Sabino Arana y el euskera: ¡Qué dijo y qué dicen que dijo!

El padre carmelita Lino Akesolo afirmó en su día que no se puede conocer en toda su dimensión a Sabino Araba Goiri sin conocer su faceta como estudioso del euskera

Un reportaje de Gotzon Lobera Revilla

Desde que Sabino Arana toma conciencia sobre su situación respecto del euskera quedó avergonzado por no saber el idioma original de los vizcaínos y empezó a corregir ese vacío.

La situación social del euskera se le presenta como un espectáculo doloroso: el euskera, lengua originaria de los vascos, no tiene en su propio pueblo el nivel social ni la dignidad que por derecho le corresponde. Entonces, Sabino decide cambiar esta situación: quiere dar a la lengua vasca el lugar que le corresponde.

Para ello, Arana estudia e investiga el euskera, y, además, lo divulga. Lo hace en ambos ámbitos, sobre todo por el impulso que dio al euskera: la Resurrección Vasca (Euskal Bizkundea) posterior se debe a Arana. Hay pocos que no le hayan reconocido este mérito.

Sabino de Arana y Resurrección María de Azkue, junto a otros actores, en la representación de ‘Vizcay’tik Bizkai’ra’. Fotos: Sabino Arana Fundazioa

Realiza estudios profundos y los publica en revistas vascas o por su cuenta. Mencionaremos aquí Tratado etimológico de los apellidos euskéricos (inacabado, y, según Mitxelena, obra profunda e ilustrativa), Egutegija (el primero de pared), y Umiaren lenengo aizkidia (1897), trabajo en que encontramos al Arana renovador, estudioso y crítico exigente.

En sus Lecciones de ortografía del euskera bizkaino establece pautas sobre la influencia de la fonética en el metro vasco.

Por otro lado, Arana no es un seguidor ciego de Larramendi o de Astarloa. Así, Koldo Mitxelena, dice que el trabajo de Arana sobre el euskera no está bien estudiado. Según él, a menudo se le atribuyen opiniones que no son suyas. Le parece que sería muy útil separar las opiniones que se le atribuyen a Sabino de las suyas propias.

Larramendi encuentra un crítico severo en Sabino. Este criticará con rigor el trabajo de aquel, sobre todo por la necesidad de aquel de dar equivalentes en euskera a muchas palabras del castellano. Por ello, criticará igualmente el diccionario de Aizkibel. Y considera vergonzante el diccionario de Novia Salcedo.

Astarloa también encuentra un crítico en Sabino. De hecho, si rechaza y critica el vocabulario de Novia, lo hace porque cree que este sigue en exceso a Astarloa.

Para el hijo de Abando, las palabras no permanecen estáticas, experimentan variaciones por influencia de determinadas leyes. Arana no cree en la supuesta pureza del euskera.

Además, creará sus propias revistas y escribirá en ellas. Arana solo o en compañía de sus seguidores. Y lo encontraremos solo desbrozando los primeros caminos, en acciones singulares sobre el euskera, con nuevas ideas y por nuevos caminos. Veamos algunos de ellos:

Reforma de la ortografía

Se dice que realizó innovaciones contra los castellanoparlantes. De ahí la necesidad de crear nuevas palabras, de ahí una nueva ortografía especial para el euskera, de ahí el nuevo nomenclátor: la conducta de Arana es de pura soberbia.

Esta creencia tiene más de prejuicio interesado que de juicio riguroso. Por ejemplo, realizó la renovación y adecuación de la ortografía porque lo vio necesario: porque había que unificar los distintos tipos de ortografía que se utilizaban. Hoy en día no son pocos quienes creen erróneamente que había una única ortografía entre los escritores vascos, consolidada desde antiguo.

Esta creencia es falsa. Así, dicen que la letra k nunca se había utilizado en euskera hasta Arana. La verdad es que los escritores de Iparralde la utilizaban desde el siglo XVI. También era profusamente utilizada en Bizkaia, empezando por el bilbaino Juan Mateo Zabala (1777-1840) y el arratiarra de Area tza Pedro Antonio Añibarro (1748-1830).

Los esfuerzos de renovación de la ortografía vasca se iniciaron en Iparralde durante el siglo XIX, pero, aunque todos quisieran la unificación, no se conseguía, ni entre los mismos de Iparralde ni mucho menos entre los de Hegoalde y los de Iparralde. En esta situación aparecen los intentos de Arana, de Azkue y las asambleas transfronterizas de principios del siglo XX.

¿Y la letra h? Aquí también existe una opinión equivocada. Muchos creen que Arana odiaba esa letra. También esta es una falsa creencia. No, no quitó esta letra al dialecto que ya la tenía, pero no se la impuso al que no la tenía.

¿Y Euzkadi? Este nombre genera no pequeños líos y controversias. Algún erudito internauta asocia euzko con eguzki (sol), y dice que incorpora el sufijo -di para dar la idea de pueblo y tierra.

Evidentemente, este internauta es capaz de andar por el espacio, pero ni se acerca a las bibliotecas terráqueas. ¿Era tan complicado acudir al primer número de la revista Euzkadi, donde el hijo de Abando propone su terminología? Evidentemente, euzko nada tenía que ver ni con el sol, ni con la luna, ni con nada astral.

Se dice que el sufijo -di está mal utilizado, que no se usa más que en las plantas, que la z es inventada por Arana, que no ha sido utilizada anteriormente por nadie, que ya tenemos el nombre de Euskalerria, un nombre originario.

Acerca del sufijo -di, este ha sido usado en ámbitos que nada tienen que ver con las plantas. Joanes Etxeberri de Ziburu (siglo XVII) utilizó gizondia y uhindia. Euzcadia fue creada por Eusebio María Azkue antes del nacimiento de Arana, con otro sentido, es cierto, pero utilizando el sufijo -di en un ámbito que nada tiene que ver con las plantas.

Por último, acerca de la -z, encontramos Heuzcara y Heuzcaldun, en el siglo XVIII, en Iparralde. Así, con h, y con z. Arana aquí tampoco está solo, ni es el primero en utilizar dicha grafía.

Nomenclátor

El Nomenclátor de Arana recibió múltiples y acerbas críticas. Apareció en su calendario, no con la intención de traducir al euskera los nombres castellanos, sino para dar forma vasca a esos nombres.

Si se quería que el nombre distinguiera entre mujeres y hombres, se necesitaba una norma. Y Arana creó una. Él sabía que esta innovación encontraría grandes inconvenientes. Es de entender que a los que estaban acostumbrados a los nombres castellanos del sur del Bidasoa se les hiciera duro poner a los hombres nombres similares a los de mujeres. Por eso, puso otros finales a los nombres: Sabin, Mikel, Andoni, Iker…

En cuanto a estos nombres masculinos con terminación en -a, estos han sido muy utilizados por los escritores de Iparralde. El libro más editado en Iparralde es Ejerzizio. En la edición de 1857, encontramos Tita, Satira, Salma, Kalista, Sixta, Hipolita, Dominica… Tenemos otra buena cosecha en libros de los siglos xviii y xix: Moisa, Dositea, Anselma, etc. De los que tienen otro final también hay una buena cantidad: Seberin, Paulin, Sabin, Justin, etc. No está, pues, Arana solo y no resulta tan original ni tan exótico.

Hoy en día, el uso de los vascos ha dado la razón a Sabino Arana. ¿Son extraños los nombres de Joseba, Gotzon, Kepa, Mikel, Jone, Edurne, Koldo, Josu, Josune…? Es más, ¿no son cada vez más habituales, incluso entre los castellanoparlantes, los nombres de Iñaki o Iker?

A Arana se le ha achacado purismo, excesivo purismo. Arana crea nuevas palabras, no tantas, puesto que en cada publicación en que aquellas aparecen las enumera. Y muchas de las creadas por Arana siguen muy vivas: aberri, abertzale, abixen, azkatasun, euskeltzale, erdeltzale, garagardo, idatzi, zenbaki, etc. Decir que lo que Arana Goiri ha hecho en esta materia ha sido siempre perjudicial es decir demasiado.

Clima social y unificación

A comienzos del siglo XX, las asambleas de los de arriba y abajo del Bidasoa no tenían nada que ver con el euskera unificado, sino con la escritura u ortografía vasca. Y Arana estuvo presente en ellas. Lo que no se consiguió en aquellas asambleas, la unidad ortográfica, se consiguió más tarde, cuando se creó Euskaltzaindia, y, en gran medida, por el camino mostrado por Arana.

El problema de hacer el euskera más unificado lo anunció y explicó Arana en otra ocasión, cuando expresó su opinión sobre el nivel y situación que se debía a nuestra lengua en el ámbito social. Quiere que el euskera se convierta en la lengua de todos los vascos, en una lengua con todos sus derechos y para todas las funciones.

El euskera deberá implantarse en todas las escuelas, desde las inferiores hasta las superiores, en todas las asambleas y reuniones populares y en todos los documentos sociales. Y después de la idea, la acción, la acción para llegar al objetivo que se ha puesto: crear escuelas vascas, editar libros, difundir las canciones vascas, publicar revistas, en primer lugar, bilingües; luego, en euskera.

Por el camino de Arana discurre la acción de hoy: educación en euskera, redacción de los documentos oficiales en euskera, poner nombres vascos a los recién nacidos…

Y no olvidemos Euskaltzaindia. Para Arana, el principal cometido de una academia de la lengua vasca era trabajar, enriquecer y limpiar el euskera.

La muerte de Arana se produjo cuando Azkue publicaba su gran diccionario en Francia, y, aunque no era aranista, nos dejó dentro del diccionario el dolor que le generó la muerte de Sabino Arana, y su reconocimiento hacia él: “Malogrado y profundo vascófilo Arana Goiri”, dice en la introducción de la letra N.

Años más tarde, en un discurso sobre la poesía vasca, Azkue se pregunta a quién debía él que impartiera conferencias sobre música vasca, y a quién se debía la resurrección vasca: se debía al difunto Sabino Arana Goiri.

Después de la muerte de Sabino Arana, tanto Kirikiño como Orixe, ensalzan la labor del hijo de Abando en la recuperación del prestigio social del euskera. Terminemos con estas palabras de aita Luis Villasante, nada aranista, como final: “Él ha aportado sobre todo una fuerza. Una fuerza que se siente realmente presente y que ha sacudido hondamente la conciencia del país, impulsando a los vascos al trabajo por el cultivo y vida del viejo idioma”.

La traición de Yanguas narrada por Aguirre

El lehendakari denunció en una carta el paso al enemigo del piloto republicano con las joyas de la Virgen de Begoña

Un reportaje de Iban Gorriti

Décadas atrás se extendió la creencia popular de que valores y joyas de la Virgen de Begoña fueron robados durante la Guerra Civil. El franquismo logró hacer calar esta versión al desinformar diciendo que las habían recuperado para la Amatxu. El difunto rector del santuario Jesús Garitaonandia, fallecido en 2013, gritó siempre a los cuatro vientos que no hubo sustracción alguna. “La realidad -defendía en DEIA- es que Fortunato de Unzueta, como responsable de la parroquia de Begoña, y Eliodoro de la Torre, consejero de Finanzas del Gobierno vasco, habían protagonizado una arriesgada operación de salvaguarda de las joyas guardándolas en un banco de Toulouse”.

Aguirre, delante de José Luis Irisarri, delegado del Gobierno vasco en México, en una imagen tomada en ese país. Foto: Sabino Arana Fundazioa

A sus investigaciones hay que sumar una carta que el PNV aporta ahora a este medio. Es una misiva del lehendakari Aguirre remitida desde París a José Luis Irisarri, entonces delegado del Gobierno vasco en México. El propio presidente del Ejecutivo cita a Fortunato de Unzueta y detalla la inesperada traición de un piloto republicano a quien se le encomendó trasladar las joyas religiosas a la ciudad francesa del Garona.

Aguirre mide sus palabras para informar a Irisarri de que el párroco fue quien entregó las alhajas sagradas a De la Torre. Y en ese momento, sin embargo, quita el freno y despega: “Fueron depositadas en una caja fuerte del Banco de Toulouse, de donde luego las arrebató y robó el aviador Yanguas en unión de Joaquín de Goyoaga, que por esto apreció proclamado héroe y caballero de España”. Y ahí recuerda que no solo desaparecieron las joyas de Begoña, sino que “ese caballero no ha respondido de las joyas de varias señoras pertenecientes a Emakume Abertzale Batza, entre ellas Doña Teresa de Azkue”.

En la comunicación que data del 28 de enero de 1955, Aguirre califica al aviador como “tenido por hombre de confianza”. Él debía depositar en el destino comunicado las joyas a su nombre y al de Antonio de Irala. Sin embargo, tras volar hasta Toulouse, el piloto no cumplió en su retorno ni con su palabra ni con la trayectoria. Cambió de bando y aterrizó en Zarautz cuando debía haberlo hecho en Bilbao.

Según indagaciones del párroco Garitaonandia, José María Yanguas no viajó solo en su retorno, por lo que entregó al enemigo a quienes volaron en la aeronave junto a él, caso de Alfredo Espinosa, consejero de Sanidad del Gobierno vasco. También el capitán-militar José Aguirre.

Avería ficticia

El avión había despegado el lunes 21 de junio a las 20.17 horas de suelo francés. Tomó tierra en la playa de Zarautz a las 21.30 horas. “La causa de este aterrizaje, según el piloto Yanguas, fue una avería, pero en realidad se trató de una traición muy bien preparada de antemano”, dejó impreso Garitaonandia, quien enumeró hechos que demuestran la traición: el aterrizaje era esperado porque se habían retirado las casetas de baños, y cuando el público, extrañado, preguntó por la causa, se dijo que esperaban a Franco”. El alcalde de Zarautz, por su parte, recibió la orden de apagar las luces que se vieran desde el mar, y el crucero Cervera y otros barcos franquistas tenían órdenes de no disparar sobre el avión. El rector de Begoña fallecido hace seis años obtuvo estos datos en la Fundación Sancho el Sabio.

El relato coincide con la carta del lehendakari Aguirre a Irisarri. Yanguas “entregó al consejero Espinosa Oribe, al comandante de artillería Aguirre, que fueron ejecutados, y a algunos otros pasajeros que sufrieron prisión. No sabemos cuáles fueron las complicidades que permitieron a Yanguas retirar, con su sola firma, las joyas depositadas”.

El líder jeltzale, al comienzo de la carta, argumenta que va a hacer un “resumen general y auténtico” de la información que el Ejecutivo tenía al respecto. Es decir, de la “evacuación de valores y joyas que ha tenido tanta publicidad en México”, precisa, y agradece a Irisarri sus declaraciones para salir al paso.

En la epístola, el presidente informa al delegado en la diáspora mexicana de otros breves temas. Asegura que le enviará por medio de Martín García Urteaga el texto de Fortunato Aguirre sobre las joyas, y otros como la traducción taquigráfica de “mi conferencia en el Ateneo Español”, y “para Ogoñope mi libro Entre la Libertad y la Revolución”. Asimismo, el lehendakari quiso facilitar a Irisarri la fotocopia de los párrafos del libro en los que “el general Galand narra cómo bombardeó Guernika, siendo miembro de una de las escuadrillas atacantes”.

Recuperar las joyas

Como final a la traición de Yanguas, Garitaonandia describió que el piloto acompañado de Goyoaga realizaron un viaje relámpago en automóvil a Toulouse con el objeto de recuperar las dos cajas con las joyas. Logrado este objetivo, al pasar la aduana de Irun, el 23 de junio de 1937, las dejaron en manos de Julián Troncoso, jefe de Servicios de Fronteras, para su custodia y entrega al general franquista Dávila. “Si estos dos personajes pusieron bajo custodia militar las joyas de la Virgen, ¿adónde fueron a parar las joyas de las emakumes de Bilbao, valoradas en su época en un millón de pesetas?”, se preguntaba, e iba más allá en su enfado: “Goyoaga se convirtió en el bilbaino que descubrió las joyas en Francia y que, gracias a su sagacidad, inteligencia y tacto las rescató para su Dueña y Señora (la Virgen de Begoña) y para España”.

Por todo ello, el rector durangués de Begoña luchó por la memoria, por la verdad “en defensa de la honestidad de Eliodoro de la Torre y Fortunato de Unzueta, tantos años injustamente cuestionada, y en honor a su sacrificio”.

La bebé robada en la cárcel de Durango

Una familia de toledo descubre que Angelita, una niña arrebatada a su abuela por unas monjas en 1940, falleció en la prisión vizcaina cuando solo tenía un año

Un reportaje de Iban Gorriti

Una sala de urgencias en Toledo. A un padre le van a operar del corazón. El televisor ciega con imágenes de niños robados durante la Guerra Civil y franquismo. La familia del paciente pone en común la posibilidad de que aquella niña que unas monjas arrebataron a la abuela Plácida en la cárcel de Durango pudiera ser uno de esos casos. Los corazones se ponen a bombear y buscan con anhelo dar una solución al enigma. “A mi abuela le dijeron que le quitaban la niña porque había muerto, pero vete a saber. Ella ni la vio muerta ni que la enterraran”, afirma Óscar Lancha, nieto de Plácida y sobrino de Angelita, supuesta niña fallecida con un año. Tras diez años de búsqueda, un reportaje de DEIA les aportó novedades. La foto que conservan de Plácida y la niña en la prisión de Durango concuerda con una de grupo tomada en el exterior del inmueble que a día de hoy no existe. Óscar se puso en contacto con este diario y la investigación continúa.

Foto de presas en la cárcel de Durango. A la derecha, Plácida y Angelita. Fotos: Archivo Gerediaga / Germán Zorraquín

El archivero municipal de Durango, José Ángel Orobio-Urrutia, cierra el círculo con una información. La niña que las monjas arrebataron a Plácida falleció el 25 de abril de 1940 y se le dio sepultura con apellidos erróneos de Landa y Carmona, en vez de Lancha y Carmena “en la calle Santo Tomás, nº 16 del Cementerio de Durango”. Según el libro en el “presidio”, la causa fue una “bronconomía” (sic), y se le dio sepultura en la calle Santo Tomás, nº 16 del cementerio de Durango. Así lo atestigua el Libro de inhumaciones del Cementerio de Santa Cruz de la Villa de Durango, 1918-1953, que custodia el archivo, el mismo volumen al que los franquistas arrancaron las páginas en las que se dio registro a los asesinados en el bombardeo fascista contra la población civil de la villa en 1937 para que no quedara huella del crimen.

“Por mi profesión de bombero -enfatiza el nieto emocionado-, me considero una persona fría, tristemente acostumbrado a situaciones y noticias impactantes, siempre intentando transmitir seguridad, calma y serenidad. Pero hoy la llamada, sabiendo que mi tía no está viva, con las esperanzas que teníamos, me ha superado; me has oído llorar, no sé si de tristeza, alegría, rabia, indignación, ira… o todo a la vez”, transmite este toledano seguidor del Athletic, sentimiento que hereda “de generaciones”.

La primera mención que Orobio-Urrutia ha encontrado sobre Plácida y su hija Ángeles es del libro de bautizados de la iglesia de Santa Ana de Durango. En este tomo figuran nueve niños y niñas bautizados en lo que denominan la prisión de mujeres del barrio de San Roque. Aparece Ángeles, nacida en Polán (Toledo) el 19 de mayo de 1939. Es hija de Claudio, jornalero, y Plácida Carmen -en vez de Carmena- Alonso. Se le batea el 14 de abril de 1940, un mes después de su llegada como presa de Franco a la villa. “Como curiosidad, ese mismo día se bautizaron a otros tres niños, dos de ellos nacidos en la misma cárcel y un tercero llamado Carmelo Manuel Navarro Lancha, natural también de Polán”, detalla el archivero. El nieto confirma que no es familia directa porque “mi abuela no tuvo hermanas. Lancha es un apellido típico de aquí”, constata agradecido y comienza a desgranar sus sentimientos. “Decía tristeza, por saber que finalmente mi tía falleció, algún trocito de nuestro corazón nos hacía creer todavía que podía estar viva”, se arranca.

Tras visitar esta semana el camposanto, no hay huella de su nombre. La sepultura más antigua infantil con leyenda data de 1944. Sin embargo, puede estar aún. “Podría estar, es una zona que se ha tocado poco”, da esperanzas el enterrador Pello.

El Archivo registra once enterramientos de personas que estaban en la cárcel. Seis son “párvulos” y cinco, presas. Óscar, como su hermana Yolanda, también sienten a pesar de la tristeza, “alegría, por saber del paradero de nuestra tía y poder cerrar todos estos años de incertidumbre sobre qué había sido de ella”, continúa quien aún no ha querido comunicar a su padre, a quien operaron del corazón, la que argumentan como “triste-alegre” noticia.

Corría el año 1940. La toledana Plácida Carmena Alonso fue dispersada a Durango, con una condena “de 12 años y un día por auxilio a la rebelión”. Su delito: llevar comida a su padre, preso por pertenecer a los comités de la República. Una mujer le denunció al salir del penal y fue detenida el 9 de diciembre de 1939, es decir, acabada la guerra. Le hicieron un consejo de guerra el 25 de enero de 1940 y le trasladaron desde la cárcel de Toledo a la vizcaina. “Mi abuela Plácida partió a Durango con una niña pequeñita, mi tía Angelita”.

Al cierre de esta prisión, fue trasladada al penal de Saturraran. “Creemos que muere, es un decir, ya que en los documentos de mi abuela, fallecida en 1998, no se encontró nada que acreditase la defunción de su hija, y según su relato ni tan siquiera se le permitió ver el cadáver de su pequeña”, lamenta y va más allá: “La versión que nos dio es que con nueve meses una monja se la quitó de las manos diciéndole que se la llevaban porque estaba muy enferma… Lo siguiente que se le comunicó a mi abuela fue que su hija había fallecido, y que iba a ser enterrada en la prisión”.

Con el paso del tiempo, la familia va recopilando información con documentos, noticias, foros, con apoyo del historiador de Ondarroa Fernando Aguirre. “Ahí se pensó que cabía la posibilidad de que la niña no falleciera y fuera vendida o entregada a alguna familia”. Cuando la familia “nos habíamos atascado”, aparece en internet una noticia de DEIA y al ver la foto reconocieron a Plácida. “Mi abuela conservaba una foto que es una parte de la que se publicó”, apostilla y argumenta su “rabia, al descubrir lo frágiles que somos y de cómo la crueldad de algunas personas puede destruir familias, simplemente por llevar comida a su padre, como le sucedió a mi abuela”.

Ahora, y sabiendo ya la verdad, asegura que visitarán Durango y tal vez regresen a 508 kilómetros con los restos de Angelita, para el retorno en paz junto a sus ancestros.

Eresoinka y la selección de fútbol Euzkadi

En el exilio, la comunicación del Gobierno vasco fue muy difícil por las mentiras de los franquistas. Dos iniciativas, una artística, Eresoinka, y la otra deportiva, la selección de fútbol Euzkadi, contribuyeron a luchar contra la desinformación

Un reportaje de Jean-Claude Larronde

Se lee en Euzko Deya: “Eresoinka es una palabra vasca que sintetiza los conceptos de canto, danza y acción. Así pues, Eresoinka es un resumen plástico y sonoro del pueblo vasco”.

Se crea Eresoinka el 22 de agosto de 1937 por voluntad del lehendakari José Antonio Aguirre quien escribe, hablando de Gabriel Olaizola: Llamando a un notable músico vasco, le hablé así: Es posible que nosotros no podamos salir de aquí. Pero por eso no ha de concluir la lucha, que quiero sea llevada también al campo artístico. Le encargo a usted salga inmediatamente para Francia y forme entre nuestros refugiados el coro más selecto posible.

Los miembros de Eresoinka no podían haber soñado con una directiva más prestigiosa: Manu de la Sota, presidente; Gabriel Olaizola, director del coro; Jesús Luis Esnaola, director del grupo de danzas; Enrique Jordá Gallastegui, encargado de los arreglos musicales; Antonio de Guezala, dirección escénica y decorados, y José Mari Ucelay, delegado de Bellas Artes.

Los ensayos tuvieron lugar en la localidad lapurtarra de Sara durante dos meses, en el otoño de 1937. Entre los 63 cantantes figuraban un tal Mariano González (el futuro Luis Mariano), segundo tenor, de Irun, con 23 años, y la contralto solista Pepita Embil, nacida en Getaria, entonces de 19 años, madre, algunos años más tarde de Plácido Domingo.

La primera etapa fue París, con cuatro espectáculos en la prestigiosa Sala Pleyel, los días 18, 19, 20 y 23 de diciembre, donde cosecharon un gran éxito. Había concebido Antonio de Guezala un cartel donde se leía: Eresoinka. Spectacles d’art basque. Figuraba arriba lo que sería el símbolo de la compañía, un hexágono con una hoja de roble con dos bellotas; tres personajes de perfil y un horizonte simbolizando el mar donde flotaba un barco de vela. En enero de 1938, Eresoinka se dedicó en París a preparar una larga gira. En Bélgica, actuó del 7 de febrero al 2 de marzo con trece espectáculos, la mayoría en Bruselas pero también en Gante, Amberes y Brujas. En este país aparecieron las primeras dificultades, porque aparte de la primera actuación en Bruselas, no se vendieron muchas entradas.

En Holanda, del 4 al 21 de marzo, Eresoinka actuó con diez espectáculos, especialmente en Ámsterdam y La Haya. Eresoinka volvió a París el 25 de marzo. Presentó quince espectáculos del 6 al 19 de abril, en el Teatro de París. El 10 de abril, la contralto solista Pepita Embil cantó por primera vez Aurtxo ttikia, creación de Gabriel Olaizola, la canción de cuna vasca.

Eresoinka fue a Londres para ofrecer en el Aldwich Theatre, del 13 al 25 de junio, 17 espectáculos. Inglaterra estaba en la vanguardia de la investigación sobre folclore. La agrupación disfrutó después de una semana de turismo en la capital inglesa. Pero todavía, a pesar del triunfo, los gastos eran superiores a los ingresos.

A partir del 4 de julio, los artistas de Eresoinka descubrieron su nueva residencia, el Château du Belloy, a pocos kilómetros de Saint-Germain-en-Laye, cerca de París. Se pudo tranquilamente preparar la gira por Iparralde prevista para septiembre, con dos representaciones en el Teatro Municipal de Baiona y una en el Casino de Biarritz. Eresoinka ofreció, en presencia del lehendakari Aguirre, un concierto de música sacra en la iglesia San Andrés de Baiona. La última función la dio el día 21 en Donibane Garazi. Esta estancia en Iparralde fue ocasión de reencuentros emotivos con familiares y amigos.

El otoño pasó en la calma del Château du Belloy. En las primeras semanas de 1939, realizaron 18 grabaciones sonoras. Muchas, como Agur Jaunak, Ama begira zazu, Boga boga, Akerra ikusi degu, Bigarren kalez kale, Aldapeko, Adio ene maitea, Goiko mendian, etc… quedaron como recuerdo clásico del repertorio vasco.

Eresoinka participó en el Aberri Eguna el 9 de abril en el Château du Belloy, en presencia del lehendakari Aguirre. El viernes 26 de mayo de 1939 fue la apoteosis en el Palacio de Chaillot, en compañía del grupo infantil Elai-Alai, ante 3.000 espectadores y en presencia del escritor François Mauriac, gran amigo de los vascos y de José Antonio Aguirre.

Pero algunos habían ya dejado la compañía, el movimiento se aceleró, y varios miembros se fueron a Venezuela. La disolución se produjo en agosto por motivos económicos. El 4 de diciembre de 1939, José Antonio Aguirre mandó una carta de agradecimiento y de felicitación al director, Gabriel Olaizola.

lA sELECCIÓN DE eUZKADI Se estudió la posibilidad de crear tal selección a partir de febrero de 1937, en conversaciones de José Antonio Aguirre con Melchor Alegría. No olvidemos que Aguirre había jugado 45 partidos con el primer equipo del Athletic entre 1921 y 1925 (entre sus 17 y 21 años). Por su parte, Melchor Alegría, entonces periodista deportivo, fue uno de los delegados del equipo Euzkadi en Europa y América. Se pensó enviar a Francia una embajada de futbolistas con un objetivo doble: dar a conocer en el exterior la situación política vasca (objetivo propagandístico) y recaudar fondos (objetivo humanitario). El primer partido se jugó el domingo 25 de abril de 1937, víspera del bombardeo de Gernika, en el Parque de los Príncipes de París. Euzkadi ganó 3-0 al Racing de París. Los tres goles los marco Isidro Lángara Galarraga, nacido en Pasaia, que había jugado en el Real Oviedo.

Junto a Manu de la Sota, que había sido presidente del Athletic, el jefe de la delegación era Ricardo Irezabal, vicepresidente de la Federación Española de Fútbol, quien había sido también presidente del Athletic.

El equipo jugaba con los colores de la ikurriña, camiseta verde con banda roja y pantalón blanco. El capitán de este equipo era Luis Regueiro Pagola, nacido en Irun, que jugaba en el Real Madrid desde 1931. El historiador Santiago de Pablo escribió: Aunque el Euzkadi representaba al Gobierno vasco y no al PNV, en la práctica, se identificó con este. En mi opinión, esta frase no es exacta. Lo que ilustra mi convicción, es que por ejemplo Luis Regueiro era republicano. Con ocasión de este partido, declaró este en la radio, alocución insólita en boca de un futbolista: ”Venimos de Euzkadi, donde nuestro gobierno que todos queremos y respetamos ha conseguido fácilmente que las ideas políticas y las creencias religiosas sean respetadas por todos”.

Se puede decir que se trataba de un Athletic reforzado. El Athletic había ganado la Liga en cuatro ocasiones -1930, 1931, 1934 y 1936- y la Copa cuatro años consecutivos, de 1930 hasta 1933. Muchos de los jugadores vascos habían sido internacionales con la selección española.

Otra gran victoria fue la conseguida el 23 de mayo, contra el Olympique de Marsella, campeón de Francia en 1936-37, por 5-2. La semana siguiente, Euzkadi conoció su única derrota en Francia, frente al club de Sète, bajo un calor asfixiante.

El equipo empezó su gira europea a principios de junio, perdiendo en Praga. En Polonia, el equipo jugó un único partido. En este país, muy católico, los jugadores vascos fueron tachados de comunistas y un segundo partido fue suspendido.

El equipo llegó a Moscú, vía ferrocarril, el 16 de junio. Su recibimiento fue apoteósico con ramos de flores y bandas de música. Es en este país donde recibió muestras entrañables de simpatía y hospitalidad por parte de las autoridades, pero también por parte de gentes sencillas. Desgraciadamente, tres días después de su llegada, el equipo se enteró de la caída de Bilbao. Es de destacar el partido en el terreno del Dínamo de Moscú, ante 90.000 espectadores, el 24 de junio, contra el Locomotiv. El partido finalizó a favor de Euzkadi por 1-5, con cinco goles de Luis Regueiro. También Euzkadi jugó en Bielorrusia, Ucrania y Georgia. El 15 de agosto, el equipo visitó una colonia de 500 niños vascos refugiados. Después, pasó por San Petersburgo, Helsinki, en barco hacia Estocolmo y en tren hasta Oslo. Jugó dos partidos en Noruega. El último partido en Europa fue en Dinamarca el 29 de agosto.

Así se acabó la gira europea de Euzkadi con catorce partidos ganados, dos empatados y cuatro perdidos. De regreso a Francia, Euzkadi fijó su residencia en Barbizon, cerca de Fontainebleau, a unos treinta kilómetros de París. En este momento se produjeron dos bajas que hicieron un gran daño moral: las de Guillermo Gorostiza y Roberto Echevarría. Estos dos jugadores no se atrevieron a decir a sus compañeros que abandonaban el equipo. Retornaron al País Vasco donde fueron bien recibidos por los franquistas. El resto de jugadores prepararon el viaje a América y se comprometieron a renunciar a la posibilidad de cualquier fichaje que en América se les ofreciera. La delegación vasca llegó a México D. F. después de varias escalas. Los primeros partidos en México, del 7 de octubre de 1937 al 9 de enero de 1938, se saldaron con ocho victorias, dos empates y dos derrotas.

Los jugadores llegaron a Buenos Aires el 20 de marzo de 1938. Quedaron en Argentina hasta el 4 de mayo, pero no jugaron ningún partido a causa de la oposición de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA). El bloqueo en Argentina provocó, además del agotamiento de los recursos económicos, la crispación del ambiente, por lo que algunos jugadores abandonaron el grupo.

El equipo llegó por segunda vez a Cuba; jugaron ocho partidos hasta el 31 de julio, con seis victorias y dos derrotas.

A principios de septiembre se supo que la FIFA dejaba de perseguir a Euzkadi gracias a la Federación Mexicana de Fútbol que lo había acogido en su seno.

La selección vasca fue admitida a participar en la Liga Mayor de México D. F. en la temporada 1938-39, una competición formada por siete equipos. Euzkadi jugó en esta Liga doce partidos del 27 de noviembre de 1938 al 7 de mayo de 1939: siete ganados, un empate y cuatro perdidos. Euzkadi terminó segundo detrás del Asturias, campeón de esta Liga.

En abril de 1939, cada jugador vasco recibió 10.000 pesetas, unos 10.000 euros de hoy. Parece poco como salario para dos años, mucho más si comparamos con los salarios de los futbolistas profesionales de hoy.

Euzkadi disputó su último partido el 18 de junio de 1939. En esa fecha, ocho futbolistas vascos jugaban ya en Argentina. Otros jugadores fueron fichados por clubes mexicanos.

En aquellos años trágicos, Eresoinka y la selección de fútbol de Euzkadi fueron dos embajadas originales y pacíficas que dejaron en muchos espíritus una profunda huella y dieron a conocer al mundo el pueblo vasco y su causa.

Una excursión nazi truncada en Urkiola

Investigadores de la UPV/EHU sacan a la luz un suceso de abril de 1937 que evidencia la participación de la Legión Cóndor en la guerra en Euskadi

Un reportaje de Iban Gorriti

UNA metedura de pata de los pilotos alemanes llevó a que los republicanos tuvieran una evidencia más de que la Legión Cóndor apoyó el golpe de Estado que una parte de los militares españoles protagonizó en julio de 1936. El investigador Josu Santamarina resume aquel error geográfico como “una excursión que salió mal, fallida, con final sorprendente”, sonríe quien ha estudiado sucesos como este junto a otro colega de la UPV/EHU, Xabi Herrero.

El suceso ocurrió el 5 de abril de 1937. Tan solo cinco días después del bombardeo de Durango y tres semanas antes del de Gernika. La ofensiva con la que amenazó el general Mola echaba fuego. El encontronazo inesperado entre los aviadores germanos y milicianos podría ser una secuencia de cine. “Sí, tiene aire de película”, asiente Santamarina. “La foto ya muestra a un jeep con gerifaltes nazis que se topan con milicianos y hay un tiroteo. Esto lo hemos visto en películas de la Segunda Guerra Mundial, como hace poco Malditos bastardos o históricas como Doce en el patíbulo. Lo que pasa es que siempre lo hemos visto en Alemania, pero también ocurrió aquí, en Urkiola”, enfatiza el de Urrunaga.

El intérprete Paul Freese tras ser capturado por las tropas republicanas.Foto: diario ‘Euzkadi Roja’

El suceso ocurrió el 5 de abril de 1937. Tan solo cinco días después del bombardeo de Durango y tres semanas antes del de Gernika. La ofensiva con la que amenazó el general Mola echaba fuego. El encontronazo inesperado entre los aviadores germanos y milicianos podría ser una secuencia de cine. “Sí, tiene aire de película”, asiente Santamarina. “La foto ya muestra a un jeep con gerifaltes nazis que se topan con milicianos y hay un tiroteo. Esto lo hemos visto en películas de la Segunda Guerra Mundial, como hace poco Malditos bastardos o históricas como Doce en el patíbulo. Lo que pasa es que siempre lo hemos visto en Alemania, pero también ocurrió aquí, en Urkiola”, enfatiza el de Urrunaga.

Según relatan Herrero y Santamarina, un automóvil con cuatro miembros del grupo de caza 4.J/88 pasó a las líneas leales en misión de reconocimiento de un aeródromo republicano pensando que este ya estaba en poder de los golpistas. Sin embargo, al llegar a las proximidades de Otxandio, fue sorprendido en la carretera de Urkiola por la guardia republicana.

“Algunas informaciones apuntaban que, al percibir la guardia en el vehículo una bandera monárquica, comenzó a tirotear el coche con fuego de ametralladora y fusil, mientras el conductor nazi, al darse cuenta de su error y que probablemente sería capturado, o alcanzado por las balas, empezó a dar marcha atrás a toda velocidad para terminar cayendo por un pequeño barranco al ser herido por una bala”, agregan.

Cada cual sacó su pistola y el tiroteo duró minutos. Los republicanos no registraron bajas y sí los teutones, que acabaron apresados. “Sin embargo -enfatizan los investigadores-, otro relato de los hechos señaló que, mientras la guardia los apuntaba con sus fusiles, el conductor intentó virar en redondo dando la vuelta al coche. Los milicianos les hicieron levantar los brazos a los ocupantes, accediendo solamente tres de ellos, mientras que el conductor, Carsten Woolf Harling, se atrevió a disparar su pistola para defenderse, siendo alcanzado por un tiro certero que le causó la muerte”.

Los investigadores universitarios, que están concluyendo sus tesis, valoran que a los nazis en las fotos se les ve “pinta de juerguistas, de tener todo controlado, pero acabaron yendo a donde no debían”, e ilustran que entonces cada bando solía quitar las señales de las carreteras para que el enemigo se equivocara. “Este es un caso”, defienden.

Cuatro días después del incidente, el cadáver de Harling fue encontrado en la carretera de Otxandio a Mañaria tras ser abandonado por los gubernamentales. El chófer era el citado teniente primero de aviación Carsten Woolf Harling, que desempeñaba el cargo de inspector en el aeródromo de Gasteiz. Otro ocupante era el intérprete con graduación de capitán Paul Freese -llevaba 25 años residiendo en Zarautz, donde tenía una industria o era viajante de maquinaria-, que estaba conmocionado y herido grave en un brazo, falleciendo en el Hospital Militar de Bilbao donde quedó instalado. “Es curiosa la foto en la que le están dado agua. Se le ve con un shock postraumático. Siendo un traductor, se ve envuelto en un tiroteo con muertes. Es más, en un momento en el que los milicianos les tenían ganas”, manifiesta Santamarina.

Los otros dos ocupantes del vehículo eran los tenientes de Aviación de escuadrilla de caza Walther Kienzle y Godofredo Schulze Blanck. En la Comandancia de Durango prestaron declaración los detenidos sin mostrar inquietud alguna, de los que solamente Paul Freese conocía el castellano.

vivos Los dos supervivientes del suceso, Kienzle y Schulze, fueron conducidos a la cárcel de Larrinaga, donde el periodista sudafricano George Lowther Steer llegó a conversar con ellos. Entre los documentos y materiales capturados a los germanos, estaban el diario del joven Schulze, publicado de forma incompleta por la prensa internacional en un intento de cambiar la postura política francesa e inglesa respecto a la “no intervención” en España.

Este piloto había llegado a Euskadi en marzo de 1937. Su diario tras participar en la ofensiva contra Bizkaia dejaba opiniones sobre el territorio: “Fantástica belleza del paisaje, sobre todo en los alrededores de Vitoria. Salida para San Sebastián. Impresión enorme, maravillosamente situada a la orilla de un mar nimbado de montañas. Altas y bonitas casas, largas calles bien conservadas, buenos cafés, parques y plazas. Poca gente, como abandonada”.