Arabatik Euzkadira: Ramón Ortiz de Zarate

El político y jurisconsulto alavés realizó una gran defensa de la foralidad

Xabier Ormaetxea

Ramón Ortiz de Zarate (1817-1883) fue un jurisconsulto y político alavés que inició su andadura política en el liberalismo isabelino que consideraba la Ley confirmatoria de 1839 como una confirmación absoluta de los fueros que permitía el encaje de las constituciones forales vascas dentro de la unidad de la monarquía.

Tras los incidentes de octubre de 1841 y la modificación de los fueros por el decreto de Espartero de 29 de octubre, la defensa de la integridad foral fue asumida por los liberales moderados quedando unida la suerte de los fueros al triunfo de esta tendencia política que, por otra parte, era calificada por amplios sectores del país como «pactista».

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Contra esta política de llegar a un arreglo reaccionó Ortiz de Zarate que se alió con otros políticos vascos para formular lo que él mismo denominará como «partido vascongado» o «partido foralista» que no debe de entenderse en el sentido de un partido político sino en el de una estructura de carácter horizontal que abarcara a los representantes vascos de todas las tendencias políticas.

El programa político y línea estratégica de dicho partido vascongado la expuso inicialmente Ortiz de Zarate en su escrito de 1850 Consejos al pueblo vascongado sobre el sistema que debe de seguirse en la defensa de los fueros, escrito que supuso un grave enfrentamiento con Pedro de Egaña y el Gobierno moderado y que le valió un proceso judicial, pero que publicaría completo en junio de 1857 en su escrito dirigido a las diputaciones forales vascas Apuntes sobre la defensa legal del País vascongado.

La línea política propuesta por Ortiz de Zarate dio resultado y marcó en los años siguientes la estrategia de actuación de los comisionados y representantes vascos en Madrid.

A raíz del reconocimiento del Reino de Italia por parte de España en 1864, y del inicio de la política de laicización y libertad de cultos impulsada durante el sexenio democrático (1868-1874), Ramón Ortiz de Zarate evolucionó desde sus posiciones liberales hacia el neocatolicismo representado en España por las figuras de Aparisi y Guijarro y Cándido Nocedal, y estableció una estrecha colaboración con el sacerdote, publicista y diputado a Cortes Vicente de Manterola, colaborando activamente en el Semanario Católico vasco-navarro editado por este último. Estas posiciones neocatólicas y foralistas intransigentes posibilitarían un acercamiento en 1866 a figuras destacadas del foralismo navarro como Juan Cancio Mena y Nicasio Zabalza, lo que permitiría la evolución de la idea del Irurac-bat al Laurak-bat y a la consolidación de la idea de País y bloque Vasco-Navarro.

La formación de una entente entre los neocatólicos y los tradicionalistas carlistas enfrentada a la política de los demócratas o revolucionarios del sexenio 1868-1874, acabaría en el levantamiento armado carlista de 1872 en el que Ortiz de Zarate, pese a no ser partidario en principio de la solución bélica, tomará partido a favor del bando carlista, llegando a ocupar puestos relevantes en el denominado Estado Carlista. No obstante, en un artículo titulado Amenazas, publicado en marzo de 1870, intentó desligar la cuestión foral del resultado de la guerra que se avecinaba, manteniendo el pacto horizontal entre los partidarios de una u otra tendencia para conservar intacta la «nacionalidad vasca cuasi independiente».

Cuando un estudioso se adentra en la historia vasca del siglo XIX, y más concretamente en la historia de los casi cuarenta años que van desde la finalización de la primera guerra carlista a la de la tercera, se da cuenta de que en ese relativamente breve periodo de tiempo, surge una abundante teorización doctrinal sobre la foralidad, pero no surge en el seno de las corrientes carlistas, que prácticamente carecen de teorizaciones, y se limitan a los eslóganes, sino entre los así llamados liberales fueristas que, influenciándose unos en otros, van elaborando una teorización foralista cada vez más compleja y rica.

Como excepción a la afirmación anterior de que entre el tradicionalismo no se dan teorizaciones forales, hay que citar a Pedro Novia de Salcedo y su Defensa histórica, y a su discípulo Arístides de Artiñano.

En cuanto a nuestro personaje Ramón Ortiz de Zarate, muchos autores se limitan a verlo en su última época de carlista, olvidando o citando tan solo de pasada que comenzó siendo un liberal de la facción más avanzada (aunque no ligado directamente a ningún partido), y que fue durante ese período cuando desplegó también una enorme tarea como escritor, como periodista, y como hombre de acción en la elaboración de ese corpus doctrinal que comenzó siendo foralismo, y acabó siendo vascongadismo, y que, dada la solidez de su formación y su prestigio social, acabó impregnando a toda una generación e influyendo de forma decisiva en la generación posterior, donde desde carlistas, hasta republicanos acabaron siguiendo sus postulados. Bastará que mencionemos la admiración que sus coetáneos alaveses más jóvenes, tales como Fermín Herrán, Julián Apraiz y, sobre todo, Ricardo Becerro de Bengoa le profesaron.

Mi interés por esta generación de foralistas y sus teorizaciones, surge cuando, hace años, leyendo los escritos del fundador del nacionalismo, Sabino Arana, y buscando antecedentes entre los carlistas no pude encontrar prácticamente nada, fuera de declaraciones grandilocuentes, esloganes y proclamas. Por el contrario, leyendo a Víctor Luis de Gaminde o a Pedro de Egaña y, salvando las distancias que puede haber entre el secesionismo de Sabino Arana y la siempre profesión de adhesión a España de estos últimos, me pareció evidente que Arana, al menos en cuanto a su concepción de la foralidad, era más heredero de los liberales fueristas que del carlismo. Esta teoría que en principio pudiera parecer disparatada, cobró para mi nueva vida al conocer los trabajos publicados por el profesor José Extramiana sobre Ramón Ortiz de Zarate.

El profesor Extramiana considera que Ortiz de Zarate es uno de los pensadores del siglo XIX más próximos al nacionalismo vasco del siglo XX, y muestra su extrañeza por el, a su parecer, injusto olvido del que ha sido objeto no solo por la historiografía moderna, sino incluso por el propio nacionalismo. Ortiz de Zarate comenzó su labor teorizadora desde una perspectiva alavesa, para pasar inmediatamente a preconizar una perspectiva federal del País Vasco, y algo más adelante al País Vasco-Navarro, proponiendo que las conferencias entre las diputaciones se celebrasen de forma mensual, o incluso más a menudo, y se mantuviera una unidad de acción y de programa no solo en el ámbito de la defensa frente al Gobierno de Madrid, sino también en cuanto al desarrollo económico, social y cultural del País Vasco Navarro, sin olvidar las relaciones con el País Vasco-francés al que calificó como «el quinto miembro de la familia». Para Ortiz de Zarate la unidad vasca era asunto de todos y solo era posible si todos los vascos tomaban conciencia de su identidad.

‘nacionalista’ Las principales hipótesis de trabajo que hoy en día deberían ser desarrolladas sobre Ramón Ortiz de Zarate, en mi opinión, deberían ser las siguientes. Desde el punto de vista de la ciencia política y la historia contemporánea es posible definir la figura de Ramón Ortiz de Zarate como nacionalista vasco, al que son aplicables las teorías sobre el nacionalismo desarrolladas por autores como Gellner, Hobsbawm, Isaiah Berlin y, más recientemente, Ernest Llobera. El nacionalismo no conlleva necesariamente siempre la idea secesionista implícita sino que en este caso estaría más en línea con las teorías de Jellinek sobre los «fragmentos de Estado».

figura La figura y la obra de Ramón Ortiz de Zarate constituye un antecedente histórico del nacionalismo vasco creado por Sabino y Luis Arana a finales del siglo XIX y su figura presenta en algunos aspectos paralelismos interesantes con Sabino Arana: paso del provincialismo a la definición de una nación compuesta por cuatro territorios en España y otros tres en Francia; unión indisoluble de los conceptos de Dios y fueros; ruralismo; utilización de la historia mítica para reforzar el imaginario, etc…

el carlismo El alineamiento de Ortiz de Zarate con el carlismo político aportará al ideario carlista la teorización sobre la foralidad que hasta entonces había sido únicamente trabajada por los liberales fueristas, haciendo que sea asumida por todos los defensores de la supervivencia del pacto foral. El nacionalismo vasco que surgió en 1895 con Sabino Arana Goiri hizo suya dicha elaboración teórica llevada hasta sus últimas consecuencias, entendiendo que la ruptura del pacto hecha unilateralmente por una de las partes (la Corona en este caso) desligó a la otra parte del compromiso, retornando por tanto a su independencia original (idea ya apuntada por Ortiz de Zarate en El País Vasco Navarro no puede ser cedido). Esta confluencia de la teoría de la soberanía original entre carlistas y liberales posibilitaría que aunque el nacionalismo vasco surgiera en las filas del carlismo, muy pronto se integraran en el movimiento nacionalista los movimientos liberal-fueristas.

evolución Ramón Ortiz de Zarate, en su evolución política, no fue un carlista sino un neocatólico. Ambas tendencias, la neocatólica y la tradicionalista se fusionarían en un solo movimiento durante un período relativamente breve de tiempo (entre 1864 y 1880), pero, a partir de esa fecha, comenzarían a surgir disensiones internas que se irían acrecentando hasta llegar a la ruptura del movimiento carlista entre carlistas e integristas.

ideología La evolución ideológica de Ramón Ortiz de Zarate, desde un liberalismo progresista, a uno de cariz moderado, y posteriormente al tradicionalismo, tuvo sus causas en la cuestión religiosa, más que en el conflicto foral. Aunque en el ideario de los carlistas ambos conceptos de Dios y Fueros iban absolutamente ligados, Zarate no trató de monopolizar la defensa de la foralidad en el lado carlista, sino que creyó que al margen de la disputa entre tradicionalistas y liberales-demócratas era posible un pacto para la defensa de los fueros entre todas las tendencias ideológicas.

foralidad El enfrentamiento entre Ortiz de Zarate y Pedro de Egaña, pese a que ambos compartían la mayoría de los postulados teóricos sobre la foralidad y su mantenimiento, tuvo varias causas: la primera era de tipo personal entre dos personalidades muy fuertes; la segunda obedecía a una lucha entre dos generaciones de la sociedad alavesa, una que provenía más de un ámbito provincial, y una nueva generación más urbana y profesional; y por último y más importante, la postura de Ortiz de Zarate sobre la defensa y mantenimiento de la foralidad era más intransigente y alineada con la postura surgida en Bizkaia del «Todo o nada».

la gestión La gestión político-administrativa de Ramón Ortiz de Zarate muestra una consecuencia entre sus elaboraciones teóricas y su praxis política, muy especialmente si atendemos a su gestión como diputado general de Álava en la que puso en práctica muchas de las propuestas que vino realizando en sus escritos de la época de El Lirio y del Boletín de Comercio e Irurac-bat.

Además, Ramón Ortiz de Zarate, puede ser considerado como coautor del célebre discurso de Mateo Benigno de Moraza, pronunciado tras el final de la última Guerra Carlista, en el Congreso de los Diputados -los días 13, 14 y 19 de junio de 1876-, para intentar, sin éxito, evitar la abolición de los fueros vascos.

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