Doroteo Ciaurriz y la Biblia del padre jesuita Olabide

LA ACTUACIÓN DE DOROTEO CIAURRIZ DURANTE EL BOMBARDEO DE GERNIKA ES PRÁCTICAMENTE DESCONOCIDA. SIN EMBARGO, ESTE TOLOSARRA PUSO EN PELIGRO SU VIDA POR SALVAR DE LAS LLAMAS UNA OBRA QUE CREÍA QUE ENRIQUECERÍA EL ACERVO DEL EUSKERA

GOTZON LOBERA REVILLA (SABINO ARANA FUNDAZIOA) 

ES de considerar también que esta Biblia inédita y estos libros eran ya res derelicta y destruida, a no ser por lo que le diré: estando el padre Olabide en Bilbao, tuvo noticia del bombardeo de Gernika, y ¡Ay, mi Biblia!, exclamó. Don Doroteo Ciaurriz tomó inmediatamente su automóvil y pudo rescatar ese precioso material de entre las llamas, pues la casa estaba ardiendo por los cuatro costados».

Esta actuación de don Doroteo Ciaurriz es prácticamente desconocida. Creo que merece ser destacada en la 83ª conmemoración del bombardeo de la villa foral, porque se trata de una de esas acciones de arrojo de personas que, más allá de su seguridad personal, están dispuestas a poner en riesgo su vida por algo que creen que debe ser rescatado o salvado o, en su caso, defendido. Este era el carácter de don Doroteo Ciaurriz y así puso en peligro su vida por salvar una obra que creía que enriquecería el acervo del euskera.


Entierro en Bilbao del jefe del Cuerpo de Capellanes del Ejército de Euzkadi, José María de Korta, muerto en el frente de Asturias. En la imagen de la manifestación de duelo figuran, de izquierda a derecha, Eliodoro de la Torre, Doroteo Ciaurriz, el lehendakari José Antonio Aguirre, Jesús María de Leizaola y Pedro Basaldua.

LOS PROTAGONISTAS La figura de don Doroteo Ciaurriz y Aguinaga es conocida en otros aspectos. Este tolosarra nació el 6 de febrero de 1883 y falleció en Donibane Loizune, en el exilio, el 2 de septiembre de 1951. Médico de profesión, patriota hasta la médula, fue alcalde de su villa natal durante el bienio 1931-1932 y miembro de la mesa electoral celebrada en Gernika el 7 de octubre de 1936 para elegir al lehendakari. Además, fue también presidente del Euzkadi Buru Batzar durante el periodo 1936-1951.

Raimundo Germán Olabide y Carrera (conocido como Raimundo Olabide), por su parte, nació en Gasteiz el 15 de marzo de 1869 y falleció en Toulouse (Occitania) el 9 de septiembre, día de la Virgen de Arantzazu, de 1942, también en el exilio. De raíces guipuzcoanas, incluida una rama de Tolosa, no habló euskera ni en su niñez ni en su mocedad, hasta que a los 27 años, después de leer a Arturo Campión, se decidió a aprenderlo. Fue miembro de número (Euskaltzain oso) de la Real Academia de la Lengua Vasca y es conocido, sobre todo, por su monumental obra Itun zâr? eta ber?ia (Idazteuna), es decir, la traducción al euskera de la Biblia.

LA FUENTE Quien esto esté leyendo puede preguntarse si el suceso citado al principio del artículo es de fiar. Esté tranquilo, la fuente es ni más ni menos que Nicolás Ormaechea Pellejero, Orixe. Este la recoge directamente del padre Olabide, con quien mantuvo una larga amistad. Se desprende del relato que en el momento en que el padre jesuita Raimundo Olabide recibe la noticia del bombardeo estaba con don Doroteo Ciaurriz.

¿Cómo ha llegado esta información hasta nosotros? Gracias a la tarea inefable de investigación del carmelita Lino Akesolo Olivares. Este religioso publica en la revista carmelitana Karmel, durante 1979 y 1980 cinco artículos con las cartas que Orixe envió al padre Martín Oyarzábal, quien, poco antes de morir en la residencia para sacerdotes de Begoña, se las hace llegar a un conocido, que es quien se las facilita al padre Lino Akesolo. En el número segundo de 1980 de dicha revista aparece la carta en la que se da cuenta de lo sucedido aquel 26 de abril de 1937, de luctuoso recuerdo. Se podría afirmar que tenemos noticia de la acción de don Doroteo Ciaurriz por mero azar.

LOS ORÍGENES DE LA FUENTE En una carta que envía Orixe desde la finca Miramar en la guatemalteca Zaragoza al padre Martín Oyarzábal, el 3 de septiembre de 1954, incluye la copia de la misiva que previamente había enviado al padre jesuita Perico Echeverría, haciéndole saber que, desde 1938 y hasta 1940, tanto el padre Oyarzábal como el propio Orixe estuvieron anotando la traducción del Viejo Testamento que realizaba a la sazón el padre Olabide. El Nuevo Testamento ya lo había publicado Olabide en Bilbao en 1931 (Itun Beia). Otra copia de dicha carta fue enviada al reverendo padre jesuita Leturia, que se hallaba en Roma.

La relación de Orixe y Martín Oyarzábal con el padre Olabide iba más allá de aquellas estadías que mantuvieron juntos en Toulouse. No hay que olvidar que los tres tuvieron que marchar al exilio. Además, la confianza que tenía Olabide en Orixe respecto del euskera era de absoluta confianza. Orixe y Martín Oyarzábal recibían los textos traducidos enviados por el padre Olabide, y ellos le remitían sus notas. Olabide aceptó todas las sugerencias que le hicieron Orixe y Martín Oyarzábal. Esta confianza la describe así Orixe en la misiva enviada al padre jesuita Perico Echeverría: «Últimamente, a cualquiera indicación lingüística que le hacíamos: Ale, ale respondía–, póngalo así«.

LA RAZÓN DE UNA DISCORDIA La cuestión se suscita porque Orixe se había ofrecido, junto con el padre Martín Oyarzábal, a la Compañía de Jesús para dar término al trabajo y proceder a la publicación del Antiguo Testamento. La Compañía de Jesús, sin embargo, no respondió a dichas misivas y encargó al sacerdote jesuita Perico Echeverría, que se hallaba a la sazón en Formosa –la actual Taiwán–, para que llevara a cabo la publicación de la Biblia traducida por Olabide.

Orixe lo expone así en su carta enviada al padre jesuita Perico Echeverría, copiada en su misiva del 3 de septiembre de 1954: «Entretanto otra cosa me ha ocurrido de interés para los jesuitas, para nuestro pueblo y para nosotros, sus dos amigos don Martín Oyarzábal y yo. Nosotros dos somos, por decirlo así, los herederos o colaboradores en el Antiguo Testamento del padre Olabide, ya terminado de traducir, pero que necesita algunas correcciones, notas y prólogo, para lo cual suministraríamos nosotros material, de modo que entregaríamos la obra ya ultimada para la imprenta, salvo las notas que exige el Canon, de las cuales y del prólogo se pudieran encargar ustedes».

Recordemos que el padre Olabide había fallecido doce años antes a escasos días y tanto Orixe como Martín Oyarzábal tenían desde entonces el ánimo de dar los últimos retoques a la traducción, proponiendo que las cuestiones canónicas y de presentación de la edición corriera de cargo de la Compañía de Jesús.

EL DESENLACE DE LA DISPUTA Orixe no se da por vencido y da cuenta a su «carísimo en Cristo padre Perico» de las relaciones mantenidas con el finado padre Olabide sobre las correcciones que habría que realizar a su traducción y manifiesta su disposición y la de Martín Oyarzábal para llevar a cabo la tarea. La respuesta de Perico Echeverría deja helado a Orixe cuando le transmite que en Toulouse no queda ni rastro de las anotaciones, comentarios y correcciones que ellos habían realizado.

Así, el 9 de agosto de 1957, Orixe ya había perdido toda esperanza de que pudiera realizar alguna aportación, tal y como escribe al padre Martín Oyarzábal: «€ No tengo grandes esperanzas. Nuestros amigos quieren para sí totum honorem«.

‘ITUN ZÂR ETA BE?IA’ El 3 de julio de 1958, Orixe se lamenta ante el padre Martín Oyarzábal porque la publicación de la Biblia, prevista para Andramaris de aquel año, se retrasará hasta Navidades; sin embargo, su alegría es sincera y rotunda por la próxima publicación («Ze atsegina!»).

Además, da cuenta de que Jokin Zaitegui está preparando un número especial de la revista Euzko-Gogoa para el número doble 5-6 de aquel año. Cosa que se cumplió. Cabe mencionar que en este número publicaron sus artículos diversos jesuitas.

Así, en 1958 es publicada en Bilbao la Biblia traducida por el padre Raimundo Olabide, con el nihil obstat pertinente y la dedicatoria del entonces obispo de Bilbao. Perico Echeverría, como editor, incluyó aquel Itun Be?ria publicado en Bilbao en 1931. Deo gratias.

DOROTEO CIAURRIZ Y EL EUSKERA Todo esto que he relatado no hubiera sido posible si don Doroteo Ciaurriz no hubiera acudido en su automóvil a Gernika desde Bilbao para salvar el manuscrito del padre Raimundo Olabide. No solo acudió, sino que tuvo que entrar en un edificio en llamas para rescatar aquel valioso documento que posteriormente enriqueció el acervo lingüístico de nuestro pueblo.

Este es un atípico ejemplo de aquellas personas que sin haber escrito en euskera han contribuido de una manera importantísima a su enriquecimiento, sin reparar en su propia seguridad. He dicho «atípico», porque acciones de esta naturaleza no son habituales.

Se dice de don Doroteo Ciaurriz que era de temperamento ágrafo, lo cual es un rasgo típicamente vasco, pero también estoy convencido de que poseía el rasgo vasco de la modestia y de la discreción, ya que no proclamó a los cuatro vientos esta acción suya, de una importancia extraordinaria para el euskera.

De no haber relatado el padre Olabide a Orixe los sucesos de aquel día, el de Orexa no se la habría comunicado al padre Martín Oyarzábal, y este, a través de un amigo, no la hubiera podido hacer llegar al padre Lino Akesolo, no habríamos tenido conocimiento del carácter enérgico y decidido de aquel tolosarra, vascoparlante nativo ágrafo, médico y nombrado presidente de EAJ-PNV un año antes del suceso.

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