La Amatxo de Begoña y su santuario han sido siempre un mito emblemático del nacionalismo vasco confesional y un lugar para buscar ayuda en los momentos duros
Por Jesús de Garitaonandia
BILBAO-BEGOÑA. EL culto mariano en el País Vasco tiene una larga y profunda tradición que se plasma en los santuarios dedicados a la Virgen como patrona de las diversas regiones y municipios de Euskal Herria. Yo añadiría que en todos estos santuarios se respira un espíritu regionalista y vasquista muy profundo. De ese espíritu vasquista da buena cuenta el bello himno compuesto por la pluma de Juan José Pérez Ormazabal (posteriormente conocido por sus exaltadas loas patriótico-españolistas) que canta las glorias marianas de Euskal-Herria: «Reina y Madre de Vasconia / que en Aranzazu reináis sobre un espino/ y en Begoña sois estrella del marino / y en Estíbaliz sois miel…/ En solemnes Asambleas / y ante el árbol de los Fueros / renovaban sus Junteros / su fidelidad a Vos; / también hoy los vascos tienen/ sus amores en Vos fijos…/ Firme y recia como el tronco / de los robles de la sierra/ la fe de la vasca tierra / se mantuvo siempre en pie. / Vientos de falsos errores / hoy la baten a porfía, / oh, Reina de Euskal Herria, / vigorizad nuestra fe… (BOOV,15-XI-1935).
Aquí en Bizkaia, la Virgen de Begoña y su santuario han sido siempre un mito emblemático del confesional nacionalismo vasco. Ni las adversas circunstancias de la guerra amortiguaron su atracción y vigencia. Todo lo contrario, las tristes circunstancias de la guerra animaban más a los vizcaínos a visitar a la Madre de Dios de Begoña para pedir su ayuda y protección:
El día 6 de octubre de 1936, en la iglesia de Santa María de Begoña y, concretamente en su camerino, ante el Santísimo Sacramento, don José Antonio de Agirre y Lekube, formuló un juramento solemne de fidelidad a la Iglesia y a Euskadi, y de ofrenda de su vida a esta causa, horas antes de ser elegido Presidente del Gobierno de Euskadi en Gernika.
El 28 de marzo de 1937, dos días antes del comienzo de la feroz ofensiva de Mola y tres meses antes de la caída de Bilbao, el santuario de Begoña convoca en sus aledaños a miles de ciudadanos vascos que celebran el Vº Aberri Eguna a los pies de la patrona de Bizkaia.
Muchos gudaris antes de salir al frente acudían a Begoña a bendecir las banderas de sus batallones y a pedir la protección de la Amatxo de Begoña.
Normalidad Esto lo confirma un sacerdote que debe su vida a los nacionalistas vascos y que más tarde llegaría a obispo, Rafael García de Castro, escribe así: «La barbarie roja y separatista, que durante once meses ha sometido a la Villa a su yugo tiránico, respetó la imagen para continuar la abominable farsa del pretendido catolicismo de la llamada República Vasca y hasta pretendió teñir de cierto tinte separatista vasco la devoción a la Virgen de Begoña, celebrando, bajo el dominio del Gobierno de Agirre, diversas solemnidades religiosas en aquel santuario, con motivo de la salida al frente y bendición de banderas del llamado ejército vasco».
En este momento histórico ocurrieron una serie de hechos que sacaban de quicio a los franquistas y a todos los que se pusieron a favor de la rebelión militar del 18 de julio. Enumero aquí algunos de estos hechos:
Durante once meses seguidos, a partir de la rebelión militar franquista, el culto y la vida religiosa parroquial se desenvolvieron en la iglesia de Begoña con absoluta normalidad. Esta normalidad se podía extender a todo Bizkaia.
El Gobierno vasco se puso del lado de la República porque era un gobierno legítimamente Sigue leyendo La visita ejemplarizante de Franco a Begoña el 20 de junio de 1937.