El espantajo de ETA

Una decisión con freno y marcha atrás. La Mesa del Congreso de los Diputados había acordado conceder permiso para que una sala del supuesto domicilio social de la voluntad popular acogiera un encuentro de víctimas de ETA y de los GAL. Tremendo que en su día fuera noticia algo que debería ser de carril a estas alturas de la liga, pero mucho peor que vuelva a serlo porque se revoca la autorización. Queda fuera de concurso que en la bochornosa rectificación, motivada por la bronca del ultramonte mediático y las asociaciones monopolistas del dolor, el PP haya tenido la compañía del PSOE. En lo demás, vaya usted a saber; en esto, la gran coalición es de hierro forjado.

Si no revelara algo tan trágico como que lo de menos son los principios, resultaría cómica la patética tozudez con que se sigue agitando el espantajo de una banda a la que apenas le quedan el nombre y cuatro chatarras inútiles en otros tantos agujeros. Cuánto rendimiento le siguen sacando a la raspa de la serpiente. Aparte del digo-diego de los de la rosa y la gaviota para impedir el encuentro de víctimas, ayer mismo coincidieron en tiempo y prácticamente espacio una folclórica redada contra supuestos enaltecedores de la cosa a través de las redes sociales y un chafardeo según el cual los presos de ETA —en realidad, uno— apuestan por Podemos para Moncloa. Ante tal despliegue de cutrerío e inmoralidad, es inevitable preguntarse si allende Pancorbo quedan panchitos en número suficiente como para justificar la inversión en pirotecnia. Quizá esté equivocado, pero estaría por jurar que hace tiempo estos excesos no venden ni media escoba.

Rekarte… y los demás

Están Lourdes, Fátima, Covadonga, y en versión progresí, el programa de Jordi Évole. Como en todos los lugares de peregrinación mercantil citados, cada domingo, decenas de miles de creyentes se sienten tocados por el rayo divino y salen dando albricias porque han recuperado la vista de golpe. Por supuesto, la primera luz que notan los ojos va en consuno con la misa del día. Si se trataba de las andanzas de un entrañable ácrata con pico de oro, los alcanzados por el prodigio quedan convencidos de haber recibido todos los conocimientos posibles sobre el anarquismo. Si, como ocurrió en la última edición y objeto de estas líneas, la cosa iba de un miembro de ETA arrepentido, los televidentes más entregados adquieren la certeza de no necesitar saber absolutamente nada más sobre el conflicto (o lo que sea) vasco porque en apenas sesenta minutos han accedido a la sabiduría plena. Lamento venir a pinchar el globo, pero me temo que no es así.

Personalmente, [Enlace roto.] me parece interesantísimo y, desde luego, enriquecedor. Aporta gran cantidad de claves, deja entrever otras, provoca algunas dudas y hace girar la manivela de pensar, lo cual siempre es muy aconsejable. Sin embargo, no es, ni de lejos, el único. Hay, tirando por lo bajo, otros centenares de hombres y mujeres que estuvieron en el medio del medio y que tienen bastante que contar. Es más, algunos ya lo han hecho en documentales como [Enlace roto.] o El perdón, emitidos por ETB no hace demasiado. Ambos están accesibles en la web del ente público. No pretenden ser la verdad revelada y, por eso mismo, se los recomiendo.

¿Memorial o parque temático?

Estaba claro que el pomposo Memorial de Víctimas del Terrorismo que se inauguró (o así) el otro día en Gasteiz con [Enlace roto.] es un mamotreto de parte en el que, de saque, se expiden certificados de sufrimiento fetén y no fetén. Ahora podemos sospechar, además, que su diseño y elaboración se ha puesto en manos de un grupo de sádicos morbosos. Soy consciente de la dureza de este doble calificativo, máxime cuando entre los asesores figuran personas con trayectorias absolutamente respetables y fuera de toda duda. Es para mi un misterio, aparte de una notable decepción, que hayan prestado su nombre al delirante informe que describe con prosa de hacérselo mirar la cacharrería que se propone instalar en el centro de marras. [Enlace roto.], así que me limito a apuntar alguna de las singulares ideas.

La recreación de un zulo en el que se escuchan eslóganes a favor de la amnistía, el Eusko gudariak o la consigna ‘¡ETA, mátalos!’. Un bosque donde un máquina va talando árboles con rostros humanos que al caer alimentan un río de sangre. Otro zulo —se ve que los agujeros son el hilo conductor— en el que gritos y llantos acompañarían, entre otros elementos, a una confrontación de imágenes de funerales de víctimas y de terroristas. Todo eso, en nombre de la memoria, la verdad, la dignidad, la reparación, la justicia y la retahíla habitual de términos bienintencionados. Pues lo siento mucho, pero más parece un parque temático para amantes de la casquería que un lugar para honrar y recordar a las víctimas del terrorismo.

Justicia española, según

Un titular que obliga a mirar al reloj y al calendario: “El Fiscal Superior del País Vasco pide 6 años de cárcel para Hasier Arraiz por integración en ETA”. La letra menuda profundiza la impresión de haber caído en un agujero negro espacio-temporal. Resulta que la cosa viene de octubre de 2007, que en la mente de la mayoría de los ciudadanos de este país es el paleolítico inferior.

Y no, oigan, no estoy abogando por la desmemoria ni por el pelillos a la mar. Pero es que la petición de pena del hiperactivo Calparsoro no se basa ni de lejos en la aparición de pruebas que relacionen al hoy presidente de Sortu con asesinatos o extorsiones. Se trata de su presencia en aquella reunión de dirigentes de la entonces ilegalizada Batasuna en la casa de cultura de Segura que terminó en espectacular redada televisada a mayor gloria del ministro de Interior de la época, a la sazón, Rasputín Pérez Rubalcaba. Era un plazo más del pago diferido del atentado de la T4 y del fracaso de las negociaciones de Loiola. Se vendió —y aún se dilucida así en la Audiencia Nacional— como la reconstrucción del brazo político de una ETA que había vuelto al matarile. Los hechos han demostrado de sobra que si algo se buscaba en ese encuentro y en otras actuaciones que también acabaron en juicios y condenas —Bateragune—  era forzar a la banda al ERE de extinción.

Una vez he dejado claro que para mi esta causa judicial no tiene más sentido que el político, no puedo evitar, sin embargo, plantear una duda existencial: ¿cuándo hay que ciscarse en la malvada Justicia española y cuándo hay que apoyarse en ella para atizar al adversario?

Vía vasca

No sé si causa más perplejidad o melancolía la presentación, a tres cuartos de hora de unas elecciones, de la propuesta de EH Bildu para construir una (¿O es la?) Vía vasca hacia la independencia. Cabe plantear la misma duda respecto a la respuesta, si es que lo fue, del PNV, poniendo como requisito antes de alcanzar un gran pacto algo que su presidente, Andoni Ortuzar, nombró como “el fin reconocible de ETA”.

Empezando por esto último, es difícil que esa condición, aunque obedezca a la lógica y sea absolutamente deseable, no suene a pretexto. De hecho, al que fue más utilizado durante los años del plomo, seguramente entonces con mucho sentido. ¿Lo sigue teniendo hoy? Juraría que habíamos convenido, siquiera tácitamente, que si bien el escenario actual es manifiestamente mejorable, ya se dan las circunstancias mínimas para poder abordar la asignatura eternamente pendiente. Otra cosa es que se quiera, se pueda, o se sepa cómo hacerlo.

Hasta que no se aclare ese asunto de una vez por todas, estaremos dando vueltas a la noria y comprando boletos para la decepción o, en el mejor de los casos, la resignación. Poco me parece que ayude a romper esta perversa espiral una propuesta que lleva unas intenciones y, sobre todo, unas siglas bien visibles en el frontispicio. Es indudable que puede ser útil de puertas adentro, para marcar perfil ante los propios militantes y simpatizantes. O como emplazamiento que ponga en un aprieto mediano a la formación con la que se libra un cada vez más encarnizado combate por la hegemonía. Más allá de eso, se diría que el objetivo anunciado se aleja en lugar de acercarse.

Rajoy, traidor

Va de vídeos. Si ayer les animaba a fisgar los del PP que tan bien reflejan las enseñanzas del Manual del perfecto canalla, hoy les recomiendo que hagan lo propio —o quizá, lo impropio— con las más recientes producciones fílmicas de la AVT. Son cinco piezas reiterativas como el repertorio de Melendi, así que, igual que en el caso anterior, les recomiendo que reduzcan la ingesta a una. Más que suficiente, porque todos los engendros visuales atienden al mismo esquema machacón: unas palabras de Rajoy (o de Fernández Díaz) manifestando su firmeza contra ETA tienen el contrapunto de un salpicado de imágenes de Uribeetxeberria Bolinaga, recibimientos a presos o titulares de prensa sobre salidas de la cárcel. Como remate, se estampa un sello con la palabra “Traición” en caracteres XXL y se anima a acudir a la manifestación de mañana en la madrileña plaza de Colón —dónde si no—, bajo el lema, justamente, “No más traiciones”.

Manda un congo de narices que lo que los detentadores del monopolio del dolor califican como inmensa felonía sea la aplicación de una legalidad que, ya de origen, se hizo (o se manipuló) a la medida de su afán de notoriedad y su sed de venganza. Como esa sed es insaciable, su queja es literalmente de vicio y jamás podrá ser satisfecha por el atribulado Gobierno español.

Esa es la parte que sería cómica si el fondo no fuera trágico. Mariano y su comanda no reparan en operativos policiales pirotécnicos, presiones a los jueces, toquiteos de leyes y atropellos sin cuento con el único objeto de calmar a la talibanada pseudovictimil. Y todo lo que consiguen es que les llamen traidores.

Todo es yihad

Qué miedo. PP y PSOE dicen haber alcanzado un pacto de Estado —cómo les gusta el chuntachunta— para luchar contra el terrorismo yidahista, que como el tractor amarillo de la canción pachanguera, es lo que se lleva ahora. En el primer bote, a uno le entra una ternura infinita al contemplar de nuevo a los tortolitos del bipartidismo haciendo manitas de gran coalición en lugar de fingir (mayormente por el lado sociata) que no se tragan. No es que hiciera mucha falta dar más pistas, pero la estampa es el trailer de la película que probablemente veamos no andando muy tiempo, con Pedro y Mariano aparcando diferencias en aras del interés nacional, o sea, el de la docena corta de intocables del régimen del 78.

Y yendo al meollo, se le ponen a uno los pelos como escarpias recordando lo que ha ocurrido cada vez que los partidos turnistas se han sacado la foto de la unidad sin fisuras contra el terrorismo. Ilegalizaciones de siglas y personas, encarcelamientos porque sí y porque también, arbitrarios cierres de medios de comunicación y, para no hacer interminable la lista de daños, la burla sistemática de los derechos civiles y humanos más elementales. Algo que llega hasta hoy mismo, como estamos comprobando.

Un objetivo loable, hacer frente al terror, funcionó como pretexto para mil y una injusticias practicadas desvergonzadamente que, para colmo, no sirvieron de nada en la batalla original. Cuando todavía no hemos superado las perversas consecuencias del Todo es ETA acuñado por el hoy héroe de progres Baltasar Garzón, parece que quieren instalarnos en un Todo es yihad que no es precisamente tranquilizador.