El arte vasco en la guerra: Eresoinka

Hace 75 años, el Teatro de Chaillot de París acogió una velada que puso broche de oro a una gira por Europa para dar a conocer el alma vasca: su cultura.

Miembros del grupo Eresoinka.
Los miembros del grupo Eresoinka, cantantes y bailarines que protagonizaron la gira que culminaría en París el 26 de mayo de 1939 ante tres mil espectadores.

El 26 de mayo de 1939 el grupo Eresoinka actuó por última vez en un escenario parisino, en el Teatro de Chaillot, en compañía de los niños de Elai-Alai. Esa velada, presidida por François Mauriac, y a la que asistió el lehendakari José Antonio Aguirre, fue el apogeo de las actuaciones organizadas con motivo de la semana de presentación de la LIAB (Liga Internacional de los Amigos de los Vascos). Se completó con la exposición Cincuenta años de pintura vasca, que estuvo expuesta del 22 de mayo al 10 de junio en una galería de la calle Faubourg Saint-Honoré, y con la organización de grandes partidos de pelota que se celebraron el domingo 28 de mayo en el frontón de París.

Para los vascos exiliados, la puesta en marcha de la LIAB se vivió como un verdadero reconocimiento. Poco después de su creación el 16 de diciembre de 1938, dos comités vieron la luz: el Comité de Ayuda a los Vascos, presidido por Monseñor Clément Mathieu, obispo de Dax; y el Comité de Intereses Generales de Euzkadi, presidido por François Mauriac, ambos formando la sección francesa de la LIAB.

La Liga contó con la participación de personalidades eclesiásticas y políticas de primer plano y fue la gran obra de Manuel Ynchausti, quien contribuyó con fuerza a la organización del exilio y acogida de población en Iparralde. Gracias a la eficacia de la Liga y al apoyo de semanario Euzko Deya, que presentó los objetivos de la Liga el 21 de mayo, la prensa parisina anunció el acontecimiento en el periódico Le Figaro del 25 de mayo:

Mañana viernes por la tarde, en el Teatro Chaillot, doscientos cantantes y bailarines vascos ejecutarán un programa de calidad: Tierra y mar, verdaderos fragmentos de ópera, escenas de la vida vasca, con unos decorados inéditos realizados por artistas de gran talento. Dentro del programa, los coros y danzas de la célebre coral Eresoinka, a la que la prensa aplaudió unánimemente por sus representaciones del año pasado en la sala Pleyel. Además, Lide Olaeta, la bailarina más joven del mundo, acompañada de 25 jóvenes artistas de Elai-Alai, ejecutará danzas célebres de Gipuzkoa y Bizkaia.

Así, al día siguiente, ante 3.000 espectadores, José Antonio Agirre, François Mauriac y los principales responsables de la LIAB, los txistularis entonaron el Mendiko Soñuak, de Jesús Guridi. Después, el espectáculo se desarrolló equilibrado entre la Academia Coreográfica y el coro, que interpretó las siguientes obras del repertorio vasco: Agur Jaunak, Udaberria, de J. Olaizola; Ama begira zazu, de Zubizarreta; Dringilin-dron, Loa loa, de Esnaola; Akerra ikusi degu, Amatxo, de Guridi; Arranoak, de E. Jordá;, Bigarren Kalez Kale, de Sorozabal, y Aurtxoa seaskan, de G. Olaizola. La segunda parte estuvo reservada al conjunto Elai-Alai de Segundo Olaeta, que conoció en Francia una aventura similar a la de Eresoinka, con un programa de cantos y danzas. En la tercera parte Larrun Kresala presentó sus escenas de vida popular cantando y bailando, entre otras: Itxasoan y Ama, obras del Padre Donostia, para finalizar con Ator Mutil de Guridi.

Esa velada marcó la apoteosis de una aventura artística y humana que había comenzado en Santander. El 19 de agosto de 1937, cuando todo parecía perdido, el lehendakari Aguirre pensó que había que continuar la lucha por medios pacíficos. Convocó a Gabriel Olaizola y le confió la misión de embajador cultural de la paz, frente a una Europa presa del fascismo:

Le dije así: es posible que no podamos salir de aquí. Sin embargo, nuestra tarea no ha terminado y deseo que llegue también al terreno artístico. Te pido que salgas inmediatamente hacia Francia y formes, entre nuestros refugiados, el mejor coro posible para que lleve, por todo el mundo, gracias a nuestras melodías, el recuerdo de un pueblo que muere por la libertad.

Gabriel Olaizola, bajo de ópera, era un artista emblemático de Gipuzkoa y dirigió el coro Eusko Abesbatza de San Sebastián desde 1931. Marchó hacia la zona de Baiona y buscó intérpretes de renombre refugiados en Iparralde. Se rodeó de los mejores especialistas musicales y elaboró un repertorio basado en las tradiciones de Euzkadi, completándolo con grandes obras polifónicas modernas y religiosas. Así, llegaron a Sara los músicos José Uruñuela, José Olaizola y Alejandro Valdés; después los colaboradores de Olaizola: Aurora Abasolo, José Etxabe y Txomin Olano. El Padre Donostia asesoró a distancia en la elección del repertorio, mientras que Olaizola recurriría a las obras ineludibles de Guridi, Sorozabal, Esnaola, Sagastizabal, Ravel y Debussy… y los grandes polifonistas de los siglos XV y XVI.

El calor de Sara Durante el exilio de la población del sur de Euzkadi, la acogida de los pueblos fronterizos de Iparralde fue ejemplar. El pueblo labortano de Sara fue elegido para la preparación del coro y aportó su parte de humanidad hacia sus hermanos del sur. El renombre del alcalde, Michel Leremboure, la presencia de refugiados de Gipuzkoa, como Antonio Labayen, y las relaciones del Padre Donostia y de José Miguel Barandiaran con los habitantes de Sara fueron, sin duda, determinantes en esta elección.

Entre los intérpretes que llegaron al pueblo se encontraban futuras personalidades del mundo cultural: Jesús Elosegui, creador de Aranzadi; el txistulari y lingüista Jon Oñatibia; el arquitecto Juan Madariaga; y del mundo del espectáculo, Pepita Embil (madre de Plácido Domingo) y el tenor Luis Mariano, entre otras personalidades tales como el sacerdote tenor Ramón Laborda, Teodoro Hernandorena y Pablo Eguibar.

Los ensayos tuvieron lugar entre el 22 de septiembre y el 17 de noviembre y prepararon 43 obras. Jesús Luisa Esnaola, antiguo bailarín del grupo Saski-Naski, dirigió un conjunto coreográfico. Son numerosos los recuerdos que permanecen en Sara, tanto en la memoria colectiva como en ciertos lugares. Especialmente en el frontón, donde los bailarines ensayaban durante las bellas jornadas del otoño de 1937; en el hotel de La Poste, donde el grupo hacía vida y donde aún permanecen las firmas de los miembros de Eresoinka. Pero si hay un testimonio único, es el de la casa Ihartzeartea, en la que se puede admirar el fresco del pintor Gaspar Montes Iturrioz, realizado a principios del año 1937 en agradecimiento por la acogida de los habitantes de Sara. Lugar de ensayo de los bailarines, txistularis y de parte de los cantantes, esta sala emociona y está impregnada de serenidad.

La preparación del espectáculo se prolongó un mes en París, para debutar el 18 de diciembre en la sala Pleyel. Simultáneamente, un equipo parisino, dirigido por Manuel de la Sota y compuesto por el director de orquesta Enrique Jordá y los pintores José María Uzelai, Antonio de Guezala, Ramiro Arrue y Julián Tellaeche, realizó un trabajo considerable. Imaginaron un espectáculo de tradiciones populares, compuesto de cuadros escénicos musicales, de entremeses cantados y bailados, además de realizar los decorados y el vestuario. Buscaron una sala de espectáculos prestigiosa, siguiendo el deseo del lehendakari Aguirre, que asegurara la promoción del espectáculo, así como el alojamiento para un grupo tan numeroso. Ramiro Arrue y Manu de la Sota elaboraron un bello programa mientras que Antonio de Guezala realizó el espléndido cartel titulado: Eresoinka, espectáculos de Arte Vasco.

Gira por Europa Seis meses después de la caída de Bilbao, el pueblo vasco levantó la cabeza y el éxito logrado tras las actuaciones de los días 18, 19, 20 y 23 de diciembre de 1937 estuvo a la altura de la ambición del lehendakari Aguirre, es decir, ¡la excelencia! Durante los seis meses siguientes realizaron una gira de seis semanas de Bruselas a Rotterdam, pasando por Amberes, Gante, Amsterdam y La Haya. El mes de abril lo dedicaron a las representaciones en el Teatro de París, donde Pepita Embil interpretó la canción de cuna Aurtxoa seaskan dago. En junio, los espectáculos en el teatro Aldwich de Londres duraron dos semanas, siempre con el mismo éxito, con un espectáculo imaginado por J.M. Uzelai y Manu de la Sota: Larrun Kresala.

A su vuelta, la cuestión económica se impuso ante la dificultad para alojar y alimentar a más de cien personas. La dirección de Eresoinka descubrió el castillo de Belloy, cerca de Saint Germain-en-Laye, que se convirtió, a partir del mes de julio, en su residencia principal. Vivieron en la autarquía hasta la disolución del grupo, aportando cada uno su contribución a la vida grupal.

En septiembre de 1938 realizaron una serie de representaciones por tierras vascas, en Baiona, Biarritz y Donibane Lohizune. Un año después de la creación del grupo, los eventos internacionales marcaron una pausa en la vida artística de Eresoinka. El segundo año lo dedicaron a la organización de conciertos de prestigio y de música sacra, así como a la realización de grabaciones del repertorio vasco. El 9 de abril de 1939, el segundo Aberri Eguna del exilio fue la ocasión para organizar una fiesta en el castillo de Belloy con los jóvenes bailarines de Elai-Alai, en presencia del lehendakari Agirre.

Eresoinka se implicó en las manifestaciones de la LIAB, lo que les llevó hasta aquella velada del 26 de mayo de 1939, antes de la disolución del grupo ante la escalada de la tensión. ¡Qué emoción debieron sentir los protagonistas de aquella velada al ver el resultado del trabajo realizado durante dos años! Especialmente el lehendakari Agirre, que sabía que la aventura se terminaba, no sin cierto orgullo por la misión cumplida.

Eresoinka fue una aventura incomparable y una etapa importante para la difusión de la cultura vasca. Por los cantos armonizados para la ocasión y el principio de un espectáculo basado en la tradición popular, se trata de un acto fundador y federador de la cultura de las provincias del sur y del norte, que todavía practicamos nosotros. ¡El legado es considerable!

Los vascos de Eresoinka encontraron en el exilio la manera de continuar combatiendo, poniéndose a disposición del más bello compromiso: que no muriera el alma del País Vasco. Dos miembros del coro viven aún: Inazita Olaizola y Miren Derteano. Agradezcámosles en nombre de sus compañeros el haber escrito esta bella página de la historia del País Vasco.

El autor

Ezkaba, la gran fuga de una cárcel franquista

Hoy se conmemora el 76 aniversario de la evasión de 795 presos del fuerte navarro de San Cristóbal en Ezkaba con la presentación de un libro de Txinparta y Aranzadi, que recuerda una fuga épica reprimida por el fascismo.

Grupo de prisioneros abertzales.
Un grupo de prisioneros abertzales y republicanos en el Fuerte de San Cristóbal.

El jueves 22 se cumplirán 76 años de la que fue considerada una de las fugas carcelarias más importantes de la historia mundial por el número de personas que huyeron y por sus funestas consecuencias. A nivel de Estado está catalogada como la mayor evasión con 795 presos, de los cuales 221 hombres fueron muertos a tiros por los fascistas. Entre ellos, al menos, veinte vascos demócratas de Hegoalde, defensores de la República, fueron asesinados por los franquistas en su salida del fuerte San Cristóbal del monte de Ezkaba: fueron cinco vizcainos, cuatro alaveses, tres guipuzcoanos y ocho navarros. Según narraban los testigos, se urdió el plan con el esperanto como idioma, lengua que no entendían los centinelas y el resto de franquistas.

La entrada a este penal militar aún en pie, llamado de forma oficial Fuerte de Alfonso XII, será el lugar de encuentro de las personas que acudirán a los actos de conmemoración que se organizan en recuerdo de los prisioneros de guerra. En el acto también se presentará un nuevo libro sobre este episodio histórico.

Lo publica la agrupación Txinparta con la Sociedad de Ciencias Aranzadi. «Es un recorrido participativo sobre el fuerte de San Cristóbal y lo que allí aconteció. Articula en capítulos la historia del fuerte, los recuerdos, la aportación de familiares, el homenaje anual que se hace… Es un libro representativo a partir de lo que Txinparta ha organizado y las exhumaciones que hemos llevado a cabo Aranzadi», aporta a DEIA Jimi Jiménez, geógrafo e historiador, así como técnico especializado en arqueología forense de Aranzadi. El volumen lleva por título La memoria del fuerte San Cristóbal. El cementerio de las botellas.

El programa de actividades dio comienzo el pasado día 9 en el espacio cultural del Ayuntamiento de Antsoain. El acto de recuerdo tendrá lugar hoy a las 12.00 horas en las mismas puertas de la cima del monte Ezkaba, con subida por Artika. El grupo de memoria histórica Txinparta organiza la jornada pública. «Mayo avanza primaveral por las faldas del monte Ezkaba cubriendo de colores sus vergüenzas, colocando alguna flor en las ocultas fosas de asesinados que siembran sus laderas, cubiertas por la tierra, el silencio, la desvergüenza de sus asesinos y la complicidad y la pasividad de sus descendientes y herederos políticos», proclama estos días tan prosaico como poético Venancio Pla, de Txinparta. Su hermano Koldo, cuando recuerda este episodio histórico, asegura que a aquellos prisioneros asesinados «la sinrazón les arrebató los sueños y les cerró los ojos».

La fuga del Fuerte de Ezkaba en mayo de 1938 ofreció la fascinación de los acontecimientos épicos y ocupó en su momento las portadas de la prensa republicana e internacional, antes de caer en el olvido y el interesado ocultamiento de los vencedores. Tres fugados, entre 795, alcanzaron la frontera que divide Hegoalde de Iparralde: Amador Rodríguez, Jacinto Ochoa y Leopoldo Picó. Hay un investigador, el escritor Fermín Ezkieta, que sopesa que hubo un cuarto -oriundo de Azagra- que lo consiguió, pero no está documentado. Además, desmonta la tesis del enfrentamiento entre fugados y perseguidores que pretendía encubrir una matanza: 206 fugados, más 14 fusilados en agosto como dirigentes, a los que sumar los 46 capturados, que fallecerían en el fuerte hasta 1943.

falangistas La agrupación Txinparta, en sus 25 años de duro trabajo, digno de reconocimiento social, ha dado pasos muy importantes. Ha conseguido desmontar creencias ya asentadas en la sociedad local. Una pasaba por afirmar que los mandos habían abierto la puerta del fuerte para que salieran y cargar contra ellos. «Tenemos la seguridad de que no fue así», confirma Pla. Existen también periódicos de la época que citan que fueron los falangistas los que habrían promovido la fuga, hecho tampoco real. Se conoce que fue un pequeño grupo el que ideó la salida con Leopoldo Picó a la cabeza, un hombre que vivió en Ezkerraldea, y era amigo de Dolores Ibarruri, La Pasionaria. «Al parecer, se llegaban a comunicar en esperanto», aportó Pla.

A día de hoy, queda vivo como único superviviente que se conozca el comunista Ernesto Carratalá, hijo de un teniente coronel republicano que se opuso a los golpistas y fue asesinado por ello. Carratalá asegura que su padre fue el primer militar muerto por el golpe de Estado. «Además, sabíamos que hace tres años estaba vivo un hombre de Cáceres, en San Martín de Trebejo», confirma a este diario Venancio Pla.

La boina de los vascos: ‘Txapela buruan eta ibili munduan’

La boina o txapela es identificada como el tocado ‘natural’ de los vascos. Las hay de todos los colores y tamaños, al igual que múltiples son las formas de colocarla. Hoy, su uso como prenda de vestir cotidiana es cada vez más escaso.

La hora del aperitivo en el Hotel Eguia, de Algorta.
La hora del aperitivo en el Hotel Eguia, de Algorta.

Amaia Mujika Goñi. La txapela, boneta, boina o béret utilizada en Zuberoa y Bearn, al menos desde el siglo XVIII, se generalizó como tocado civil en el País Vasco peninsular a partir de la Primera Guerra Carlista, magníficamente encarnada en la figura del general Zumalakarregi, quien cubría su cabeza con una boina de amplio vuelo. Sus múltiples cualidades de textura, color y versatilidad la convirtieron rápidamente en el tocado preferido de los jóvenes y, paulatinamente, de los mayores, relegando el uso de los tradicionales sombreros al traje de ceremonia y provocando, a partir de mediados del siglo XIX, su fabricación semiindustrial en diversos puntos del país -Azkoitia, Tolosa y Balmaseda- a remolque de las vecinas manufacturas bearnesas de Oloron Sainte Marie y Nay. Su perfecta adaptabilidad al gusto y comodidad de quien lo lleva permite un sinfín de maneras a la hora de colocarla, y hay quien en ello ha visto reflejado el carácter de su portador, pero de lo que no cabe duda es de que la boina, a pesar de su tardía implantación en el país, se convirtió en el símbolo por antonomasia de la fisonomía del vasco.

Txapela nahi dut buruan

Mingañean berriz euskera

Bihotzan barru-barruan

Biak daukadaz batera.

Así, la estampa del vasco vestido a la usanza tradicional se caracterizará por llevar siempre la cabeza cubierta con una boina, usándola desde la niñez hasta el ocaso y, aún en el tránsito al más allá, le escoltará sujeta respetuosamente entre los dedos de la mano, erigiéndose así en fiel y exclusiva compañera, únicamente abandonada en la cabecera de la cama o el banco de la iglesia. Hubo un tiempo en las iglesias labortanas en el que al levantar la vista hacia lo alto de las galerías destinadas a los hombres, te encontrabas con la pared atravesada por una larga hilera de boinas colgadas durante la misa mayor. De igual manera, los espacios de reunión y esparcimiento masculino como la plaza, el frontón o la feria, serán, a los ojos de propios y extraños, un mar de boinas, una imagen una y otra vez captada por las primeras generaciones de fotógrafos.

Abarkak oinetan

Tsapel bat buruan

Gerrestua gorputzean

au da nire apaindura guzia.

Sí, en un primer momento, la boina se identificó por ser el tocado de las últimas generaciones que vistieron el traje popular, no concibiéndose baserritarra, artzai o arrantzale sin txapela, este cubrecabezas trascendió, a finales del siglo XIX, al ámbito urbano, siendo adoptado por los reyes y aristócratas que visitaban las playas de Biarritz y La Concha, por los hijos de la burguesía local que lo alternaban con el sombrero, por los comerciantes e industriales en su devenir diario, y por la clase obrera, que lo convierte en uniforme de trabajo junto con el mahón y la alpargata, extendiendo con ello su área de influencia a los pueblos de alrededor y, paulatinamente, al resto de la península. Cruzará también el Atlántico, con las sucesivas diásporas, llegando a lugares donde jamás se había visto prenda tan rotunda y sencilla a la vez, convertida, según L. de Castresana, en «la tarjeta de visita con la que el vasco, desde lo alto de su pequeño mástil negro, saluda al mundo pregonando su identidad». Una vez conocida, la moda y la personalidad de algunos de sus famosos portadores hicieron el resto, convirtiéndola en un complemento de uso universal y unisex, calificada según el contexto como prenda revolucionaria (Che Guevara), chic (Coco Chanel), literaria (Hemingway), deportiva (René Lacoste), patriótica (Francia ocupada), glamurosa (Ava Gardner) o militar (boinas verdes).

gorra nacional vasca Este largo periplo ha sido el responsable de que la boina se identificara, a partir de la Primera Guerra Carlista, como gorra nacional de las provincias vascas, llamándose de igual manera en otros idiomas: béret basque, beretto dei basque, basque cap, basken mütze. Sin embargo, y aunque indudablemente nos cabe el mérito de haber sabido darle carta de naturaleza al adaptarla perfectamente a la idiosincrasia del Pueblo Vasco, la boina no deja de ser un cubrecabezas sencillo, práctico y de fácil elaboración, tricotada en lana y con muchos primos hermanos entre los tocados masculinos europeos, dispersos en el espacio-tiempo.

Empezando por los más antiguos de Cerdeña, Eslovenia, Dinamarca e Iberia, datados a partir de la Edad del Bronce y estudiados por Manso de Zuñiga, y continuando por los que se pueden ver entre la gran variedad de formas reproducidas en los códices medievales, al coincidir con la generalización del uso del tocado masculino, la evolución nos lleva hasta la Edad Moderna, periodo en el que la especialización gremial diferenciará el oficio de los boneteros, dedicados a la elaboración a punto de aguja de cubrecabezas redondos de lana y que, al igual que las boinas modernas, someterán al abatanado, moldeado, teñido y prensado. Este bonete es el que evolucionará y adoptará una gran variedad de formas, hechuras y texturas que bajo la influencia de los sucesivos estilismos y modas se irán utilizando hasta el siglo XIX: copa sencilla o doblada, birrete, carmeñola, galota y gorra… lo que ha generado que se confundan términos y modelos a la hora de explicar los antecedentes históricos de la boina y sus congéneres europeos, como los scottish bonnet o alemanes, las gorras de la guardia suiza o la faluche de los estudiantes franceses, entre otros.

Según Unamuno, la boina fue para su generación niveladora, pero su versatilidad a la hora de colocarla sobre la cabeza trasmite carácter, coquetería, impertinencia, desafío o desenvoltura; su paleta cromática señala estéticas, ideologías o dualidades y el tamaño nos habla de procedencias y connotaciones sociales, por todo lo cual se puede decir que la boina lejos de uniformizar distingue e identifica a su portador. Sirva como apunte lo que se decía en Donostia allá por los años 50: «El navarro en Pamplona usa la misma boina que en Madrid, el donostiarra la lleva en la ciudad y para ir a Madrid se pone sombrero; y el bilbaino viste con sombrero en Bilbao y con boina cuando va a Madrid».

hoy, multicolor La boina, hoy multicolor, ha sido tradicionalmente blanca, roja, azul y negra. Será la boina de este último color la que se generalice con la industrialización, pero las fuentes históricas nos remitirán a la azul como la más utilizada, a ambos lados de la frontera, durante todo el siglo XIX; una tonalidad, por otra parte, muy arraigada en la estética vasca. El color es también lenguaje y así la boina blanca o roja significó a su portador como carlista o liberal durante la Primera Guerra Carlista, intercambiadas en la Segunda y heredada la colorada por los requetés en la guerra del 36 y, por derivación, por los miembros de las FET y las JONS en época franquista. En la actualidad, la boina roja participa del uniforme festivo de Iruñea y Baiona, singulariza a tamborileros y danzantes de nuestro folclore y distingue, cada vez menos, todo hay que decirlo, a las fuerzas del orden que repiten el tocado de sus predecesores forales. La negra sigue siendo la reina entre quienes la han llevado tradicionalmente como parte de su atuendo y la azul es la elegida por aquellos que pasean sus años con coquetería por calles y plazas.

Gaur Euskadi modernoa heldu dela eta

Ertzainak txapelaren truke gorra du buruan

Zure jantziarengatik ezagutuko zaitut.

Orain nola egin?

Si el color identifica, el tamaño importa y a mayor vuelo más prestancia, al menos en Bilbao, siguiendo la estela de las amplias boinas carlistas que tanto en el país como en el Pirineo se usaban y que aún hoy define, en palabras de Emilio Pirla, de la bilbaina Sombrerería Gorostiaga, la procedencia del cliente. Cuando más al este, más grande y cuanto más al sur, más pequeña, con tamaños que oscilan entre diez y catorce pulgadas, con una equivalencia aproximada de entre 23 y 32 centímetros de vuelo, al utilizar como unidad de medida la media pulgada de vara castellana que, a groso modo, supone un centímetro por talla, presentando un amplio abanico desde la encogida y escasa soso-kabi, relegada para el trabajo, a la airosa y de vuelo para salir a la calle, sin olvidar la de talla gigante que alcanza los 36 centímetros (16 pulgadas), destinada a coronar a los campeones con el título de txapeldun o para ir a San Mamés.

El uso de la boina como prenda del vestido cotidiano ha caído en desuso, al igual que la mayoría de los cubrecabezas que hasta los 60 eran considerados complemento ineludible del buen vestir y hoy son vistos como una convención o incluso un estilismo caduco. Relegada a la cabeza de nuestros mayores y suplantada, en el caso de algunos jóvenes, por gorras y gorros foráneos (que paradójicamente recuerdan a los antiguos txanos de marineros y labradores), es utilizada principalmente como prenda identitaria y, al tiempo, rechazada por lo mismo, pero también adoptada por jóvenes diseñadores locales con el fin de dotarla de una imagen moderna, como las boinas de tela reciclada de Truca Rec o la colaboración de Loreak Mendian con Boinas Elosegui, de Tolosa, para su línea otoño-invierno 2013. Su declive ha ido acompañado por un movimiento asociativo prodefensa y promoción del uso de la boina que, repartido por los estados de Francia y España, organiza actividades y premios en torno a la significación o concepto que de ella tienen. En Euskalerria las primeras manifestaciones se iniciaron en los 60, con la celebración de concursos mundiales en las localidades de Otxandiano y Tolosa, premiando la colocación, la estética, el tamaño y la originalidad de la chapela, hoy extendidos a numerosos puntos del territorio, certificando una vez más la singularidad que tan sencillo cubrecabezas tiene entre los vascos.

Mucho se ha escrito sobre la txapela y de todos hemos aprendido algo pero sirva este artículo como recuerdo al último que le ha dedicado una monografía, el etnógrafo Antxon Aguirre Sorondo (G. B.), que hizo suya la máxima de txapela buruan eta ibili munduan siguiendo la senda abierta por Joxe Miel de Barandiaran.

40 años del ‘Hotel Carabanchel’

El ex preso político de ETA V asamblea Fernando Garate recibe unas fotos históricas que no sabía que existían y que muestran a compañeros encarcelados en la Prisión Provincial de Madrid, que fue demolida en el año 2008

Carabanchel

Cuarenta años después, le remiten unas fotos que no él esperaba. Firma acuse de recibo de una imágenes que nunca pensó que pudieran existir. Se cruzan los recuerdos del pasado, sin perceptible nostalgia, en la mente de Fernando Garate. EGI. Carabanchel (prisión que mandó construir Franco por 700.000 pesetas y demolida en 2008). Madrid. ETA-V Asamblea. Amigos. Cárcel de Basauri. Apellidos. Camisas de cuadros. En resumidas cuentas, vidas (y muertes) cruzadas. «Nunca habría pensado que en el Hotel Carabanchel, como la llamábamos, alguien metiera una cámara de fotos. No recuerdo haber visto una allí. No nos dejaban ni tener radio. Eran muy estrictos. Solo había una tele comunitaria y a unas horas», evoca el ex preso político vizcaino.

Fernando Garate es memoria histórica paseante y activa en Gernika-Lumo. La mayoría le conoce. Le saluda. Algunos se vuelven para decirle retazos como que «ya te vi en la tele». Él siempre hace gala de una sonrisa. Un café. El cristal de un bar separa esa vida palpitante de la villa con sus recuerdos: los más contables y las materias por él reservadas o sorteadas. Los primeros quedan aquí y hoy impresos.

Latía el día 2 de julio de 1946 en Gernika-Lumo. En el barrio de Renteria, entonces Ajangiz, nacía Fernando Garate, hijo de uno de aquellos primeros ertzañas. Benito Garate fue uno de los agentes que escoltó a Lauaxeta en su entrada a la aún humeante y bombardeada localidad en 1937. «Él siempre contó que Lauaxeta le dijo que yendo con un periodista francés no le harían nada. Y no fue así. Mi padre pudo escapar a Bilbao. Después de ser hecho preso le llevaron a El Puerto de Santa María». La madre de Fernando, Elvira Zubizarreta, nacida en Boise (Estados Unidos), ciudad con la que nuestro invitado aún guarda lazos de unión y visitas. «Quieren que el Athletic vaya Boise para la próxima fiesta», avanza. Del matrimonio nacieron, por orden, Evita, Javi y Fernando.

El benjamín recuerda cómo en su casa de San Juan, portal 13, se vivieron las primera reuniones clandestinas del PNV del municipio en los 60. En su hogar, se eligió como líder jeltzale local a Dionisio Abaitua, que llegaría a ser alcalde. Fernando, por entonces, se encargaba de propaganda, pintadas… y fue portavoz de EGI. «Pero los jóvenes queríamos más acción que los mayores del PNV y algunos nos marchamos a EGI-Batasuna, acabando en ETA V asamblea», argumenta.

1964 fue el año del recién conmemorado Aberri Eguna de Gernika. «Los días de víspera nos encargamos de la propaganda del PNV para incitar a que la gente viniera. Las medidas de seguridad eran muy fuertes. Habría grises por todas partes, policías de paisano vestidos con kaiku. Muchas personas mayores… Día de emociones y detenciones».

Ferando Garate

Ocho años después fue detenido por presunta vinculación a ETA. Fue el 2 de septiembre de 1972, cuando salía del taller en el que trabajaba como ajustador. «Sabíamos que íbamos a caer, pero no escapé porque no tenía nada importante», valora. Le trasladaron a Indautxu donde estuvo retenido diez días. De allí a Basauri. «Nos dijeron que nos detenían por colaboración con banda armada», argumenta.

Estuvo preso dos veces en Basauri y una en Carabanchel. La Prisión Provincial de Madrid, en su recuerdo, era «inmensa». Todo voces. Cuatro pisos. Galerías enormes. Impresionante. «Los presos estábamos en condiciones jodidas. Una taza de váter para los cuatro, y con ellos delante», narra. Los presos políticos estaban aparte. Los vascos vestían camisas a cuadros para distinguirse de los demás.

«Por allí estuvimos el hoy vicerrector del campus de Bizkaia de la UPV/EHU, Carmelo Garitaonandia, el actor amiguete Patxi Bisquert; Jon Idigoras, de nuestro mismo sumario; los sindicalistas de CC.OO. Marcelino Camacho o Francisco García Salve; Goyo López Irasuegui, del Proceso de Burgos o Joseba Elosegui, amigo íntimo y de ideas fijas. Era muy duro. Como anécdota, su concuñado era el jefe de la prisión», explica sobre esta figura histórica del PNV que se quemó a lo bonzo ante Franco en Donostia el 18 de septiembre de 1970. «Tenía aún todas las marcas del cuerpo del fuego».

¿Ustedes sufrieron torturas?

-Que yo sepa no hubo torturas. Por las noches había muchos gritos. Sabíamos que había violaciones a chavales. Nosotros no estábamos tan mal. Sí lo pasé mal en Basauri, más adelante.

A su salida de Carabanchel, volvería ser detenido y hecho preso en Basauri. «En total, fui como cinco o seis veces detenido. En Basauri estuve dos meses más y lo pasé fatal. La Guardia Civil había encontrado unos papeles de ETA-pm. Uno cantó y debió decir mi nombre, sé quién es pero no voy a hacerlo público. No interesa aquí. Me llevaron a Durango y allí me drogaron hasta el punto de que vino mi madre a visitarme y ni la conocí. Lo pasé muy mal de los nervios. Muy mal. Entonces andábamos montando LAB aquí en Gernika», manifiesta queriendo pasar página.

carrero blanco: ¿eta o cia? ETA atentó contra el presidente del Gobierno de España franquista Luis Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973. «Recién salido, pensé que con lo de Carrero Blanco me metían otra vez. Había mucho miedo. Es más, me pareció una acción muy fuerte para ser ETA. Yo mismo llegué a dudar. Se dijo que la CIA podía estar por medio. Carrero Blanco era una continuación muy dura del franquismo», analiza.

Cuatro años después, en 1977, Garate formó parte de EIA, Eusko Irakultzarako Alderdia, de Mario Onaindia, y el denominado brazo político de ETA-pm. Y, de allí, a Euskadiko Ezkerra. «Estuve bastantes años encargado de pancartas y carteles en Gernika».

Otra fecha que resuena en la mente de Fernando es 10 de septiembre de 1986, día en el que cayó Yoyes asesinada. «Fuimos a su entierro. Fue muy duro», sintetiza quien a mediados de los 80 abandonó Euskadiko Ezkerra y fue cofundador de LAB en Gernika. Pasados los años, continuó y sigue con su labor desde un ámbito más social, en el Txoko Bake Leku, organizador de actividades.

Otro episodio que recuerda es el día en el que ETA anunció el cese definitivo del uso de las armas en 2011. «Lo vi positivo -subraya-. Estaba en un bar tomando algo, y me pareció no solo bueno para el país, sino que también para los partidos abertzales. Creo en el derecho a decidir de cualquier sociedad demócrata. Que el pueblo decida. Es fundamental, por ello me gusta el proyecto Gure Esku Dago. Es la calle la que tiene que empujar a los políticos de forma civilizada y democrática», aboga quien vio positivo los avances del Plan Ibarretxe. Coincidía en mucho con él, en la soberanía económica y política». Fernando Garate espera que se haga realidad sus sueño, el de que llegará el día en el que «los abertzales caminen juntos», concluye.

Un reportaje de Iban Gorriti

Portugaleteko Kabija, 100 urte euskararen alde

Gaur egun gero eta euskara gehiago entzuten da Ezkerraldean eta bertako gazteek bere ikasketak euskaldunen hizkuntzan burutu ditzakete. Errealitate horren atzean, Portugaleteko kasuan behintzat, duela ehun urte hasitako lana dago, herri horretako EAJk bultzaturikoa

Portugaleteko EAJ PNV, 100 urte euskararen alde

Con el objeto de difundir el idioma patrio, ha acordado la junta directiva de este Centro Vasco, crear una clase de Euzkera de cuya sección con un desinterés que le honra, se ha encargado el ilustrado socio del mismo D. Juan de Makiaga. Horrela argitaratu zuen Euzkadi egunkariak 1914ko urtarrilaren 6an Portugaleteko EAJk bertoko herritarrak euskalduntzeko luzatu zuen deia.

Klaseak Batzokiko liburutegian ematen hasi ziren handik gutxira Portugaleteko seme-alaba ugari bertara hurbilduz. Laster, 1904an sortutako lehengo egoitzarekin gertatu zen bezala, 1912ko apirilak 13an El Solar enparantzan estreinatutako egoitza berria txiki geratu zen, izan ere, euskara klaseak ez ziren jeltzaleen egoitzan burutzen ziren ekimen bakarrak; gure hizkuntza irakasteaz gain, dantza, an-tzerkia edota hitzaldiak ere bertan gauzatzen ziren, Centro Vasco zelakoan. Gauzak horrela, Portugaleteko jeltzaleen artean egoitza berri baten premia zabaldu zen, baina 1934ra arte ez zuten lortu Kasilda Iturrizar kalean lur sail bat erostea, Berriozabal ahizpei, egoitza berri bat egiteko.

Ordurako Primo de Riveraren diktadura gaindituta zegoen eta bere lekuan haize berriak eta demokrazia indarrean, baina hala eta guzti ere, 1934an agintean, gerora, biurteko eskuinekoa legez ezagutuko zena zegoen. Bere ezaugarri nagusia, Errepublikak 1931an ekarri zituen aurrera pausuetan atzera bidea hartzea. Gainera, CEDA alderdi katoliko eskuindarrekoak geroz eta eraginkorragoak ziren Gobernuan eta laster jabetuko ziren bere gidaritzaz, atzera bidean abiadura handiagoa hartuz.

Baina, zailtasunak zailtasun, Portugaleteko jeltzaleek legeek jartzen zituzten oztopoak gainditzeko zirrikitu apurrak baliatuz, gaur egungo esamoldea erabiliz, marka zuri bat eratu zuten, Gure Kabija elkartea. Aterpe horretan ibili ziren diruak biltzen eta gainerako kudeaketa zeregin guztietan, besteak beste, Luis Ezeiza Zapirain, Eusebio Madariaga Anasagasti, Benedicto Euzkiagirre Babio, Cecilio Alday Larrosa eta Eliseo Ijalba Iturralde. Beraiekin batera Ramón Bikuña Rabik, Portugaleteko aber-tzale historikoa, 1933an diputatu aukeratua. Eurok izan ziren Gure Kabija elkarteko lehen zuzendaritza osatu zutenak. Beraien lana izan zen Euzko Alderdi Jeltzalearentzat eta Portugaleteko euskaltzaleentzat, elkarte berriaren izenak zioen bezala, kabi edo egoitza duin eta eroso bat lortzea, eta gainera propioa, garaiko agintarien harrokeria eta agintekeria saihestuz.

Agirre eta Irujo Portugaleteko abertzaleen euskaltzaletasuna eta indarra zenbatekoa zen ikusteko konturatzea besterik ez dago 1934an hasitako egoitza berriaren egitasmoa 1935eko udazkenerako burututa zegoela. Lorpena handia izan zen, baina bidean galdu genuen Ramon Bikuña, urte hartan bertan zendua.

Tamainako ahaleginak eskatzen zuen modura, inauguraziorako Manuel Irujo eta Jose Antonio Agirre, diputatuak, azken hau urte beteren buruan lehendakari izango zena, gonbidatu zituzten. Adierazgarriak izan ziren zentzu horretan Jose Antonio Agirrek entzuleei erderaz botatako hitzak:

…merece plácemes el esfuerzo realizado por Portugalete para levantar el soberbio edificio donde se alojan las entidades patrióticas, pero haciendo una especial mención, porque no se ha olvidado de la escuela vasca, de tanta importancia y tan imprescindible en el desarrollo de las actividades si queremos hacer Patria, pues si formamos cien corazones cultos para nuestro pueblo, si seguimos aumentando la cultura, veremos como alcanzamos insospechados resultados por su bondad.

Gure Kabijan babesa hartu zuen herriko ikastolak, Federación de Escuelas Vascas zeritzonaren barruan kokatzen zen eskola. Ezkerraldeko lehen ikastola honetako irakasleak izan ziren Ines Zubeldia, Eudoro Isasi eta Pedro Basurko, besteak beste. Haien esku 50 neska-mutil.

Honela ba, 1914an osatzen hasi zen kateak bazirudien sendo iraun behar zuela, eta luzaroan, baina ez zen holakorik gertatu. Manuel Irujok, 1935ko irailaren 15an Gure Kabijaren inaugurazioan botatako hitzak profezia bat bezala agertu ziren:

…gure eskubideak zeintzuk diren argi daukagu, horrela dela eta, gerraren aurka eta elkartasun unibertsalaren alde hemen azaltzen gara.

1936an Espainiako eskuinak hauteskundeak galtzearekin batera Gobernua utzi behar izan zuen eta legez lortu ezin izan zuena berreskuratzeko, militarrek Estatu kolpea eman zuten. Ondorioz, urte horretako uztailean gerra lehertu zen eta honekin batera 40 urte iraun zuen gau iluna hasi zen.

Sustrai sendoak Gau iluna bai, baina ez izarrik gabea. Urteetan ereindako hazia, eta honengandik sortutako arbola, ez ziren ihartu. Ez ziren nahikoa izan gerrako bonbardaketak, kartzela eta errepresioa, ez eta gerraosteko giro hitsa. Alperrekoa izan zen Gure Kabijaren jabetza lapurtzea. Sustraiak lurrari lotuak zituen Portugaleteko abertzaletasunak enbatak gainditzea lortu zuen eta frankismoak, aurreko beste garai ba-tzuetan legez, izpiren bat igarotzen uzten zuen zirrikitu estu apurrak baliatuz Burtzeñako Luis Arredondo, Santurtziko Eduardo Leizaola eta Portugaleteko gure Sabin Ipiña bezalako gizonek aurreko belaunaldien eta berrien arteko zubi lana egin zuten. Ez bakarrik politikan, baita euskaltzaletasunean ere.

Joseba Arredondo idazleak, Asti-Leku ikastolaren 40. urteurrena ospatzeko 2003an idatzitako liburuan zioenez, «gudari zaharrak» gazte kementsuen borrokarako grina behin baino gehiagotan apaldu beharrean aurkitu ziren. Bihotza bero, bai; baina burua hotz gordetzeko garaiak ziren haiek. Guda eta kartzela garaia gomutan zutela, zenbait ekimenek sor zitzaketen arrisku gordinak gogora araztea komeni zen. Kontua egitea zen, kosta ala kosta.

Egin beharretako bat zen 1914an lehenengo urratsak eman zituen euskara ikasteko deialdia eta geroago etorri zen ikastolari jarraipena emango zion euskal eskola berri bat sortzea. Honetan batu ziran, ordurako 60ko hamarkadako urtean ziren, ezinbestean eta zorionez, gudari zaharren esperientziari eta gaztetasunaren adorea.

Urte haietan, frankismo gordinean, euskararen aldeko borroka eta askatasunaren aldeko ekimenak batera azaltzen ziren. Izan ere, euskararen kontra eta askatasunak ukatzen zituena aginte bera baitzen. Juan de Ajuriagerra, BBBko buruzagiak, gizarte lanaren bidez frankismoari aurre egiteko agindua eman zuen, kultura arloa diktadura ahultzeko abagune-tzat hartuz. Erabaki honen ondorioz, elkarte kulturalak asko ugaritu ziren, eta, Errepublika denboran legez, sarritan marka zuri bihurtu ikastola berriak sortzeko. 30eko hamarkadan Gure Kabija izan zena oraingoan Francisco Javier bihurtu zen, baina helburua ber-bera. Orduan legez, eraikin bat behar zen, garaiko Batzokia OJEren (Organización de Juventudes Españolas) egoitza bihurtuta zegoen eta, Portugaleteko gurasoek nahi zuten eskola euskalduna eta kalitatezkoa, beraiek apenas izan zutena baina seme-alabentzat beharrezko-tzat jotzen zutena, nonbait kokatu behar baitzen. Honetara, berriz ere, Ezkerraldean euskararen aldeko lanetan Portugaletek bere aitzindaritasuna erakutsiz, Sabin Ipiña, Pablo Escudero, Alejandro Etxebarria, Andoni Uriguen eta Josetxu Beitia etxez etxe ibili ziren euskara irakasten eta Itziar Beistegi bihurtu zen Ezkerraldeko lehen irakasle profesionala bost umetxoz osaturiko talde bati eskolak ematen hasi zenean. Asti-Leku ikastolaren sorrera, Anastasio Olabarria apaizak errazturiko lana.

Kabia berreskuratuta Erregimenak uzten zituen bitarteetan garatzen hasi zen ba, gerora Ezkerraldeko makroikastola bihurtu dugun Elai Alai, baina Francok berean zirauen eta gerra denboran lapurtutako jeltzaleen egoitzak esku arrotzetan. Injustizia hau zuzentzeko eguna ere etorri zen. 1977ko sanrokeetan, Portugaleteko jeltzaleek ikurrinak eskuan eta txistu-danbolin soinuz alaituz, bistan denez era baketsuan, 42 urte lehenago ateak zabaldu zituen kabira abiatu ziren eta jabetza berreskuratu zuten.

60-70etako hamarkadetatik hona urteak joan dira eta Batzokian eta ikastolan hezitako ikasleak gurasoak eta irakasleak dira egun, euskararen berreskurapenaren isla. Izan ere, gaur egun euskaraz ikasteko ikastola eta eskola ugari daude Ezkerraldean, eta euskara eskolan ikasterik izan ez dutenentzat euskaltegiak ere bai. Guzti horrek euskararen erabilpenean eragin zuzena izan du, euskara gero eta gehiago entzuten baita Ezkerraldeko kaleetan. Hala eta guzti ere, Ezkerralde euskaldun bat ikusteko asko falta zaigula oraindik esan beharra dugu.

Ikastola eta euskaltegien alboan, Portugaleteko Batzokiko ikastolak bizirik dirau. Aurton, 40 ikasle ditugu Ana eta Garazi andereñoen ardurapean, XX. Mendeko hasieran abian jarritako ametsari eusteko asmoz: gazteon artean euskara sustatzea, hori da gure erronka eta horri ekingo diogu herria euskaldundu arte.

Zorionez, euskararen irakaskuntza profesionalizatu egin da. Umeek ikastoletan ikasten dihardute euskaraz, nagusiak euskaltegian euskalduntzen diren bitartean. Gu erdian kokatzen gara, euskalduntzeko bidean geure bultzada apala ematen, euskarari diogun maitasuna zabalduz.

Portugaleteko jeltzaleok ondo dakigu adorea zer den. 100 urteko garrak sutsu berotzen gaitu gaur ere, eta su-tzen jarraituko dugu EAJk segituko duen bitartean. Geure konpromisoa argia da: lan eta lan Portugalete eta Ezkerraldea euskaldundu arte! Katea ez da eten.

Unai Garabietaren erreportajea