Luis de Guezala
BILBAO. Ahora que conmemoramos el 75 aniversario del bombardeo de Gernika, desde la Biblioteca de Sabino Arana Fundazioa recordamos uno de sus libros, publicado en 1940, que con el título de Nothing but Danger-Nada más que Peligro, recopila las crónicas de diez corresponsales británicos en la Guerra Civil.
Uno de ellos, el que nos interesa para este artículo, fue Noel Monks, uno de los tres corresponsales británicos, junto a Steer y Holme, que estuvieron en Bizkaia en aquellos trágicos días de 1937. Menos conocido y reconocido entre nosotros que su colega George L. Steer, famoso con toda justicia por sus crónicas recopiladas en su libro El Árbol de Gernika, y a quien todos los vascos creo que debemos gratitud por su denuncia valiente y profesional de las atrocidades que los sublevados cometieron al invadir nuestro territorio.
Noel Monks era otro joven ciudadano del Imperio Británico, no sudafricano como Steer, sino australiano, y no protestante, sino católico, habiendo nacido en Melbourne el 18 de diciembre de 1907. Estuvo también trabajando como free-lance en la guerra de Abisinia, desde el bando etíope, y, al comenzar la Guerra Civil española, también como Steer, empezó a informar desde el bando rebelde, en su caso para el Daily Express. Su experiencia con los dirigentes de los sublevados, en las limitaciones para desarrollar su profesión con los obstáculos que le imponía la naciente censura franquista, no fue tan mala como la de Steer, sino mucho peor.
Tuvo la mala suerte de que una de sus crónicas, que enviaba para que, por su seguridad, fueran publicadas en el diario británico sin indicación de autor, apareciera impresa con su nombre. Informando nada menos que de la derrota rebelde en Guadalajara. La reacción de los fascistas fue inmediata, y el encargado de controlar a los corresponsales extranjeros, Luis Bolín, ordenó su detención. De este personaje, antiguo corresponsal de Abc en Londres, no podía esperar Noel Monks nada bueno, habiendo tenido ya suficientes muestras de su crueldad durante la campaña de Málaga: «Cada vez que veíamos una patética pila de rojos recién ejecutados, con las manos atadas a la espalda, escupía a los cuerpos y los llamaba sabandijas».
«Has metido la pata» Monks fue arrestado en Sevilla, donde casualmente se encontraban Franco y Bolín, y este último le amenazó en inglés: «Has metido la pata, Monks. Eludir la censura equivale a espiar, y los espías duran poco en este país». Fue llevado a presencia del mismo Franco, que golpeó con el puño la mesa diciendo que había que ejecutarle. Monks protestó para evitar su fusilamiento, argumentando su condición de ciudadano británico, y cuando sus palabras fueron traducidas por Bolín al generalísimo, este respondió riéndose a carcajadas.
Finalmente, el castigo por informar de la presencia de tropas extranjeras, alemanas e italianas ayudando a los rebeldes, hecho que estos negaban, se limitó a su expulsión. Esto permitiría que Monks pudiera llegar como corresponsal de guerra a Euskadi.
El relato de su experiencia entre nosotros no puede tener un mejor título, que le define y le distingue: I Hate War-Odio la Guerra, y sus primeras líneas, antes de pasar a hablar de su experiencia con el bombardeo de Gernika, no pueden ser más expresivas:
«He estado en este oficio muchos años. He cubierto cantidad de cosas, entre otras, dos guerras. He arriesgado mi vida docenas de veces, he esquivado obuses, esquivado bombas, me he tumbado cara al suelo mientras los aviones me ametrallaban. En definitiva he visto muchas cosas».
«Creo que sería capaz de olvidar el odio que me embarga cuando recuerdo ese espectáculo horrible, la mayor atrocidad de la guerra moderna. Pero en este momento solo puedo odiar. Odio a los soldados que pensaban que cumplían con su deber matando a hombres, mujeres y niños inocentes. Odio a los generales que daban las órdenes. Odio a los propagandistas de boca pequeña que intentaban negar o explicar los hechos.Pero sobre todo odio a la guerra, la institución que es la causante de todo esto».
Monks vino de Gibraltar a Bilbao en principio para informar sobre la ruptura del bloqueo rebelde por mar gracias a varios capitanes mercantes británicos. Uno de estos, el capitán Still del Hamersley, le decía al católico Monks: «Hay algo en esta guerra Sigue leyendo Noel Monks: odio a la guerra y amor a la verdad