El 11 de mayo de 1978, la Guardia Civil acabó con la vida de los durangueses Arrazola y García Mármol, miembros de ETA
Un reportaje de I. Gorriti
una impactante foto sorteó el franquismo. Casi cuatro décadas después se mantiene viva. En el papel positivado en blanco y negro aparece un joven de Durango muerto por balas de la Guardia Civil de Gernika-Lumo hace 37 años. Se llamaba Jesús María Arrazola Ania, de 19 años, y conocido por todos como Txiki.
Aquel 11 de mayo de 1978, ese cuerpo policial dejó sin vida, además, a un compañero suyo de (ETA-pm): Alberto García Mármol, Ruso, también de Durango y de 21 eneros. Sus familias y amigos les tienen presentes. Recuerdan cómo todo un pueblo, tres años después de la muerte del dictador Franco, se echó a la calle a protestar por las dos muertes. “Allí estuvimos todos, no hubo diferencias de ideologías. Todo el municipio quiso estar arropando a las familias”, valoran.
Un amigo de la cuadrilla de ambos rememora aquel momento en el que resultaron muertos cuando iban a subir al coche Seat 850, matrícula BI-158.783, color gris oscuro, y fueron sorprendidos por guardias civiles. “A Ruso lo abatieron corriendo en la calle de la Cruz Roja en dirección a Durango. La pipa no la llevaba en la mano, como dijo la versión oficial y algunos medios de comunicación, sino detrás. La Guardia Civil le pegó un tiro en la espalda”, rememora.
El tomo número cinco de la enciclopedia Euskadi eta Askatasuna. Euskal Herria y la libertad (Txalaparta) agrega que fue atendido por sanitarios de la Cruz Roja y que Ruso les dijo moribundo “no sé hablar euskera”. Minutos más tarde, fallecía entrando al hospital de Cruces.
Txiki se escondió tras unos setos. Los vecinos, testigos del suceso, relatan que el activista “tiró la pistola que portaba por encima de los setos”. Fue entonces, cuando a juicio de los amigos de Arrazola, la Guardia Civil “le fusiló, así de claro. Y así lo demuestran el tiro que tenía que le entró por debajo de la mandíbula, y otro le atraviesa el zapato en sentido de la suela del zapato hacia arriba. Vamos, que se ensañaron con él”, subrayan.
La madre de un polimili, Andoni Campillo, se ocupó de asear el cuerpo sin vida de Txiki. “Como anécdota, le puso una pegatina de su hijo en la que se lee Andoni, y se ve su cara sobre un mapa de Euskal Herria. Así quedó en el depósito de cadáveres”, aportan quienes estuvieron allí.
La hemeroteca del periódico El País tiene archivado lo que publicó el rotativo al día siguiente bajo el título de Tensión y disparos en Durango. “En la localidad de Durango -de donde eran naturales los dos presuntos etarras muertos en Guernica– pudo observarse un clima de gran tensión por la noche, con la casi totalidad de los bares cerrados”, citaban y daban a conocer que a medianoche se celebró una asamblea en el interior de la parroquia de Santa María, donde se informó de los hechos acaecidos en la villa foral y se hizo un llamamiento de huelga general para el día siguiente. “Los asistentes abandonaron precipitadamente la iglesia al oírse cinco disparos, cuya procedencia se desconoce”, queda impreso.
Como curiosidad, el entonces titular de la cartera del Interior del Consejo General Vasco, Txiki Benegas, difundió el mismo día del asesinato de los dos durangueses un comunicado en el que dijo: “Condeno el clima de violencia que en los últimos días está viviendo el pueblo vasco”. Esto ocurría escasos nueve meses antes de que entrara en vigor la Constitución Española de 1978.
Los dos féretros llegaron a Durango y allí se les rindió homenaje. “¡Fue una pasada! Todo el mundo quería llevar las cajas, y las portamos por ratos los amigos. Es ver las fotografías y te quedas frío. Todo el mundo quiso salir a denunciar sus muertes, todo el pueblo”, valoran.
Familia humilde En Euskadi eta Askatasuna. Euskal Herria y la libertad, se afirma que Txiki era natural de un caserío que lleva su apellido, Arrazola, y que con posterioridad se fue a vivir al barrio de San Fausto. Era un euskaldun zaharra de 19 años que “solía fumar cigarros Celtas”.
De familia humilde, ya con 13 años buscó tener un trabajo y lo encontró como soldador en una empresa pequeña de Tabira, el barrio de Durango. En su juventud, comenzó a viajar a Iparralde a tomar parte en reuniones clandestinas del PCE y del Movimiento Comunista (MC).
De Ruso, la citada enciclopedia comunica que había nacido en Durango el 2 de enero de 1957 y que era el menor de seis hermanos. A él fue al único que su padre Jacinto vio nacer. “Con los otros siempre le coincidió durmiendo en un hotel de los franquistas”, en referencia a la cárcel. Alberto era hijo de Jacinto García, un gudari, sargento del batallón Amuategi de UGT, de Eusko Gudarostea. El padre apareció en la lista de deportados que dio el Gobierno en 1976.