Euba, 60 años de calidad educativa y desarrollo cultural

Desde su inauguración el 14 de septiembre de 1956 con la llegada de 110 alumnos procedentes de Gabiria y Deusto, el Colegio Euba (actual Ikastola Lauaxeta) siempre ha trabajado en el desarrollo del euskera y la cultura vasca.

Reportaje y fotografías de Gregorio Arrien

LO primero que llama la atención del centro educativo de Euba es la solidez de la construcción y la amplitud de los espacios interiores y exteriores, así como el envidiable paisaje del entorno, preparado para el recreo de la vista y el desarrollo de toda clase de juegos y deportes. Una vez realizados los trámites iniciales y elegido su definitivo emplazamiento en la pequeña cota de Orue -a cargo de los padres fundadores Martín Elorza, Ignacio Iguarán y Lucio Apraiz-, el arquitecto Damián Lizaur se encargó de levantar, por fases, la mole firme y sólida hecha de piedra que todos conocemos, imprimiendo al edificio escolar y a la casa adyacente unas características arquitectónicas muy en armonía con el paisaje y teniendo en cuenta la necesaria comodidad e iluminación de un centro destinado al estudio.

La inauguración tuvo lugar el 14 de septiembre de 1956, con la llegada de unos 110 alumnos procedentes de los colegios de Gabiria (Gipuzkoa) y Deusto. Durante la realización de las obras, entre los moradores pasionistas que permanecieron en Euba, estaban Valentín Mendibe, Julián Gerrikagoitia, Teodoro Orue y otros. Al iniciarse las clases, se incorporó a la nueva casa una nutrida comunidad educativa, entre directores, profesores y hermanos colaboradores. La historia de Euba se divide en tres grandes etapas sucesivas: la etapa del Seminario (1956-1969); la etapa del Colegio San Gabriel (1969-1981) y, por último, la etapa de la Ikastola Lauaxeta (de 1977-81 a la actualidad).

En los inicios, la organización y la programación de los estudios no eran muy diferentes de las formas que se estilaban en muchos de los seminarios menores existentes en el país. Como en otras instituciones de este tipo, había una fuerte disciplina y un programa de estudios basado mayormente en materias propias de la rama de Letras: se daba una relevancia especial a la redacción literaria, tanto en castellano como en euskera, así como al canto coral y a las representaciones teatrales.

El seminario y el euskera Con el objeto de mejorar la vida y los servicios del Seminario, en mayo de 1959 llegaron a Euba las religiosas pasionistas-hermanas de San Pablo de la Cruz, que se hicieron cargo de la cocina, sastrería, lavandería y demás. La actuación de las religiosas se vio complementada con los oficios y trabajos que habitualmente realizaban los hermanos pasionistas, en aspectos como la conservación del edificio, las labores de la huerta, el cuidado del caserío-granja etc., que se consideraban entonces como totalmente necesarios para el mantenimiento de la casa y sus moradores.

De otra parte, los cambios iniciados en los planes de estudio en los años anteriores, se completaron después dentro del renovado ambiente del inmediato posconcilio, entre 1966 y 1969: en este tiempo se produjo la implantación de la reválida del 4º y 6º curso; y en 1968 se logró establecer el PREU. Fue el momento en que se procedió a complementar el cuadro de docentes, con la contratación de profesores seglares que se harían cargo de materias como ciencias, matemáticas e idiomas. En la etapa del Seminario, pasaron por Euba numerosos formadores y personal de servicios -entre superiores, directores, profesores y colaboradores-, muchos de ellos muy experimentados y de inolvidable recuerdo. En estos años, estudiaron en sus aulas unos 1.029 alumnos en total.

Puede parecer algo inverosímil, pero es la verdad: en aquellos años del franquismo se logró cultivar el euskera con una intensidad y resultados académicos, que se pueden calificar de admirables. Como recuerda Joxemari Iriondo, que entre 1953-1957 conoció ambas etapas, de Gabiria y Euba, el aprendizaje de la lengua vasca, con clases semanales bien aprovechadas, se realizó bajo la tutela de los profesores-padres Jose María Larrarte y Koldo Sarasola, militantes ambos del euskera como de la enseñanza en general.

Prosiguiendo con los trabajos iniciados antes por el padre Martín Elorza, en este tiempo era obligatoria la redacción semanal de un artículo sobre un tema predeterminado, aparte de una serie de lecturas de autores de reconocido prestigio. De aquel intento por apoyar el terreno (prohibido) del euskera, han destacado después algunos nombres como el de Joxe Agustín Orbegozo, Xabier Mendiguren, Joxe Lizarralde, León Arrieta, José L. Idioeta (q.e.p.d.), Joxemari Iriondo, etc.

Publicaciones y Euskal Jaiak Siguiendo en la línea del desarrollo del euskera y la cultura vasca, empezó a publicarse en 1963 la revista escolar Bidez, elaborada totalmente en euskera. Dos años antes salió al público la revista Amistad, escrita en castellano: ambas publicaciones fueron elaboradas por los propios alumnos con el apoyo de algunos directores y profesores, convirtiéndose así en una especie de escuela de escritores.

Bidez, cuya aparición se extendió hasta 1968, tenía como finalidad el desarrollo de la cultura vasca, integrando el euskera como una parte importante de la formación y la comunicación escrita. Salieron en total unos 27 números. Si en los orígenes y desarrollo de Amistad tomaron parte jóvenes autores que después destacarían en el campo de las letras (Jesús Ceberio, Xabier Mendiguren, Eugenio Landa y otros), otro tanto cabe decir, en cierta medida, del caso de Bidez.

Pasando ahora a las llamadas Euskal Jaiak, se celebraron anualmente en Euba entre los años 1959 y 1979, siempre hacia finales del mes de abril. Imposible describir todo el interés que pusieron en su desarrollo Martzel Andrinua, Eleuterio Larruskain y otros. Como es natural, los medios de comunicación del momento se hicieron eco de los actos programados.

En esta celebración anual, totalmente en euskera, se juntaban tanto los actos estrictamente religiosos como los relativos al desarrollo de la cultura vasca y las manifestaciones propias de las fiestas vascas, tales como la actuación de los cantantes y los bertsolaris, las danzas y otras manifestaciones de carácter folklórico. Este conjunto de actuaciones despertó un enorme interés, tanto en la comunidad educativa de Euba y las gentes del entorno como de las personas llegadas de zonas más alejadas. En los años 60, por ejemplo, la afluencia de gente aumentó de forma considerable, llenando los contornos de Euba de autocares, turismos, motos y bicis, que hacían que la jornada resultara masiva y memorable.

En abril de 1964, por ejemplo, con un día primaveral de por medio, lleno de luz y calor, la fiesta fue muy concurrida y magnífica la actuación de bertsolaris como Basarri, Lazkao-Txiki, Azpillaga y Mugartegi. El programa matutino se cerró con la exhibición de los ezpatadantzaris e hilanderas del grupo Andra Mari de Galdakao.

El Colegio y Lauaxeta Ikastola El Seminario de Euba se transformó en el Colegio San Gabriel en el curso 1969-70. Había muchas razones para dar este paso, mayormente de tipo vocacional, religioso y sociocultural. Dadas las buenas instalaciones y dependencias existentes en el centro, el reconocimiento oficial no se hizo esperar: llegó en marzo de 1972, quedando clasificado el colegio para impartir el grado elemental.

Desde los inicios, el curso escolar se abrió con la presencia de alumnos internos y externos, y la presencia también de varios profesores seglares, entre los que, aparte de docentes varones (religiosos y laicos), había profesoras. Las primeras fueron Miren Ocerin y María Luisa Bollain; en los cursos siguientes aumentó la plantilla de docentes seglares con la llegada de las jóvenes María Jesús Múgica, María Paz Alcodori, Concha Contreras, Begoña Arregui y otras.

Una vez implantada la EGB y el BUP, en 1978 llegó la esperada autorización para impartir el COU, último curso de la Enseñanza Media, necesario para acceder a la universidad. Entre las demás transformaciones más significativas de esta etapa, se pueden mencionar la práctica de los deportes de fútbol, pelota y otros, cuya aceptación adquirió unas dimensiones especiales desde mediados de los años 60: se lograron grandes éxitos bajo la guía y animación de Calixto Uriarte. En los años 70, además de efectuar unas importantes mejoras en los campos de fútbol, se construyó un hermoso frontón y un polideportivo adosado al mismo.

Desde otra perspectiva, en mayo de 1975 un decreto de la DPEC autorizó la incorporación oficial de las lenguas nativas en los programas de Preescolar y EGB, momento que se aprovechó para integrar la enseñanza del euskera en los primeros niveles educativos. De todas formas, durante estos años el cultivo del euskera siguió manteniéndose vivo también en los cursos superiores, a cargo de profesores como Félix Zubiaga y Sabin Barruetabeña, entre otros; en los años 80, el área de la lengua vasca quedaría reforzada con la incorporación de nuevos docentes, caso de Carmelo Arrizabalaga, Jon Urutxurtu y Alasne Artetxe.

En el curso 1977-78 el colegio se abrió por primera vez al alumnado mixto, inscribiéndose en esa fecha unas 23 chicas en total; el número de alumnas matriculadas se igualaría muy pronto con el de los chicos. En cuanto a la Ikastola Lauaxeta, comenzó a funcionar con la titularidad de las familias cooperativistas y como cooperativa de enseñanza en ese mismo 1977-78, y en régimen de arrendamiento de las instalaciones de los Pasionistas. Se inició con cinco cursos de la primera etapa de EGB, en locales pertenecientes al Colegio San Gabriel.

En poco tiempo amplió sus actividades al Preescolar y la segunda etapa de EGB. Siguiendo con el proceso de ampliación, en 1981-82 se produjo la integración total del colegio en la Ikastola Lauaxeta, incorporándose a la misma los once grupos de BUP y COU que funcionaban en la primera institución, lo que conllevó el cese de actividades en el Colegio San Gabriel. Entre los primeros impulsores de la ikastola estaban Fermín Iraolagoitia, Julita Berrojalbiz y José M. Uribarri.

A lo largo de diferentes etapas de desarrollo del proyecto educativo de Lauaxeta Ikastola, desde su inicio con la dirección de Fermín Iraolagoitia como director general (1977-88), como de Ramón Madariaga (1988-2010) y María Teresa Ojanguren (2010-16) ha quedado claramente demostrado, con numerosos reconocimientos y premios, su compromiso con la excelencia educativa y de gestión.

Premio Lauxeta Como es sabido, en los últimos años el paisaje y el entorno de Orue-Euba han experimentado un notable cambio debido a distintas obras e infraestructuras, con la creación de la Residencia Orue, las etxolas y la nueva iglesia parroquial; pero eso no ha mermado en nada el desarrollo de las actividades culturales y el euskera: en diciembre de 2006, la Diputación de Foral de Bizkaia entregó el Premio Lauaxeta a la comunidad de Euba, por su contribución al servicio del euskera y la cultura vasca. Entre los elementos tenidos en cuenta al otorgar el galardón están:

-La tradición euskerista de la comunidad de Euba.

-La actuación de la Ikastola Lauaxeta.

-La predicación y servicios litúrgicos en euskera.

-Libros y publicaciones de los religiosos.

-Trabajos en diferentes radios.

-Bidean.net web gunea.

-Otras organizaciones y actividades: Ibaizabal argitaletxea, Orue, Karramarro…

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La singladura olvidada de los Basterretxea

Se cumplen 130 años del natalicio de Francisco Basterrechea, figura del PNV  y padre del escultor Néstor

Un reportaje de Iban Gorriti

EL 18 de julio se cumplieron 130 años del natalicio de Francisco Basterrechea Zaldibar, a quien se podría presentar de forma resumida -y quizás, poco justa- como el padre del famoso artista vizcaino Néstor Basterretxea. Tanto el perfil del primero -menos conocido por la mayor parte de la ciudadanía- como del segundo guardan estrecha relación con el sufrimiento de la Guerra civil. Ambos, en su exilio, vivieron la terrible singladura del barco Alsina que huyendo del franquismo y del nazismo partió de Marsella con rumbo a la paz de Argentina, y el viaje previsto de quince días duró dos años, con seis meses retenidos en Dakar, Senegal.

Pero, ¿quién era el padre de Néstor? ¿Quién era Francisco Basterrechea Zaldibar? Desde Sabino Araba Fundazioa le reivindican como “una figura importante dentro de la historia del PNV, pero que, sin embargo, ha quedado un poco relegada al olvido”, valoran.

Padre del citado pintor, escultor, diseñador y director de cine vizcaino que nació en Bermeo el 6 de mayo de 1924 y falleció el 12 de julio de 2014 en Hondarribia, Francisco fue abogado, fundó Juventud Vasca en su villa natal, fue diputado junto a José Antonio Aguirre, así como miembro de Eusko Ikaskuntza y de la Comisión de Autonomía surgida del Congreso de Bergara de 1930.

Durante la Guerra Civil se exilió en Francia y colaboró con el Gobierno vasco, hasta que viajó a Buenos Aires incorporándose a las labores de la delegación vasca en la capital argentina, que dirigió desde 1946 y hasta 1952.

En 1945 formó parte del consejo de redacción de la revista Galeuzca, en la que publicó diversos artículos. Junto a Santiago Kuntxillos fue uno de los miembros fundadores del Instituto Americano de Estudios Vascos que dirigió Andrés María de Irujo. En 1952 regresó a Europa. Falleció en Madrid el 9 de diciembre de 1975 y fue enterrado en su pueblo natal, Bermeo.

Un programa de ETB, Creadores vascos, entrevistó a Néstor quien aseguró que “durante mucho tiempo mi vida fue una película. Me habían metido en el reparto”, declaraba a cámara. En el espacio emitido recordó su vida en París cuando su aita trabajaba en la delegación vasca de la capital francesa. Curiosidades como que con 14 años, fue uno de los primeros en ver el Guernica de Picasso. “El gobierno republicano le encargó a través de Ucelay un cuadro a Arteta, el más emblemático del momento, y este no quiso. Es más, se mató de forma tonta en México”, relató y fue más allá: “En ese tiempo, Picasso estaba en París y le enseñó un cuadro en exclusiva a Manuel Irujo. Irujo le dijo que le daba rabia verlo y Picasso le dijo que ese era lo que él quería”.

Según el relato de Basterretxea, Jauregi, que había sido senador, le pidió a Picasso a ver si cedería el Guernica al Gobierno vasco “porque los muertos son nuestros”. Y, al parecer, obtuvo respuesta positiva: “Jauregi fue corriendo a donde José Antonio a decirle: Picasso nos regala el Guernica”. El testimonio del escultor quedó grabado en Creadores vascos.

En aquel programa también habló del barco Alsina, en el que coincidió con el presidente de la segunda República española, Niceto Alcalá-Zamora. “Era un hombre graciosísimo, muy andaluz hablando. Por su experiencia tenía mucho que contar. Era muy comunicativo, muy digno. Él quería dormir como nosotros en el suelo, pero no se lo permitían”.

Pero aquel barco que soltaba amarras en Marsella fue apresado en Dakar. Arantzazu Amezaga Iribarren detallaba la amplia presencia vasca en la nave en un artículo. “La familia Arechavaleta Txintxurreta, él llegaría a ser en Caracas Delegado del Gobierno Vasco; la familia Anuncita; el matrimonio Olivares, él conocido como Tellagorri; la familia Pitaluga; el matrimonio Monzón, el Consejero de Interior del primer Gobierno vasco, escritor y cofundador de Herri Batasuna; la familia Basterretxea; la familia Madariaga, ella, hermana del primer lehendakari vasco, José Antonio Agirre, y el matrimonio Amezaga, él conocido escritor y traductor. Mis padres”, matizaba.

La flota inglesa dominaba todo el frente atlántico y detenía a todo barco no aliado. El Alsina también sufrió esta decisión porque portaba bandera de “la Francia de Vichy”, firma del armisticio con la Alemania nazi.

El barco que ansiaba la libertad no contaba con el Navy Cert. Estuvieron 496 días de peregrinaje. “A veces me pregunto -concluye Arantzazu Amezaga- cómo pudieron sobrevivir con semejante dignidad ante tanta adversidad como la que padecieron. Pero aquellos pasajeros de la libertad fueron el símbolo, dentro de su absoluta indefensión, de la entereza vasca de resistir para sobrevivir”.

Néstor Basterretxea era entonces un chaval. “Todo lo que allí viví se me despertó más tarde, en Buenos Aires. No podía ver una noticia que hablara de guerra. Lo pasaba muy mal y lo fui reflejando. Todo consta en ti”, manifestaba a ETB quien al regresar a Euskal Herria “no quería morirme sin pintar Arantzazu, como me habían prohibido. Y pinté un Cristo de espaldas. El obispo Setién me dijo que pintara un Cristo de espaldas en cualquier lugar de la cripta, pero no en el altar, que eso no podía ser y lo giré, pero le puse furioso, que pide cuentas a quien entra por la puerta con cara de carlista”, concluía quien dejó obra escultórica de memoria histórica en Matxitxako, Gernika u Otxandio.