‘La causa del Pueblo Vasco’, de Xabier de Landaburu, esperanza en medio del túnel de la dictadura

‘La causa del Pueblo Vasco’ fue un libro referencia para toda una generación, con un alegato democrático para la juventud vasca siempre con el marco europeo como horizonte

Un reportaje de Eduardo Jauregi

Como puede leerse en su última página, el libro La causa del Pueblo Vasco, de Xabier de Landaburu, está firmado en París, en mayo de 1956, y se acabó de imprimir -gracias a las aportaciones de grandes y desprendidos amigos vasco-venezolanos- en los talleres de la Société Parisienne d’Impressions, el día 4 de agosto de aquel mismo año. Fue la obra cumbre de su autor, quien llevó largos años comprometido en este proyecto al que dedicó sus mayores esfuerzos.

Xabier de Landaburu, con los representantes de ELA-STV Robles Arangiz y Durañona. Federación Sindical Mundial, París, 1945. Foto: SAF
Xabier de Landaburu, con los representantes de ELA-STV Robles Arangiz y Durañona. Federación Sindical Mundial, París, 1945. Foto: SAF

Nacionalista vasco, su dilatada carrera política se desarrolló durante los años de la República, la guerra sufrida en Euskadi y el exilio, siendo vicelehendakari del Gobierno vasco desde 1960, hasta su muerte tres años más tarde. Toda la actividad generada contra el régimen franquista, con lo que supuso de horror, terror y eliminación de libertades individuales, colectivas y nacionales, constituyó el guion de su obra. Y en la década de los cincuenta, los movimientos de una parte de la juventud que en aquellos años oscuros de la dictadura empezó a cuestionarse lo que la Resistencia vasca había venido haciendo desde el final de guerra, fue lo que motivó a Landaburu a publicar este alegato político, su defensa, su razón de la Causa Vasca que vivía en primera persona.

Para la familia (su mujer Konstan y sus siete hijos), que veían cómo el padre pasaba innumerables horas ante la máquina de escribir, en los pocos ratos de descanso que le dejaba su trabajo en el Gobierno, o durante las noches, la terminación de este libro supuso -al igual que para él- una cierta “liberación”, recompensada con creces por el resultado obtenido.

La causa del Pueblo Vasco fue un libro-referencia para toda una generación, “maravilloso y ejemplar” en opinión de Iñaki Anasagasti, en el que Landaburu hizo su alegato democrático a la juventud vasca “para que luchara, para que no le sedujeran los cantos de sirena de la violencia, para que vieran en Europa una salida al bloqueo vasco”; Nuestra “causa” tenía un horizonte europeo y todo lo que se había hecho hasta ese momento era digno y respetable.

El libro comienza con una dedicatoria de gran actualidad y que muy bien podría haber sido escrita en la última década, debido a sus estrechas vinculaciones con todo lo que gira en torno a la Memoria Histórica, tan reivindicada por el nacionalismo vasco y por todas las víctimas del franquismo en general: “En recuerdo de todos los vascos muertos durante la guerra fratricida causada por la sublevación de 1936. Los que cayeron en cualquiera de los frentes bajo las banderas vascas o de las dos Españas, los que fueron asesinados en sus retaguardias, los que murieron en cama, en su casa o en el exilio, acongojados por la pena de los males de la patria y sin comprender aquella catástrofe cruel e innecesaria”.

Junto a la dedicatoria, también se cita, a modo de lema, la calumniosa imputación del general Franco cuando dijo que “los que destruyeron Gernika no tienen derecho a hablar de patria”. No hay que olvidar ni a las víctimas que causaron la guerra y la dictadura, ni las mentiras que el franquismo propagó impunemente.

La edición original de 1956 es un volumen de 165 páginas. Poco después, sin embargo, queriendo hacer más fácil su difusión se publicó el contenido del libro en tres folletos numerados. En este mismo formato Cuadernos Alderdi, la colección impulsada por el PNV, también los difundió posteriormente.

En el otoño de 1977 la editorial GEU publicó una 3ª edición, con prólogo de Manuel de Irujo y biografía de Xabier de Landaburu a cargo del también nacionalista alavés Luis María Sánchez Iñigo. En la nota final de esta edición se indica expresamente que los ejemplares se terminaron de imprimir el 25 de octubre del 77, al cumplirse el 138 aniversario de la ley que supuso la pérdida de la soberanía vasca. Tres semanas más tarde, el 14 de noviembre, la Junta Municipal de EAJ-PNV de Gasteiz quiso recordar la figura de Xabier de Landaburu aprovechando la nueva edición de La causa del Pueblo Vasco. En el teatro de La Florida el director de GEU, Txomin Saratxaga, presentó el acto y Sánchez Iñigo hizo una amena semblanza biográfica de Landaburu. Presentó al numeroso público que acudió al teatro la personalidad de aquella gran figura como vitoriano y hombre de lucha dentro del nacionalismo; como el hombre que en medio de desilusiones sufridas dentro y fuera de la organización, “fue el prototipo del jelkide que en el anonimato de la segunda fila supo trabajar sin apetencias personales por el bien de la causa”.

En aquel homenaje también participó el sacerdote Alberto Onaindia, quien habló por primera vez en Gasteiz tras su largo exilio, haciendo hincapié en las cualidades humanas de Landaburu. Manuel de Irujo, compañero de trabajo en París, por su parte, presentó al autor de la obra como el “hombre con gran talento sintético, con un don de gentes extraordinario que sirvió a su país en la medida de sus posibilidades y nos dejó a todos una estela de simpatía personal”.

El libro Las ideas de Landaburu, difundidas en 1956, se plantean el pasado y el presente de Euskadi en función y con proyección del futuro. Las tesis recogidas en su libro anticipan los términos de lo que será, por ejemplo, el programa del Partido Nacionalista Vasco 21 años después, cuando la formación política sale de la clandestinidad y se legaliza en marzo de 1977, en el nuevo marco de la transición política que se vive en el Estado español. El renacimiento vasco conjugado con la democracia social, se proyecta con aplicaciones concretas en los órdenes político y cultural, social, económico o internacional.

Los capítulos del libro recogen un gran espectro de asuntos. Sus primeras páginas están dedicadas a la juventud vasca. En ellas refleja su preocupación política constante. Sitúa a la juventud en la España franquista y en la vida internacional. Estudia el proceso de la vida vasca en los siglos de paz y de guerra, de manera singular con relación al siglo XIX y en referencia a las libertades vascas. Trata de la evolución de las ideas, y su proyección sobre la tierra vasca. Examina las consecuencias de la falta de Universidad en Euskadi “que -escribe- obliga a nuestros intelectuales a buscar en las universidades españolas los títulos que les permitieran ejercer en su propia casa”.

También plantea el hecho nacional vasco, afirmando que Sabino Arana devolvió a Euskadi la conciencia de su personalidad y le otorgó para su defensa argumentos que aunque lógicos habían sido hasta entonces inéditos. Considera que tras el hacer político vino el renacimiento cultural y la lengua venía a ser estimada como motivo de preferencias nacionales. La literatura, el folklore, el arte vasco en todas sus manifestaciones volvieron a ponerse de moda y en las ciudades del país donde el adjetivo vasco era peyorativo para muchos comenzó a sentirse con orgullo la dignidad del término.

Hace historia del proyecto de Estatuto vasco elaborado por la Sociedad de Estudios Vascos en 1931 y estudia del mismo modo el problema de la nación y el concepto evolutivo del Estado. En La causa del Pueblo Vasco el tema nacional es tratado ampliamente y las características nacionales de Euskadi son analizadas con atención: pueblo, lengua, historia, derecho, cultura, economía… son tratados con relación al pueblo vasco, añadiendo que “no pretendemos imponer nuestra idea de patria a nadie que no la sienta y no la acepte voluntariamente”.

La democracia Tras desarrollar las bases morales y sociales de la nación vasca, así como la libre determinación nacional y las condiciones de un estado habitable, Landaburu habla de la democracia. A este respecto, es de destacar la observación que hace de esta forma de gobierno (recordando al lector que lo escribe en 1956): “la democracia -señala-, no ha sido lograda aún por lo pueblos más avanzados. El mundo va hacia la democracia, no vuelve de ella. Todo lo que hoy definimos no es más que el conjunto de características de una situación preparatoria que tiende hacia la democracia”.

Tres capítulos ponen fin a la obra: uno destinado a Europa, y a lo que esa solución entraña para los vascos; otro dedicado a los vascos de América que titula La otra Euzkadi; y un tercero que termina la edición encabezado por la frase Mirando al futuro. Mirando a los demás afirma que la doctrina vasca es de generosidad y que los objetivos han de ser de solidaridad. Otro aspecto de plena actualidad como lo es hoy la crisis de los refugiados, por ejemplo.

Para constatar todas las ediciones que se han realizado de esta obra hasta nuestros días, hay que indicar que en 1988 una cuarta edición retocada fue publicada por la comisión de universidad de la Junta de EGI de Gipuzkoa. En esta edición se incluye un prólogo explicativo de Luis Bandrés Unanue, que había releído la obra aquel mismo año. Bandrés recomendaba fervientemente su lectura por ser un “documento vivísimo del pensar y sentir abertzale de aquellos duros años”, aunque advierte al lector de que, en esta ocasión, ha actualizado el texto original, quitando o modificando algunos párrafos con el único objetivo de que la juventud de los años ochenta -y todo aquel que no vivió aquella coyuntura- entendiera mejor el contenido y mensaje del libro pasados ya 30 años de su redacción.

Hoy en día, la obra de Xabier de Landaburu La causa del Pueblo Vasco, se puede conocer por medio de Internet, ya que se encuentra digitalizada y colgada en la red. Por citar un ejemplo, la europarlamentaria Izaskun Bilbao, en su página, ofrece un link para su acceso en http://www.izaskunbilbao.eus/download/LaCausa.pdf.

El euskera en Argentina Identidad y sentimiento

Los vascos asentados en Argentina han mantenido siempre estrechos lazos con su país de origen y su cultura, con especial atención a su idioma: el euskera

Un reportaje de Magdalena Mignaburu

EL idioma es uno de los elementos determinantes en cuanto a la existencia de una nación. En el caso de los vascos, el euskera no resulta ser la excepción, muy por el contrario, es un elemento de gran relevancia a la hora de definir la identidad de este pueblo milenario. Su antigüedad se remonta a 7.000 años, y junto con el finés, el estonio y el húngaro constituyen las únicas lenguas preindoeuropeas que se hablan actualmente, si bien no se ha podido encontrar la relación de éstas con el euskera.

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Como pueblo que ha debido dispersarse por diferentes motivos, los vascos han llevado sus costumbres ancestrales y, por supuesto, su idioma a los distintos lugares de destino. En este sentido, la Argentina ha sido el país que mayor cantidad de vascos ha recibido a través de la historia. Desde la etapa de conquista y colonización se registra la utilización del euskera en nuestro territorio, pero a partir del fenómeno inmigratorio de los siglos XIX y XX su presencia se hizo más notable. Los que llegaron en las sucesivas etapas trataron de mantener la unión y las características del grupo. Por este motivo, desde un principio existió la preocupación por preservar el idioma, aunque también se ha podido constatar a través de distintos testimonios que no se lo enseñaban a los niños, sino que se mantenía como un idioma hablado en la intimidad y sólo por los mayores. Las razones de esta situación son variadas, pero el resultado fue el retroceso del euskera dentro de la comunidad vasca de la Argentina. A pesar de ello, en los primeros tiempos hubo intentos para desarrollar su enseñanza, sobre todo por parte de los centros vascos, que comenzaron a aparecer a fines del siglo XIX.

Las euskal etxeak tuvieron siempre entre sus temas prioritarios la enseñanza del idioma, lo que se reflejó en sus estatutos, como también en los de la Federación de Entidades Vasco Argentinas, que en su artículo 4 enuncia: Cultivar el Euskera (idioma vasco) propiciando su difusión y enseñanza.

A comienzos de la década de los años sesenta aparecieron de manera incipiente nuevos métodos y tecnologías destinadas a la enseñanza del euskera en nuestro país. Las Entidades Vasco Argentinas, especialmente Euzkaltzaleak, reunidas en la Federación, serían las pioneras a la hora de crear conciencia con respecto a la importancia del idioma, en cuanto a definir la identidad vasca y a fomentar su enseñanza sistematizada a través de cursos y de la institucionalización del Día del Euskera.

Plan con ‘Euzko Deya’ En 1987, Euzkalzaleak, en coordinación con el periódico Euzko Deya, lanzó un plan destinado a brindar clases los días sábados en la sede de la institución o por medio de las páginas de la mencionada publicación. Y aunque por problemas económicos esto no se pudo concretar, este hecho merece señalarse por ser el primer intento de llevar el aprendizaje del euskera fuera del ámbito formal de las aulas, como también lo fue el método ideado en 1978 por Paco Mingolarra, el cual consistía en la utilización de medios audiovisuales, y permitía aprender el idioma en 100 horas.

Durante 1989 Josu Legarreta Bilbao, quien en ese momento ocupaba el cargo de asesor de Cultura y Turismo del Gobierno vasco, estudió la propuesta realizada por la Federación de Entidades Vasco-Argentinas, que planteaba la enseñanza del euskera en el mencionado país. Este programa, que se denominó Argentinan Euskaraz, fue el que marcó un punto de inflexión en la enseñanza formal del idioma y la formación de profesores, los que se convirtieron en agentes multiplicadores al actuar de manera coordinada junto al Gobierno vasco, HABE, la Federación de Entidades Vasco-Argentinas y las euskal etxeak.

Por lo expuesto, se ha considerado pertinente realizar un estudio, el que se ha volcado en la obra El euskera en Argentina. Identidad y sentimiento, de las distintas etapas que atravesaron la utilización, la difusión, la enseñanza sistematizada y no sistematizada, la producción literaria, artística, las personalidades relevantes y las publicaciones del euskera en la Argentina. Esto permitió la reconstrucción de su pasado, ya que no existía hasta la fecha un estudio pormenorizado que nos permita responder las siguientes preguntas: ¿qué etapas atravesó en nuestro país la utilización y divulgación del euskera?, ¿qué factores internos y externos influyeron en ello?, ¿qué características tienen y han tenido sus actividades?, ¿por iniciativa de quién o quiénes?, ¿qué instituciones han surgido y trabajado para su preservación?, ¿qué personalidades del quehacer vasco en nuestro país han tenido gravitación en el fortalecimiento del euskera en la Argentina?, ¿cuál ha sido y es el rol de las euskaletxeak en cuanto a la permanencia del idioma?, ¿qué actividades fueron organizadas o coordinadas entre la FEVA, el Gobierno vasco y HABE?, ¿cómo está organizada su enseñanza sistemática?, ¿qué impacto ha tenido el programa Argentinan Euskaraz en el crecimiento cualitativo y cuantitativo de vascoparlantes en la Argentina?

Tomando como eje organizador el aspecto cronológico, se atravesaron las diferentes etapas del euskera en la Argentina, especialmente la que se abrió a partir de 1990 con el Programa Argentinan Euskaraz, ya que su éxito ha significado un impacto invalorable en la preservación y difusión del idioma vasco fuera de las fronteras de Euskal Herria.

Las particularidades de cada etapa histórica tratada permiten conocer la pluricausalidad de los hechos históricos, donde las reivindicaciones políticas se entrelazan con las diversas manifestaciones culturales de la comunidad vasca en la Argentina, donde el euskera tendrá un lugar destacado. Y precisamente en las etapas mencionadas se observa la presencia e influencia de los líderes étnicos, ya que no es casual que personalidades con un fuerte liderazgo hayan sido las que más influyeron en la difusión y enseñanza del idioma, hasta el punto de ser tres de ellas -Jon Kepa Erkiaga, Andoni de Irazusta e Ixidro Legarreta- las que propusieron al Gobierno vasco, en forma directa, la implementación del Programa Argentinan Euskaraz, pronto a cumplir 25 años de vigencia y logros.

Convenios Cada una de estas etapas ha tenido sus rasgos distintivos, lógicamente, de acuerdo a la circunstancia histórica particular. Sin embargo, en cada una de ellas aparecen diversas formas o estrategias de adaptación, cuyo punto en común, con el transcurrir de los años, será la inquebrantable decisión de preservar y difundir el idioma vasco. Habrá momentos en los que cada uno de los irakasles implementará el método personal que crea mejor, diagramará sus clases y creará sus materiales, como también vendrá la etapa de la sistematización y profesionalización de su enseñanza a partir de los convenios suscritos entre la Federación de Entidades Vasco-Argentinas, Aurten Bai y, posteriormente, HABE.

Desde la suscripción de los primeros convenios mencionados se observa un crecimiento cualitativo y cuantitativo en la enseñanza del euskera. Por un lado, el idioma estará más presente en las instituciones y en las relaciones interpersonales, a partir de la implementación de folletos, carteles, concursos, saludos y actividades, entre otras cosas, con una importante presencia del idioma vasco. Y aquí será fundamental el rol multiplicador de cada uno de los que accedieron y acceden a la euskaldunización, ya que a lo largo de los años han demostrado ser motores de estos cambios en las euskal etxeak de las que formaron parte, como también en las casas vascas cercanas. Este rol multiplicador merece destacarse por el grado de entrega y compromiso manifestado, actitud que permitió que el éxito del Programa transcendiera las fronteras para convertirse en Euskara Munduan. Obviamente, esto no hubiera sido posible sin el total apoyo del Gobierno vasco y de las autoridades de HABE y de FEVA. La asistencia permanente a los profesores y alumnos, el apoyo bibliográfico, los barnetegis en la Argentina y Euskadi, el intercambio de profesores, son algunos de los elementos que permiten entender por qué actualmente existen en la Argentina aproximadamente 2.500 alumnos. Un éxito que fue posible gracias al esfuerzo compartido de hombres y mujeres, a los que separan 10.000 km de distancia, pero que se encuentran indisolublemente unidos por el amor a nuestra esencia: EL EUSKERA.

Viaje al mundo clandestino de Agirre en la Alemania nazi

La Euskal Etxea de Berlín recrea la peripecia del lehendakari que vivió unos meses en la capital alemana bajo una identidad falsa y con gafas de bigote

Un reportaje de Iban Gorriti

ESTE año se cumplen 80 años de la investidura del lehendakari José Antonio Agirre, ocho décadas desde la constitución del Gobierno Provisional de Euskadi. A esta efemérides se suma una segunda: el 75 aniversario del paso del presidente por Berlín. Y una tercera: los 60 años de su vuelta de la capital alemana para participar junto a Robert Schuman -uno de los considerados padres de Europa– y otros políticos de la época en un congreso de los Nouvelles Équipes Internationales. Fueron los precursores de la Democracia Cristiana Europea, germen de la actual Unión Europea.

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Para que datos como estos no caigan en el olvido, la euskal etxea de Berlín, la Gernika Deutsch-Baskischer Kulturverein e.V., ha organizado un ciclo de actividades esta semana y una web en la que se abunda sobre los meses que vivió José Antonio Agirre de Lekube en la clandestinidad en la ciudad europea bajo la identidad de “Doctor Álvarez Lastra, natural de Panamá”.

Así, uno de los objetivos es difundir en Alemania y en alemán los escritos originales de Agirre, dar a conocer el estado actual de la investigación en los distintos ámbitos que se entrecruzan en relación con la figura del primer lehendakari y presentar de la manera más amena posible su odisea durante su estancia en Alemania. Agirre era un hacendado doctor en leyes que respondía al nombre de José Andrés Álvarez Lastra en aquel año 1941, y trataba de esconder su fisonomía con unas gafas que contaba le costaron 10 francos, que estaban sin graduar. A ello sumaba un bigote.

Regresó en 1956 ya como líder del Gobierno vasco y miembro activo de la democracia cristiana europea. Vivió camuflado. Y esta semana están presentando un mapa con aquellos lugares que él citaba en un diario. El callejero berlinés se basa en los escritos del propio Agirre. Plasma los lugares y personas más significativos que conoció entre enero y mayo de 1941 en Berlín. El lehendakari fue un exiliado que se movía bajo identidad falsa en la capital del Tercer Reich, pero esto no supuso inconveniente para que plasmara en sus escritos el ambiente social y político que se respiraba en aquella ciudad en plena guerra, ni para dejar de describir el centro político de sus enemigos políticos.

Para completar este mapa los autores se han basado en la edición crítica de sus diarios y en la obra De Guernica a Nueva York pasando por Berlín, escrito por el propio Agirre. Dirigido por la Euskal Etxea de Berlín, el historiador Ingo Niebel ha sido el asesor y autor de los textos.

El mapa muestra lugares como Charlottenburg, donde residió con identidad falsa en una pensión y mantuvo amistad con diplomáticos latinoamericanos. A este lugar hay constancia de que llegó su esposa Mari Zabala -con pasaporte venezolano, también falso, de María Arrigorriaga-, junto a sus dos niños Aintzane y Joseba. El matrimonio se había casado en 1933. Agirre se movía por la legación de Panamá y de la República Dominicana, el Hotel Victoria, la cancillería de Venezuela, el restaurante Tusculum y el hotel Villa Majestic, donde se instaló su mujer con los hijos. “Hitler se mostraba al público desde el balcón de la cancillería del Reich y Agirre asistió como espectador de calle a la recepción oficial del ministro de exteriores japonés en marzo de 1941”, narran desde la euskal etxea y agregan que también acudió de incógnito a las exequías del ex rey Afonso XIII en la catedral de St. Hedwigs, un 13 de marzo de 1941.

También anduvo por Wilhelmtrasse para conocer el centro político del régimen nazi y solicitar la documentación necesaria parar huir a Suecia. Estas visitas las hizo con diplomáticos amigos. En la capital germana recuerdan estos días que Agirre fue el primer lehendakari del Gobierno vasco democráticamente elegido en plena Guerra Civil española.

LUCHADOR ANTIFASCISTA Investigadores como Iñaki Goiogana y Xabier Irujo reivindican estos días en Berlín a un personaje político de primer orden, reconocido unánimemente como “presidente de todos los vascos”, su trayectoria, tanto política como personal que vertebra los años más convulsos del siglo XX. “A día de hoy, la persona del lehendakari Agirre sigue despertando un enorme interés y es una de las pocas figuras políticas de aquella época que concita consenso. Siempre incluyó su proyecto político de Euzkadi dentro de una Europa democrática y ese sigue siendo hoy en día su legado principal”, valoran los impulsores del proyecto.

Desde 1936 fue un firme luchador contra el fascismo internacional, primero en el País Vasco y más tarde en su exilio en Catalunya, Francia y Bélgica. En 1940, cuando la Alemania nazi invadió el occidente europeo, Agirre pasó a la clandestinidad y recaló en Berlín. Desde la capital del imperio nazi, vía Goteburgo, consiguió huir a Sudamérica para, desde allí, llegar a EE.UU.

Una vez afincado en Nueva York, siguió liderando la lucha contra el fascismo y, a partir de 1945, trabajó por la democratización del viejo continente. Tras el final de la II Guerra Mundial volvió a Europa para impulsar la creación de la democracia cristiana europea y falleció de forma repentina en 1960 en París.

Mateo Balbuena, el republicano centenario que todavía publica libros

El comunista Mateo Balbuena, teniente en la Guerra civil, presentó el pasado viernes a sus 102 años su decimoquinto ensayo: ‘La sumisión de las masas’

Un reportaje de Iban Gorriti

SOBREHUMANO”. Con solo una palabra le califica el periodista Aitor Azurki, autor del libro de gudaris y milicianos Maizales bajo la lluvia, a Mateo Balbuena Iglesias, quien llegara a teniente republicano y que el pasado viernes a sus activos 102 años presentó su decimoquinto libro.

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Aconteció en la casa de cultura Ignacio Aldekoa de Gasteiz. El ensayo La sumisión de las masas es una crítica implícita al adocenamiento. “No me he quedado conforme ni esta vez ni hace tres semana en un museo. Me cortan, no me conceden el tiempo necesario para hablar”, denuncia a DEIA quien detecta “deficiencias en la compresión histórica, incluso, por parte de historiadores”.

En tan inusual acto -contados autores centenarios continúan cultivando el pensamiento- estuvo acompañado, entre otros, por José María del Palacio. “Mateo Balbuena es un veterano comunista, crítico con la sacralización de esa ideología, pero al fin y al cabo fiel ese espíritu”, valoraba e iba más allá: “Hace gala de una inquietud y rebeldía por la emancipación social que son el secreto de su envidiable salud a los 102 años”.

Pronto cumplirá 103. “El secreto es pasar hambre: levantarme de desayunar con hambre, lo mismo de comer y cenar. A eso sumo ejercicios físicos y mentales”, explica quien cada viernes baja andando del caserío a Amurrio, a seis kilómetros, para ir a comprar. Regresa en autobús. “Suelo comprar cuatro puros Farias. Los deshago y los fumo en pipa el viernes por la noche, el sábado y el domingo. Entre semana, nada”.

Y continúa cultivando su huerto y escribiendo. Ya prepara el libro número 16. “Me estoy documentando y ambientando en un estudio sobre la sociedad y el Estado. El origen del Estado”, avanza.

el primer libro con 16 años Mateo Balbuena Iglesias nació el 21 de septiembre de 1913 en Villamartín de Don Sancho, León. Fue teniente del Batallón Leandro Carro (PC) y de Carabineros en el Ejército Republicano. Con 16 años publicó en Madrid el relato Nosotros y casi ocho décadas después, ahora, el libro que ha venido escribiendo en diferentes tardes en San Martín de Lezama, concejo que pertenece a Amurrio (Araba). Su caserío perteneció a la famosa familia de músicos Arriaga.

Mateo, quien también residió en Barakaldo y Basauri, fue finalista del Premio Planeta en 1964. Es el mayor de diez hermanos. Por ello le enviaron a servir al comercio de unos amigos. “¿Por qué he tenido que abandonar mi casa?”, se preguntaba. En aquellos días una frase le caló: “Lo que está ocurriendo en Rusia es muy importante”. Comenzó a leer cuanto caía en sus manos y a frecuentar el Ateneo Obrero de Gijón.

En 1932, ingresó en las Juventudes Comunistas y le nombraron Secretario de Agitación y Propaganda. Participó en la huelga del 34 en Oviedo y se trasladó a Cruces. En Barakaldo, participó en la fusión de las JSU de Euskadi y fue secretario local. El 17 de julio de 1936 convocó reunión urgente de la JSU para requisar armas en Olabeaga, Lutxana… “El 22 julio, una docena de milicianos salimos de Bilbao a San Sebastián a rendir a los rebeldes en el Hotel María Cristina. El 24 participamos en el acoso a los cuarteles de Loiola”, evoca.

Amenazada Orduña, se movilizó un centenar de milicianos comunistas, anarquistas y socialistas, en seis camiones, a las órdenes del capitán Espías, y ya encuadrado en el Batallón Leandro Carro, le nombran teniente. “Nos abandonan o traicionan los altos oficiales, pero mi sección se mantuvo dispuesta a resistir”. Tras evacuar Bilbao, es herido en la mano izquierda y le retiran a Santander y a Gijón. Al perderse Gijón, abandona el hospital y en un pesquero llega al El Havre (Francia). Pero retorna al Estado por Figueres. Le nombran instructor de la 65º Brigada. Ante la derrota republicana arenga a su tropa para huir a Francia y continuar la lucha.

Tras 28 días de travesía vestido de civil es apresado en Broto (Huesca), juzgado en Jaca y encarcelado. Queda libre. Logra empleo en una mina ubicada “sobre Bilbao” por las mañanas y por las tardes imparte clase. Retomó la lucha clandestina con el EPK-PCE y en 1942 fue detenido y encarcelado en Larrinaga.

Nuevamente en libertad vigilada, en 1944 se casa con Consuelo Lopetegui, maestra. Tuvieron dos hijas. Abren una academia en Basauri y le reclama el alcalde: “¿Cómo es que yo le he firmado esta licencia si le tenemos vigilado?” Le dan permiso para ser empresario, pero no para ser profesor. “Franqui -por Franco- fue quien nos la quitó y nos dedicamos a vivir de ahorros, de la huerta y a escribir, liberados del capitalismo. Lo digo en este libro: con el capitalismo la clase trabajadora queda aislada, de ahí el lloriqueo. El trabajador sigue por la necesidad de la burguesía de desarrollar sus propios valores. Los artesanos sí son conscientes de su trabajo”.

«Hijo, no digas que eres republicano»

LA BIOGRAFÍA DE TERESA MUÑOZ ES UNA SUCESIÓN DE AVATARES QUE HA LOGRADO SUPERAR, CON LA GUERRA CIVIL COMO TELÓN DE FONDO

Un reportaje de Iban Gorriti

LAS microhistorias de la Guerra Civil en Euskadi son infinitas. La vida puede doler hasta el punto de querer olvidar décadas pasadas, de no hablar de ellas, e incluso peor, en supuesta democracia, tener aún miedo a verbalizarlas por lo mal que se ha pasado y las heridas que ha dejado abiertas. Un consejo de una madre a su hijo: “Manuel, hijo, ten cuidado, no digas que eres republicano. Que nadie sepa lo que piensas”.

Teresa, en brazos de sus padres, en Altza.Foto: Familia Muñoz Minchero
Teresa, en brazos de sus padres, en Altza.Foto: Familia Muñoz Minchero

 

La recomendación es de Teresa Muñoz Minchero, que reside en Las Landas (Francia). A sus 80 años quiere proteger a su hijo ya adulto, como si de una suerte de síndrome de Estocolmo le afectara. Ella las ha visto de todos los colores: es superviviente del bombardeo de Durango, ataque fascista en el que perdió a una hermana y otra, un brazo; su padre falleció en el frente de Elorrio; se evacuó en Bretaña; su marido desapareció en París -donde vivía el matrimonio- y sus dos hijos aún hoy se preguntan cuál era la verdadera identidad de aquel señor, torturado de guerra… La ternura se hizo persona en Teresa el 5 de septiembre de 1935 cuando nació en Altza, hoy municipio anexionado a Donostia. Su padre Manuel y su madre Victorina pertenecían a una familia muy orgullosa de la Segunda República que se había casado únicamente por lo civil.

Pero, un año después, el golpe de Estado de militares españoles truncó toda una vida de progreso. En cuanto los fascistas entraron por Gipuzkoa, la familia se replegó y fue a Durango. Mientras tanto, el padre, Manuel (Villanueva de Tapia, Málaga, 1902), se alistó como miliciano al Batallón Karl Liebnecht del PCE en el que militaban guipuzcoanos, vizcaínos, burgaleses, internacionalistas, navarros, asturianos…

Perdió la vida en combate en Elorrio, el 23 de abril de 1937. “Le apodaban El Niño cuando era quizás el mayor de todos a sus 34 años. “No sabemos dónde está su cuerpo”, lamenta la familia. El comandante del Karl Liebnecht, Modesto Lacuesta Isasi, días antes, perdió la vida en el bombardeo de Elorrio del 31 de marzo. Ese día trágico en Elorrio también lo fue en Otxandio y en Durango. La aviación legionaria italiana, impulsada por Mola, asesinó a más de 336 civiles.

Allí estaba Teresa con tan solo dos años, en brazos de la abuela Victorina, quien hasta que falleció recordaba cómo pasaban los aviones “con cruces negras de San Andrés” y cómo se tiraron al monte pensando estar a salvo y, sin embargo, los cazas les perseguían ametrallando. “Nos contaba que volaban tan bajo que les veían las caras”, enfatiza la familia.

Una hermana de Victorina también llamada Teresa falleció a su lado, por una bomba, y otra que se llama Milagros perdió en ese momento un brazo. La bebé Teresa “tuvo la suerte” -matiza la familia- de que su madre cayó sobre ella al suelo salvándole. “Yo tenía dos años y no recuerdo nada de aquello”, confirma quien reside hoy en una casa entre dos municipios: Tosse y Saubion. “Hay documentos en los que pone que mi hermana murió en Durango fusilada, pero murió por una bomba a mi lado”, corrobora Teresa.

Curada Milagros en un hospital de campaña, todas viajaron en un barco carbonero inglés a la Bretaña francesa. Estando allí, a pesar de la paz, murió otro bebé de Victorina “por una insolación”. Aquella mujer, acabada la guerra no quería volver porque “los alemanes son asesinos, bandidos” y los autodenominados nacionales “decían que los rojos habían quemado Durango y es mentira”, repetía.

En su regreso, los franquistas les dejaron en Irun. Victorina se afincó con los suyos en Hernani. Teresa buscó trabajo en París limpiando casas. Conoció a un español refugiado y tuvieron dos hijos: Manu y Eva. El primero nació en Hernani. La segunda en la capital francesa.

La alegría volvió a tornarse tristeza. El padre desapareció. “Casi no le conocimos. Mi madre no tiene claro cómo se llamaba. Dice que Javier, pero sus amigos le llamaban Mario y también aparece como Gabino. Es triste, pero sé poquísimo de mi padre”, lamenta Manu, el hijo republicano de Teresa. “Tengo el recuerdo -apostilla- de estar comiendo todos en la mesa en Hernani junto a un señor que era mi padre, un torturado en la guerra al que le habían arrancado las uñas de los pies”.

“A veces me paro a pensar cómo hubiera sido nuestra vida sin las guerras: normal, y, sin embargo, nos ha roto todo”, reflexiona Manu. Y además está la no reparación porque “mientras que en Francia los combatientes son héroes; aquí son personas totalmente olvidadas”.