[NOTA: Es lo que tiene escribir sobre la actualidad, que las respuestas a las preguntas que uno hacen llegan antes de que se publiquen. Ya sabemos quién ha dado el paso atrás: Barcina]
Se sabe que alguien del PP ha caído en desgracia y huele a cadaverina cuando sus compañeros, principalmente los de la cúpula, dejan de pronunciar su nombre y se refieren a él (o ella) como “esa persona de la que usted me habla”. Desconozco si los usos y costumbres de UPN en esta materia son los mismos, pero imaginando que lo fueran, me pregunto en este minuto de la nueva bronca interna regionalista si el circunloquio se aplicará a Yolanda Barcina o a Javier Esparza. Desde luego, en el punto al que han llegado las cosas, se diría que uno de los dos está de más en el partido. ¿Quién?
Ahí es donde, una vez más, tengo que excusarme en el centenar y medio de kilómetros de distancia para reconocer que me pierdo. Pero del todo, además, porque encuentro motivos aparentemente igual de convincentes para apostar por la laminación tanto del uno como de la otra. Empezando por la doña, en cualquier organización medio seria, ya haría tiempo que le habrían dado la boleta como causante, no solo de mil y un intrigas, sino de la cuesta abajo en la rodada que ha emprendido UPN. Sin embargo, la superviviente Barcina ha ido encontrando la salida a cada atolladero infernal en el que se ha metido. No carecería de lógica que volviera a hacerlo esta vez en que hasta su recién designado delfín se revuelve contra ella.
Entonces, ¿será el desafiante Esparza el que salga trasquilado de su inopinado puñetazo encima de la mesa? Pues tampoco sé decirles. Incluso les añado que, como a muchos de ustedes, me importa lo justo. Me quedo, en todo caso, con el espectáculo gratuito y lo que evidencia: la descomposición de un régimen.