Para mago, Tamariz

http://www.youtube.com/watch?v=ePyUXs4pr2UNo es que desconfíe de los orientales -aunque ellos nos escolten por los todo a cien-, pero hay Magos de allí que dejan mucho que desear. Y si no, que se lo pregunten a esa niña de cuatro años a la que los Reyes le han traído un pijama talla L. «Mejor que le quede holgado», se delata amama. ¡Pues como no se lo ponga cuando vaya de Erasmus! Para más inri, le han dejado una Barbie de marca blanca y ha sido peinarle las extensiones y salirle la cabeza disparada como un corcho de cava. La verdad, nos hemos partido de risa. Todos menos la cría, que enarbolaba el cuerpo decapitado como una antorcha y no le encontraba la gracia.

Por si fuera poco, el micrófono de oferta venía sin pilas. Eso les pasa por subcontratar a los pajes reales. Por supuesto, el tornillo era de estrella y las pilas, de las raras, porque destripamos todos los aparatos, incluido el marcapasos de aitite, y nada. Al final, hubo que recurrir al chino de guardia. Total, tanto esfuerzo para que la niña cantara Pintto, pintto. Si al menos hubiera pronunciado un discurso… No es tan difícil. Patxi López lo hizo.

Luego llegó el amigo invisible. Invisible porque le borrarías de un guantazo la cara. Tú, que te has gastado cuatro euros en un cortapelos de nariz, y él te obsequia con el calendario de un wok. Para colmo tu suegra saca un roscón de bizcocho armado con unos piedros de colores incrustados. Yo creo que lo tenían congelado desde 2008, como los salarios. Vamos, que estoy que fumo en pipa, pero figuradamente, no me vayan a denunciar por ahumarles la columna.

Feliz falsedad

Dicen que en Navidad hay que hacer el bien, pero confieso -bajo riesgo de ser sepultada en carbón- que desde que planté el abeto miento más que hablo. Y ustedes no se hagan los angelitos. Si tienen niños, seguro que también los han engañado. ¡Es tan tentador! Que si Olentzero tiene más cámaras para verte que Gran Hermano, que si debes dejarles tu chupete a los Reyes para que te traigan regalos… Los chantajes, eso sí, sólo funcionan con los pequeños. Intentarlo con preadolescentes está contraindicado. A no ser que quieran oír un humillante: «Cómprame la Wii y no me ralles».

Aunque quisieran ser sinceros, a los padres no les queda otra que inventar. De alguna manera hay que justificar esa lista de personajes navideños más larga que la del paro. Para liar más la cosa, algunos usan varios nicks, como Papa Noel, alias Santa Claus o San Nicolás. ¿Acaso Interpol no piensa investigar por qué cambia tanto de identidad? ¿Será un explotador de elfos? ¿Dónde demontres están los sindicatos? ¿Y por qué conduce Rodolfo -el reno, no el langostino- con esa sospechosa nariz roja? ¿Nadie le va a hacer la prueba del alcohol?

Confusos, los hijos preguntan quién es ese chico negro que se pela de frío a las puertas de un centro comercial y a uno no le queda sino improvisar. De esta me hago bertsolari y eso que para los belenes aún no tengo explicación seglar. «Ese no es un payaso, es el rey Juan Carlos», discuten frente a un nacimiento de plastilina dos canarros y esperan mi dictamen. Menos mal que sonó la campana.