La que los vecinos de Begoña denominaban Fábrica de Recalde supuso el inicio de una transformación de este emblemático enclave hacia un perfil más urbano e industrial, que se prolongó desde 1878 hasta 1982
Amaia Mujika Goñi
LA anteiglesia o república de Begoña hasta su anexión definitiva a Bilbao en 1925 era un municipio de carácter eminentemente rural; un paisaje de verdes campas con huertas, frutales y viñas regadas por arroyos y regatos; de caseríos enlazados por caminos y estradas con la Casa de la República, las escuelas y el santuario; de lavaderos y fuentes, lugar de encuentro cotidiano de mujeres, y de tabernas y bodeguillas bordeando carreteras y calzadas por donde llegaba la vendeja a la villa. Un ámbito de vida tradicional que, condicionada por su proximidad a Bilbao, acogía dentro de sus límites, además de los conventos y casas de campo de la burguesía bilbaina, talleres y concentraciones extractivas y fabriles originadas tras la revolución industrial (Minas de Larreagaburu, Santa Ana de Bolueta, S.A. Echevarría y la Fábrica de Tabaco) con sus correspondientes bolsas de población obrera para las que se erigieron las primeras barriadas de casas baratas. Un nuevo paisaje en el que gradualmente se fue diluyendo la frontera entre lo rural y lo urbano, entre tradición y modernidad.
Uno de los protagonistas de este nuevo paisaje, en el que las verdes campas dieron paso a las chimeneas y además entendida como paradigma de modernidad, fue la fábrica de Recalde, origen de la industria siderúrgica S.A. Echevarría y para los matsorris simplemente la fábrica. Desde su origen en 1878 y aún después de su cierre en 1982 será parte y arte de la transformación urbanística y social de los barrios de Las Calzadas y Uribarri en Begoña. Considerada como modelo productivo y promotor de nuevas formas de relación social, la instalación fabril será percibida por sus trabajadores como algo propio y familiar en cuya gestación y transformación participaron compartiendo un destino común. Esta interrelación entre fábrica y comunidad, cambiante en el tiempo y no siempre amigable, contribuyó a configurar una identidad colectiva de barrio que a pesar de su desaparición física, sigue estando presente.
La S.A. Echevarría en Begoña La acería de Recalde, la fábrica para los begoñeses, tiene su origen en el taller de estampación de chapa litografiada (hojalata para botes de conservas) creado en 1878 por el herrero alavés José Echevarría Ascoaga (1811- 1896) en los terrenos del desaparecido caserío chacolí Chaquilante situado en la vaguada del Polvorín limítrofe con Bilbao. La incipiente instalación fabril recibirá el nombre de Recalde por el riachuelo que atravesaba la propiedad y desembocaba en la fuente del mismo nombre en la carretera del Cristo a Begoña (actual Avda. Zumalacárregui) por la que se le conocerá hasta su desaparición un siglo después.
En 1886 los tres hijos del fundador se incorporan al negocio, despuntando la figura de Federico (1840 -1932), quien, entre otras iniciativas industriales y comerciales, liderará la empresa familiar, vendiendo parte del terreno a la Fábrica Municipal de Gas, adquiriendo otros nuevos en la planicie superior y diversificando la producción con sucesivas instalaciones mecanizadas; taller de galvanizado, de baldes y sartenes (1886-90), de clavo de herrar (1887) y herradura (1897), siendo las dos últimas el verdadero soporte de la acería de Recalde y por extensión de la futura empresa siderúrgica S.A. Echevarría. En 1898, interesados en producir acero de calidad controlada, instalarán el primer Horno Martin-Siemens del Estado, sustituido en poco tiempo por uno nuevo de doble capacidad, y dos trenes de laminación, uno de desbaste y otro de perfiles comerciales.
En 1902, Recalde, integrada por siete naves, una docena de edificios industriales y un laboratorio sobre la ladera, es ampliada con la adquisición de Hierros y Fundición Santa Águeda situada a orillas del Cadagua en Castrejana. La nueva factoría constituida por una fundición, una trefilería accionada por energía hidráulica, derivados de alambre y un taller de clavos se completará en 1924 con un alto horno de carbón vegetal y una batería de coque de la sociedad Les Fours Lecocq, conectándose con Recalde mediante un ramal ferroviario y una tubería de gas. Entre ambas fábricas reunirán una plantilla de 313 trabajadores y una producción anual de 2.500 Tn. Entretanto, el 11 de febrero de 1920 Echevarría se constituía en S.A. y los ensayos de los ingenieros Mario Herrán y Santiago Vallhonrat lograban la producción de aceros especiales comercializados bajo la marca HEVA. Su alta calidad, premiada en las exposiciones nacionales e internacionales de 1925, 1929 y 1930, acelerará su implantación, monopolizando el mercado nacional de los aceros destinados a construcción, herramientas y automoción.
La Anexión El 1 de enero de 1925 Bilbao anexiona en su totalidad las anteiglesias de Begoña y Deusto. Tres años más tarde la S.A. Echevarría es declarada Industria de Utilidad Pública, anulando cualquier plan urbanístico que la ciudad tuviera sobre Recalde al tiempo que permitía a la fábrica expropiar los terrenos rurales adyacentes, sobre los que actuará hasta bien avanzada la década de los sesenta, ocupando paulatinamente toda la superficie de la planicie entre la Avda. Zumalacárregui, el antiguo cementerio de Mallona y el camino de Trauco, devorando los caseríos Calzadas, La Estrella, Echechiquerra y el campo de fútbol Cruce Verde de la Sociedad Deportiva Begoña que desde 1947 se había trasladado a Mallona. Sobre este último Echevarría levantará un espacio de recreo para sus trabajadores con ambigú, frontones, juego de bolos y cancha para los torneos de fútbol, baloncesto, balonmano y hockey que integraban el Club Deportivo Echesa hasta que a mediados de los sesenta la ampliación de Forja y Estampación obligará a cerrarlo trasladando la sede social y las competiciones deportivas al grupo de viviendas F. Echevarría, en Basarrate, a donde también se llevó el economato que estaba en el Callejón del Gas.
Entre 1939 y 1959 la autarquía económica y el fuerte intervencionismo gubernamental implantado por la dictadura empujarán a Echevarría a paliar los bajos salarios asumiendo la previsión asistencial y social de los trabajadores y sus familias con el fin último de cohesionar la plantilla y conseguir una mayor productividad. Se creará la Mutualidad de Asistencia Médico Quirúrgica y el Servicio de Asistencia Social que integraba la formación básica y especialización de los trabajadores y sus hijos con becas de estudios, colonias y la creación de escuelas de aprendices, la financiación para la adquisición o la construcción de vivienda de alquiler, la Caja de Previsión, el Día del Jubilado y el C.D. Echesa con más de 15 modalidades deportivas con el objetivo de impulsar los valores de esfuerzo y disciplina entre los jóvenes. El Club de Montaña estará integrado a partir de 1954 por hombres y mujeres, reflejo de la incorporación femenina a Echevarría en labores de secretaría y administración.
En la década de los sesenta, con una plantilla de 5.349 productores y a pesar de la política de innovación en tecnología y productos (inoxidables, refractarios y resistentes al calor) y de las sucesivas ampliaciones del espacio fabril, Recalde y Santa Águeda eran instalaciones obsoletas y constreñidas, situación agravada en el caso de la primera por el gran impacto medioambiental generado sobre Bilbao. Una atmósfera que envolvía la ciudad con el humo de sus cinco chimeneas, el golpeteo constante de los martillos de forja y las minúsculas partículas de carbón que impregnaban la ropa cuando llovía. Esta situación, unida a la promulgación de un Plan Siderúrgico Nacional (1964-72) de modernización y competitividad del sector de los aceros especiales, empujó a la S. A. Echevarría a construir en la vega de San Miguel de Basauri la Ciudad del Acero (1967), una moderna planta siderúrgica automatizada con una capacidad productiva inicial de 300.000 Tn., una plantilla joven y técnicamente preparada y una clara apuesta por la tecnología e innovación en I+D. Una apuesta continuada en el tiempo que le ha permitido llegar al presente bajo la marca Sidenor siendo un referente en producción y desarrollo de tecnologías en el sector europeo de los aceros especiales.
La crisis La crisis energética mundial de 1974 unida a la baja competitividad y sobrecapacidad de producción del acero vasco sorprendió a Echevarría sumida en una grave situación de duplicidad de producción y plantillas, abocándola a un Plan de Saneamiento en 1979, a incorporarse a Aceriales S.A en 1980, al cierre de Recalde en el 82, a la venta por secciones de Santa Águeda en el 84 y a una reducción de plantilla con la eliminación de 3.723 puestos de trabajo entre 1978 y 1981, la mayor parte en Recalde, con el consiguiente conflicto laboral que se sumó a la difícil situación socio-económica y política que vivía el País Vasco.
Tras el ingreso de España en la Unión Europea, el 31-12-1988 se constituyó el grupo industrial público Aceros del Norte ACENOR S.A. (a partir de 1991, Sidenor) en el que la S.A. Echevarría se integrará, circunstancia que supondrá su desaparición efectiva como empresa y su vinculación con la familia fundadora.
A pesar de que el cierre de Recalde estaba establecido para diciembre de 1978, los talleres de mantenimiento, control y tratamientos y el tren de doble dúo en laminación siguieron funcionando hasta 1982. Dos años después se procedía al derribo y desguace de los saqueados pabellones de hierro y ladrillo, de las chimeneas y del resto de las instalaciones supervivientes con la única excepción de la chimenea del tren de doble dúo, que se erigió a partir de 1987 en icono de la fábrica enterrada en el actual parque municipal de Etxebarria.
Humilde recuerdo para cien años de historia industrial.
Mucho queda por contar de Recalde y lo aquí relatado solo son retazos de la memoria individual y colectiva de un tiempo y una realidad vividos por sus trabajadores que hemos materializado en este artículo y en la exposición Dohaintzak 2013-2018 Donaciones que, hasta el 24 de febrero, se puede disfrutar en el Museo Vasco de Bilbao, para que no sean olvidados.