El gudari que escupió sobre la tumba de Franco

El soldado del batallón ‘Padura’ Pedro María Urruticoechea comparó al dictador español con un reptil en la revista ‘Euzkadi’ cuando este último falleció en 1975

Un reportaje de Iban Gorriti

el Tribunal Supremo ha avalado esta semana la exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. Los restos del dictador serán inhumados, si no hay vuelta atrás, en el cementerio público madrileño de El Pardo-Mingorrubio. Esta noticia ha provocado “emoción” a la hija del gudari Pedro Mari Urruticoechea. “Lo hemos celebrado”, asegura Iruña Urruticoechea.

Aquel soldado jeltzale del Euzkadiko Gudarostea escribió un artículo de opinión en la revista Euzkadi que el PNV editaba en el exilio de Caracas (Venezuela). La columna se publicó a los pocos días de morir el militar golpista español en 1975. Lo tituló: Epitafio para un reptil (y escupiré sobre su tumba).

Retrato de Pedro Mari Urruticoechea en 1952. Foto: I. Urruticoechea

El gudari firmó el contundente documento bajo el seudónimo Pedro Mari de Pagogaña. El autor era en realidad Pedro Mari Urruticoechea Landajo, natural de Abando (Bilbao) aunque de corazón de Arrankudiaga. Su hija mantiene desde América que su padre publicó el texto con ánimo de defender a su patria. “Aita lo escribió porque Franco trató de destruir su patria, Euskadi, la mejor del mundo. Así como la destrucción de la vida de sus familiares, y la suya propia”, enfatiza Iruña.

El amigo de la familia y exsenador jeltzale Iñaki Anasagasti confirma que aquel gudari del batallón Padura del PNV cumplió su palabra escrita. “Ante los horrores que sufrió en la guerra, se hizo la promesa de escupir algún día sobre la tumba de Franco. Cumplió su deseo. Hoy -al conocer la noticia del Tribunal Supremo- lo volvería a hacer por partida doble”, sostiene con rotundidad.

Pero, ¿cómo fue aquel día? detalla a este diario la hija del gudari: “Apenas fue a Madrid después de la muerte del reptil, con mi ama a su lado, aterrada por si lo veían, fue al Valle y escupió sobre su tumba. ¡Lástima que no verá que lo sacan de ahí y lo metan en una fosa perdida por ahí”, estima Iruña.

Esta semana, estos últimos tiempos, la tumba de Franco es actualidad a diario. Cuatro décadas atrás, aquel gudari descargó en su artículo de opinión todo lo que almacenaba en su mente sobre el dirigente y sobre su mausoleo en el Valle de los Caídos. “Cuando escribo estas líneas, parece que te estás convirtiendo en carroña. Por fin. Flebitis más gastroenteritis. Los médicos que te atienden es lo que creen que tienes. Porque yo, creo otra cosa”, comenzaba escribiendo tras calificar a Franco como reptil. “Y que me perdonen la comparación los reptiles”, se disculpaba.

El símil se debía a que en palabras de Urruticoechea, Franco era de sangre fría, “o mejor dicho, de un líquido motor venenoso”. “Nunca un reptil ha muerto de flebitis o de gastroenteritis”, argumentaba hace casi 44 años.

El gudari que fue preso de Franco durante 14 años en el fuerte navarro de San Cristóbal en Ezkaba le denomina frío asesino o paradigma del cinismo a escala cósmica. “Tú asumiste el mando de una guerra incivil, injusta, provocada por la fracasada chusma residual ibérica contra las ansias de redención social de un pueblo miserable, aplastado y explotado secularmente; guerra que produjo un millón de cadáveres”, continuaba.

A su juicio, el dictador dio la orden para la masacre de Gernika por la aviación hitleriana, aprobó las penas de muerte por fusilamiento ante los “ásperos paredones” de Santoña, Derio o Burgos. Le acusaba, además, de responsable directo de las muertes de 17 sacerdotes vascos “asesinados por tus hordas de pistoleros sanguinarios”. Asimismo, subrayaba que el autodenominado Generalísimo arrojó a los gudaris “cual bestias, por decenas de miles, a lo profundo de tus campos de concentración, para triturarnos allá, durante años, física y moralmente”.

El soldado del lehendakari Aguirre proseguía con sus recriminaciones de la actuación de Franco acabada la guerra. “Seguiste ordenando el crimen. Quisiste beber la sangre de los modernos gudaris atrapados en el Proceso de Burgos, jóvenes de ambos sexos, sacerdotes, que solo pudieron salvarse de tus garras en última instancia por la presión insoportable del mundo civilizado”.

Como creyente que era Urruticoechea, no concebía que Franco se autocalificara, siempre según sus palabras, “enviado de Dios”. “Dejaste mal parado al propio Jesucristo cuando dijo a Pedro que el que a hierro mata, a hierro morirá; en tanto tú, tus sargentos y sayones cono Queipo de Llano y Millán Astray y los pistoleros de la Falange fenecéis en blandas camas entre sábanas de fino hilo”.

Y Urruticoechea se despide con conclusiones. “Por todo ello. Por tu condición de máximo reptil maldito escupiré sobre tu tumba. Si la encuentro, si para entonces todavía tus despojos no han sido arrojados a los perros, escupiré sobre tu tumba. En tanto, te perseguirán y acosarán por los siglos de los siglos, en tu devenir errante y eterno por las más negras galaxias, las maldiciones de mil generaciones vascas, por todo el dolor que nos causaste”, zanja quien con el batallón Padura luchó en Villarreal, presenció los bombardeos de Durango y Gernika y sufrió las cárceles bilbainas de Escolapios y Larrinaga, así como el campo de concentración de San Cristóbal.