La Azoka de Durango: origen y génesis de una Feria

La Azoka de Durango cumple este año su edición número 50 consolidada como un referente indispensable de la cultura vasca y de los frutos de esta en forma de producciones editoriales y discográficas

Un reportaje de Jon Irazabal

Los días 30, 31 de octubre y 1 de noviembre de 1965 Gerediaga Elkartea, que se había constituido ese mismo año, organizó en el pórtico de la iglesia de Santa María de Uribarri la 1ª edición de la Feria del Libro y Disco Vasco de Durango. El objetivo era dar visibilidad a las publicaciones en euskera o que sobre temática vasca existían en el mercado editorial y que solían estar fuera de las librerías y redes habituales. Acudieron a la cita las cuatro diputaciones vascas, instituciones culturales, editoriales comerciales, religiosas y varias casas discográficas, que mostraron sus publicaciones en 18 estands. Una gran novedad constituyó la edición del catálogo que recogía las referencias de los libros que se hallaban en venta y que se convirtió en un importante documento referencial para los interesados en el mundo cultural vasco.

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La Feria, organizada en su aspecto editorial a raíz de la tenacidad de Leopoldo Zugaza y en el discográfico del empeño de José Luis Lizundia, unido al trabajo militante de socios y colaboradores de Gerediaga, fue un éxito en términos sociales y económicos. Este hecho supuso un aliciente para que Gerediaga Elkartea continuase organizando las siguientes ediciones en las que se consolidó esta. Afianzamiento determinado por el pequeño pero continuo incremento de expositores que, unido a la labor silenciosa pero constante de los diversos grupos y personas que trabajaban en torno al euskera y la cultura vasca, generó que durante las festividades del 1 de noviembre Durango se constituyese anualmente como una cita ineludible.

Su consolidación no resultó del agrado de diversas personalidades y estamentos del régimen franquista. En 1974, año en que se celebró la 9ª edición, el franquismo se debatía entre quienes proponían un incipiente aperturismo conocido como “espíritu del 12 de febrero” y la intransigencia de quienes, bajo la denominación de el búnker, apelaban al espíritu del 18 de julio. El militar Fulgencio Coll de San Simón, gobernador civil y jefe del Movimiento de Bizkaia desde 1968, determinó prohibir la Feria de Durango. El apoyo manifiesto a esta de Marcelino Oreja Aguirre, subsecretario de Información y Turismo y miembro de la RSVAP, generó fricciones entre ambos, lográndose finalmente que la Feria continuase celebrándose, aunque trasladada obligatoriamente del pórtico de Santa María a la plaza del Mercado.

No fue el único obstáculo a remover de esta edición. El Ayuntamiento de Durango negó la subvención que solía otorgar desde la primera edición. Del programa de actos, que se abrió con la conferencia inaugural de Gregorio Monreal Zia, se prohibió proyectar la película Navarra 4 estaciones, rodada por Julio y Pío Caro Baroja. Curiosamente el 8 de noviembre, una semana después de la Feria, el régimen cesó a ambos de sus cargos oficiales.

Tras el venturoso 1974, Gerediaga Elkartea acordó continuar desarrollando la Feria en la plaza del Mercado al considerarlo un espacio más idóneo que el pórtico de Santa María. Sin embargo, en 1975 el ambiente en la Feria era de incertidumbre. El 27 de septiembre el franquismo fusiló a dos militantes de ETA y a tres del Frap. Franco, que fallecería el día 20 del mismo mes de noviembre, se hallaba hospitalizado agonizante. A pesar de todo, el gobernador civil de Bizkaia, Ignacio García López, sin duda, con ánimo de denotar normalidad, acudió el día 2 a la Feria, que aquel año estuvo ocupada por 35 estands dedicados a editoriales y cinco casas discográficas. La prensa de la época cifró en 1.400 los títulos expuestos en la Feria, de los cuales en torno a 100 eran novedades. En el campo musical la noticia vino de la mano de un nuevo soporte, el casete.

Transformación Tras la muerte del dictador, el panorama editorial y discográfico inició una transformación radical con la irrupción de nuevas editoriales y casas discográficas como Hordago, Elkar, etc. que presentaron en el mercado editorial y musical libros y discos de temática hasta entonces prohibidos. De algunos de ellos, como Pertur, Que se vayan… el Gobierno decretó el “secuestro previo administrativo” que, en la práctica, no resultó efectivo dado que se siguieron vendiendo, aunque de manera discreta.

Las elecciones democráticas de 1979 trajeron grandes cambios en ayuntamientos y diputaciones, así como la constitución del Gobierno vasco en 1980. Estos cambios conllevaron una nueva actitud por parte de las recién elegidas autoridades y un aumento del apoyo institucional a la Feria. Gerediaga Elkartea, sin embargo, se hallaba inmersa en una crisis, ya que muchos de sus miembros habían encaminado su dedicación a diferentes campos sociales, políticos y sindicales. Reducido el trabajo militante a media docena de personas, la actividad cultural de Gerediaga se limitó a organizar la Feria de Durango y algún otro evento. Conscientes de la importancia de la Feria, y desde la languidez, se decidió iniciar una transformación de la Azoka adecuándola a los nuevos tiempos.

Fue en 1980 cuando se inició esa transformación. Por un lado, el Gobierno de Adolfo Suárez reformó el calendario laboral y, entre otras medidas, suprimió la festividad del 1 de noviembre. Gerediaga Elkartea decidió trasladar los días de la Feria a la festividad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Asimismo, y con objeto de poder abordar la nueva realidad y las sinergias que se entreveían, Gerediaga Elkartea decidió que yo me dedicara a tiempo completo a la organización del evento, pasando el peso organizativo de la Azoka a recaer en un reducido grupo formado por José Luis Lete, Sabin Goikolea, Antton Mari Aldekoa-Otalora, Lázaro Milikua y Jesús Mari Salterain que pilotaron la nave durante un largo periodo. Este 1980 fue también el inició de la transformación física de la Azoka al habilitar un espacio en el propio recinto de la Feria para desarrollar las actividades culturales programadas. Transformación que, en 1982 con la instalación de nuevos estands, cambiará definitivamente su imagen.

Gerediaga Elkartea entendió como algo básico impulsar la transmisión cultural y, en aras a esa idea, se organizó a partir de 1982 el Ikasle eta Irakasle Eguna, dirigido a las escuelas del Duranguesado. En 1985 se transformó este día abriendo las actividades programadas a todos los escolares de Euskal Herria. En 1990 se reforzó esta faceta de transmisión generacional cuando, a iniciativa de Berbaro Elkartea de Durango, se inició la organización del espacio Haur Literatura Txokoa, hoy día denominado Saguganbara.

Referencia cultural En esta década de los 80 corrieron tiempos en que la sociedad buscó cambios y espacios de libertad y la Feria se constituyó por antonomasia en la muestra referencial de la cultura vasca. Además de un intenso programa de actos, que generaron en ocasiones fuertes debates como el desarrollado en 1986 en torno a la apertura del canal en castellano de ETB, la Azoka se convirtió en lugar de encuentro generando, por ejemplo, que en 1982, durante los días de Feria, se constituyera Euskal Idazleen Elkartea; y en 1984, Euskal Editoreen Elkartea.

Gerediaga Elkartea organizó en la primavera de 1986, con motivo del centenario de la Durangoko Euskal Jaiak, la Euskerazko Liburu eta Disko Azoka, en la que solo tenía cabida material en euskera. Perduró esta nueva Azoka los dos años siguientes (1987 y 1988), pero la baja respuesta, tanto de los participantes como de los visitantes, determinó que la asociación optara por no continuar con ella y trabajar en la paulatina euskaldunización de la Feria de diciembre.

En 1990 se alcanzó la 25ª edición que tuvo lugar entre el 6 y el 9 de diciembre. Este primer día, 6 de diciembre, se publicó el nº 1 del diario Egunkaria escrito íntegramente en euskera. Como era de esperar, esa mañana Durango acogió la puesta de largo en sociedad de un elemento tan esperado y deseado por la cultura vasca. El número mágico de la 25ª edición impulsó un importante programa de actividades, destacando la conferencia inaugural ofrecida, por primera vez, por una mujer y que corrió a cargo de la baxenabartar Enrriet Aire, el magistral concierto de Benito Lertxundi o el mítico regreso a los escenarios de Xabier Lete, acompañado por Antton Valverde. La Feria, que se instaló en la plaza y en la calle adyacente, instaló 143 estands, presentándose en ella en torno a 250 nuevos libros además de 14 discos.

En Gerediaga, conscientes de la importancia del trabajo desarrollado por muchas personas y colectivos en tiempos adversos como los de la dictadura franquista, se decidió instaurar en 1992 el premio Durangoko Argizaiola con el fin de reconocer su labor a “los que fueron luz en la larga noche”. En su 1ª edición la Argizaiola la recogió Jon Bilbao, en homenaje a su importante labor bibliográfica.

A Landako La Feria sufría un mal crónico que no era otro que la falta de espacio. El que ofrecía la plaza del Mercado se volvió insuficiente. Para hacer frente a esta dificultad, en 1985-1986 se desdobló el espacio ferial, situando los estands dedicados a los libros en la plaza del Mercado y los ocupados por las casas discográficas, en el pórtico de Santa María. En años posteriores se trató de ampliar el espacio cubriendo la calle adyacente o la plaza posterior a la del Mercado, pero claramente se entreveía que era una solución transitoria y que la Feria no podía continuar mucho más tiempo sin hallar una respuesta acorde con lo que el mundo cultural vasco esperaba de ella. En el año 1996 se optó por organizar la Azoka bajo una carpa que cubriera el espacio necesario. Esta solución se mantuvo hasta 2002, año en el que se inauguró Landako Erakustazoka y obligó a la Azoka a viajar por diverso lugares de Durango; pero esas historias las dejaremos para otra ocasión.

Habrá quien piense que las bellotas que año tras año ha dado el roble que plantó Gerediaga en Durango en 1965 son el fruto del trabajo de unas pocas personas. Nada más alejado de la realidad. Son el resultado del esfuerzo de muchas personas. Por los fundadores y por quienes continuaron con la labor de estos, por los socios y obreros, por editores de libros y discos que han acudido a Durango, por instituciones y entes privados que nos han patrocinado, por los que han dado a conocer nuestro trabajo en los medios de comunicación, por creadores y activistas culturales que nos han apoyado y ayudado… En una palabra, es el resultado del trabajo de un Pueblo.

Chim Seymour, Lea-Artibai eskualdea eta Ziortza-Bolibarko elizgizonak

Chim Seymour argazkilari poloniarrak 1937. urteko hasieran Lea-Artibain ateratako argazkiek gerra zibilaren egoera larrian euskalde honetako biztanleek erakutsi zuten bizitza aurrera ateratzeko kemena islatzen dute

Patxi Juaristiren erreportajea

David, Chim, Seymour (1911-1956), Robert Capa (1913-1954) eta Gerda Taro (1910-1937) errepublikazaleen aldean argazkiak ateratzen aritu ziren Gerra Zibilean. Eta, egia esan, euren lanak, balio historikoa eta artistikoa izateaz gainera, iraultza izugarria ekarri zuen garaiko kazetaritza grafikora, hasiera emanez gerrako argazkigintza modernoari.

1936tik 1939ra egin zituzten argazkien 4.500 bat negatibo eta baita inprimatutako argazki batzuk ere ia 70 urtez egon ziren gordeta (edo galduta) Mexikon, gerora Maleta Mexikarra izenarekin ezagutu den kartoizko hiru kaxatan.

Robert Capa hiru kaxok Frantziatik ateratzen saiatu zen 1940. urtean, naziak hurbiltzen ari zirelako beldurtuta, eta oso argi ez dauden gora beherak medio, 1941ean edo 1942an, jeneral mexikar baten eskuetara heldu ziren. Cornell Capak, Robert-en anaiak, bazuen argazkion berri, eta urteetan aritu zen horien bila, baina arrakastarik gabe. Dena dela, 2007an, ustekabean, jeneralaren ondorengoek bere eskuetan utzi zituzten hiru kaxok. Horrela, 2011n ikusi ahal izan ziren, New York-en, Cornell Capak bere anaiaren argazki-ondarea kudeatzeko sortu zuen International Center of Photography-ri esker.

La maleta mexicana. Las fotografías redescubiertas de la guerra civil española de Robert Capa, Chim y Gerda Taro liburuan esaten da Chim 1937ko urtarrilean eta otsailean egon zela Lea-Artibai eskualdean. Bertan agertzen den sekuentziari kasu egiten badiogu, lehenengo Lekeitio bisitatu zuen, ostean Berriatua eta azkenik Ziortza-Bolibar.

Lekeition Txatxo kaia eta eliza erretratatu zituen, baita bertako edo inguruko azoka bat ere. Argazki multzo berean, lau argazki daude moja bat zauritutako gudari edo miliziano bat zaintzen erakusten dutenak. Pentsatzekoa da argazkiok Lekeitioko Zita enperatrizaren jauregiaren beheko solairuan Eusko Jaurlaritzak eratu zuen ospitalean ateratakoak direla. Ospitale honek 68 gaixorentzako tokia zuen, eta bertan Lekeitioko Sektoreko borroketan zauritzen zirenak artatzen zituzten.

Lea-Artibai eskualdera egin zuen bigarren bidaia ere Lekeitioko Sektorera izan zen; zehatzago esanda, Berriatuako Asterrika auzora. Kontuan hartzekoa da Deba, Mutriku, Ondarroa eta Mendaro inguruan zeuden errekete eta falangistengandik Bizkaia babesten zuen Gipuzkoako Frontearen zati bat Berriatuko lurretan zegoela, nahiz eta gerrako gune horri Lekeitioko Sektorea dei-tzen zitzaion; hain zuzen ere, bertan kokatu zirelako komandantzia, soldaduen kuartelak eta ospitalea.

Bigarren bidaia horretan, Chimek mezaren prestaketak egiten ari ziren Mungia batailoiko Txorierri konpainiako gudariak erretratatu zituen, Asterrikako Alipasolo baserriaren aurrean; baita Jesus Jaio Urionabarrenetxea Aita Julian (Ziortza-Bolibar, 1911-Lima-Peru, 2008), konpainiako kapilaua, meza esaten, eta inguruko baserritarrak eta gudariak meza entzuten. Mezatan herritarrak daudela kontuan hartuta, gure ustez, argazki horiek igande goiz batean aterakoak dira. Argazkiok 1937ko martxoaren 4ko Regards aldizkarian argitaratu ziren.

Markina eta Ziortza-Bolibar Badirudi Chimek Berriatuan atera zuen argazki honetan agertzen den emakumeetariko bat Engrazia Bikandi dela; frankotiratzaile frankistek hil zutena 1937ko otsailaren 24an, 18 urte zituela.

Engrazia Asterrika auzoko Asterrikakua baserrian bizi zen. Luis Almagro tenientearen 1937ko martxoaren 5eko txostenaren arabera, 1937ko otsailaren 24an, 13:30ak inguruan, Bikanditarrak etxean zeudela, frankistek, Urkixamendi edo Goikomendi ingurutik botatako balek (ziur asko metrailadore baten bidez) etxaurrean jo zuten. Horietariko bi bala atetik sartu, eta Engrazia hil zuten.

Hirugarren bidaian, Chimek Markina eta bereziki Ziortza-Bolibar bisitatu zituen, 1937ko otsaileko igande arratsalde batean.

Markinako sarreran argazki bakarra atera ostean, argazkilari poloniarra Ziortza-Bolibarrera abiatu zen.

Herri horretan ateratako argazkietan, herritarrak agertzen dira San Tomas elizatik ateratzen, arratsaldeko arrosarioa entzun ostean; baita bi abade ere, Chim berarekin eta beste gizon batekin hitz egiten. Abadeetariko bat Pedro Zenarrutzabeitia Urionabarrenetxea (Ziortza-Bolibar, 1901 – Bilbo, 1987) da, Ziortza-Bolibarko abade laguntzailea eta nire emaztearen aitaitaren anaia.

Bonetearekin agertzen den beste abade altua Domingo Txomin Ugartetxea Urkieta da (Markina, 1885 – Lamiako, 1958) (Jose Domingo Santa Teresa karmeldarraren anaia), garai hartan herriko parrokoa.

Lea-Artibai eskualdean Chimek 1937ko hasieran atera zituen argazki hauek guztiek gauza asko adierazten dituzte, baina nik sei gogoeta egin nahiko nituzke:

Lehenengo eta behin, gerrako egoera zail hartan herritarrek bizirauteko zuten gogoa erakusten digute. Chimek giro latza topatu zuen Lekeition, Berriatua, Markina edo Ziortza-Bolibarren. Zibilen zein Lekeitioko eta Markinako sektoreetan borrokatzen ari ziren gudari eta miliziarren heriotzek ezinegon eta urduritasun izugarria sortzen zuten; gainera, asko izan ziren, bonbardaketa eta tiroekin beldurtuta, euren etxea utzi eta beste nonbaitera bizi-tzera joan zirenak, eta oinarrizko elikagaien gabezia gero eta mingarriagoa zen. Edozelan ere, bere argazkiek oso ondo adierazten dute jendeak euren bizimoduekin eta egunorokotasunarekin jarraitzeko zuen grina: azokara eta mezetara joaten ziren, elkarrekin egoteko eta hitz egiteko momentuak topatzen zituzten, umeak kalean jolasten zuten…

Bigarrenik, Chimek argi erakutsi zuen herritarrak zein gudariak fededunak zirela eta elizari izugarrizko errespetua ziotela: mojak zauritutako gudariak zaintzen agertzen dira Lekeition, gudariak meza prestatzen eta meza entzuten Berriatuan, herritarrak eta abadeak Ziortza-Bolibarko eliza aurrean, igande arratsaldeko arrosarioatik ateratzen… Fedearekin eta elizgizonekin loturiko argazkiokin, errepublika babestu zutenen, eta, zehazki, gudari eta milizianoen aurka, batez ere Frantzian, hedatzen ari zen propagandaren aurka egin nahi zuten.

Chimek militar eskuindarren altxamenduaren bidegabekeria ere erakutsi zuen. Eta horrekin batera, baita errepublikazaleen kausaren alde hartu zuen konpromisoa ere. Alegia, Capak eta Tarok bezala, Chimek ere errepublikarren aldeko argazkigin-tza egin zuen, militarren estatu kolpeak eragin zuen drama nazioartean salatzeko.

Argazkiak ikuskatuz ateratzen dugun laugarren ondorioak Chimen argazkietan agertzen diren pertsonekin zerikusia dauka. Aipagarria da Lea-Artibai eskualdean erretratatu zituen elizgizon guztiak harreman estua zutela Ziortza-Bolibarrekin. Alipasolo baserrian meza esaten agertzen dena Jesus Jaio, Aita Julian, da, Ziortza-Bolibarko Karakate baserrikoa. Bestetik, Ziortza-Bolibarreko parrokoa, Domingo Txomin Ugartetxea, eta bere abade laguntzailea, Pedro Zenarrutzabeitia, agertzen dira.

Larreako komentua Hipotesi bat da, baina iruditzen zaigu Chim Seymourrek Jose Sotero Urionaguena fraide karmeldarraren aholkuz bisitatu zituela elizgizon hauek Lea-Artibaira etorri zenean. Izan ere, Jose Sotero Urionaguena – Rafael San Joserena Amorebieta-Etxanoko Larreako karmeldarren komentuko priorea zen, Chimek komentu hori ezagutu zuenean, 1937ko urtarrilaren bukaeran.

Larreako komentua gudarien kuartela izan zen 1936ko abuztuaren 4tik 1937ko maiatzaren 18an frankistak hartu zuten arte. Chimek komentuko bizitza eta fraideen eta gudarien arteko elkarbizitza erretratu zituen. Larrean egin zuen erreportajeko argazki batzuk 1937ko otsailaren 4ko Regards aldizkarian argitaratu ziren.

Jose Sotero Urionaguena fraideak Chim Berriatura edo Ziortza-Bolibarrera joateko izan zuen eragina onartuta, hipotesi gisa bota nahi dugun bosgarren ondorio da Alipasolo baserriko eta Ziortza-Bolibarreko argazkiak 1937ko otsailean ateratakoak direla. Hori pentsatzeko bi arrazoi ditugu: Alde batetik, kontuan hartu behar dugu Chim urtarrilaren bukaeran egon zela Larreako komentuan, eta, argazkien sekuentziari kasu eginez, Jose Sotero Urionaguena fraidearekin egon ostean etorri zela Lea-Artibaira.

Bestetik, aipagarria da Alipasoloko argazkian agertzen den Engrazia Bikandi 1937ko otsailaren 24an hil zutela. Beraz, Chim egun hori baino aurretik egon zen Berriatuan. Alegia, pentsa daitekeena zera da: Chimek otsaileko lehen hiru igandeetariko batean (7an, 14an edo 21ean) atera zituela Alipasoloko argazkiak.

Azkenik, Chimen argazkiek zuzenean ikusten ez den beste zerbait ere erakusten dute: Frankoren errepresioa. Izan ere, erretratatu zituen Ziortza-Bolibarko lau elizgizonak atxilotu eta kartzelan sartu zituzten, Bizkaia frankisten eskuetan jauzi zenean.

Jesus Jaio, Aita Julian, Santoña inguruan preso hartu, eta 1937ko irailaren 6aren bueltan, Duesoko kar-tzelan sartu zuten. Espetxean bi urte egin zituen, abertzalea izateagatik eta errepublikazaleen alde kapilau-lanetan aritzeagatik. Ostean, Francoren kapilau izatera behartu zuten. Bizkaian eta Galizian abade lanetan aritu ostean, Hego Ameriketara joan zen, eta Liman hil zen.

Pedro Zenarrutzabeitia eta Domingo Ugartetxea 1937ko maiatzaren lehenengo egunetan atxilotu zituzten, eta beste abade batzuekin batera Bilbon epaitu zituzten, 1937ko abuztuaren 31n. Epaiketan libre gelditu baziren ere, ez zieten utzi Zior-tza-Bolibarrera bueltatzen

Azkenik, Jose Sotero Urionaguena fraidea 1937ko apirilean atxilotu zuten, eta abuztuaren 2an atera zen sententziaren arabera, 16 urteko espetxe zigorra ezarri zioten. 1940ko uztailaren 29ra arte egon zen Carmonako kartzelan, eta baldintzapeko askatasunarekin atera ostean, Santanderreko Hoz de Aneroko komentuan bizitzera kondenatu zuten.

Chimen argazkiek gerrako drama, herritarren bizitzeko gogoa, eskuindarren altxamenduaren bidegabekeria, herritarren zein gudarien fedea edota Bizkaia frankisten eskuetan jauzi osteko errepresioa erakusten digute. Zalantza gabe, bere begira-tzeko modua gure memoria historikoa jorratzeko eta gerra zibilaren drama ulertzeko iturri ezin hobea da.

Las ikurriñas de Zalla, dos supervivientes y una tercera enterrada

La familia Zubieta, que custodió de forma clandestina las históricas banderas a lo largo de ocho décadas, las donó el pasado viernes a Sabino Arana Fundazioa

Un reportaje de Iban Gorriti

lOS ojos de Mikel Zubieta se empañan nostálgicos, familiares, históricos. Se aferran a sus recuerdos. Entrañas. A los confines de toda una vida de custodia de dos ikurriñas que sortearon la malaventura de la Guerra Civil y anatema del franquismo. El hijo del molinero Luis y de la ama de casa Feli se alegra y entristece al mismo tiempo. Su razón chasquea al viento de Zalla. “Entregar las dos banderas a Sabino Arana Fundazioa me produce esa sensación de desprenderme de algo que cuidamos de forma clandestina durante años, algo que tengo mucho cariño, y por otra parte sé que van a estar mejor conservadas”, admite con vista vidriosa en las dependencias del batzoki en el que antes de la guerra una de las ikurriñas se mostraba orgullosa colgante desde el balcón, y la otra era el blasón de la Junta Municipal del PNV de Zalla.

Y hubo una tercera: la de las emakumes, con una cuita que Zubieta exhuma de lo escuchado en su casa y a las personas mayores de la localidad vizcaina. “Es como un mito ya”, valora. Existió aquel estandarte que según los testimonios orales heredados permanece enterrada a día de hoy bajo un edificio de la avenida Lanzagorta de Zalla. “Al parecer era una bandera blanca con una ikurriña a un lado. Por cierto, las propias emakumes fueron quieren bordaron el escudo de Zalla con el arcángel San Miguel y el árbol de Gernika en la ikurriña de la Junta, hecha con lanilla”, contribuye Mikel.

Hay dos secretos que han mantenido casi intactas las dos ikurriñas donadas a la fundación con sede en Bilbao. El primero, que Luis Zubieta, antes de la entrada de los fascistas sublevados contra la legítima Segunda República, las tomara del batzoki y escondiera, con el peligro que corría. Y el segundo, gracias al tabaco, pudieron conservarse hasta el siglo XXI. “Mi padre fue un valiente en 1937. Recogió las ikurriñas y las llevó al molino donde vivíamos. Hasta allí hay como un kilómetro y entonces te revisaban las bolsas a ver qué llevabas. Se la jugó”, enfatiza orgulloso de quienes le trajeron al mundo. Y no es para menos. Luis Zubieta fue un marido, un padre de familia, un nacionalista que prefirió exponerse a la cárcel o a la muerte, antes que desprenderse de las dos ikurriñas.

a través del tiempo Los Zubieta han vivido en cinco inmuebles diferentes y con ellos y más adelante sus descendientes siempre viajaron los colores: rojo, verde y blanco, jirones de la historia de su pueblo, de su axioma vital e ideológico. Tras vivir en el recordado molino, lo hicieron en Herculano Plaza, también junto al Bar Teide, en el mismo batzoki que siempre ha estado emplazado en el mismo lugar y en el barrio de El Carmen. La esposa de Luis estuvo a punto de dar el brazo a torcer y quemar las ikurriñas, como la familia hizo con la biblioteca que poseían sobre temas vascos y de nacionalismo vasco. “Mi padre se lo contó a un amigo y este, a su mujer. Ella dijo que le iba a denunciar. No lo acabó haciendo”, apostilla Mikel.

Más adelante, en los años 60, Zubieta hijo y su mujer tuvieron visita de la Guardia Civil porque habían hallado a su padre con “propaganda clandestina” por lo que llegaría a sufrir la cárcel bilbaina de Larrinaga. Acabaron quemando todo durante “una noche entera, salvo un libro de vistas de Bizkaia de la Diputación”. A quien calificaban de bizkaitarrón lograron sacarle de prisión gracias a que la mujer de Luis pidió ayuda al clero de la zona. Del matrimonio, nacieron cuatro vástagos. Uno, falleció al poco de nacer. La hermana mayor fue Ana (a día de hoy fallecida), Elia y Mikel. El padre formaba parte de la organización municipal del PNV de Zalla cuando se desató la Guerra Civil.

Esta familia y descendientes escondieron las ikurriñas en lugares impensables, como por ejemplo, debajo de una bañera o soltando unos ladrillos y volviéndolos a poner con labor de albañilería de por medio. Los días que las aireaban sobre la cama o en un pasillo era todo un rito para los de casa, orgullo a la máxima potencia.

La del balcón del batzoki, algo raída en algunos puntos, es de considerables dimensiones: mide cuatro por dos metros, y la de la junta municipal, 1,90 por 1,20. Las anécdotas se solapan en fechas. Así, por ejemplo, la familia vivió en la casa del batzoki y cuando la ocuparon los de Falange, los fascistas estuvieron muy cerca de los dos estandartes prohibidos.

Horas antes de entregar las banderas a Sabino Arana Fundazioa, Mikel Zubieta proyectaba qué iba a hacer al donarlas. “Les daré un beso muy grande. Me despido de ellas. Me emociono. La de la junta es una ikurriña muy especial: en realidad son dos ikurriñas que cuando las llevamos a donde unas monjas para que vieran cómo se podía mejorar, le pusieron un paño blanco entre ambas, a modo de sandwich y así reforzarla”, detalla quien ya entregó en 1977, con la democracias, estos blasones al batzoki, pero volvieron a la familia hasta los años 90. “Me despido de ellas, pero sé que va a estar mejor cuidada. Ahora, queremos poner una reproducción aquí en el batzoki, en esa vitrina donde ha estado expuesta. Y pensar que en aquellos tiempos para quitar humedad mi padre le ponía tabaco…”, concluye emocionado.

Las ikurriñas de Zalla, dos supervivientes y una tercera enterrada

La familia Zubieta, que custodió de forma clandestina las históricas banderas a lo largo de ocho décadas, las donó el pasado viernes a Sabino Arana Fundazioa

Un reportaje de Iban Gorriti

lOS ojos de Mikel Zubieta se empañan nostálgicos, familiares, históricos. Se aferran a sus recuerdos. Entrañas. A los confines de toda una vida de custodia de dos ikurriñas que sortearon la malaventura de la Guerra Civil y anatema del franquismo. El hijo del molinero Luis y de la ama de casa Feli se alegra y entristece al mismo tiempo. Su razón chasquea al viento de Zalla. “Entregar las dos banderas a Sabino Arana Fundazioa me produce esa sensación de desprenderme de algo que cuidamos de forma clandestina durante años, algo que tengo mucho cariño, y por otra parte sé que van a estar mejor conservadas”, admite con vista vidriosa en las dependencias del batzoki en el que antes de la guerra una de las ikurriñas se mostraba orgullosa colgante desde el balcón, y la otra era el blasón de la Junta Municipal del PNV de Zalla.

Mikel Zubieta, en el instante de hacer entrega a la Fundación Sabino Arana de las dos ikurriñas conservadas por su familia.Iban Gorriti
Mikel Zubieta, en el instante de hacer entrega a la Fundación Sabino Arana de las dos ikurriñas conservadas por su familia.Iban Gorriti

 

Y hubo una tercera: la de las emakumes, con una cuita que Zubieta exhuma de lo escuchado en su casa y a las personas mayores de la localidad vizcaina. “Es como un mito ya”, valora. Existió aquel estandarte que según los testimonios orales heredados permanece enterrada a día de hoy bajo un edificio de la avenida Lanzagorta de Zalla. “Al parecer era una bandera blanca con una ikurriña a un lado. Por cierto, las propias emakumes fueron quieren bordaron el escudo de Zalla con el arcángel San Miguel y el árbol de Gernika en la ikurriña de la Junta, hecha con lanilla”, contribuye Mikel.

Hay dos secretos que han mantenido casi intactas las dos ikurriñas donadas a la fundación con sede en Bilbao. El primero, que Luis Zubieta, antes de la entrada de los fascistas sublevados contra la legítima Segunda República, las tomara del batzoki y escondiera, con el peligro que corría. Y el segundo, gracias al tabaco, pudieron conservarse hasta el siglo XXI. “Mi padre fue un valiente en 1937. Recogió las ikurriñas y las llevó al molino donde vivíamos. Hasta allí hay como un kilómetro y entonces te revisaban las bolsas a ver qué llevabas. Se la jugó”, enfatiza orgulloso de quienes le trajeron al mundo. Y no es para menos. Luis Zubieta fue un marido, un padre de familia, un nacionalista que prefirió exponerse a la cárcel o a la muerte, antes que desprenderse de las dos ikurriñas.

a través del tiempo Los Zubieta han vivido en cinco inmuebles diferentes y con ellos y más adelante sus descendientes siempre viajaron los colores: rojo, verde y blanco, jirones de la historia de su pueblo, de su axioma vital e ideológico. Tras vivir en el recordado molino, lo hicieron en Herculano Plaza, también junto al Bar Teide, en el mismo batzoki que siempre ha estado emplazado en el mismo lugar y en el barrio de El Carmen. La esposa de Luis estuvo a punto de dar el brazo a torcer y quemar las ikurriñas, como la familia hizo con la biblioteca que poseían sobre temas vascos y de nacionalismo vasco. “Mi padre se lo contó a un amigo y este, a su mujer. Ella dijo que le iba a denunciar. No lo acabó haciendo”, apostilla Mikel.

Más adelante, en los años 60, Zubieta hijo y su mujer tuvieron visita de la Guardia Civil porque habían hallado a su padre con “propaganda clandestina” por lo que llegaría a sufrir la cárcel bilbaina de Larrinaga. Acabaron quemando todo durante “una noche entera, salvo un libro de vistas de Bizkaia de la Diputación”. A quien calificaban de bizkaitarrón lograron sacarle de prisión gracias a que la mujer de Luis pidió ayuda al clero de la zona. Del matrimonio, nacieron cuatro vástagos. Uno, falleció al poco de nacer. La hermana mayor fue Ana (a día de hoy fallecida), Elia y Mikel. El padre formaba parte de la organización municipal del PNV de Zalla cuando se desató la Guerra Civil.

Esta familia y descendientes escondieron las ikurriñas en lugares impensables, como por ejemplo, debajo de una bañera o soltando unos ladrillos y volviéndolos a poner con labor de albañilería de por medio. Los días que las aireaban sobre la cama o en un pasillo era todo un rito para los de casa, orgullo a la máxima potencia.

La del balcón del batzoki, algo raída en algunos puntos, es de considerables dimensiones: mide cuatro por dos metros, y la de la junta municipal, 1,90 por 1,20. Las anécdotas se solapan en fechas. Así, por ejemplo, la familia vivió en la casa del batzoki y cuando la ocuparon los de Falange, los fascistas estuvieron muy cerca de los dos estandartes prohibidos.

Horas antes de entregar las banderas a Sabino Arana Fundazioa, Mikel Zubieta proyectaba qué iba a hacer al donarlas. “Les daré un beso muy grande. Me despido de ellas. Me emociono. La de la junta es una ikurriña muy especial: en realidad son dos ikurriñas que cuando las llevamos a donde unas monjas para que vieran cómo se podía mejorar, le pusieron un paño blanco entre ambas, a modo de sandwich y así reforzarla”, detalla quien ya entregó en 1977, con la democracias, estos blasones al batzoki, pero volvieron a la familia hasta los años 90. “Me despido de ellas, pero sé que va a estar mejor cuidada. Ahora, queremos poner una reproducción aquí en el batzoki, en esa vitrina donde ha estado expuesta. Y pensar que en aquellos tiempos para quitar humedad mi padre le ponía tabaco…”, concluye emocionado.

La ikastola: evolución en la preguerra de una institución singular

El final del siglo XIX y las primeras décadas del XX fueron testigo del nacimiento de las ikastolas, un proyecto para enseñar en euskera con un modelo pedagógico propio

Un reportaje de Gregorio Arrien. Fotos de Sabino Arana Fundazioa

LA crisis de la sociedad española de finales del siglo XIX y comienzos del XX generó un gran descontento y críticas al sistema político, que pusieron a prueba el funcionamiento de las instituciones. Frente al fracaso y desprestigio de los organismos oficiales y lo descaminada que andaba la enseñanza oficial, se hicieron constantes llamadas a la regeneración y a un profundo cambio de la vida nacional, proponiendo para ello numerosos remedios de tipo social, económico y cultural.

Grupo de andereños, con el escritor Luis Agirre (Euba, 1982).
Grupo de andereños, con el escritor Luis Agirre (Euba, 1982).

 

Por los hechos apuntados, la crisis finisecular repercutió en el resurgimiento de los nacionalismos periféricos, con el consiguiente auge de un movimiento cultural para la recuperación de su cultura. Por lo que respecta al País Vasco, entre las diferentes propuestas e iniciativas orientadas al logro de estos objetivos, estaba la que ponía un énfasis especial en el cultivo y promoción del euskera y la escuela vasca o ikastola.

Sabino Arana, el autor de una serie de neologismos que llegaron a cuajar con el tiempo, fue también el que acuñó el término Ikastola, para designar a un tipo de escuela en que la enseñanza se da en euskera. Este término aparece recogido en su silabario euskérico “Umiaren lenengo aizkidea. Bizkaiko euzkeraz irakur-tzen ikasteko” (1897). Al decir de Artez en 1931, la obra en cuestión tuvo un cierto éxito en los centros docentes. Aunque Arana estaba dedicado mayormente a cuestiones de otra índole, encontró tiempo y ocasiones para ocuparse de temas de carácter educativo, principalmente cuando las realidades de país y los estímulos externos del momento requerían un análisis o una respuesta de su parte. En este sentido, aprovechando que los conceptos de regeneración y regeneracionismo estaban de moda en su época, en repetidas ocasiones se refirió a estos para dejar en claro que su principal preocupación, a este respecto, era la reconstitución del pueblo vasco, también a través de la escuela; según nuestro protagonista, el camino para la regeneración del pueblo está en que “fundemos sociedades puramente vascongadas, escribamos periódicos vascongados, creemos teatros vascongados, escuelas vascongadas…”.

En estos inicios del movimiento de ikastolas, es justo destacar, igualmente, la actuación de autores como Resurrección Mª de Azkue y Kepa Andoni Ormaetxea, entre otros. Aparte de su contribución a la literatura infantil, Azkue creó en 1896 la escuela vasca o ikastetxea de la calle Jardines de Bilbao, un centro donde los niños aprendían el euskera más que en euskera. Ormaetxea, por su parte, es el autor de Agakia. Euskeraz irakurten ikastekoa (1896), un silabario relativamente breve y sencillo, firmado por Bizkaiko elexgizon batek iratzija.

Tras la muerte de Sabino Arana, se intensificaron las propuestas y referencias escritas sobre la necesidad de fundar escuelas vascas, bajo la responsabilidad de particulares e instituciones vascas; pese a que la falta de recursos estaba frenando su constitución, por el momento, tras la instauración de un largo debate en los periódicos, especialmente en los de orientación nacionalista (JEL, Aberri y demás), finalmente se creó en 1908 la Escuela vasca de párvulos en la Plaza Nueva de Bilbao, seguida después de la establecida en la calle Colón de Larreategui. En los anuncios de la prensa se presentaban como unas verdaderas Euzko-Ikastoleak, al efectuar las matrículas en los comienzos de curso. Entre las dos, llegaron a contar en 1918 con unos 162 alumnos ( 65 niños y 97 niñas), distribuidos en tres grados.

En 1914, Miguel Muñoa estableció una ikastola en Donostia, que tuvo más continuidad que las anteriores.

Autonomía docente A partir de la segunda década del XX, se produjo la llegada de una generación de gente nueva, conformada por hombres de la calidad intelectual y preparación de Eduardo de Landeta, Luis de Eleizalde, Federico Belaustegigoitia y otros. Algunos de ellos ya venían trabajando desde antes en el campo de la Pedagogía y conocían bien las dificultades que existían para la renovación del sistema educativo vigente, plagado de irregularidades administrativas e incapaz de poner remedio al abandono de amplias zonas rurales de carácter euskaldun; pero, pese a ello, siguieron denunciando los hechos y buscando el apoyo de las instituciones locales para reclamar la esperada autonomía docente y poder realizar aquí lo que ya se venía haciendo en los países más cultos de Europa. Su pensamiento pedagógico, expuesto en numerosos escritos, conferencias y publicaciones periodísticas, se encuentra recogido en lo sustancial en los Congresos de Eusko Ikaskun-tza y las instituciones educativo-culturales de Bizkaia. Cansado seguramente de tanto esperar sin apenas resultados positivos, en el Congreso de Oñati ( 1918), Eleizalde animó a los vascos a actuar por su cuenta y organizar “nuestra tupida red de escuelas euzkéricas”, sin esperar la intervención del Estado. Landeta, a su vez, se dedicó a elaborar el proyecto de una escuela vasca modelo, con todas las partes que debía contener: fines, función de la lengua, plan general de enseñanzas, métodos, programas, construcción del edificio escolar, presupuesto…

Fueron estos mismos hombres los que, más tarde, se encargarían de poner en marcha la obra de las Escuelas de barriada de Bizkaia, incluidas su organización y orientación educativa.

Escuelas y auzo-Ikastolak Paralelamente a los pasos anteriores, con la instauración de la mayoría nacionalista en la Diputación vizcaina se facilitaron las cosas, en alguna medida, en el camino hacia la reforma de la enseñanza primaria, que se encontraba en un estado deplorable especialmente en las zonas rurales.

Las llamadas Escuelas euskéricas, creadas y organizadas por la Diputación, y en su nombre por la Junta de Instrucción Pública, estaban destinadas a promover la renovación pedagógica, a través del establecimiento de un programa mínimo de euskerización de la enseñanza. De acuerdo con las bases establecidas, entre 1918 y 1923 se concedieron subvenciones a los centros docentes que se comprometieron a enseñar la lengua vasca, su lectura, escritura y cantos, impartiendo el resto del programa en castellano. Apenas se tuvo noticia de la iniciativa tomada por la Diputación, fueron numerosos los pueblos y escuelas que solicitaron y obtuvieron las ayudas económicas en cuestión. Según Landeta, en los dos primeros años de vida de la institución fueron unas 40 las escuelas que se interesaron por el tema, cumpliendo después, con gran regularidad, las condiciones exigidas. Las Escuelas de barriada, por su parte, constituidas a raíz de la Moción Gallano de 1919, eran conocidas también como Auzo-Ikastolak, sobre todo en los primeros años de vida. Era una institución realmente amplia y compleja, ya que llegaron a crearse más de 125 establecimientos docentes, repartidos por toda la geografía de Bizkaia; hacia 1936, estudiaban en ellos más de 6.000 alumnos, a razón de unos 48 escolares por aula. Su objetivo principal era erradicar el analfabetismo de las zonas rurales, supliendo en este punto la ausencia del Estado.

Aparte de las magníficas construcciones escolares y el envidiable apoyo popular para su realización, hay otro hecho de especial relevancia que realza aún más la personalidad de estas escuelas: es la introducción de la enseñanza en euskera, un caso excepcional y admirable que, sin embargo, no ha merecido la debida atención entre nosotros. Se instauró un real y efectivo bilingüismo educativo, con los textos euskéricos incluidos. Seguramente, es la primera experiencia de este tipo en el país, en una amplia red de centros a la vez. Tras los nacionalistas pasaron por el gobierno de la Diputación formaciones políticas de diferente signo, y relativamente pronto surgieron las consabidas limitaciones y dificultades para el mantenimiento de la orientación pedagógica de los inicios; pero, pese a estos cambios, siguió utilizándose la lengua vasca, por lo menos como vehículo o medio de enseñanza.

En resumen, fue una de las obras más grandes de la Diputación de Bizkaia en su momento, que tuvo un indudable éxito educativo, cultural, social y humano, especialmente para los barrios y pueblos en los que se establecieron dichas escuelas.

Euzko-Ikastola-Batza En esta breve relación de ikastolas, creadas en diferentes momentos y a cargo de entidades tanto privadas como públicas, es justo mencionar la importante obra de Euzko-Ikastola-Batza (Federación de Escuelas Vascas), en los años de la II República. Constituida en 1932, la Federación tuvo una rápida expansión, extendiéndose en el término de unos pocos años a casi todos los grandes núcleos urbanos de Bizkaia. Se abrieron las escuelas no solo en Bilbao ( en Errotatxueta y Belostikale), sino también en poblaciones como Durango, Amorebieta, Algorta, Barakaldo, Elorrio, Galdakao, Gernika, Ondarreta, Portugalete, San Salvador del Valle y Sondika; en Bergara funcionó una escuela agregada. En el curso 1935-36, el número de alumnos que estudiaban en estos centros ascendió a unos 1.200 en total, la mayoría de ellos de origen euskaldun. Por desgracia, con la interrupción del proyecto a raíz de la Guerra Civil, una gran parte de las andereños y niños tuvieron que huir al exilio en 1937.

Como se ha escrito en alguna ocasión, las experiencias educativas desarrolladas en la II República tuvieron una relevancia especial. Se llevaron a cabo bajo la orientación de personas entendidas en la materia, que fueron expresamente consultadas por la Federación con el objeto de lograr un modelo de ikastola moderno y adaptado a los tiempos, especialmente en aspectos como la organización escolar, la aplicación del bilingüismo, el uso del material y libros de texto, el método para párvulos, la formación del profesorado y la globalización de las materias; por eso, tan importante como tener en cuenta el número de centros creados y alumnos escolarizados, es valorar, en este caso, el esfuerzo realizado por los organizadores y los grupos implicados en la educación en la conformación de un amplio plan de renovación pedagógica, íntegramente vasco, cuya influencia se notaría después en el movimiento cultural y educativo de la posguerra.