iniciados, en la labor que realizan los historiadores para sacar de los documentos que analizan información que puede arrojar luz sobre acontecimientos de la Historia.
Un reportaje de Iosu Urra Lorea
QUÉ supone investigar la historia medieval? ¿Qué información, conclusiones y pequeños detalles se extraen de su análisis? Son muchos datos curiosos los que podemos encontrar cuando se realiza un trabajo de investigación medieval, y sobre esto tratan las siguientes líneas. Historiador de formación y medievalista de vocación, no tengo ni voz ni voto para hablar de cómo es la investigación de la Edad Media. Sin embargo, sí que voy a contarles la aventura de realizar un Trabajo de Fin de Máster desde el punto de vista de alguien que no tenía mucha idea y que aprendió sobre el terreno, o sobre el documento, mejor dicho.
Quizá el lector se estará preguntando por qué se utiliza la cursiva en la palabra historiador. La respuesta es que tras acabar la carrera podía llamarme oficialmente historiador, pero, siendo honesto, no tenía casi ninguna idea de cómo escribir historia, opinión que compartíamos otros historiadores y otras historiadoras de clase y cuyos motivos darían para un par de artículos más. Hoy en día me sigo sintiendo historiador, pero creo que en camino de quitarme la cursiva.
El objetivo del TFM era un primer acercamiento a los problemas que plantearía elaborar una colección diplomática regia de Sancho VI el Sabio. ¿Qué quiere decir esto? Que había que recopilar los textos correspondientes emitidos o confirmados por el monarca, los conservados en el Archivo General de Navarra principalmente para esta ocasión. Una colección diplomática regia completa sería, grosso modo, recopilar todos y cada uno de los documentos emitidos o confirmados por el rey, tanto los que se conocen como los que no, para lo que se tendría que acudir a archivos de distintos niveles con la esperanza de encontrar alguno aún desconocido e inédito. Sería necesario transcribir dichos textos y compararlos entre ellos, teniendo en cuenta las publicaciones ya existentes. A continuación, se procedería al análisis diplomático de todos ellos deteniéndose en elementos como el tipo de escritura, tamaño de las distintas piezas, la morfología de las letras, su inclinación, estado de conservación del documento, tradición (originales o copias), signos de validación, idioma, datación, etc. Todo ello debería culminar en una edición completa de dichos diplomas, adaptada a las normas internacionales existentes, algo que exigiría (obviamente) un largo proceso de formación del propio investigador.
¿Qué necesidad hay de hacer un trabajo así? Aparte de que la investigación engancha mucho a quien es un apasionado de la materia, nadie ha realizado una colección diplomática completa de Sancho VI. Solo María Isabel Ostolaza y Santos García Larragueta realizaron algo parecido para este monarca en un magnífico trabajo publicado hace ya treinta y siete años.
104 DOCUMENTOS Para el TFM, lo primero que se hizo fue una introducción sobre el reinado de Sancho VI que sirviese como contexto histórico de los documentos que después se iban a analizar. Un segundo apartado estaba dedicado a hablar del itinerario real una vez analizados los 104 documentos que se utilizaron en el trabajo, aunque hay que insistir en que estos no son todos los diplomas del monarca. Esta parte nos sitúa a Sancho VI de un modo geográfico.
¿Cómo podemos saber esto? A través de la data tópica de un diploma, o lo que es lo mismo, el lugar desde donde se emitió. Cuando los documentos muestran las datas tópicas, y lo hacen muy a menudo, se puede saber por dónde se movía el rey o su entorno, donde pasaba más tiempo, que ciudades frecuentaba más que otras etc.
Esto arrojó curiosidades como que Tudela era la ciudad desde donde más documentos había emitido el rey. Llama la atención este dato, ya que lo lógico sería pensar que desde donde más diplomas se habrían emitido habría sido Pamplona, siendo esta última capital del reino. Aun así, al no utilizar todos los documentos existentes del rey para este trabajo, sería aventurado sacar conclusiones demasiado ambiciosas. Quizá si se analizasen todos los documentos este dato cambiaría. En las datas tópicas y en los documentos en general también aparecen nombres de localidades navarras atestiguando así su antigüedad.
En los documentos a menudo no constan los nombres de los pueblos tal y como se llaman hoy, sino que los encontramos con la forma arcaica con que se conocían en la época, algo curioso para los interesados en la toponimia.
Una tercera parte estuvo dedicada a hablar sobre el servicio de expedición de documentos regios, puesto que durante este reinado es cuando se creó la Cancillería del Reino. Cuando se redactaba un documento normalmente aparecía el nombre de la persona que lo había redactado, escribanos reales hasta la mitad del reinado del Sabio. De todos los documentos consultados para el trabajo el título de canciller, como responsable de un servicio más organizado, aparece por primera vez en 1173 (unos años antes de lo que sugieren Larragueta y Ostolaza en su publicación), por lo que se puede deducir que es a partir de entonces cuando se podría hablar de la Cancillería del Reino de Navarra, por muy primitiva que fuese (se desarrolló mucho más en el siguiente reinado con Sancho VII el Fuerte). Por lo tanto, vemos cómo en este periodo la organización de la creación y emisión de documentos va evolucionando y volviéndose más compleja.
Las siguientes partes del trabajo estuvieron dedicadas puramente al análisis de los documentos. Tras unas líneas dedicadas al Archivo General de Navarra, a las colecciones diplomáticas que se han realizado hasta ahora en general, etc. se dio paso directamente al estudio de los diplomas dividiéndolo en dos partes: caracteres extrínsecos e intrínsecos. Dentro de los caracteres extrínsecos (los relativos a la materialidad del documento) se investigaron solamente los diplomas originales centrándose en aspectos como sus medidas, la disposición de los párrafos, el estado de conservación, todo lo relacionado con las letras, con la escritura, el idioma, etc.
Aquí hubo bastantes complicaciones ya que, era difícil diferenciar un original de una copia y sin el asesoramiento y precauciones precisos del director del TFM, imposible. El problema estaba en que algunas publicaciones aseguran que un documento es original o que es copia, pero luego en el archivo hubo que revisar y replantear algunas de estas opiniones.
Quien realiza un TFM no tiene conocimiento ni tampoco experiencia suficiente para cuestionar la opinión de expertos en la materia, pero si alguien que la tiene revisase documentos originales y lo debatiese con otros expertos para mejorar el conocimiento sobre ellos nos haría un gran favor, sin ánimo de menospreciar el trabajo ni la opinión de nadie.
CAMBIO A ‘REINO DE NAVARRA’ Todo esto por lo tanto trastocaba ciertos aspectos generales y uno en concreto: el cambio de Reino de Pamplona a Reino de Navarra, lo que denota un cambio substancial en la manera de concebir el ejercicio del poder real. Se acepta comúnmente que el cambio se produjo en 1162, pero la palabra Navarra no fue una invención de la nada, es decir, el término ya se utilizaba antes de que se cambiase el nombre del reino, no se la inventaron ex nihilo.
Se podría pensar que en ámbitos no oficiales ya se utilizaba ese término, por ejemplo en el lenguaje oral o en documentos ajenos al entorno regio. Por otra parte, documentos analizados, algunos de ellos anteriores a 1162, muestran la titulación Sancius per Dei gratia rex Nauarre (Sancho rey de Navarra por la gracia de Dios).
De modo que el cambio debía haberse producido con anterioridad, según algunos autores, en torno a 1157. Todo depende de los documentos, ¿Son verídicos? ¿Los que muestran esa titulación antes de 1162 son originales o copias? Si son originales o copias fidedignas, tal vez debamos adelantar unos pocos años el cambio. Debemos tener presente que también pueden ser copias con errores de transmisión textual. Puede que esto a simple vista no tenga mucha importancia, al fin y al cabo, no son más que unos pocos años. Pero para un navarro y navarrista tomó bastante importancia, de modo que desde aquí se anima a cualquiera que tenga conocimientos sobre el tema a que los comparta.
Dejando de lado el dichoso cambio, el análisis de documentos originales y su consecuente observación en los archivos sirve para ver ciertas cosas. No todos los archivos son iguales ni todos están cuidados y organizados al mismo nivel. No todos los documentos están guardados como se debería y no todos ellos se tratan con el debido cuidado. Aun así, el sumergirse en un documento original escrito por alguien que vivió hace tanto tiempo, leerlo y tocarlo, notar su fragilidad y comprobar que todavía no se ha perdido es algo que enseña a valorar el trabajo de quienes han hecho un esfuerzo por guardarlo y conservarlo, y a quienes deberíamos estar agradecidos.
En cuanto a los rasgos intrínsecos (que tienen que ver con el contenido del documento) se analizaron cada uno de los 104 documentos deteniéndose en rasgos más generales como pueden ser la tradición (originales o copias), el idioma (las copias a veces aparecen en romance o en un latín muy romanceado), datación y el tenor documental, que básicamente es como se le llama al esquema interno que siguen todos los documentos.
Aquí se pudo observar que la mayoría de documentos reales siguen el mismo orden y tienen muchas similitudes entre sí (a excepción de algún fuero como el de Estella), por lo que se podría decir que los escribanos tenían una serie de formularios que utilizaban para redactarlos. En relación con los fueros, hay cierto número elevado de ellos para este reinado.
Algunos nacen de la necesidad de confirmar y en algún caso modificar los ya existentes, pero en otros surgen debido a la fundación (más intensa que en otros periodos) de nuevas villas, sobre todo a partir de 1179. ¿Qué se esconde detrás de estas cartas de población y fueros? A menudo se trata de atraer a gente nueva para que pueble ciertos territorios, especialmente aquellos colindantes con el reino de Castilla y Aragón, enemigos del rey durante gran parte de su reinado. En otras ocasiones, revelan el propio crecimiento de una sociedad cada vez más compleja.
Tal y como espetó Iñaki Perurena, muy más o menos y sin ser exactos: “interesarnos y conocer nuestra historia anterior a los últimos 100 años es el mínimo que todos teníamos que conocer, y a lo mejor las cosas funcionarían de otra manera”. Así pues, desde aquí se anima a cualquier interesado o interesada en la historia de su tierra anterior a los últimos no 100, sino muchos años más, a que investigue un poco sobre ella, a que se pase una tarde leyendo algo relacionado con el tema y por supuesto, en el archivo si puede, y a que comparta su conocimiento con el resto de personas, ya que creemos que es necesario conocer la historia en general, pero la propia en particular.