Hoy hace diez años murió el escritor de Andoain Martin de Ugalde, un abertzale que dedicó toda su vida a la causa y la cultura vascas
Un reportaje de Iñaki Anasagasti
eL franquismo en 1974 iniciaba su recta final. El decrépito dictador estaba enfermo y lo que decía no era entendible. Se vislumbraba un cambio histórico y la oposición se movilizaba mientras ETA actuaba y los estados de excepción se sucedían. En ese clima el Aberri Eguna, como fecha simbólica, tenía mucha importancia.
En Caracas, el Aberri Eguna era, asimismo, el gran día del Centro Vasco. Esa jornada, tras la misa, el izamiento de la ikurriña, el acto político y la comida popular, era el día de encuentro de todos los vascos. Y ese 14 de abril, nos dijeron que desde el Gobierno vasco, nos iban a llamar.
Y la llamada se produjo, desde Donibane Lohitzune. Era el vicepresidente del Gobierno vasco en el exilio, Martin de Ugalde. “Iñaki, te transmito una gran noticia para que la deis en Radio Euzkadi y la divulguéis. El lehendakari Leizaola acaba de volver de Gernika donde ha pronunciado un mensaje dirigido a los jóvenes y a todo el pueblo vasco, diciendo que está presto en dar cuenta de lo hecho en estos cuarenta años por la Institución que preside y que la antorcha pase a una nueva generación”.
Fue aquella una acción arriesgada, pero había que romper el muro de silencio y enviar un mensaje claro que el nacionalismo no era solo ETA, que existía un Gobierno vasco en el exilio y un lehendakari que representaba una institución que había sido aherrojada. Y detrás de esa operación de presencia estaba Martin de Ugalde, que había sustituido a Joseba de Rezola como vicepresidente tras su fallecimiento. A él le sustituyó Mikel Isasi.
Yo tuve la suerte de conocerle en Caracas y viajar con él a Cumaná a la inauguración de su Centro Vasco. Había sido el primer presidente de Euzko Gaztedi del Centro Vasco y casualmente yo fui el último. Y en aquellos años había creado una influyente publicación, Euzko Gaztedi, así como dirigido la revista Euzkadi. Más tarde colaboró con revistas venezolanas como Momento y fue el jefe de redacción de la revista Elite donde siguió muy de cerca los viajes del lehendakari Aguirre y el secuestro de Galíndez, con gran incomodidad y protestas de la embajada franquista. Había llegado, asimismo, a ser presidente del Centro Vasco de Caracas y presidente de la Junta Extraterritorial del PNV en Venezuela. Escribió en la revista Nacional de Cultura así como cientos de artículos, cuentos, reportajes, tanto en euskera como en castellano. Sus colaboraciones en Euzko Deya, Tierra Vasca, Alderdi y Zeruko Argia eran habituales.
El trabajo y la dedicación del joven Ugalde se vio refrendado por el reconocimiento, ya que ganó el primer premio de El Nacional (1964) y obtuvo el premio Sésamo de Madrid con el cuento Las manos grandes de la niebla (1961).
El exiliado Martin de Ugalde había nacido en Andoain en 1921. Estudiaba en La Salle, pero la guerra le estalló con 15 años. Abandonó con su familia Andoain para dirigirse a Mundaka y Bilbao y más tarde saltó a Francia a través del puerto de Santander y llegó a Chateau Chinon (Nievre) para recalar en Donibane Garazi (Colonia de la Citadelle) y en Donibane Lohi-tzune. Durante este período estudió en las Escuelas organizadas por el Gobierno vasco. Allí termina el Bachillerato. Contó con excelentes profesores: Barandiaran, Adrián de Ugarte, Dorronsoro…
En 1940 con la ocupación de Francia por parte de los alemanes volvió a Andoain donde vivía su ama. Su aita estaba exiliado en Venezuela y el hermano menor, Joseba, después del bombardeo de Gernika, había sido evacuado a Rusia. La guerra había deshecho una familia. Tuvo que hacer tres años en Tetuán de servicio militar obligatorio.
En 1947, viajó en compañía de su ama y lograron reunirse en Caracas con su padre y hermano. En 1948 fue elegido primer presidente de Euzko Gaztedi de Caracas. En Venezuela empezó a publicar sus primeros libros muy pegados a la realidad venezolana.
Pero Martin Ugalde no solo irrumpió en la literatura venezolana con un estilo propio, sino que también mantuvo militantemente el euskera. En 1961 su libro Iltzalleak ganó el primer premio otorgado por el Gobierno vasco en el exilio. Iltzalleak fue el primer libro de cuentos de la historia de la literatura en euskera. En 1997 el jurado del Premio Ricardo Arregui de Periodismo de Andoain decidió darle una mención honorífica por su labor en favor del desarrollo del periodismo en euskera. Publica igualmente la obra teatral Ama gaxo dago, en 1964, y en 1966 da a conocer un nuevo libro de cuentos para niños Umeentzako kontuak y con afán polemista publica en la editorial Ekin de Buenos Aires su Unamuno y el vascuence (1966).
En lo que se refiere a sus novelas en euskera, Itzulera baten istorioa tiene un trasfondo autobiográfico claro, pues narra el exilio y el desarraigo cultural de una familia vasca tras la guerra civil. La siguiente novela, Pedrotxo, está situada en los años 1948-1950 y narra la vida de un joven nacido en 1933 que vive en la Casa de la Misericordia donde se muestra lo que fue la represión contra lo vasco del régimen franquista. Su última novela Mohamed eta parroko gorria, tiene como protagonista un chaval todavía más desfavorecido, un marroquí que trabaja en una granja de cerdos que abastece a un cuartel y que cuando estalla la guerra en 1936 se ve obligado a tomar posición en el conflicto. Martin de Ugalde escribió ésta novela aquejado ya de la enfermedad de Parkinson.
En Estados Unidos En la década de los 50, Martin de Ugalde completó su formación en Estados Unidos. Tras regresar a Caracas, dos años después, volvió a Nueva York para seguir sus estudios de literatura. No hay que olvidar que trabajó en la petrolera Creole donde dirigió la revista El Faro y que la Creole le becó en 1960 para cursar una especialidad de Periodismo. Se especializó en Opinión Pública y Comunicación de Masas en Northwester University y, posteriormente, impartió clases en la Universidad Católica de Caracas.
El regreso en 1969 Con todo este bagaje cultural y de experto en comunicación regresó definitivamente a Hondarribia en 1969. El PNV le encargó la dirección de la revista mensual Alderdi que se hacía en el viejo caserón de Beyris y tenía un formato de revista. Él transformó Alderdi en una publicación de bolsillo tipo Reader’s Digest e incorporó una serie de firmas y temas muy interesantes y firmas rompedoras como la de Xabier Arzalluz que escribió bajo el seudónimo de Peru Egurbide.
Esos años tuvo que refugiarse nuevamente en Baiona donde vivió entre 1971 y 1973. Sus libros fueron censurados por la represión franquista por lo que se vio obligado a escribir entre líneas. Recuerdo aquellos años de gran actividad de Martin su magnífico libro Hablando con los Vascos donde entrevistaba a personalidades vascas de todo tipo como Ramón de la Sota, José Miguel de Barandiaran, Koldo Mitxelena, Agustín Ibarrola, el padre Pedro Arrupe (le censuraron varias respuestas) e Isidoro Fagoaga. Con sus entrevistas intentó demostrar diferentes dimensiones de lo vasco y del ser vasco recuperando personalidades silenciadas durante cuarenta años. Participa asimismo en la controversia en torno a la unificación del euskera y a la polémica cuestión de la h, solicitando opinión al respecto a diversos especialistas para, mediante el diálogo, dar una respuesta lo más adecuada y consensuada posible. Le recuerdo pidiéndome documentos sobre los lehendakaris Aguirre y Leizaola para las obras completas de los dos primeros lehendakaris que él coordinó. Preocupado, asimismo, por la historia vasca y tratando de que se respete la misma escribió Síntesis de la Historia del País Vasco, en 1974, y Hablando con Chillida, escultor vasco (1975). Escribió, asimismo, Las Brujas de Sorjin, donde analiza la problemática de Euzkadi en cuarenta años, sus luchas, la resistencia vasca, la creación y el porqué de ETA. “Se trata de un libro fundamental para entender mi vida y poder comprender la problemática, la cultura y las raíces del pueblo vasco”, decía de esta novela el propio Martin de Ugalde.
En los años inmediatos posteriores a la muerte de Franco trabajó en El Libro Blanco del Euskera y a la salida del periódico DEIA, en junio de 1977, fue nombrado subdirector y responsable de euskera en este diario. En 1978 publicó su Herri baten deiahadarra/El grito de un pueblo y en 1980 El Problema Vasco y sus profundas raíces culturales y políticas, etc. Todos estos títulos y algunos más ilustran sobre la dedicación de Martin de Ugalde a la literatura, al estudio de la historia vasca y de su cultura. En 1986, tras la división del PNV, optó por afiliarse a Eusko Alkartasuna, del que fue uno de sus militantes más significados y respetados.
Los últimos años, como le ocurrió en Venezuela, los reconocimientos se suceden: Vasco Universal, doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco… y él, sin alardes, ni vanaglorias termina sus días rodeado del respeto unánime, salvo de la justicia española, ya que siendo presidente honorario de Egunkaria y ya con mucha edad fue irrespetado por el juez Baltasar Garzón. El juez bloqueó sus cuentas bancarias dentro de la actuación contra el periódico Euskaldunon Egunkaria, del que fue fundador. Falleció el 4 de octubre de 2004 a los 83 años. Se cumple, pues, una década de su fallecimiento.
A recuperar Martin de Ugalde es una personalidad puntera a recuperar. “Este momento es para mí muy emotivo”, dijo en la presentación el escritor Anjel Lertxundi, impulsor de la reedición de los cuentos que Martin de Ugalde escribió en castellano en su exilio en Venezuela. “Cuando cerraron Egunkaria, la mayor parte de los euskaldunes nos sentimos heridos y particularmente sentimos dolor al ver cómo injuriaron a una persona de la talla de Martin. Pensé que había que reaccionar ante ese insulto y que una de las mejores maneras era mostrar una faceta bastante desconocida de este gran escritor”. Y es que la democracia vasca sigue en deuda con este gran escritor del exilio y de la vida vasca que encendió varias llamas de dignidad y ética cuando tan difícil era hacerlo.