La figura de Joseba Elosegi es una de las olvidadas de las páginas de memoria histórica de Euskadi
El gudari se prendió fuego en un acto ante el dictador español en el Mundial de pelota de Donostia
Joseba Elosegi con el lehendakari Leizaola durante la celebración del Gudari Eguna de 1984 en Andoain. (Foto: archivo de sabino arana fundazioa)
Por Iban Gorriti
MUCHAS veces me he encontrado incómodo allí donde me han obligado a estar», la frase es obra de Joseba Elosegi, político del PNV que un día se quemó a lo bonzo intentando caer sobre el dictador Franco en una acción antifascista en Donostia. Su figura es una de las muchas que el cambio de generaciones va olvidando en Euskadi. Elosegi sobrevivió al bombardeo de Durango y al de Gernika-Lumo, fue gudari, luchó en el bando republicano en España, y contra los nazis en Francia. Fue senador en Madrid y murió en 1990.
Su acción más recordada aconteció cuando decidió quemarse a lo bonzo ante Franco. El senador por el PNV en Madrid Iñaki Anasagasti también lo evoca: «Supe de Elosegi cuando se arrojó en llamas ante Franco en acto de valentía, original, peligroso y que le pudo costar la vida. Era una generación valiente y bregada», enaltece. Anasagasti recuerda cómo le llegó a Venezuela, donde residía el primero, una película que Granada Televisión realizó en el Reino Unido. Se titulaba El hombre en la ventana. Y era porque su verdadera imagen fue sacada por esta cadena cuando estaba en el hospital encarcelado y curando sus heridas. Pudo aparecer breves momentos en la ventana. El resto del reportaje lo hacía un amigo de Joseba, pasándose por él, aunque su esposa actuaba en el reportaje. «Nosotros en Caracas la tradujimos y recuerdo que era mi voz la del que hacía el reportaje traducido al castellano. Aquella película junto a Los hijos de Gernika fue el trabajo audiovisual que clandestinamente movíamos en los últimos años de la dictadura».
activo militante Pero, para la mayoría de los lectores que descubren hoy la figura de Elosegi, ¿quién era esta atrevida persona? Desde Sabino Arana Fundazioa le presentan como un activo militante nacionalista vasco que protagonizó una «importante labor clandestina» y que será recordado «por la audacia de sus acciones». Joseba Elosegi nació en Donostia el 6 de diciembre de 1915. Estudió profesorado mercantil y Bellas Artes. Tras el golpe de estado contra la Segunda República que derivó en guerra civil, Sigue leyendo Memoria histórica vasca: Joseba Elosegi, a lo bonzo ante Franco
El político y jurisconsulto alavés realizó una gran defensa de la foralidad
Xabier Ormaetxea
Ramón Ortiz de Zarate (1817-1883) fue un jurisconsulto y político alavés que inició su andadura política en el liberalismo isabelino que consideraba la Ley confirmatoria de 1839 como una confirmación absoluta de los fueros que permitía el encaje de las constituciones forales vascas dentro de la unidad de la monarquía.
Tras los incidentes de octubre de 1841 y la modificación de los fueros por el decreto de Espartero de 29 de octubre, la defensa de la integridad foral fue asumida por los liberales moderados quedando unida la suerte de los fueros al triunfo de esta tendencia política que, por otra parte, era calificada por amplios sectores del país como «pactista».
Contra esta política de llegar a un arreglo reaccionó Ortiz de Zarate que se alió con otros políticos vascos para formular lo que él mismo denominará como «partido vascongado» o «partido foralista» que no debe de entenderse en el sentido de un partido político sino en el de una estructura de carácter horizontal que abarcara a los representantes vascos de todas las tendencias políticas.
El programa político y línea estratégica de dicho partido vascongado la expuso inicialmente Ortiz de Zarate en su escrito de 1850 Consejos al pueblo vascongado sobre el sistema que debe de seguirse en la defensa de los fueros, escrito que supuso un grave enfrentamiento con Pedro de Egaña y el Gobierno moderado y que le valió un proceso judicial, pero que publicaría completo en junio de 1857 en su escrito dirigido a las diputaciones forales vascas Apuntes sobre la defensa legal del País vascongado.
La línea política propuesta por Ortiz de Zarate dio resultado y marcó en los años siguientes la estrategia de actuación de los comisionados y representantes vascos en Madrid.
A raíz del reconocimiento del Reino de Italia por parte de España en 1864, y del inicio de la política de laicización y libertad de cultos impulsada durante el sexenio democrático (1868-1874), Ramón Ortiz de Zarate evolucionó desde sus posiciones liberales hacia el neocatolicismo representado en España por las figuras de Aparisi y Guijarro y Cándido Nocedal, y estableció una estrecha colaboración con el sacerdote, publicista y diputado a Cortes Vicente de Manterola, colaborando activamente en el Semanario Católico vasco-navarro editado por este último. Estas posiciones neocatólicas y foralistas Sigue leyendo Arabatik Euzkadira: Ramón Ortiz de Zarate
El 15 de enero partió del puerto francés el mercante rumbo a América con refugiados del franquismo
Arantzazu Amezaga Iribarren
EL 15 de enero de 1941 permanecía en el espigón nº 7 del puerto de Marsella el mercante Alsina, de la Sociedad de Transportes Marítimos a Vapor, de bandera francesa, listo para partir, escoltado en convoy, con derrotero a América. Este mercante sería bombardeado y hundido en la bahía de Algeciras, un año después.
Francia, dividida en dos, la ocupada y la de Vichy, no era territorio seguro para los vascos que, tras la caída de Bilbao, se encaminaron, en número de doscientos cincuenta mil, al refugio que les deparó Francia, esperando un retorno más o menos rápido a Euskadi. Pero el estallido de la guerra europea y la fulminante ocupación alemana les quebrantó la esperanza. Huyeron de París, Burdeos e Iparralde, donde residían, formando muchos de ellos parte de la caravana que desde París a Marsella ocupó las carreteras, debido al colapso de las vías férreas. La diversidad de los pasajeros que ascendían al Alsina -se rumoreó que era el último mercante en zarpar a América comenzada la Batalla del Atlántico-, da idea de los sucesos de aquel tiempo convulsivo: un importante número de judíos con pasaportes variados, belgas, holandeses, franceses, alemanes y checos, que advertían de los primeros zarpazos del Holocausto.
Otro grupo era el de republicanos españoles aunados bajo la figura del anciano, viudo y enfermo expresidente de la II República Española, Niceto Alcalá-Zamora y sus hijos, quien decidió la expatriación amparado por una autorización expresa del Gobierno francés. Escribió en su libro: 441 días… un viaje azaroso desde Francia a la Argentina, republicado recientemente por el Parlamento de Andalucía y otras entidades «… el 7 de abril de 1936 dije que personalmente recobraba mi paz, pero la República constitucional, democrática, de derecho, había caído conmigo«. Los vascos ocupaban la tercerola del barco. Fueron avisados de la partida del mercante por miembros de un disperso Gobierno vasco. A la deriva de los adversos acontecimientos, fueron llegando a Marsella a finales del 40 para escapar de aquella jaula de locos y desesperados en que se había convertido Europa, en palabras del escritor de Algorta, José Olivares Larrondo, conocido como Tellagorri, pasajero del Alsina.
Mencionamos, por significativos, a algunos miembros del grupo vasco: Francisco Basterretxea, abogado y político, su esposa Fernanda y sus cuatro hijos, entre ellos un joven Néstor, el escultor de nuestro tiempo, que hace unos años escribió su relación del viaje: Crónica errante y una miscelánea; Telesforo Monzón, político, consejero de Gobernación del Gobierno de Aguirre, y su esposa, Mª Josefa; Mª Teresa Aguirre, hermana del Lehendakari, su esposo, Juan Madariaga y dos niñas; Luis Bilbao y Mª Dolores, ella enfermera y él médico, y sus dos pequeños hijos; Lucio Aretxabaleta y Katheriñe y sus tres hijos, ambos posteriormente serían Sigue leyendo Marsella, 1941: el ‘Alsina’, el último barco de la libertad
La LIAB se fundó el 16 de diciembre de 1938 en París para apoyar a los miles de exiliados y la labor del Gobierno de Euzkadi tras la Guerra Civil
El diputado democratacristiano Ernest Pezet junto a Manuel de Ynchausti, uno de los principales promotores de la LIAB. (Sabino Arana Fundazioa)
Baiona
Hace 75 años, el 16 de diciembre de 1938, tuvo lugar una reunión en París donde se decidió la fundación de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos (LIAB) en el momento en que la situación no podía ser más crítica y difícil para el Gobierno vasco en el exilio, que se encontraba en el campo de los vencidos en la Guerra Civil.
En el verano de 1937, cerca de 150.000 vascos tomaron el camino del exilio, evacuados por mar desde puertos de Bizkaia, Santander y Asturias. Cuando pisaron suelo francés, quedaron sorprendidos al encontrarse con una excelente organización, puesta en marcha por su Gobierno. Aunque bien es cierto que la opinión pública mayoritaria, tanto en París como en Iparralde, no les fue inicialmente favorable. La propaganda franquista había hecho estragos y muchos no podían y, sobre todo, no querían comprender la actitud de los nacionalistas vascos en la Guerra Civil. Fue necesario que los vascos explicaran una y otra vez que habían sido agredidos por los franquistas desde el inicio del conflicto. Si se habían encontrado combatiendo al lado de los comunistas no era por otra razón que la de haber sido agredidos por un enemigo común.
La opinión pública
Estos razonamientos fueron los que se expusieron en el entorno de los medios conservadores y católicos. La delegación en París del Gobierno de Euzkadi (otoño de 1936), el periódico Euzko Deya, los grupos Eresoinka y Elai-Alai, y el equipo de football Euzkadi actuaron como valiosos embajadores a la hora de transmitir estas verdades y salir al paso de las calumnias franquistas.
Poco a poco, una parte de la opinión francesa cayó en la cuenta de que no fueron los rojos separatistas quienes incendiaron Gernika. Los primeros apoyos a la causa vasca se abrieron paso: entre otros, los católicos de izquierdas de la Joven República, los del Partido Demócrata Popular animado por Auguste Champetier de Ribes, Sigue leyendo 75 años de la Liga de Amigos de los Vascos
Ante el elevado número de militantes recluidos en la cárcel de Larrinaga en los años 30, el PNV creó un batzoki en la prisión para agrupar a los afiliados presos
Eduardo Jauregi
Desde la fundación del primer centro nacionalista en Bilbao en 1894, el Euskeldun Batzokija, por Sabino Arana, el nacionalismo vasco se fue extendiendo e implantando progresivamente en todas las localidades vascas con mayor o menor incidencia; constituyendo centros vascos, juntas municipales, batzokis, organizaciones juveniles, de trabajadores (ELA-STV) y, a partir de 1922, asociaciones de mujeres agrupadas en Emakume Abertzale Batza.
Uno de los capítulos más llamativos en la historia del desarrollo territorial de la organización nacionalista fue la creación de un Batzoki nada menos que en el interior de la cárcel de Larrinaga durante los años de la República, poco antes del estallido de la guerra. Hablar del Batzoki de Larrinaga es sinónimo de organización, de estructura interna del PNV, pero también es hablar de entrega, resistencia, sentimiento nacional y solidaridad, de la ayuda a los presos que en el PNV siempre ha sido una constante desde sus inicios.
Hasta llegar a ser la mayor fuerza política de este país, el nacionalismo del PNV, desde su creación, sufrió la represión de la administración española y el orden establecido por ella en Euskadi. Fueron centenares los nacionalistas que padecieron a lo largo de los años -empezando por el propio Sabino Arana y muchas de las directivas al completo- persecución, multas, arrestos, cárcel y, en definitiva, una fuerte represión por lo que las autoridades de aquel tiempo consideraban, por ejemplo, ultrajes a la bandera española, delitos de opinión, alteraciones del orden púbico o gritos subversivos (cualquiera podía ser encarcelado por gritar Gora Euzkadi Azkatuta).
A pesar de este gran acoso judicial mantenido en el tiempo, el PNV no dejó solos a sus militantes afectados y les mostró siempre su apoyo y cercanía. La defensa del sentimiento nacional vasco, manifestado en multitud de acciones, y pagado con la cárcel venía a demostrar el gran valor de los hombres y mujeres que terminaban por ello entre rejas. Así, el Partido financió los gastos de los juicios, los nombramientos y actuaciones de abogados y procuradores o las fianzas para conseguir la libertad condicional de muchos reos; atendió las necesidades primarias de los presos, llevándoles comida, ropa, libros, mantas, almohadas, tabaco o dinero para sus gastos dentro de los penales. Con mucha frecuencia difundía en la prensa el nombre de los detenidos, sus causas y dónde se encontraban, así como continuas llamadas a la solidaridad de los demás miembros de la comunidad nacionalista para ayudar con sus donativos (económicos y/o materiales) a los hermanos presos por la patria.
Sin embargo, debido a las cada vez más continuas redadas policiales y al elevado número de detenidos que llenaban las cárceles vascas, la ayuda puntual de las suscripciones populares no llegó a ser suficiente. En 1920 el PNV se vio en la necesidad de crear una Comisión pro Presos que gestionara de una manera estable y fluida estas dramáticas situaciones personales y familiares que vivían muchos correligionarios y propuso establecer una aportación mensual a las organizaciones existentes para la ayuda a los presos.
ayuda económica Junto a la cuota que todos los meses entregaban los batzokis, las juventudes y las emakumes de las distintas localidades vascas, los donativos concretos por Navidad o lo recaudado en festivales y partidos de pelota, ayudaban a cubrir anualmente la cantidad económica necesaria para mantener todas las acciones que dirigían o coordinaban las Comisiones pro Presos (cada territorio de Hegoalde constituyó su propia comisión). Un dato: en 1932 las cuotas mensuales para la ayuda a los presos en Bizkaia oscilaban entre las 5 pesetas (para los batzokis con menos recursos) y las 50 pesetas (que entregaba, por ejemplo, Juventud Vasca de Bilbao), y lo recaudado en el año alcanzó las 25.000 pesetas solo en el territorio vizcaino.
A pesar de existir también prisiones en Markina, Gernika, Durango o Balmaseda, Bilbao se erigió a principios del siglo XX como el centro penitenciario más importante de Bizkaia al convertirse la Cárcel de Larrinaga, tras años de obras y ampliaciones, en Prisión Correccional provincial.
Sin embargo, el penal carecía de lo necesario para todo lo relacionado con el aseo e higiene de los reclusos (cuartos de baño suficientes, con retretes obsoletos, sin limpieza obligatoria …). El insoportable olor en las celdas se dejaba sentir incluso en las comunicaciones que los presos enviaban al exterior. Algunas de las cartas terminaban con frases como: «Os saluda y os quisiera transmitir el real olor…» o «Le saluda, casi intoxicado del olorcillo de esta cloaca…».
También se denunciaba el inhumano hacinamiento en el que vivían los reos. Las celdas eran insuficientes, no tenían ventilación, estaban mal equipadas y eran pequeñas. El texto de la declaración de un numeroso grupo de nacionalistas detenidos en Larrinaga en mayo de 1933 es muy claro al respecto: «Coincidiendo con la venida de presidente del Estado español a Bilbao, el gobernador de España en Bizkaia, como una provocación (…), ordena el encarcelamiento, sin motivo alguno, de más de setenta jóvenes nacionalistas. No solo eso, los procedimientos vejatorios e inhumanos de que se ha hecho gala en estas detenciones son la demostración contundente e irrebatible de la saña antivasca con que se ha procedido. Dos noches hacinados en antihigiénicos calabozos húmedos, infectos, ilegales, según declaración del mismo jefe del cuartelillo en que se nos detenía. Dieciséis hombres en una habitación de cuatro metros cuadrados, sin aire y sin luz. Trato descortés e inhumano, llegando a abofetear a quien solicitaba que no se alterara la ortografía euzkérica del nombre que se le exigió en la filiación. Dos enfermos que hasta llegar a la cárcel no han sido atendidos, no obstante haber declarado uno de los detenidos, licenciado en Medicina, que la situación de uno de ellos exigía una urgente actuación profesional médica».
La gran concentración de hombres y mujeres en las cárceles fue una constante durante muchos años. Hay que tener en cuenta que las multas gubernativas impuestas en aquellos años no se solían pagar, salvo excepciones (por ejemplo, la multa de 500 pesetas impuesta a la presidenta de EAB de Bilbao, Teresa Azkue) ya que los multados eran declarados insolventes por los juzgados respectivos, y por tanto cumplían cárcel como arresto sustitutorio (así lo marcaba la ley española cuando no había bienes de donde cobrar).
el batzoki Ante esta prolongada situación, y el elevado número de militantes nacionalistas recluidos en la Cárcel de Larrinaga durante los años 30 del siglo pasado, el Bizkai Buru Batzar del PNV llegó a crear un batzoki en la propia cárcel, con la intención de seguir contando y encuadrando en la organización territorial de Partido, a los afiliados presos en aquel recinto penitenciario.
Al igual que otros muchos batzokis, el de la cárcel de Larrinaga tuvo también hasta su propio membrete a color impreso en hojas de papel (existieron tres modelos diferentes). El más llamativo estaba formado por el nombre -centrado y en mayúsculas- Larrinaga’ko Euzko Batzokija (Cárcel de Larrinaga) y a su izquierda el logotipo formado por el escudo de Euskadi bajo las iniciales del lema JEL (Jaun-Goikua eta Lagi Zarra) y sobre la parte central de la ikurriña. Este recurso pictórico también lo utilizaron batzokis como Ondarroa, Orduña o Basauri, entre otros, pero el batzoki de Larrinaga completó su hoja oficial con la impresión de dos frases de Sabino Arana. Bajo el logotipo, unas palabras que dignifican al preso político: «No es digno de ser libre, el pueblo que sufre pacientemente la esclavitud. Mas el pueblo que tiene encadenado el cuerpo, pero libre y altivo el espíritu, es desgraciada víctima, pero no vil esclavo». Y como pie de página: «Ahora mismo, y no una sino cien veces, daría mi cuello a la cuchilla sin pretender ni la memoria de mi nombre, si supiese que con mi muerte había de revivir mi Patria».
En el Archivo del Nacionalismo Vasco de Sabino Arana Fundazioa se conservan decenas de cuartillas y cartas (con y sin membretes) de estos años. Es parte de la documentación del fondo del PNV que permaneció incautada más de 75 años en instituciones españolas con sede en Salamanca y que recientemente ha sido devuelta a su legítimo propietario. En estos escritos se puede leer cómo los presos informan a la Comisión de su situación, necesidades, vida en la cárcel, de las puestas en libertad o del ingreso de nuevos presos. Notificaban sus nombres, de dónde eran afiliados y los motivos por los que se les condenaba (gritos subversivos, actuaciones y reparto de propaganda en huelgas, injurias a la autoridad, escritos en prensa, etc.).
Durante la República, las leyes estatales impusieron muchas limitaciones a los derechos de expresión, de reunión y de manifestación. Las conductas que pudieran ser consideradas como una alteración del orden público se pagaban, como vemos, con detenciones y cárcel.
cientos de detenidos Las tensas relaciones del nacionalismo vasco con la II República (sobre todo con las izquierdas durante el periodo 1931-1933) se tradujeron en cientos de detenidos, procesados y condenados. El 7 de mayo de 1933 la Comisión pro-presos del BBB designó un delegado suyo en la cárcel ante las proporciones extraordinarias que había tomado el encarcelamiento de patriotas.
Sin embargo, hay que matizar que la atención y ayuda del PNV a los presos -ayuda que suponía un esfuerzo económico importante para todos- no se dio a todo aquel que acabara en prisión. En esta coyuntura de exceso de detenidos, se observó por las estadísticas, que el origen de los hechos de muchas causas se daban a altas horas de la noche. El PNV decidió, por tanto, que no se haría cargo de ningún proceso que se iniciara por hechos realizados después de las 10 de la noche, a no ser de que se comprobara que el acusado de los hechos los realizara en acto de servicio, es decir, en comisión de mandato de la Junta Municipal o autoridad del Partido (los encausados por riñas callejeras, peleas de taberna o robos quedaban fuera de la protección de la Comisión).
El caso del Batzoki de Larrinaga (expresión casi esperpéntica de una realidad trágica como es la vida en la cárcel) vino a constatar sobre el papel «cantidad» y «calidad» en la organización del PNV. Características que se siguieron dando años más tarde en la guerra civil y cuando la dictadura franquista persiguió, fusiló y encerró a miles de nacionalistas vascos en penales, campos de concentración y batallones de trabajadores por todo el Estado. Allí continuaron existiendo otros batzokis encubiertos, clandestinos y sin nombre… La experiencia organizativa en las cárceles y la ayuda a los presos llevada a cabo durante lustros hicieron que la resistencia vasca no desapareciera en los 40 años de franquismo ya que se mantuvo la conexión y disciplina de los hombres y mujeres dentro de la organización del Partido Nacionalista Vasco.
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