Los ‘vascos de Dowlais’, emigrantes del carbón y el hierro en Gales

La historia de Gales y Euskadi tiene muchos elementos en común, entre ellos la presencia en aquel país a principios del siglo XX de una comunidad llegada desde Bizkaia para trabajar en la industrial del hierro y el acero
Un reportaje de Óscar Álvarez Gila

Trabajadores de la ORconera. FOTO:SAF
Trabajadores de la ORconera. FOTO:SAF

Son muchos los paralelismos que podemos encontrar entre Gales y Euskadi. Ambas son dos naciones históricas que han estado integradas, desde mucho tiempo atrás, en estructuras imperiales más poderosas, pero que no por ello han perdido su identidad. Ambas poseen sus lenguas propias, minorizadas, pero que han resistido el empuje de idiomas con mayor presencia y número de hablantes. Cuentan ambas con una larga historia de reivindicación del autogobierno y, por ello, han alcanzado hoy en día niveles de autonomía en el seno de los Estados a los que pertenecen. Proyectan ambas, igualmente, una imagen extrañamente contradictoria hacia el exterior: al tiempo que nos evocan estampas rurales de verdes campos, han sido desde el siglo XIX dos regiones europeas en las que se hicieron evidentes la industrialización y la modernidad, al ser dos polos donde se desarrolló la industria del hierro y el acero. Y, más recientemente, también fueron ambas golpeadas por la crisis de la siderurgia, teniendo que enfrentarse a una reconversión y reinvención de su tejido económico.

Pero la vinculación entre Gales y Euskadi no se queda, simplemente, en todos esos paralelismos de su historia, cultura, política y economía. Desde épocas muy tempranas, las conexiones marítimas a través del océano que une ambos pueblos establecieron entre ellos flujos de mercancías, personas e ideas. Y es en este contexto en el que se sitúa la pequeña colonia de inmigrantes procedentes de Bizkaia que se instaló, a comienzos del siglo XX, en la pequeña localidad fabril de Dowlais, en el condado galés de Merthyr Tydfil.

Merthyr Tydfil es un condado situado al sur de Gales, aproximadamente a unos sesenta kilómetros de Cardiff. Cuenta hoy con una población de poco más de 60.000 habitantes, lejos de los que se concentraban allí en los momentos de esplendor de su principal industria: los ironworks (altos hornos). Por su proximidad a yacimientos mineros de carbón y hierro, en un valle con abundante agua, madera y otras materias primas necesarias para la siderurgia, la comarca tenía una tradición de producción de hierro desde la Baja Edad Media, en forma de pequeñas ferrerías cerca del cauce de los ríos. Pero la Revolución Industrial vino a transformar radicalmente el paisaje natural y humano de Merthyt Tydfil. Desde el segundo tercio del siglo XVIII, con la instalación de factorías en el condado, comenzó un proceso de crecimiento, que atrajo a nuevos pobladores procedentes, no solo de otras zonas de Gales, sino también de diversas regiones de la vecina Inglaterra. En 1759 se había creado la compañía Dowlais Ironworks, que se convertiría en una de las más importantes empresas siderúrgicas de Gales y de Europa. Fue esta compañía la que introdujo en Gales el sistema Bessemer, que permitía producir acero de gran calidad y bajo precio. Fue entonces cuando comenzaron a importar hierro de los yacimientos de Bizkaia, por las características de su mineral. Diversas compañías navieras se dedicarían a transportar mineral de hierro desde Bilbao hasta Cardiff. Entre ellas destacó la Cardiff Shipping Company, cuyos vapores portaron nombres que vinculaban Bizkaia con Gales: Dowlais o Cyfarthfa, pero también Galdames o Portugalete (que naufragó frente a las costas de Devon en 1882, con gran repercusión en la prensa británica).

En este empeño se aunó el capital local vasco con empresas internacionales. De este modo, en 1873 se creaba en Londres la que sería una de las más importantes de estas empresas: la Orconera Iron Ore Company Limited, en la que participaron la sociedad Ybarra Hermanos, junto con la alemana Krupp, y las británicas Dowlais Ironworks y Consett, cada una con una cuarta parte del capital. Orconera buscaba implantar el mismo sistema de integración vertical que ya desarrollaba Dowlais Ironworks en Gales, incluyendo en la misma estructura empresarial todas las fases de la producción: la extracción en las minas, un ferrocarril minero y un cargadero naval en la ría desde el que se exportaba el mineral que seguía abasteciendo a la central en Merthyr Tydfil. Subsidiariamente, también abastecía de mineral a empresas siderúrgicas locales, como la factoría del Carmen o, más tarde, Altos Hornos de Vizcaya.

La empresa Orconera pronto atrajo -al igual que en Dowlais- una creciente afluencia de inmigrantes, que llegaban para cubrir las necesidades de mano de obra. Procedentes tanto del propio Euskadi como de regiones españolas próximas, la revolución demográfica que experimentaría Bizkaia trajo consigo otras transformaciones radicales en el paisaje cultural e ideológico de la zona. A las necesidades de alojamiento y la presión urbanizadora se le unieron, posteriormente, los conflictos laborales y sociales y del desarrollo de movimientos ideológicos de clase, entre ellos el socialismo y el anarquismo, que echaron raíces entre los obreros de Orconera y otras compañías de la zona. En todo caso, Orconera se mantendría durante varias décadas como la principal productora vizcaina de mineral de hierro.

Obreros vascos a Gales Fueron las guerras coloniales británicas las que acabarían llevando a los obreros desde Bizkaia a Gales. A fines del siglo XIX el Reino Unido intentaba crear su imperio en África desde El Cairo a El Cabo. Para ello, necesitaban conquistar dos pequeños estados creados en Sudáfrica por los afrikáner o bóer. El reclutamiento de jóvenes en edad militar afectó profundamente a las factorías de Dowlais Ironworks, que se encontraron con una carencia de mano de obra especializada. Irlandeses y judíos polacos llegaron atraídos por la oferta de trabajo, como recogían los periódicos galeses. Sin embargo, su falta de experiencia en la industria siderúrgica llevó a la empresa a encargar el reclutamiento de obreros especializados a su representante en Orconera, E. P. Martin, quien pronto acordaría un sistema para reclutar y enviar los obreros solicitados con H. Worton, quien era entonces miembro de la junta directiva de la Sociedad de Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao. En mayo de 1900 salía hacia Cardiff el primer contingente de obreros, doce en total, transportados en uno de los vapores de la compañía que llevaba el mineral hacia Gales. La mayoría iban solos, aunque unos pocos, según parece, iban acompañados de su familia. En expediciones posteriores se fue incrementando el número de obreros que aceptaban trasladarse a Dowlais desde Bizkaia: para fines de 1900, algunas fuentes cifran en “varios cientos” los miembros de la incipiente colonia que se estaba formando allí, compuesta de “empleados y sus familias”. Se esperaba que fuera una emigración con ánimo de ser permanente, y no una aventura temporal. El movimiento de nuevos trabajadores con dirección a Gales se mantuvo durante, por lo menos, un lustro.

Se nos plantean varias cuestiones respecto a los intereses que tenían los diversos actores implicados en esta emigración. Por parte de los directivos de las empresas siderúrgicas de Bizkaia, se aventura un posible deseo de librarse de aquellos sectores de sus empleados más movilizados ideológicamente. Cierto es que muchos de los que emigraron a Gales acabaron participando activamente en los sindicatos galeses, siendo especialmente activos en la promoción de asociaciones de corte anarquista, pero la documentación existente no parece demostrar este interés. Para la empresa receptora, por el contrario, el interés era conseguir una mano de obra que fuera estable: fue este el motivo por el que en la recluta de los obreros, se alentaba a que los obreros reclutados estuvieran casados y tuvieran familia, a la que se ofrecía ventajas para el traslado y el alojamiento en Dowlais.

Y de hecho, este parece ser el perfil mayoritario de los emigrantes, y posiblemente, la principal razón que les animó a aceptar la propuesta de trasladarse a Gales. El único nexo de unión que tenían todos ellos era que procedían del entorno económico y social de la industria siderúrgica vizcaina. Por este motivo, entre los emigrantes que marcharon a Gales se mostraba toda la diversidad de orígenes sociales, geográficos y culturales de las nuevas zonas urbanas de la Bizkaia industrial y minera. Entre ellos, por lo tanto, no solamente había vascos, sino también obreros y familias procedentes de regiones españolas vecinas a Euskadi que habían inmigrado atraídas por las posibilidades laborales. La colonia que se establecería en Dowlais sería así un muestreo del laboratorio social que era, por aquellos años, esta comarca de Bizkaia. Buen ejemplo de ello es la familia formada por Sabino Gallo y Victoriana de las Heras. Naturales de Burgos, se conocieron y casaron en 1897 en La Arboleda, donde ambos habían emigrado. Residieron en Trapagaran, Bilbao y Getxo, donde nacieron sus hijos, hasta que en 1904 toda la familia se trasladó a Dowlais.

Retazos de una comunidad En Dowlais la compañía se encargó del alojamiento de las familias vizcainas que iban llegando. Para ello edificó un pequeño barrio de casas unifamiliares, en una calle bautizada como Alphonso Street. La calle y las casas aún existen. Como también existen, hoy en día, los restos de lo que fue una vibrante comunidad. Durante la primera mitad del siglo XX, los vascos de Dowlais mantuvieron un sentimiento de comunidad, y al tiempo que se integraban en la vida política y social de Gales, mantenían el contacto con su patria y se informaban de la situación política en Bizkaia y en el resto del Estado. En plena Guerra Civil, la comunidad vasca de Dowlais se movilizó para apoyar con su dinero y ofrecimiento personal a los niños exiliados enviados por el Gobierno vasco a Gran Bretaña. Posteriormente, antropólogos e historiadores comenzaron a acercarse al estudio de esta comunidad, el eco de cuyo origen aún mantienen vivos sus descendientes. Recuperar su memoria es recobrar una parte, también, de nuestro pasado.

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