Investigadores señalan como “única” una verja con una ikurriña que un alcalde del PNV de Elorrio construyó en su empresa, que sorteó la censura franquista hasta hoy y que, por cese de actividad de la fábrica, podría desaparecer
Un reportaje de Iban Gorriti
LA empresa de Elorrio en proceso de abandono Fytasa, la misma que hace justo un siglo se constituyera como Burdiñola, dejará de ser historia viva en próximos tiempos. El Ayuntamiento de la villa vizcaina prevé para ese solar un nuevo polideportivo. Con el paso de los tiempos, la evolución social, histórica e, incluso, identitaria no presta la atención necesaria a los vestigios que son únicos. El caso a conocer a continuación es un ejemplo. Particulares de Elorrio, personas de a pie sensibilizadas con la historia, con la tan reivindicada memoria colectiva en actos políticos que minutos después vuelven a diluirse en la cotidianeidad, han advertido a diferentes autoridades de Elorrio de que uno de los símbolos nacionalistas de la villa está a punto de perderse. Curiosa paradoja: la democracia podría acabar con aquello que, de forma sorprendente, consiguió sortear a diario la censura franquista a pesar de ser un lauburu y una ikurriña.
Al grano. A día de hoy la liquidada firma Fytasa mantiene en pie parte de su estructura industrial y junto a la carretera está la pequeña casita que fue zona de administración y también dispensario, según investigaciones de Andoni Esparza Leibar o de Román Berriozabal Azpitarte. En la misma acera, se levantan aún varias vallas que esconden en su diseño una ikurriña y en su punto central un lauburu, de los que en los años 30 tenían forma de esvástica y que el PNV utilizó hasta que el nazismo lo tomó como suyo, tiempo en el que en Euskal Herria se optó por el lauburu de formas redondeadas.
“Son varios los alcaldes a los que les hemos hecho saber que sería una pena que se pierdan esas vallas, un ejemplo de resistencia antifranquista. Pocos símbolos de este tipo habrán pasado la Guerra Civil y el franquismo en pie”, explican vecinos de Elorrio que lamentan que en la próxima demolición de los inmuebles desaparezca este vestigio.
En un estudio de Andoni Esparza, descendiente de abuelo de Elorrio, el investigador cita este lugar. “Hay una verja en Elorrio que aún conserva un lauburu en forma de esvástica junto a una casita situada a la entrada de la antigua fábrica Berrio-Otxo Burdiñola. En aquellos tiempos se ubicaba allí el despacho de la gerencia y, posteriormente y durante años, albergó el dispensario médico”.
A juicio de Esparza, “como puede verse, intenta representar una ikurriña con la esvástica en el centro y tiene además otros elementos. Pero el conjunto resulta un tanto recargado. Ello, ayudado tal vez por el hecho de que esté a ras de suelo, explica que los motivos pasaran desapercibidos y la verja no fuera destruida durante el franquismo”, escribe el autor, quien asegura que “el hecho de que la cruz gamada estaba también presente en el sello de la empresa, desde una fecha tan temprana como el año 1926, abría una nueva perspectiva”.
Como Esparza relata, le “picó la curiosidad”, por una parte, esa repetición que califica de obsesiva del símbolo y, por otra, el hecho de que él no conociera entonces ninguna representación más antigua en Euskadi. Por aquel entonces, Elorrio registraba alrededor de 3.000 habitantes. El propietario de la fundición -algunos estiman que es la primera que hubo en la villa- era Julián Ariño Salazar. La empresa había sido creada en 1915 y tres años después adoptó el nombre de Berrio-Otxoa. En 1921 se disolvió y quedó como único titular Ariño, con alrededor de un centenar de trabajadores en la firma.
Dentista, inventor y alcalde El empresario era un dentista, inventor del licor Ariño, quien afiliado al PNV llegó a ser alcalde de Elorrio. Por ser el integrante de mayor edad de todos los alcaldes de Euskadi, inició un mitin celebrado en Gernika el 12 de julio de 1931 para rendir homenaje a los diputados de las Cortes recién elegidos. Habla Esparza: “Se trataba de uno de los pocos empresarios afines a las ideas abertzales”.
Según palabras de descendientes de este dirigente, Ariño fue amigo de Sabino Arana, fundador del PNV. En 1935, un año antes de la Guerra Civil, la firma Berrio-Otxoa Burdiñola (que escribía su grafía ya entonces con una tilde sobre la r para hacerla de sonido doble y con tx) ya había cambiado el lauburu en su papelería, ahora bien, en las verjas continúa intacto hasta el día de hoy.
Tras el golpe de estado militar español, en octubre del 1936 se creó el Comité local de defensa de la República en Elorrio, presidido por el propio alcalde Julián Ariño, y formado por cuatro jeltzales y dos socialistas. Con el tiempo la empresa se llamó Fytasa, es decir, fundiciones y talleres Ariño, Sociedad Anónima. Concluye Esparza: “Hoy la verja sigue instalada en su primitivo emplazamiento, junto a la calle, a la que con la restauración de la democracia el Ayuntamiento le dio el nombre de Julián Ariño”.
Ahora el futuro se le echa encima a un vestigio que como queda demostrado es único. Es labor de las instituciones decidir si lo conservan siguiendo la apuesta del alcalde Ariño o hacerlo desaparecer de la memoria de los vascos.