«Hijo, no digas que eres republicano»

LA BIOGRAFÍA DE TERESA MUÑOZ ES UNA SUCESIÓN DE AVATARES QUE HA LOGRADO SUPERAR, CON LA GUERRA CIVIL COMO TELÓN DE FONDO

Un reportaje de Iban Gorriti

LAS microhistorias de la Guerra Civil en Euskadi son infinitas. La vida puede doler hasta el punto de querer olvidar décadas pasadas, de no hablar de ellas, e incluso peor, en supuesta democracia, tener aún miedo a verbalizarlas por lo mal que se ha pasado y las heridas que ha dejado abiertas. Un consejo de una madre a su hijo: “Manuel, hijo, ten cuidado, no digas que eres republicano. Que nadie sepa lo que piensas”.

Teresa, en brazos de sus padres, en Altza.Foto: Familia Muñoz Minchero
Teresa, en brazos de sus padres, en Altza.Foto: Familia Muñoz Minchero

 

La recomendación es de Teresa Muñoz Minchero, que reside en Las Landas (Francia). A sus 80 años quiere proteger a su hijo ya adulto, como si de una suerte de síndrome de Estocolmo le afectara. Ella las ha visto de todos los colores: es superviviente del bombardeo de Durango, ataque fascista en el que perdió a una hermana y otra, un brazo; su padre falleció en el frente de Elorrio; se evacuó en Bretaña; su marido desapareció en París -donde vivía el matrimonio- y sus dos hijos aún hoy se preguntan cuál era la verdadera identidad de aquel señor, torturado de guerra… La ternura se hizo persona en Teresa el 5 de septiembre de 1935 cuando nació en Altza, hoy municipio anexionado a Donostia. Su padre Manuel y su madre Victorina pertenecían a una familia muy orgullosa de la Segunda República que se había casado únicamente por lo civil.

Pero, un año después, el golpe de Estado de militares españoles truncó toda una vida de progreso. En cuanto los fascistas entraron por Gipuzkoa, la familia se replegó y fue a Durango. Mientras tanto, el padre, Manuel (Villanueva de Tapia, Málaga, 1902), se alistó como miliciano al Batallón Karl Liebnecht del PCE en el que militaban guipuzcoanos, vizcaínos, burgaleses, internacionalistas, navarros, asturianos…

Perdió la vida en combate en Elorrio, el 23 de abril de 1937. “Le apodaban El Niño cuando era quizás el mayor de todos a sus 34 años. “No sabemos dónde está su cuerpo”, lamenta la familia. El comandante del Karl Liebnecht, Modesto Lacuesta Isasi, días antes, perdió la vida en el bombardeo de Elorrio del 31 de marzo. Ese día trágico en Elorrio también lo fue en Otxandio y en Durango. La aviación legionaria italiana, impulsada por Mola, asesinó a más de 336 civiles.

Allí estaba Teresa con tan solo dos años, en brazos de la abuela Victorina, quien hasta que falleció recordaba cómo pasaban los aviones “con cruces negras de San Andrés” y cómo se tiraron al monte pensando estar a salvo y, sin embargo, los cazas les perseguían ametrallando. “Nos contaba que volaban tan bajo que les veían las caras”, enfatiza la familia.

Una hermana de Victorina también llamada Teresa falleció a su lado, por una bomba, y otra que se llama Milagros perdió en ese momento un brazo. La bebé Teresa “tuvo la suerte” -matiza la familia- de que su madre cayó sobre ella al suelo salvándole. “Yo tenía dos años y no recuerdo nada de aquello”, confirma quien reside hoy en una casa entre dos municipios: Tosse y Saubion. “Hay documentos en los que pone que mi hermana murió en Durango fusilada, pero murió por una bomba a mi lado”, corrobora Teresa.

Curada Milagros en un hospital de campaña, todas viajaron en un barco carbonero inglés a la Bretaña francesa. Estando allí, a pesar de la paz, murió otro bebé de Victorina “por una insolación”. Aquella mujer, acabada la guerra no quería volver porque “los alemanes son asesinos, bandidos” y los autodenominados nacionales “decían que los rojos habían quemado Durango y es mentira”, repetía.

En su regreso, los franquistas les dejaron en Irun. Victorina se afincó con los suyos en Hernani. Teresa buscó trabajo en París limpiando casas. Conoció a un español refugiado y tuvieron dos hijos: Manu y Eva. El primero nació en Hernani. La segunda en la capital francesa.

La alegría volvió a tornarse tristeza. El padre desapareció. “Casi no le conocimos. Mi madre no tiene claro cómo se llamaba. Dice que Javier, pero sus amigos le llamaban Mario y también aparece como Gabino. Es triste, pero sé poquísimo de mi padre”, lamenta Manu, el hijo republicano de Teresa. “Tengo el recuerdo -apostilla- de estar comiendo todos en la mesa en Hernani junto a un señor que era mi padre, un torturado en la guerra al que le habían arrancado las uñas de los pies”.

“A veces me paro a pensar cómo hubiera sido nuestra vida sin las guerras: normal, y, sin embargo, nos ha roto todo”, reflexiona Manu. Y además está la no reparación porque “mientras que en Francia los combatientes son héroes; aquí son personas totalmente olvidadas”.

Un antes y un después en el Valle de los Caídos

Varios expertos valoran si la posible exhumación de dos cuerpos en la cripta de El Escorial puede tener continuidad

Un reportaje de Iban Gorriti

EXISTE un antes y un después en el Valle de los Caídos tras conocerse que cabe la posibilidad de que se exhumen los cuerpos de dos hermanos anarquistas de Calatayud allí ubicados? ¿Hay esperanza de que algo cambie en el mayor cementerio del Estado, donde se cifran en alrededor de 33.850 los muertos custodiados junto a las tumbas de los dictadores Franco y Primo de Rivera? Se estima que un millar de ellos fueron trasladados desde la CAV y Nafarroa, lo que no significa que todos fueran vascos. Ahora bien, diez familias de Euskadi han solicitado a la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno vasco la recuperación de los restos de parientes, una reivindicación que se remonta a 2003.

VALLE DE LOS CAIDOS

Francisco Etxeberria, Queralt Solé, Francisco Ferrándiz e Hilari Raguer, todos ellos eminencias en lo referente al Valle de los Caídos, siguen de cerca la noticia de que un magistrado ha ordenado que se exhumen los cuerpos de los hermanos fusilados Manuel y Antonio Lapeña. ¿Pero creen que esta decisión insólita abre una puerta a la esperanza? ¿Con esa exhumación se darán nuevos pasos en favor de otras intervenciones en dicho mausoleo del terror?

El más tajante es Etxeberria, antropólogo forense de la UPV/EHU y presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, profesional al que la familia Lapeña ha requerido para exhumar los restos de los ácratas aragoneses. Patrimonio decidirá ese extremo. “¿Esperanzador? No lo creo en absoluto. La sentencia se ha producido en la jurisdicción civil, no en la penal. El juez dice que los familiares tienen derecho a rescatar esos cuerpos y eso no tiene nada que ver con juzgar los crímenes franquistas”, analiza el experto.

El de Beasain asegura que son bastantes las exhumaciones que él y su equipo han realizado con conocimiento judicial, “pero otra cosa es abrir diligencias y sentar una verdad judicial respecto de unos hechos injustos sobre los que nunca ha existido una investigación oficial”, subraya. Va más allá al trasmitir que el reto para los próximos años es hacer oficial esa verdad en la que trabajan a diario, “y para eso también deben servir otras estructuras institucionales además de las judiciales”.

El historiador y religioso catalán Hilari Raguer formó parte a título personal -“ni de la Iglesia ni de nadie”- de la Comisión de expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos. “Es esperanzador desde el punto de vista jurídico y judicial”, valora, y matiza que “la dificultad es más técnica que jurídica y política, a pesar de la resistencia que haya podido haber”.

Como Raguer, Paco Ferrándiz, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) también formó parte activa de la comisión de asesores. “La exhumación de los dos hermanos es muy esperanzadora, pero debemos tomarlo con cautela”, previene tras conocer que Patrimonio Nacional tiene 45 días para responder al fallo del juez: “Si no lo hacen -ilustra Ferrandiz-, la demanda irá a la Sala número 3 del Tribunal Supremo. En ese caso se demoraría todo un año más. Pero si Patrimonio colabora…”. Insiste en que “es esperanzador con todas las cautelas por los procesos judiciales complejos”.

Este exdocente de la Universidad de Deusto recuerda que la conciencia pública en materia del Valle de los Caídos como fosa común con tantos miles de cuerpos “es muy reciente” y por ello lo considera “un monumento surrealista”. A juicio de Ferrándiz se desconoce, además, qué consecuencias tendría la apertura de las criptas en las que están documentadas 12.800 personas. “No se ha dado nada por sentado, son muchas las suposiciones y hay un informe de Bedate de 2010. Es evidente el escaso interés y la enorme complejidad”, concluye el autor del libro El pasado bajo tierra, primer estudio en castellano que trata la apertura de fosas comunes de la Guerra Civil desde un prisma antropológico-social.

Centenares de vascos La profesora de Historia de la Universidad de Barcelona Queralt Solé confirma como “un antes y un después” el caso de los dos sindicalistas de la CNT a exhumar en el Valle de los Caídos. “Lo es desde el momento en que la Justicia reconoce un derecho a una familia, a dos personas inhumadas en la mayor fosa común de España”, esgrime. “¿Será factible?”, se pregunta y vuelve al origen: “¿Esperanzador? Que lo reconozca un juez ya es significativo”.

Como los hermanos de Calatayud, hay centenares de vascos en aquel enclave. El arqueólogo Jimi Jiménez asegura que la cifra de “mil vascos” asimilada como oficial no es tal. “Sí, se llevaron a Madrid restos de unas mil personas muertas en el País Vasco y Nafarroa, pero muchos, por ejemplo, eran gallegos”, diferencia este miembro de Aranzadi.

Su compañero de trabajo, Francisco Etxeberria, camina por la misma senda. “En efecto, los más de mil restos trasladados desde el País Vasco proceden en su mayoría de combatientes en esta zona cuyas identidades se desconocen. Y de los que no eran combatientes, la inmensa mayoría se llevaron al Valle de los Caídos con el permiso de sus familiares”, asevera.

Los cuatro ‘Gernikas’ de Castellò

Un documental arrojará luz sobre el desconocido experimento de la Legión Cóndor nazi en el Alto Maestrazgo que arrojó bombas de 500 kilos con aviones Stuka contra poblaciones inocentes e indefensas

Un reportaje de Iban Gorriti

Último día de marzo de 1937: Elorrio, Otxandio y Durango son ciudades abiertas y habitadas por inocentes, escenario elegido por el militar golpista Mola, Franco y Vigón para que la Legión Cóndor de Hitler experimente el terror y consecuencias de los bombardeos aéreos en Europa, en estos casos ejecutados por la aviación italiana de Mussolini. A raíz de esos ataques, quedó para la memoria local la amenaza del cubano: “Amigo gerniqués cuando veas las barbas de tu amigo durangués cortar, pon las tuyas a remojar”, avisó Mola.

HISTORIAS

Y así fue, el 26 de abril, eran Gernika-Lumo y Munitibar-Arbatzegi-Gerrikaitz los núcleos habitados que volvían a sufrir las pruebas nazis esta vez perpetradas por la propia Legión Condor con apoyo de la aviación fascista italiana. Según un estudio de Xabier Irujo fueron más de 600 operaciones de bombardeo las que sufrió la población civil en alrededor de 200 localidades atacadas a cielo abierto, donde se certifica que fueron asesinadas más de 10.000 personas.

Sabido esto, hace pocos años se ha conocido que en cuatro pueblos del Alto Maestrazgo de Castellò, Franco y Hitler también hicieron un experimento más: el de las bombas en picado de 500 kilos de los aviones Stuka (Junker 87A). Alrededor de un cuarentena de personas fueron asesinadas en Benassal, Albocàsser, Ares y Vilar de Canes, localidades, la mayoría hoy gobernadas por el Partido Popular.

Fue el docente universitario en Valencia Óscar Vives, natural de Benassal, el primero en preguntarse por qué Franco decidió que el banco de pruebas de esos fatales bombardeos se llevara a cabo sobre población civil, lejana al frente. DEIA ha hablado con él: “En los pueblos se conocía, se recordaba, que se había bombardeado estos pueblos, pero no por qué”, analiza quien dio con la razón leyendo el libro ‘La Guerra Civil española’ de Antony Beevor, publicado en 2010. “Allí citaba mi pueblo Benassal y que había habido un bombardeo para probar las bombas de 500 kilos”.

A partir de ese dato, el propio Vives, de un grupo memorialista local, pone rumbo a el archivo militar de Freiburg, el Bundesarchiv-Militärarchiv, y localiza un informe de 67 páginas con 66 fotografías de antes, durante y después de los bombardeos. De hecho, el profesor volvió hace breves fechas a la ciudad germana. Como curiosidad, “me llamaron del Museo de Gernika para si localizaba algo sobre el bombardeo de allí, pero ya les dije que en Friburgo solo hay a partir de 1938”, comenta.

A raíz de su descubrimiento, se puso en marcha una exposición con las fotografías aéreas anteriores a los bombardeos, donde se puede observar cómo la Legión Cóndor fija los objetivos para el lanzamiento de la bomba; panorámicas aéreas de la destrucción, y otras imágenes en las que se puede observar los destrozos que hicieron. “Según un testigo, los alemanes volvieron en junio del 38 a hacer fotos sobre el terreno y le aseguraron a este hombre que en el experimento habían quedado descontentos, pensaban que los cráteres de destrucción iban a ser mayores”, trasmite Vives, quien explica que la misión de los alemanes era ganar precisión, fijar el impacto en un área de menos de cinco metros cuadrados.

El documental ‘Experimento Stuka’ que se está ultimando arrojará luz a tal denunciable ataque. Hay datos que estremecen de aquellos bombardeos. Así, por ejemplo, una familia convivió con una metralla “del tamaño de una teja” que extirparon a una chica de 20 años que murió. Otro caso es el de un alcalde carlista que estaba retenido por los republicanos y que tuvo noticia de que una bomba cayó en su casa y mató a sus tres hijas y que, por suerte, su esposa herida salió viva. Nunca quiso reconocer que aquello lo hicieron los suyos.

Tanto el documental como una exposición seguirán haciendo justicia a la historia de los cuatro pueblos inocentes que no contaban ni con carreteras, tan solo de burros. Y quién sabe si algún día recalarán en Euskadi. “No nos importaría llevarla a Gernika, por ejemplo”, concluye Óscar Vives. En mayo, se cumplirán 78 años de la tragedia.

Ekin, la editorial vasca de Buenos Aires

Andrés Irujo llegó a su exilio en Buenos Aires llevando en su maleta un proyecto largamente madurado: la necesidad de crear una editorial que recogiera obras de la cultura e historia vascas.

Texto y fotos de Xabier Irujo

la ocupación alemana de Europa obligó a muchos vascos a emprender el camino del exilio. Andrés Irujo partió con su madre, Aniana Ollo, y con su hermana Josefina y su familia, y llegaron a Buenos Aires en diciembre de 1940 donde fueron recibidos por la colectividad vasca de la localidad y los representantes del Comité Pro-inmigración Vasca. En virtud del decreto del presidente Roberto Ortiz toda la familia obtuvo, en menos de cuatro meses, la ciudadanía argentina de pleno derecho.

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Andrés Irujo puso en marcha en el exilio ambiciosos proyectos culturales; concretamente, Ekin publicó 120 títulos entre 1942 y 1978.

 

En el exilio emprendió Irujo dos ambiciosos proyectos culturales: la creación de la editorial vasca Ekin y la organización del Instituto Americano de Estudios Vascos así como, a partir de 1950, la edición del boletín de dicho instituto, labores que llevó a cabo hasta su muerte en 1993.

Irujo arribó a Buenos Aires con el proyecto editorial en mente, de hecho ya había comentado la necesidad de crear una colección bibliográfica de cultura e historia vascas con su hermano Manuel en el exilio de París en 1938. Y, en efecto, meses antes de la creación de la editorial y publicación del primer volumen, Euzko Deya de Buenos Aires ya anunciaba el 20 de diciembre de 1941 algunos de los títulos que verían la luz en años sucesivos. Tal es el caso de los escritos de Joxe Miel Barandiaran sobre prehistoria vasca que no se publicarán hasta 1953, o El idioma vasco, de Bonifacio de Ataun, que no se publicaría hasta 1960 bajo el título Gure aditza.

A los pocos meses de la llegada a Buenos Aires, y bajo el lema Mi trinchera son los libros, Irujo planteó el proyecto a Ixaka López Mendizábal, experto en la materia, nieto del célebre editor tolosarra del mismo nombre. Tras la toma de Tolosa, los tercios de Requetés procedieron a la incautación de sus propiedades y procuraron quemar los libros de la imprenta justo frente a la puerta del establecimiento donde hoy existe una placa. Una lluvia inesperada impidió que la hoguera prendiera debidamente y algunos libros se salvaron de la quema. Exilado en Buenos Aires, Ixaka aceptó decididamente el reto.

Ambos se dirigieron en primer lugar al delegado del Gobierno vasco en Buenos Aires, Ramón María Aldasoro, a quien inicialmente propusieron financiar la aventura editorial, pero la delegación no contaba con los fondos necesarios, de modo que los fundadores tuvieron que recurrir a donaciones particulares. Contaron con la colaboración de Sebastián Amorrortu y el aporte editorial de los hermanos Estornés Lasa, los cuales permitieron la reedición de algunas de las obras de la Editorial Auñamendi. Asimismo, contribuyó en esta empresa el sacerdote Jorge Riezu, que adquirió parte del fondo Julio Urquijo.

Es así como se fundó, con sede en la calle Perú 175 de Buenos Aires, la sociedad regular limitada Editorial Vasca Ekin, con un capital inicial de 15.000 pesos. Ciertamente poco para una empresa de tal envergadura. La primera obra que imprimió Ekin fue El genio de Nabarra de Arturo Campión, que vio la luz en 1942.

El catálogo de Ekin se dividía en varias secciones. La Biblioteca de Cultura Vasca en la que los editores integraron monografías en los campos de la historia, antropología, legislación, música, costumbres, literatura, artes plásticas y geografía vasca, conoció 73 títulos entre 1942 y 1978. Importancia capital tienen los títulos que dentro de la sección Euskal idaztiak Ekin publicó en euskara. Entre 1942 y 1952 Ekin publicó Joañixio y Bizia garratza da, de Juan A. Irazusta; Ekaitzpean, de Jose Eizagirre; y la traducción de Hamlet, de Bingen Ametzaga. Joañixio es la primera novela escrita y publicada en euskara en América y estos títulos se encuentran entre los únicos que, junto con Urrundik, de Telesforo Monzón, y Leoikumea, de Orixe, se publicaron en lengua vasca en este periodo marcado por la política de genocidio cultural del régimen franquista. La editorial estuvo en crisis permanente desde su fundación, llegando a rozar la ruina en más de tres ocasiones. Como consecuencia de todo ello, en 1954 Irujo sufrió un ataque nervioso.

En el plano familiar, al peso del exilio que todos creyeron breve, se unió la prisión y condena a muerte de sus hermanos Juan Ignacio, Pello y Eusebio y la muerte de su madre, Aniana Ollo, en 1950. En carta a Bingen Ametzaga, fechada el 15 de enero de 1954, Irujo calculaba que no podrá cancelar las deudas de la editorial en al menos dos años y efectivamente la crisis obligó a Ekin a cerrar virtualmente entre agosto de 1953 (Añibarro) y agosto de 1954 (Barandiaran). Sobre esto, además, Irujo permaneció en cama desde enero a marzo de 1955.

Nuevas ideas Pero recuperado de la crisis financiera y de salud por la que atravesó entre 1953 y 1955, el de Estella emprendió una nueva fase en la editorial con nuevas ideas y horizontes. En diciembre de 1955 Ekin lanzó una nueva serie para ser distribuida gratuita y clandestinamente a través de la resistencia en el interior. Para ello editarían obras de pequeño formato, fáciles de transportar, de distribuir y de ocultar. La primera de estas obras fue Ami vasco / Euzko Ami, del padre Evangelista de Ibero a quien Andrés conoció personalmente en la casa Irujo de Estella, a las que el padre Iakakortaxarena añadiría varios capítulos. Se distribuyeron 2.500 ejemplares, fundamentalmente a través de frailes y sacerdotes. Tras el éxito de Ami vasco / Euzko Ami, Ekin publicaría y distribuiría Zure anaia ixilkari / Tu amigo en la clandestinidad, que fue editado en 1961. Irujo pensó asimismo en publicar un tercer opúsculo titulado Fueros fundamentales del Reino de Navarra y defensa legal de los mismos, escrito originalmente por Ángel Sagaseta y censurado y retirado de la circulación por la Policía de Isabel II en 1839.

Sin embargo no iban a ser buenos años para la editorial. A finales de 1961 Irujo escribía: “Los costos se han duplicado o triplicado. Y en todos estos años perdimos casi el tiempo y el dinero, pues continuamos manteniendo los precios de las últimas publicaciones y nos encontramos ahora, que no hay forma de atender pagos de la imprenta más que a nuestro ritmo que no es el que las circunstancias imponen. Solamente dos libros representan cuatro veces más de nuestro capital. Y según nuestros cálculos necesitaríamos tres o cuatro años para cubrir la deuda. La situación es tremenda. Y es preciso dar la cara y mirar a Euskadi. Dentro de pocos días nos entregan Zure anaia ixilkari en dos versiones, euskera y castellano, con mapas y gráficos”.

Una vez más en medio de la más absoluta crisis financiera, Irujo decidió regalar libros en euskera y distribuirlo gratis en Euskal Herria: y lo consiguió a pesar de que la situación en 1967 tocó suelo. Al hundimiento del techo de la editorial se unió la subida repentina de los costes de impresión y el encarecimiento del papel, lo cual redundó en el incremento extremo de las deudas. Los sucesivos regímenes argentinos suscitaron asimismo problemas aduaneros, de modo que la exportación de libros resultó poco menos que imposible. En 1965 escribía Irujo a Ame-tzaga: “Mañana te remitiré un ejemplar del Hamlet. Pero pondré en la primera página Mirentxurentzat, pues ahora como en el régimen peroniano los libros tienen la misma consideración que la carne o el trigo, necesitan autorización del Banco Central para exportarse y contra depósito económico o apertura de crédito, etc. salvo que salgan dedicados o con la fórmula sin valor comercial, que resulta feo para un regalo a tu hija. Creo que la leyenda de su nombre no altera su dedicatoria. Por eso irá así”.

Otro de los graves problemas con los que hubo de enfrentarse la editorial fue la ausencia de impresores euskaldunes, con lo que las ediciones en euskera corrían a cargo de maestros impresores que no conocían la lengua, lo cual incrementaba el número de erratas que, a su vez, incrementaba el número de pruebas, correcciones, y los costes de edición se disparaban. Es preciso tener en cuenta que los maestros a cargo de generar las planchas las debían completar letra a letra, sin entender lo que escribían. A pesar de esto Ekin llegó a publicar más de trece libros en euskara.

Controversias políticas Además de la crónica situación de práctica bancarrota de la editorial, varias de las publicaciones suscitaron controversias políticas en un país que, durante los años de gobierno de Juan Domingo Perón, generó lazos diplomáticos con la dictadura española. En 1951 Ekin publicó ¿Para qué…?, de Ansaldo, y para junio de 1951 se habían distribuido los primeros ejemplares de la obra en Uruguay a través de Bingen Ametzaga donde se habían vendido cien ejemplares. José María Areilza, entonces embajador español en Buenos Aires, cursó una denuncia ante el Gobierno argentino a raíz de la cual Ekin fue clausurada por la Policía argentina los días 8 y 9 de noviembre, siendo Irujo arrestado y conducido a comisaría, sin cargos, donde permaneció detenido durante horas. Tras un violento interrogatorio, la Policía retuvo, a petición de la embajada de España, las galeradas de la obra de Ansaldo e incautó otros títulos y material de la sede de la editorial. En esta misma línea, Ekin chocó con las instituciones culturales vascas en Euskal Herria que, controladas por el régimen, cerraron las puertas a los libros de la editorial del exilio. Por ejemplo, cuando el bibliotecario de la Diputación de Bizkaia decidió en enero de 1954 adquirir la obra completa de la editorial, una contraorden de venta echó por tierra la operación.

Ekin publicó 120 títulos entre 1942 y 1978, lo cual hace una media de más de tres libros anuales. El historiador Andrés Mañarikua en una alocución en la Universidad de Oñati en 1978 con motivo del relanzamiento de Eusko Ikaskuntza tras cuarenta años de represión, dijo que “en esos años oscuros, la obra de la Editorial Ekin ha sido un faro de luz en la oscuridad”. Hoy, desde 2015, María Elena Etcheverry, viuda de Andrés Irujo, ha emprendido la tarea de reanudar la labor editorial de Ekin con la publicación de tres obras en la Biblioteca de Cultura Vasca en 2015, Contraviaje. De Nueva York a Gernika pasando por Berlín, novela histórica de Aran-tzazu Ametzaga que sale a la luz con motivo del 80 aniversario de la constitución del Gobierno del lehendakari Agiirre de 1936; La historia de Radio Euskadi (guerra, resistencia, exilio, democracia) de Leyre Arrieta; y Martin Ugalde. Cartografías de un discurso, de Larraitz Ariznabarrieta.

Zorionak Ekin!

El autor

Álvaro Navajas, el padre del Derecho civil guipuzcoano

La aprobación y entrada en vigor el pasado año de la Ley de Derecho Civil Vasco ha dado pie a recordar el trabajo de estudiosos que realizaron aportaciones fundamentales en este campo. Uno de ellos, a veces olvidado, fue Álvaro Navajas.

Un reportaje de Francisco de Borja Iriarte Ángel

El fallecimiento el pasado 18 de octubre de Adrián Celaya -quince días después de la entrada en vigor de la Ley 5/2015, de 25 de junio, de Derecho Civil Vasco- y la multitud de homenajes que ha recibido por su labor en la promoción del Derecho civil vasco abre la puerta a reflexionar sobre otros autores que, en tiempos más complicados que los actuales, también se dedicaron a su estudio y promoción.

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Exposición sobre el Derecho Civil Vasco, en el Colegio de Abogados de Bizkaia, en noviembre de 2014.

 

Entre ellos es especialmente destacable la figura del injustamente olvidado en algunos ámbitos Álvaro Navajas Laporte, estudioso del Derecho guipuzcoano, y casi podemos decir, el padre de su modernización, pues su obra se inicia en los años setenta del pasado siglo, cuando muy pocos eran los preocupados por la cuestión; y creo que he dicho bien que se le puede considerar el padre del Derecho guipuzcoano como hoy lo conocemos, pues en una mención absolutamente fuera de lo habitual, el Preámbulo de la Ley 3/1992 cita expresamente su nombre al hablar del “gran jurista guipuzcoano don Álvaro Navajas” en relación con la materia que con tanta pasión había estudiado; cita que se reproducirá en la Exposición de Motivos de la Ley 3/1999, que por primera vez lo positivizaba de manera extensa. Creo que solo estas dos menciones del legislador nos sirven para poner su figura en el lugar que le corresponde.

Nacido en San Sebastián en 1942, fue hombre polifacético: abogado, historiador, conferenciante, profesor e investigador del Derecho, incluso anduvo metido en política, llegando a ser candidato a senador para las Cortes Constituyentes por Demócratas Independientes Vascos (Unión Foral Para La Autonomía), candidatura próxima a la Unión de Centro Democrático.

En aquella época agitada de la transición participó en los primeros trabajos de restauración del Derecho foral público en la Comisión de Régimen especial para Bizkaia y Gipuzkoa que inició los trabajos para la devolución del Concierto Económico a las provincias traidoras, institución que, como podemos ver casi cuarenta años después, es parte fundamental de nuestro autogobierno; participación que resultó a corto plazo infructuosa, pues la reintegración del Concierto se consiguió posteriormente y por otros motivos, pero que nos sirve como ejemplo de su preocupación por los problemas de su gente. Fue en esta institución en la que coincidió por primera vez con Adrián Celaya, con quien posteriormente le uniría una fecunda amistad. También en esa época escribió la carta al director de El Diario Vasco titulada La reintegración foral, fechada el 19 de agosto de 1976, en la que abogaba por la reintegración democrática como paso previo a la solución del problema estatutario; es decir, que tenía claro el futuro en tiempos que podemos definir como complejos, apostando por la democracia cuando aún no existía el Estado de Derecho y tratando la cuestión del Estatuto en momentos en que era tabú en ciertos ámbitos.

Todo un personaje de nuestro pueblo que requeriría un estudio más profundo que el que aquí cabe hacer; quizás la mejor definición sea la que le hizo Adrián Celaya en el homenaje que le tributó la Sociedad de Estudios Vascos en Donostia en 1993: un Señor, y un auténtico jurista, alguien que no sólo tiene un título académico, sino que siente profundamente la inquietud por los valores superiores del mundo del Derecho, la justicia, la seguridad, el progreso social.

Realizó sus estudios medios en el Colegio del Sagrado Corazón de San Sebastián y la carrera de Derecho en las facultades de Madrid y Valladolid, para concluir obteniendo el grado de doctor en la Universidad de Zaragoza.

Tesis doctoral Fue su tesis doctoral La ordenación consuetudinaria del caserío en Guipúzcoa publicada en San Sebastián en 1973 -y reeditada por la Academia Vasca de Derecho en 2009 con prólogo del gran jurista guipuzcoano José María Aycart Orbegozo- un auténtico hito en los estudios del Derecho foral guipuzcoano y, en cierto modo, un hito en el ámbito universitario vasco, pues como dice en el prólogo a la edición original el entonces Decano de la recientemente constituida Facultad de Derecho de San Sebastián, Padre Martínez Días, S. I., se la podía “considerar, con toda razón, como la primera tesis doctoral de nuestra Facultad” a pesar de que había sido defendida en la Facultad de Derecho de Zaragoza debido a que nuestra facultad aún no podía conferir el título de doctor.

Esta obra supuso el reconocimiento escrito de la existencia de una costumbre inveterada en ese territorio que había hecho que en territorio regido por el Código civil superviviesen reglas específicas -y radicalmente opuestas a las del Código- para la transmisión del patrimonio familiar, en este caso, el caserío. Es un placer recorrer sus páginas y ver el minucioso estudio realizado, pues comprende desde el inicio de la Edad Media hasta los tiempos de su edición, siendo destacable el apéndice documental -114 documentos- que demuestran que Álvaro Navajas buceó en toda su profundidad por los archivos guipuzcoanos.

Dentro de La ordenación es destacable la parte que dedica a lo sucedido después de la entrada en vigor del Código civil relatando cómo por medio de la mejora en los testamentos y escrituras de capitulaciones matrimoniales los titulares de caseríos guipuzcoanos -a pesar de que su número había ido disminuyendo por los efectos de la revolución industrial- seguían consiguiéndose soluciones similares a las existentes en otros territorios para la conservación sin fragmentación de la propiedad agraria familiar; conclusiones que se basan en una minuciosa encuesta realizada a los más destacados operadores jurídicos del territorio.

Además de esta magnífica obra tiene otras relativas al Derecho civil vasco de gran importancia, como Los ordenamientos jurídicos civiles en Guipúzcoa: pasado, presente y futuro, publicado en el boletín de la RSBAP en la que ya plantea las posibilidades que supone para el Derecho civil vasco el marco competencial derivado de la Constitución y el Estatuto de Autonomía y las facultades que de ellos se derivan para su conservación, modificación y desarrollo o La actualización del Derecho civil vizcaíno: un reto, publicado en la revista del Colegio de Abogados de Bizkaia en 1986 y en el que demuestra que su profundo conocimiento del derecho de este territorio, así como su opinión favorable a la creación de un nuevo Derecho civil vasco que supere los anteriores Derechos territoriales. Junto a estas, Organización jurídica de la familia campesina guipuzcoana, El Derecho Guipuzcoano, El concepto de Derecho en el Fuero de San Sebastián, Ámbito territorial del fuero y su posible ampliación, son otras de sus obras centradas en el Derecho de Gipuzkoa.

Pero no solo se dedicó al Derecho privado, sino que también escribió sobre cuestiones de Derecho público relacionadas con los fueros; así su comunicación Unas reflexiones en torno a la interpretación del artículo 149 de la Constitución Española de 1978 presentada al Primer Congreso de Derecho Vasco que se celebró en San Sebastián en 1982 es de lectura recomendada en estos tiempos en que se oyen voces que cuestionan el Concierto Económico, pues realiza atinadas apreciaciones en relación con la Disposición Adicional Primera de la Constitución, su génesis y su sentido como cláusula de garantía de la autonomía, al decir que “La ‘idea de Derecho’ que podría desprenderse de esa Disposición Adicional, tal y como ha quedado redactada, es que las Comunidades vascas deberán ser objeto de un tratamiento específico en materia autonómica, es decir, son Comunidades Autónomas a las que se les reconoce un derecho preexistente”. Igualmente sobre cuestiones de derecho público escribió en La representación territorial de los Territorios Históricos en la Comunidad Autónoma. Una digresión sobre el artículo 39 del Estatuto, en el que se adentra en la complicada cuestión del encaje institucional del País Vasco y las relaciones entre los órganos comunes -Gobierno y Parlamento- con los territoriales -Juntas Generales y Diputaciones Forales-, tratando una cuestión que recientemente ha vuelto a la actualidad. Toda esta obra académica la simultaneó, no lo olvidemos, con una dedicación de primer nivel al ejercicio de la abogacía en los colegios de San Sebastián, Pamplona y Madrid, siguiendo las reglas profesionales y la planta judicial de la época, para cuya constatación basta con acudir a los repertorios de jurisprudencia.

En resumen, un grandísimo jurista al que su prematura muerte a los 47 años privó de asistir a la evolución del Derecho civil vasco, empezando por las leyes de 1992 y 1999 -especialmente ésta, que convirtió en Derecho positivo, con las garantías de seguridad jurídica y vigencia futura que ello supone, su amado Derecho guipuzcoano- y siguiendo por la reciente Ley 5/2015 que supone el establecimiento de un auténtico Derecho civil vasco aplicable a todos los avecindados en la Comunidad Autónoma. Temprana muerte que privó de su presencia no solo a su familia, sino que también nos privó a los más jóvenes interesados en el Derecho vasco de la oportunidad de recibir su conocimiento en directo y no sólo a través de su obra escrita; pero como esto es lo que nos queda, tendremos que profundizar en ella.