Papa llama… a ese cura de Jaén

Ocupado como está en hacer recuento de curas pederastas –ya puesto, podía denunciarlos ante la justicia humana, que luego, si eso, ya actuará la divina–, Francisco no debe tener tiempo para ver vídeos en Youtube. Si no, quizás se habría topado con el del cura de Canena, en Jaén. Ese que ha dicho que hace treinta años «a lo mejor un hombre se emborrachaba y llegaba a su casa y le pegaba a la mujer, pero no la mataba como hoy» porque «tenía una formación cristiana» y «sabía que había un quinto mandamiento que decía no matarás». Sin embargo, no hay ninguno que especifique que no se puede golpear o violar a la esposa mientras esta siga respirando, así que ancha es Castilla. Tampoco hay letra pequeña alguna que indique que no se la debe amenazar o humillar, algo que mata mucho por dentro aunque no deje moratón.

Me queda la duda de si, por seguir a pies juntillas los mandamientos, los hijos de los maltratadores tienen que honrar a sus padres, aunque de cuando en cuando también ellos reciban un pescozón. ¿Y qué explicación tiene el párroco para los sacerdotes pederastas? ¿Por qué cometieron actos impuros –por llamarlo finamente– si lo prohibía el sexto mandamiento? ¿Y acaso no mintieron, en contra del octavo, quienes los encubrieron? Quizás lo aclare el párroco en otra homilía antes de que el Papa llame para hacer la tan necesaria criba entre su personal.

Obispócrita

Malpensados, más que malpensados. El obispo flotante a una señora pegado asegura que no es lo que parece. Aunque lo mismo le juró el marido a la amiga de Rafaela Carrá cuando se encontró a una mujer en el armario, ¡qué dolor!, ¡qué dolor! Lamenta el prelado argentino que adosarse a una fémina como el difunto pulpo Paul «pueda haber dado lugar a malas interpretaciones». Perdone, monseñor, pero se ha arrimado usted tanto que no ha dejado mucho espacio a la imaginación. Vamos, que descartados los ejercicios espirituales acuáticos y la confesión submarina, estaba usted teniendo una experiencia religiosa a lo Enrique Iglesias sí o sí.

Que no es que yo tenga nada que objetar, pero al menos no sea hipócrita y admítalo. «Es una amiga de la infancia», dice. Ya. Y en preescolar se quedaron con ganas de jugar a médicos, ¿no? «Prácticamente la conozco desde que tengo uso de razón y las imágenes solo se explican en el marco de una larga amistad». No insista, por favor, que ya nos ha quedado claro que no es usted de esos de aquí te pillo, aquí te mato.

Si la explicación que se echa en falta es precisamente la que no ha dado. Porque como presidente de Cáritas Latinoamérica se hace un poco raro que se pegue esas vacaciones. Se le debió olvidar aquello de predicar con el ejemplo cuando dejó el báculo y la mitra en el guardarropía del hotel de lujo donde dicen que se alojó. A usted lo de misionero le debe de sonar a una postura.