Todavía voy por la calle riéndome bajo la mascarilla al recordar la acongojante carambola que permitió que fuese convalidado en el Congreso el Decreto que regirá los suculentos fondos europeos para la recuperación. ¡Gracias a la inesperada abstención de Vox y a los votos favorables casi sobre la campana de Euskal Herria Bildu. Y sí, dirán ustedes, que hubo otras formaciones que respaldaron la vaina, como Más País, Compromís o el PNV. La diferencia es que tales grupos estaban ahí de saque y que por delante le habían atizado unas buenas collejas al doctor Sánchez por salir a las votaciones a porta gayola, sin negociar ni un tantín los posibles apoyos. El sí de los liderados por Arnaldo Otegi llegó, reitero, in extremis y tras haberle arrancado al presidente español la promesa de incluir medio parrafito sobre los ayuntamientos.
La actitud del autotitulado soberanismo vasco ha sido digna de aplauso, no lo voy a negar. Asunto diferente es que vaya a pasar por alto que EH Bildu ha votado a favor de la viga maestra para pedir y gestionar esos fondos que hasta ahora han venido diciendo que van a ser mangoneados por las poderosas corporaciones del Ibex 35, los del club Bilderberg y, en general, los malvados hijos de Davos. ¿Cambiará el cuento ahora que han dado el visto bueno a tal cosa? Vuelvo a reírme.