¿Disfraz de Carnaval o de actriz porno?

La niña nos salió blanca, como una baguette de media cocción. Aprovechando su palidez y las ojeras, que venían de serie, le he sugerido que se disfrace de muerta viviente y eso que nos ahorramos, pero no hay tutía. Dice que quiere ir de cohete espacial. Así que apenas me quedan unas horas para confeccionar, con foam y un par de botellas de plástico a modo de propulsores, lo que a la NASA le lleva décadas de trabajo e investigación. Con lo fácil que habría sido tunearla de princesa o reina. Pero no nos vamos a engañar, la familia real está muy devaluada y los niños, de plantarse una corona, prefieren la del Burger King. Al crío, como aún no sabe hablar, le calzaremos unas deportivas, colgaremos su foto en Twitter y le diremos que va del hijo de Shakira y Piqué.

El padre de las criaturas, en un alarde de originalidad, se ha empeñado en embutirse en las mallas de Superman. Les advierto, por si se lo cruzan, que la imagen puede herir su sensibilidad. Como el traje trae bíceps y abdominales acolchadas se lo quiere poner a diario debajo de la ropa y ahí ando, convenciéndole de que ya no tiene edad para marcar musculitos. La que lo tengo crudo soy yo, porque los disfraces femeninos no vienen con tetas incluidas, pero sí con escote. Sea de monja, enfermera o troglodita, hay chicha al aire por todos lados. Que no sabe una si va al Carnaval o a rodar una peli porno. Por cierto, a ver si en el sector se ponen al día. No hay más que ojear el periódico para enterarse de que los ladrones ya no llevan antifaz, sino traje y corbata.

A lo Mariló(co) se vive mejor

No lo parecía, porque siempre ha ido marcando paquete, pero Superman los tiene cuadrados. No va el tío y deja el periódico en el que lleva toda la vida trabajando precisamente ahora, con la que está por caer. Al autor del cómic definitivamente se le ha ido la olla. Una cosa es que nos creamos que un reportero vuela y otra, que nos vaya a colar que se marche del curro por su propio pie. Si fuese por un ERE… Con esta pedazo de crisis, dar plantón a los jefes es mucho más inverosímil que tener un superpoder. Vamos, que esto no hay kryptonita que lo justifique. Encima, dice que lo hace para conservar su independencia como periodista. Está mal que servidora se ría, pero permítanmelo, por mí y por todos mis compañeros: ja, ja y requeteja. De seguir su honrado ejemplo, más de un medio cerraría por falta de personal.
 
Tras la hecatombe, quizás sobreviviría Mariló Montero, que va tanto a su bola que la ha vuelto a liar parda. La presentadora de TVE se preguntó en directo si alguien querría recibir el hígado, el pulmón o el corazón de un asesino y concluyó: «No está científicamente comprobado, pero nunca se sabe si ese alma está trasplantada también en ese órgano». Joé, cómo anda el patio. Ahora que lo pienso, no sé si me flipa más que el de las mallas azules abandone su trabajo o que Mariló conserve el suyo. «Salud y suerte», se despidió la periodista. Para suerte, la tuya, guapa.

El gen torpiño

No hay lugar a dudas. Lo ha heredado. Por más huevos Kinder que le ofrendé a Santa Clara, la niña tiene el gen torpiño desarrollado. No tanto como su padre, pero haberlo, haylo. El otro día, sin ir más lejos, con un sutil toque de cuchara consiguió salpicar de puré de acelgas, además de sus pestañas y el mantel, dos azulejos, el reloj de pared, el entrecejo de su padre, mi pelo recién planchado y la tortuga, que desde entonces sufre estrés postraumático y no sale del caparazón. Pena que ya no se lleve el gotelé, porque la cría tendría el futuro asegurado. Tanto hablar del efecto mariposa y es el efecto catapulta el responsable del desaguisado. Y todo ello a menos cinco. Cuando ya tienes el bolso colgado y las llaves en la mano.

A veces padre e hija se conjuran. Creo que quieren desquiciarme y que eche espumarajos por la boca para grabarme y colgar el vídeo en Youtube. La última vez que lo han intentado la bendita se dibujó un graffiti con un rotulador velleda punta gorda en su pijama blanco. No traten de hacerlo en sus casas. Les aseguro que en los tejidos no se borra con la mano. Si frotas mucho, a lo sumo, logras difuminarlo. Así lo eché al cesto de la ropa, con la esperanza de que la lavadora hiciera algo. Pero él y su calzoncillo bermellón de Superman -lo de Superman es un decir- acabaron de rematarlo. Ahora no sé si se parece más a la camiseta ketchup del Athletic o a un diseño de Custo. Aun así, no podrán conmigo. Para combatirles he decidido plastificarlo todo. Vale que las bragas de hule rascan, pero es lo que hay.