A lo Mariló(co) se vive mejor

No lo parecía, porque siempre ha ido marcando paquete, pero Superman los tiene cuadrados. No va el tío y deja el periódico en el que lleva toda la vida trabajando precisamente ahora, con la que está por caer. Al autor del cómic definitivamente se le ha ido la olla. Una cosa es que nos creamos que un reportero vuela y otra, que nos vaya a colar que se marche del curro por su propio pie. Si fuese por un ERE… Con esta pedazo de crisis, dar plantón a los jefes es mucho más inverosímil que tener un superpoder. Vamos, que esto no hay kryptonita que lo justifique. Encima, dice que lo hace para conservar su independencia como periodista. Está mal que servidora se ría, pero permítanmelo, por mí y por todos mis compañeros: ja, ja y requeteja. De seguir su honrado ejemplo, más de un medio cerraría por falta de personal.
 
Tras la hecatombe, quizás sobreviviría Mariló Montero, que va tanto a su bola que la ha vuelto a liar parda. La presentadora de TVE se preguntó en directo si alguien querría recibir el hígado, el pulmón o el corazón de un asesino y concluyó: «No está científicamente comprobado, pero nunca se sabe si ese alma está trasplantada también en ese órgano». Joé, cómo anda el patio. Ahora que lo pienso, no sé si me flipa más que el de las mallas azules abandone su trabajo o que Mariló conserve el suyo. «Salud y suerte», se despidió la periodista. Para suerte, la tuya, guapa.

Cabr(et)ón

Podría haber escrito de las espantadas de Ares o Javi Martínez, del último bolo de Ruiz-Mateos o de que Urdangarin está en Barcelona de brazos cruzados, pero desde que se supo que los restos óseos hallados en Las Quemadillas podrían ser de los niños Ruth y José estoy de muy mala hostia. Y perdonen ustedes por el taco. Por más que he tratado de evitarlo buscando otros términos en el diccionario, indignada se me quedaba corto y enojada, no digamos.

Estoy cabreadísima, digo, primero, con el presunto asesino y maltratador, que llevaba toda la vida machacando a su mujer hasta que la ha matado en vida -supuestamente, claro- de la manera más cruel posible. Cabreadísima también con la o los responsables de la presunta cagada, consistente en determinar que los huesos correspondían a animales y punto pelota. Para qué contrastar. Se habla de «error científico», de que hasta «el mejor escribano comete un borrón» y aquí paz y después gloria. Ni un ademán de depurar responsabilidades. Cabreadísima, ya puestos, con el sistema, que protege al presunto hasta el punto de asignarle una escolta antisuicidios, pero es incapaz de preservar la integridad de estos y otros menores.

Ya sé que estamos en un Estado de Derecho y bla-bla-bla, bla-bla-bla, pero seis y dos años, joder. Ellos sí que eran inocentes, sin lugar a dudas. Sus ángeles de la guarda debieron ser despedidos por incompetentes. Menos mal que un terrenal forense vino, en pleno agosto, a poner fin a la agonía. Si no, ¿cuánto se habría prolongado?