EGI, la antorcha de los gudaris del 36 de grafía celta

El catalán independentista Juan Queralt creó el célebre logotipo picassiano de Eusko-Gaztedi en 1960.

Un reportaje de Iban Gorriti

El logotipo de EGI es posterior a la guerra de 1936 a pesar de que la fundación de Euzko-Gaztedi data del 14 de febrero de 1904. No obstante, la manufactura del histórico símbolo parte de aquel conflicto bélico surgido tras un fallido golpe de Estado militar contra la legítima democracia de la Segunda República, y nacerá impreso en 1960 como Eusko-Gaztedi. Es decir, se abandona la z y pasa a ser Eusko-Gaztedi.

“El logo es posterior y cuenta con la mano y la antorcha, idea tomada del cuadro Guernica de Picasso. Además, era el logo de la revista Gudari, trabajo de personas exiliadas por la guerra civil en Venezuela. Era la forma de continuar la lucha desde la trinchera de la propaganda”, abrevia el exsenador jeltzale, Iñaki Anasagasti.

Logotipo de EGI, con la antorcha que simboliza la transmisión generacional del nacionalismo. (Foto: PNV)

Euzko-Gaztedi -primero Juventud Vasca- fue refundada en Venezuela, donde quedó integrada en la estructura política del PNV en el exterior. Cabe confirmar que las siglas de EGI surgieron tras haber editado la revista Gudari y ver la necesidad de crear una nueva organización juvenil. El catalán independentista Juan Queralt fue el creador del famoso logotipo, y como bien apunta Anasagasti tomando como idea el testigo de los antiguos gudaris pasado a las nuevas generaciones e inspirándose en la antorcha del cuadro Guernica, icono que se convirtió en su símbolo. Alberto Elósegui fue uno de los hombres que impulsaron este emblema y “alma de la revista Gudarien Venezuela”, de la que fue cofundador y editor hasta que desapareció en los años 70.

Este donostiarra -preso en Martutene durante la guerra- mantiene que históricamente siempre ha habido “cierto confusionismo” creado en torno a las siglas de EGI, a sus símbolos y a su acción.

Él atracó una mañana muy calurosa de 1956 al puerto venezolano de La Guaira, en un exilio sin esperanzas de retorno. “Me estaban esperando dos miembros de Euzko- Gaztedi”, rememora. Uno, el encartado Isaías de Atxa y el segundo, uno de Bergara. Comieron en Macuto. “Después de oír mi exposición de la situación de Euzkadi, tal cual la había experimentado, hicimos la firme promesa, casi el juramento, de intentar una reorganización a fondo de Euzko-Gaztedi (Juventud Vasca) a nivel internacional y alentar y apoyar su recuperación en el interior dotándola de los medios precisos. Era como para reírse de nuestra audacia”.

El nombre de EGI fue, a juicio del periodista Elósegui, “más el producto de una casualidad que el de una larga meditación”. Y es que existía por entonces en la capital una organización juvenil vasca, local, en el seno del Centro Vasco, que se llamaba Euzko-Gaztedi de Caracas. Era una organización política pero no partidista con integrantes de Acción Nacionalista Vasca, Jagi, PNV… “Sin distinción”, enfatiza.

Partiendo de ello, y tras conversaciones con los directivos de Euzko Gaztedi de Caracas se estableció la conveniencia de que en los recibos y documentos que se les pasara, como organización que era del PNV, se añadiera “algo que nos identificara plenamente, para evitar la confusión entre el Euzko-Gaztedi local y el Euzko-Gaztedi (Juventud Vasca) Resistente”. De ahí surgieron leyendas como Pro Juventud Resistente de Euzkadi. La aparición, además, de EKIN que acabaría adoptando las siglas de ETA, hizo que los recibos en 1957 y 58 fueron impresos como Euzko-Gaztedi del Interior, es decir, Euzko-Gaztedi Resistente, que fue ganando adeptos en Venezuela, México, Colombia y Argentina y reforzando no solo sus cuadros en América sino también en Iparralde y Hegoalde. “Basta echar una ojeada a nuestro órgano da prensa Gudari -creado también por un servidor en 1960-, para cerciorarme de que Euzko-Gaztedi (Juventud Vasca) o Euzko-Gaztedi (del) Interior estaba en marcha, tal como habíamos proyectado en aquella ahora histórica reunión de 1956”, ordena.

diseño de un catalánPronto, a Elósegui, redactor-jefe de la revista venezolana Momento y compañero en ella del periodista y literato a la postre Nobel Gabriel García Márquez, se le ocurrió que hacía falta dar un paso al frente: “Necesitábamos unas siglas que sintetizaran no solo la acción de apoyo nuestro hacia Euzko-Gaztedi del Interior, sino de grito activista digno de ser escrito con brea en las paredes de Euskal Herria. Entonces, no existía el cómodo spray”. Fue en ese momento cuando recuerda que lanzó las siglas EGI. A Peli de Irizar, Lucio de Aretxabaleta -Delegado del Gobierno Vasco en Venezuela- y al otro lado del Atlántico a Joseba Rezola les pareció bien. Como curiosidad, los símbolos de EGI no fueron diseñados por un vasco sino por un catalán, compañero de Elósegui y Gabo en la revista Momento. Fue en 1960 cuando Interior solicita al PNV logotipos para la propaganda. “Hablé con Queralt”. Era catalán nacionalista, exiliado del tiempo de la guerra que había luchado contra Franco y que se sumó al maqui en Francia contra los alemanes.

Propuso que la imagen de EGI fuera una mano con una llama para significar “el paso de la antorcha de la generación de los gudaris de la guerra a la nuestra”. Y, con arreglo a ello, el catalán recordó a Picasso. “No era tomado del Guernica real, sino de un boceto anterior publicado en un libro sueco que detallaba, paso a paso, cómo había ido haciendo el pintor su obra. Pronto vino a la redacción con los símbolos a gran tamaño”.

Al recibir el original -que ya lleva escrito Eusko-Gaztedi con s- lo entregó en la siguiente reunión. “El precio de los símbolos fue de una taza de café que nos tomamos en la cafetería de la revista y que costó 0,25 de bolívar. Al cabo de unas semanas pasaron a ilustrar la revista Gudari y a ser reproducidos en hojas multicopiadas que EGI sacaba clandestinamente en Bilbao”.

La tipografía, como Queralt, tampoco era vasca, como algunos presuponían. El autor confirmó que era “celta, pero dada la urgencia del asunto y la aceptación que desde el primer momento tuvieron en el interior, nunca cambiamos las letras”, agrega.

Elósegui desea que no se creen más dudas al respecto. “Esta es la historia simple de unos símbolos que, buenos o malos, sirvieron en unos momentos muy azarosos y que registró legalmente el partido. Y sobre cuya pertenencia, espero, no haya la menor duda en el futuro”.