El órdago a los consejeros socialistas de Aguirre

Anasagasti revela las diferencias en el Gobierno vasco por la solicitud del PNV de “obediencia” a la nacionalidad vasca

Un reportaje de Iban Gorriti

EN el convulso año 1939, el PNV hizo una solicitud clara a los partidos que formaban el Gobierno vasco en el exilio. Les pidió obediencia: que aceptasen el hecho de la nacionalidad vasca y el no tener nadie de fuera de Euskadi que les mandara. Los consejeros socialistas del lehendakari se mostraron divididos ante aquel órdago jeltzale: Juan Gracia y Santiago Aznar suscribieron su acuerdo con el reconocimiento de la nacionalidad vasca, sin embargo, Juan de los Toyos no.

El lehendakari Aguirre (en el centro), junto a Leizaola (a su derecha) y el también consejero Juan de los Toyos.Sabino Arana Fundazioa
El lehendakari Aguirre (en el centro), junto a Leizaola (a su derecha) y el también consejero Juan de los Toyos.Sabino Arana Fundazioa

Estas discrepancias quedan recogidas en un inédito intercambio epistolar recogido en el nuevo libro La obediencia vasca. Santiago Aznar y aquella comida en Guéthary (1940) (Pamiela, 2018), obra del exsenador jeltzale Iñaki Anasagasti y presentada el pasado miércoles en Sabino Arana Fundazioa, Bilbao.

A aquella mesa de Lapurdi, asistieron el 14 de diciembre de 1939, los consejeros Telesforo Monzón, en representación del PNV, Gonzalo Nardiz lo hizo por ANV, y Miguel Amilibia por los socialistas. Tras la sobremesa, Amilibia cursó una carta al dirigente guipuzcoano de su partido, Sergio Echeverría, en la que, entre otras cosas, acusó de “extrema docilidad” hacia la política del Gobierno vasco a los tres consejeros socialistas en el mismo: Aznar, Gracia y Toyos. “¡Esa fue la cerilla que encendió la mecha del conflicto!”, enfatiza Anasagasti.

La misiva dejaba en situación delicada a aquellos consejeros. Y también hubo fuego a punto de prender en el seno del PNV. Aguirre se mostró molesto con Monzón por haber utilizado correspondencia presidencial y confidencial cruzada entre ambos en la reunión de Guéthary.

Así las cosas, a finales de 1939, mientras Santiago Aznar enterraba a su padre, el consejero Juan de los Toyos presentaba su dimisión al Comité Central Socialista de Euskadi (CCSE) a causa de su incidente con Amilibia y de otros acumulados.

Aznar visitó a su compañero y trató de convencerle para que reconsiderara su decisión, comunicando lo tratado a Juan Gracia y a Paulino Gómez Beltrán. El domingo 31 de diciembre de 1939 el Comité Central de los Socialistas de Euskadi se reunió con Aznar y Gracia y acordaron pedir a Toyos que se reincorporara al Gobierno Vasco y al trabajo político, cosa que hizo.

Mientras todo esto ocurre, el 10 de febrero de 1940 los líderes nacionalistas convocaron a una reunión al CCSE. Los socialistas se niegan a asistir a la misma hasta que no se aclare el asunto de Guéthary. Al día siguiente, el 11, Aguirre enviaba una carta a Paulino Gómez Beltrán, con la que se adjuntaban las versiones, por escrito, de Monzón y Nardiz sobre aquellos hechos. Los consejeros del PSOE se considerarían desagraviados y satisfechos.

Reunión en París El día 14 Aguirre, Monzón y Nardiz se reunieron en la Delegación Vasca de París con los tres consejeros socialistas, los cinco miembros del CCSE residentes en la capital francesa y Miguel Amilibia. “Los nacionalistas intervienen poco”, valora Anasagasti. Amilibia se ratifica, y esta vez en primera persona, en sus afirmaciones sobre aquella “extrema docilidad” de los consejeros de su partido con respecto a la gestión del Gobierno vasco. Aznar actuó como portavoz y rechazó las acusaciones porque “no había fundamento para que se hiciera a los consejeros tal imputación, ya que estos habían de atenerse a las instrucciones y orientaciones de su partido, y del Gobierno, cosa que siempre habían hecho”.

El CCSE se posicionó contra Amilibia. A pesar de todo, el diputado guipuzcoano no cejó en sus ataques: “Aguirre ha formado un concepto de nosotros totalmente equivocado por el contacto con nuestros débiles representantes”.

A aquella polémica comida, a juicio de Anasagasti, “siguieron otras llamas, dimisiones, reuniones tensas así como enfrentamientos”. De hecho, el lehendakari hubo de emplearse a fondo para restablecer la calma y la armonía entre ambas formaciones. “Todo ello se encuentra en las cartas que Aguirre, sus consejeros y los dirigentes socialistas escribieron y que publico en su integridad en este libro”, zanja.

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