La firma fascista que mancilló el libro de honor de la Casa de Juntas

El general piazzoni, de la aviación italiana que participó en el bombardeo de gernika, dejó su rúbrica y dedicatoria el 29 de abril de 1937 el día que los fascistas entraron al municipio

Un reportaje de Iban Gorriti

Dos soldados franquistas custodian el Árbol de Gernika, días después del bombardeo. Foto: Gernikazarra
Dos soldados franquistas custodian el Árbol de Gernika, días después del bombardeo. Foto: Gernikazarra

hay una pregunta que ronda la mente del historiador Alberto Santana: “¿Por qué los fascistas no destruyeron el Árbol y la Casa de Juntas de Gernika-Lumo en el bombardeo del 26 de abril de 1937?”. Y la interrogación se hace bola de nieve al aportar curiosos datos para la reflexión. El estudioso y también presentador de televisión asegura que la Casa de Juntas foral tenía entre 1914 y 1944 su Libro de Honor para recoger firmas y testimonios de las visitas. Sobre sus páginas dejaron también sus impresiones y firmas diferentes sublevados y aliados contra la legítima Segunda República. Entre ellos, destaca la del comandante Sandro Piazzoni, general en jefe de la Brigada Flechas Negras italo-española, que participó en el bombardeo de la localidad.

Antes de saber qué escribió Piazzoni, Alberto Santana dibuja sin quererlo un boceto picassiano al afirmar que “Gernika fue la santa violada y asesinada por sus, entrecomillas, redentores”. Partiendo de ese axioma, pasa a imaginar, la villa el 29 de abril de 1937. Es decir, tres días después del bombardeo que protagonizaron la Legión Cóndor de Hitler y las también fuerzas aliadas fascistas de Mussolini el 26 de abril sobre la localidad vizcaina y otras anexas.

Lo narra Santana: “Aún ciudad todavía en llamas, sembrada de ruinas y cadáveres, una hora después de entrar en Gernika con sus tropas, al comandante Sandro Piazzoni, general en jefe de la Brigada Flechas Negras, le mostraron el Libro de Honor de las Juntas y escribió en él en italiano mezclado con palabras castellanas: “En el día de su Santa Redención, con todos mis Flechas Negras que entran en la ciudad justo a continuación de las columnas Iglesias (teniente Ricardo Iglesias), Sparta -en referencia al comandante José Martínez Esparza-, de la Brigada de Navarra (4ª), mando a la ciudad santa de Vizcaya, hoy aún más Santa, un saludo fraterno”, se despide no sin antes ser más preciso, como sabiendo que fue tan histórico como cruel, “a 29 de abril de 1937. Hora: 12,45. Viva España. Arriba España. El General Jefe de la Brigada Flechas Negras”.

Sobre la fotografía que aporta a nuestro imaginario el historiador vasco se leen, además, otros manuscritos de esa misma jornada. “Por la 4ª Brigada de Navarra que liberó a Guernica, incorporando a esta histórica villa a la España Nacional”, acuñaba el teniente ayudante de la División fascista.

Quien fuera parte del equipo del recordado programa La mirada mágica de ETB, muestra, además, un curioso retrato del citado Sandro Piazzoni. “Está personalmente dedicada por Piazzoni al subteniente Tulilla, que participó en la ocupación de Gernika y una semana más tarde se distinguió en la batalla del monte Jata del 7 de mayo de 1937”, matiza.

Curiosa también es la inscripción que se hace tres meses después -hay más de mil en el libro- de manos de un requeté, Francisco Biafo y Ortiz: “Al visitar por primera vez este noble templo de nuestras tantas libertades una vez más digo: Viva España, Viva Euskaleria. Viva Vitoria. Viva Álava. Viva los fueros”, escribió el 21 de noviembre de 1937. En publicaciones como En el requeté de Olite, de Mikel Azurmendi, o Requetés de las trincheras al olvido, de Pablo Larraz Andia, se cita cómo en sus tercios, en muchas compañías, algunos solo hablaban euskera. Por esa razón, se vieron en la tesitura de poner mandos intermedios que hablasen ambas lenguas para poder transmitir las órdenes a la tropa en euskera.

libro desaparecido El libro de honor de la Casa de Juntas (1914-1944) se encuentra en paradero desconocido. Fue robado y no se ha vuelto a saber nada. Antes de ello, Joseba Iribar, investigador de todo lo relacionado con el Árbol de Gernika y la Casa de Juntas tuvo el acierto premonitorio de fotocopiarlo y gracias a él, en cierto modo, sigue existiendo. El blog de la Asociación Sancho de Beurko es quien da a conocer el trabajo desempeñado por el investigador barakaldotarra en una entrada sobre la desaparición del libro y sobre el lehendakari Aguirre, en su web sobre el cinturón de hierro.

El último boletín del Gobierno vasco que “nunca existió”

Imprimido en Turtzios el 28 de julio de 1937, en euskera y castellano, y hasta hace poco inédito, se hizo para trasladar el ánimo de que la guerra no estaba perdida

Un reportaje de Iban Gorriti

Borja Aginagalde, responsable del Patrimonio Documental del Archivo Histórico de Euskadi. Foto: Juan Lazkano
Borja Aginagalde, responsable del Patrimonio Documental del Archivo Histórico de Euskadi. Foto: Juan Lazkano

Que algo no se conozca no significa que no exista. Es el caso del Diario Oficial del País Vasco que nos ocupa en Historias de los vascos. La mayoría de investigadores y los propios empleados del Archivo Nacional Vasco, con sede permanente en Bilbao, concebían que el último boletín del Gobierno Provisional de Euzkadi se estampó en junio con la llegada de los franquistas a Bilbao el 19 de junio de 1937. Era el número 252 y databa del 17 de junio de aquel calendario. Sin embargo, no fue así, hubo uno posterior y que hasta esta publicación de hoy que recoge DEIA se encontraba inédito.

El último documento oficial y original del Departamento de Justicia y Cultura de la Diputación de Bizkaya tiene dos caras y se imprimió a dos columnas, en castellano y euskara, el 28 de julio de 1937 en Truzios, hoy Turtzioz. Fue la entrega 253.

A juicio del responsable de Patrimonio Documental del Archivo Histórico de Euskadi, Borja Aginagalde, esta gaceta fue manufacturada “con la voluntad férrea de que no se había perdido la guerra, de que se va a seguir gobernando, de que van a hacer el número siguiente… ¡Salta a la vista!”, enfatiza con júbilo. Y va más allá caminando por la misma senda: “Se percibe una convicción patriótica, fueran del partido que fueran. Más aún, porque siendo el último y bajo las bombas de aquellas jornadas… aún en su contenido se acordaron de su gente; hablan de indemnizaciones, por ejemplo”.

La existencia de esta edición era negada hasta que un historiador, Lorenzo Sebastián García, lo citó en una de sus divulgaciones. Surgió la duda y el consiguiente misterio. “Entonces, nos pusimos a buscarlo y apareció, pero no con el resto de boletines, sino que en una carpeta de nóminas de cobro. Entre ellas, allí estaba, porque precisamente una disposición del mismo, un aviso a quienes evacuaron de Bilbao para pagarles la nómina. Te pones a mirarlo y te resulta algo milagroso que en el contexto que estaba el Gobierno vasco pudiera haberse publicado”, acentúa Aginagalde.

un largo recorrido Quimérico es también pensar los viajes que ese legajo ha hecho en los posteriores 80 años que se cumplieron en julio. Desde el archivo capitalino de la calle María López de Haro matizan que los documentos migraron siempre con el Gobierno de Euzkadi, “con el lehendakari Aguirre” -pormenoriza-, y que estuvieron en el exilio en París, y que acabarían llegando al centro Irargi de Bergara hasta volver a mudarse al actual centro bilbaino. “Es un documento emocionante por cómo se llegó a hacer. Cómo durante un periodo tan convulso haya personas pensando en hacerlo… Es un interés por las personas que ahora está de moda, pero no es de ahora solo”, insiste Aginagalde.

El garante de Patrimonio sostiene que la existencia actual del Archivo también es algo milagroso. “Yo siempre he dicho que tenemos poco, pero lo que tenemos es un milagro. Manuel Irujo hizo mucho por ello. Tuvieron mucho coraje para conservar todo lo que se pudiera. Somos unos privilegiados. ¡Diseñaron e hicieron ese boletín estando rodeado por los franquistas!”.

El contenido es “normal”, califica. De esta manera, el sumario informa de un decreto que ordena la movilización de todas las clases e individuos de tropa y mozos pertenecientes al alistamiento de 1921, y de un segundo capítulo de Administración central, de la Secretaría General de Obras Públicas, sobre una relación de todos los vehículos que tenían los Departamentos del Ejecutivo, Corporaciones o entidades civiles. Igualmente, un aviso a los empleados y obreros referente a la indemnización acordada por el Gobierno de Euzkadi.

diferentes apartados El primer apartado atañe al Departamento de Defensa, que se pone en pie de guerra. “Las vicisitudes de la campaña han puesto de manifiesto la necesidad de acrecentar los efectivos militares”, decreta. Para satisfacer esa necesidad articula cinco puntos bajo el cargo del presidente y consejero de Defensa en funciones, Jesús María de Leizaola.

En el capítulo de Administración Central, el Secretario General de Obras Pública, Ricardo Urondo, pide “urgentemente” que aquellos vehículos ‘oficiales’ sean notificados para hacer una relación detallada. Como curiosidad, estas personas deben dirigir su información a un chalet de la calle Pablo Iglesias de Torrelavega, con el objeto de hacérselo saber al Ejército del Norte “antes del 1 de agosto”, queda redactado el día 27 de julio y publicado al día siguiente.

Y clausura el boletín un aviso a empleados y obreros que habiendo trabajado para el Departamento de Obras Públicas de Euzkadi, figurando en sus nóminas, y que quedaron cesantes a raíz de la evacuación de Bilbao, para el cobro de una “indemnización acordada por el Gobierno del País Vasco y en el plazo que media hasta el 5 de agosto, advirtiéndose que a quienes así no lo hagan, les parará el perjuicio a que hubiere lugar”.

“Tenían claro -zanja Aginagalde- que iban a seguir gobernando. Es un documento más importante por lo que no dice que por lo que dice. Quiero dejar clara esa voluntad de Gobierno, no por encima del bien ni del mal, que de eso no se trata, sino de que es el año Dos, como cita el boletín, y que piensan esto va a seguir. ¡Me parece que quienes hicieron posible su publicación fue una gente espectacular!”.

El boletín se presentará el próximo martes en el salón de actos del Archivo Histórico de Euskadi, en Bilbao, en la conferencia Prensa y Guerra, a partir de las 19.00 horas.

La palabra cumplida de Aguirre a Companys

El primer lehendakari, agradecido por cómo le acogió Catalunya en la guerra, prometió al president que le acompañaría si tenía que salir al exilio. y lo cumplió

Un reportaje de Iban Gorriti

Aguirre y Companys, en un acto público celebrado en octubre de 1938 en Barcelona. Foto: Archivo de Jesús Elosegi
Aguirre y Companys, en un acto público celebrado en octubre de 1938 en Barcelona. Foto: Archivo de Jesús Elosegi

Las palabras del vicesecretario de comunicación del Partido Popular, Pablo Casado, pusieron la piel de gallina a más de una persona que las oyeron, leyeron, en definitiva, sintieron semanas atrás: “No tenemos nada que ceder ni negociar con los golpistas. El que la declare (por la independencia en Catalunya), lo mismo acaba como el que la declaró hace 83 años”.

Ocurrió el pasado 9 de octubre. Pablo Casado -de forma paradójica, nieto de un médico republicano de UGT que sufrió el franquismo- envió el mensaje al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, al que comparó con su homónimo Lluís Companys (1882-1940). El histórico president catalán declaró la independencia de Catalunya el 6 de octubre de 1934. Desde entonces han transcurrido poco más de 83 años. Por ello fue encarcelado y tras ser detenido por la Gestapo fue fusilado por el régimen totalitarista de Franco el 14 de octubre de 1940, en Montjuic. El malogrado político se convirtió en el único presidente en toda Europa asesinado por el fascismo. “Fue falsamente acusado de sedición, juzgado sin garantías procesales, condenado a muerte y fusilado”, valora en un estudio Marc Pons.

Sin embargo, 77 años después de aquel asesinato de Estado aún resuena el apoyo agradecido del lehendakari José Antonio Aguirre (1904-1960) a Companys. Todavía nuestros mayores retienen frases del presidente natural de Getxo como: “Siempre con Catalunya”. De hecho, prometió al president catalán que si este último algún día tenía que poner rumbo al exilio, él le acompañaría. Y cumplió su palabra.

Lo hizo quien tras estallar la guerra el 18 de julio de 1936 ya difundió el siguiente recado: “La causa de la libertad catalana era la causa de la libertad vasca. Así lo había de entender un espíritu recto”.

En 1939 Aguirre se unió a Companys y acompañados por sus gabinetes cruzaron la frontera para llegar al Estado francés. El lehendakari viajó de París -donde estaba exiliado- a Catalunya en la noche del 24 al 25 de enero. Como curiosidad, días antes, el 22, se publicó por última vez en Catalunya el diario Euzkadi, editado en Barcelona por el PNV desde diciembre de 1937, y ese mismo día se dio orden a los hospitales que gestionaba el Gobierno de Euzkadi para el cierre de los mismos y la evacuación del personal y enfermos.

El 23, Companys había cenado con Josep Andreu i Abelló, presidente del Tribunal de Casación de Catalunya. Ambos recorrieron en coche las calles desiertas de Barcelona. Andreu narró ese último paseo nocturno de Companys por la capital: “Fue una noche como nunca olvidaré. El silencio era total, un silencio terrible, como solo se advierte en el punto culminante de una tragedia. Fuimos a la plaza de Sant Jaume y nos despedimos de la Generalitat y de la ciudad. Eran las dos de la madrugada. La vanguardia del ejército nacionalista estaba ya en el Tibidabo y cerca de Montjuict. No creíamos que volviésemos jamás”. Companys salió de Barcelona a las tres de la madrugada del día 24.

Según narra el historiador de Sabino Arana Fundazioa, Iñaki Goiogana, Manuel Irujo acompañó a Aguirre. “La misión que se habían impuesto era, por una parte, coordinar las labores de evacuación y, por otra parte, asistir a la que resultaría última sesión plenaria de las Cortes de la República”, subraya.

El 26, la ciudad condal fue ocupada por los sublevados. El lehendakari, ante la imposibilidad de llegar a Barcelona, se instaló en Port de Molins. El 4 de febrero, el lehendakari decidió abandonar Catalunya y partir hacia Francia, “pero no quiso hacerlo solo”, enfatiza Goiogana. Quiso hacerlo acompañando al president de la Generalitat, Lluís Companys.

cruzar la frontera Los dos presidentes supieron que Manuel Azaña, Juan Negrín y Diego Martínez Barrio, presidentes de la República, del Gobierno y de las Cortes, respectivamente, también querían pasar a Francia. “Los cinco acordaron cruzar juntos la frontera y hacerlo por un punto poco frecuentado. Sin embargo, cuando al día siguiente, 5 de febrero, los presidentes vasco y catalán se acercaron a la casa donde habían pasado la noche los más altos cargos de la República se encontraron con que estos habían marchado ya, sin esperarles como habían convenido, y no les quedó otra que emprender el ascenso del collado de Manrella y, una vez coronada la cima, bajar a Les Illes, primer municipio francés”, agrega el investigador.

A juicio de Goiogana, el recorrido que hicieron juntos el lehendakari Aguirre y el president Companys venía a ser una metáfora de la situación del momento y de lo que vendría más tarde. “Se dice que Companys, al llegar a Les Illes, llevaba el dinero justo para pagarse una tortilla. No tenían más, ni él ni su Ejecutivo, despojados por parte del Gobierno de la República de las cantidades de dinero previstos para la evacuación cuando los camiones de la Generalitat que lo transportaban a la frontera pasaron por Figueres”.

Cuatro años después y tras haber sido ejecutado Companys, del puño de Aguirre quedaron escritas las siguientes reflexiones en su libro De Gernika a Nueva York, pasando por Berlín (1943). “Salía el presidente de Cataluña señor Companys por el monte, camino del exilio. A su lado marchaba yo. Le había prometido que en las últimas horas de su patria me tendría a su lado, y cumplí mi palabra. También el pueblo catalán emigraba, y también la aviación de Hitler, Mussolini y Franco, asesinaba a mansalva a aquellos peregrinos indefensos. (…) Yo miraba con dolor a los fugitivos, porque para nosotros los vascos se había guardado en Francia aquellas normas de pudor que impone la desgracia. Se nos atacó y calumnió por los bien pensantes, pero vivimos en nuestras propias instituciones y fuimos distinguidos con afecto por las autoridades y personalidades de todas las ideas”.

Y los marinos de las siete provincias vascas formaron juntos

Entre 1940 y 1943, profesionales de la mar de un lado y otro del Bidasoa participaron en el tercer batallón de las Fuerzas Navales Francesas Libres, que no entró en combate

Un reportaje de Iban Gorriti

Los marineros de Hegoalde e Iparralde que formaron la unidad militar vasca denominada ‘3er. Batallón de Fusileros Marinos’. Foto: Juan Pardo San Gil
Los marineros de Hegoalde e Iparralde que formaron la unidad militar vasca denominada ‘3er. Batallón de Fusileros Marinos’. Foto: Juan Pardo San Gil

PERDIDA la Guerra Civil española por el bando republicano y sometido el Estado al totalitarismo franquista, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) marinos vascos de Hegoalde e Iparralde formaron juntos, por primera vez en muchos siglos, en un mismo bando y en una misma unidad: las Fuerzas Navales Francesas Libres (FNFL).

Fue la eminencia en la materia Juan Pardo San Gil -querido investigador fallecido en 2013- quien estudió con mayor mimo este capítulo de la historia de Euskadi. En el seno de estas fuerzas navales se organizó además una primera unidad militar vasca, el denominado 3er. Batallón de Fusileros Marinos, fruto del acuerdo entre el Consejo Nacional de Euzkadi y la Francia Libre. “Presiones inglesas obligaron a disolver el batallón, pero tanto este intento de participación colectiva como el acuerdo firmado tuvieron una gran significación histórica”, mantenía en sus investigaciones el malogrado historiador.

Siempre según sus indicaciones, los marinos vascos estuvieron presentes en casi todos los escenarios bélicos: ya fuera en tripulaciones de la España franquista o en el exilio, sirvieron en el bando aliado durante toda la contienda.

Una presencia importante de marinos de un lado y otro de los Pirineos tuvo lugar en las Fuerzas Navales Francesas Libres (1940-1943). Las creó el vicealmirante Muselier. Su objetivo fue “seguir combatiendo contra el Eje, cuando la Francia de Vichy firmó el armisticio con Alemania en 1940”, publicó Pardo. En ellas se alistaron unos pocos marinos vascos refugiados en Francia e Inglaterra después de la Guerra Civil, a la par que lo hacían varias decenas de compañeros labortanos, bajonabarros y suletinos. Por primera vez en varios siglos combatían juntos, sin fronteras y todos vascos.

De su paso por las FNFL nos queda además el primer intento de organizar una unidad militar vasca para combatir con los aliados. Por acuerdo entre el Consejo Nacional Vasco -organismo que sustituyó temporalmente al Gobierno vasco- y la Francia Libre llegó a organizarse una unidad militar vasca dentro de las FNFL en 1941, bautizada 3er. Batallón de Fusileros Marinos.

Las presiones de los ingleses, que querían evitar cualquier acción que pudiera animar al Gobierno de Franco a entrar en guerra, obligaron a disolver la unidad en 1942, sin haber llegado a entrar en combate. Sus componentes pasaron entonces a otras unidades de las Fuerzas Navales y del Ejército de la Francia Libre a título individual. No obstante, el acuerdo firmado tenía una gran significación histórica por tratarse del primer tratado internacional de la era moderna, suscrito por un organismo representativo del pueblo vasco y que, además, tenía una versión en euskera.

La mayor parte de marinos era de Iparralde, pero también hubo presencia de combatientes de Hegoalde, de localidades como Bilbao, Gasteiz, Sestao o Donostia. Así por ejemplo, Ángel de Agirretxe Goikoetxea era natural de Bilbao, médico, exdirector de la revista Jagi-Jagi y uno de los dirigentes de Euzko Mendigoizale Batza. Durante la Guerra Civil había sido capitán médico del Batallón Zergaitik Ez, ascendiendo hasta teniente coronel. Sirvió luego como médico de los refugiados en Francia. Al producirse la invasión alemana escapó de Donibane Lohi-tzune en el langostero bretón Solangane. Fue a Irlanda y luego a Inglaterra. Acabó siendo médico de primera clase de las FNFL y médico del 3er. Batallón.

Chófer de estrellas De la villa capitalina vizcaina también era Juan Antonio de Basabe Arrazola. Había servido como teniente de Infantería en un batallón de gudaris y después pasó a Francia. A raíz de la invasión alemana escapó de Donibane Lohi-tzune en el transporte polaco Baron Nairn con Antonio Gamarra y otros. Fue alférez de Navío de 2ª de las FNFL (septiembre 1941).

El citado Antonio Gamarra era gasteiztarra y miembro del Araba Buru Batzar del PNV. Al producirse la invasión alemana de Francia partió de Donibane Lohitzune en el Baron Nairn y llegó a Inglaterra con otros dos compañeros del EBB, Juan Basabe y varios miembros de los Servicios Vascos de Información. Fue oficial de Administración de 2ª de las FNFL. El bilbaino Juan Cotano fue instructor de los Comandos del Ejército de Tierra. Y como curiosidad histórica, el marino de Baiona Gaston Sanz se hizo muy popular en los años 60 por ser el chófer de los actores estadounidenses Liz Taylor y Richard Burton, a los que acompañó en incontables actos públicos. El labortano falleció en 2005.

Manuel Iturrioz, el Houdini de los mugalaris vascos

Investigadores consideran a Manuel Iturrioz el primer pasador que formó parte de la Red Comète y que protagonizó más de cinco huidas

Un reportaje de Iban Gorriti

‘Collage’ con las fotografías de las vivencias de Iturrioz, un luchador incansable, tal y como lo recuerda su familia. Fotos: Familia Iturrioz
‘Collage’ con las fotografías de las vivencias de Iturrioz, un luchador incansable, tal y como lo recuerda su familia. Fotos: Familia Iturrioz

en 2006, Orexa dejó de ser el pueblo más pequeño de Gipuzkoa. Hoy lo es Baliarrain. Sin embargo, la historia de los moradores de la localidad de Tolosaldea permanece intacta. No hay que echar la vista muy atrás para conocer que un hombre llamado Manuel Iturrioz fue uno de los primeros pasadores, mugalaris, de la histórica red Comète.

La red Comète -en palabras del investigador Juan Carlos Jiménez de Aberasturi- fue una organización franco-belga que nació en Bruselas en 1940 con la finalidad de evacuar a los combatientes aliados perseguidos por los nazis. Su objetivo era ponerlos a salvo conduciéndolos, con la ayuda de las embajadas y servicios aliados en el Estado español, hasta Gibraltar. “La meta final, tras atravesar la Europa ocupada, era el País Vasco, lugar elegido para el paso, generalmente a través del Bidasoa. Aquí, un grupo de vascos de ambos lados de la frontera colaboró activamente en esta etapa final de su peligroso viaje”, valora en su estudio La red Comète en el País Vasco (1941-1944).

Uno de ellos -hay historiadores que aseguran que fue el primero en sumarse a esta organización- fue Manuel Iturrioz, quien casi a escondidas de su familia acabaría escribiendo sus memorias cuando ya sobrepasaba los 80 años. Hasta entonces, el silencio al respecto gobernó su boca.

Como el de Orexa, también son recordadas las gestas casi olvidadas de otros mugalaris como Alejandro Elizalde, Tomás Anabitarte, Florentino Goikoetxea, Martín Errazkin, Kattalin Agirre, Frantxia Usandizaga o José Manuel Larburu. Fueron maestros de evitar la vigilancia a ambos lados de Nafarroa y Gipuzkoa porque establecían itinerarios considerados seguros y estables. Tenían fama de profesionales.

Pero, ¿qué o quién era mugalari? Mugalari es un término en euskara que designaba a una persona que ayudaba a cruzar la frontera entre el Estado español y el francés. Muga significa frontera, es decir, que el vocablo señala también a la persona que vivía en zona fronteriza y, por extensión, a contrabandistas, cuyas actividades de tráfico de perseguidos políticos fueron muy frecuentes durante la Guerra Civil, así como en la Segunda Guerra Mundial, donde destacó su marcado carácter antifascista en la resistencia, en la clandestinidad: en este caso, antifranquista y antinazi.

En el caso de Iturrioz, su audacia y lucha quedó reflejada en dos cuadernos que escribió a mano en castellano. “Cuando murió, un primo me entregó lo que mi padre había escrito y me quedé sorprendido porque en vida no contó nada, nada”, admitía años atrás su hijo Joxemari al programa Sautrela de ETB. “Yo le había visto escribiendo cosas, pero cuando le preguntaba qué hacía, me respondía que nada, que era para pasar el rato”, apostillaba.

De la biografía de este mugalari lo que más sorprendió a la familia fue “todas las veces que escapó tras ser detenido”. Primero, cayó en Asturias, en Ribadesella, pero logró huir a Sara y de allí a Barcelona. Fue preso del campo de concentración de Argelès-Sur-Mer, de donde sus argucias le posibilitaron llegar hasta Donibane Lohitzune, costa en la que los nazis lo detuvieron, pero también se deshizo de ellos. Y llegó, incluso, a huir de las manos asesinas de Melitón Manzanas, recordado policía franquista, colaborador de la Gestapo y jefe de la Brigada Político-Social de Gipuzkoa, puesto desde el que torturó a opositores al régimen totalitarista.

Los descendientes de Iturrioz relatan que, al recibir las memorias de Manuel, consultaron al investigador Juan Carlos Jiménez de Aberasturi, que había estudiado la red Comète. Y este cotejó las fechas y nombres del texto que el mugalari, desde los barrotes de su memoria, había manuscrito. Tras tres años de anotaciones, todas las piezas de aquel puzle personal coincidían.

A partir de ese momento, Joxemari Iturrioz se puso manos a la obra y con la editorial Alberdania publicó el libro Manuel Iturrioz. Borrokalari baten bizipenak. En él, deja impreso cómo su tío fue sirviente en un caserío de Arizkun. A su regreso a Orexa cumplió labores de pastor, lo que daba pistas de que su vida iría por ahí, por la senda del caserío. Pero fue todo lo contrario. Vendió las ovejas y partió a buscar trabajo a Tolosa.

Al poco tiempo, a través de un amigo, se hizo mikelete (policía foral) y fue detenido en los primeros compases de la guerra en Donostia. Protagonizó su primera huida y se unió a los batallones milicianos y siguió en la lucha antifascista. Tras su paso por Asturias y volverse a escapar del enemigo, en Barcelona llegó a tener el grado de capitán. Al perder la guerra el bando republicano, cruzó a Francia, pero fue internado en el campo de concentración citado. Una vez más, como el famoso ilusionista y escapista Harry Houdini, logró huir. Entonces, contactó con la red Comète y entró a formar parte de ella y ayudó a aquellas personas en peligro a pasar de frontera. Le volvieron a detener y volvió a escapar. Regresó para ayudar a los maquis a pasar de un lado al otro de los Pirineos y a ganar dinero con el contrabando.

en familia Con el paso de los años y tras arriesgar su vida a diario, decidió dejar aquella actividad. Contrajo matrimonio con Asun Escudero y tuvieron tres hijos: Ángel, Andoni y Maite. Asentaron su residencia en París donde se relacionaron, sobre todo, con inmigrantes españoles y portugueses. “No tuvieron vacaciones. Del trabajo a casa y de casa al trabajo. No había dinero. No volvíamos cada año a Euskal Herria”, evoca Andoni.

Su familia, aunque la figura de Manuel es poco conocida, no olvida sus memorias. “Cuando leí el libro de Aberasturi sobre la red Comète vi que en él había muchas preguntas y que en los textos de mi padre había muchas respuestas”, subraya su hijo Andoni. Su primo Joxemari agrega una última reflexión: “Fue perdedor de una guerra, pero su forma de ser enérgica le llevó a seguir luchando, siempre a seguir y salir adelante”.