La exclusiva aldea prerromana de Santa Trega de «A Guarda», estratégico control de la desembocadura del Miño

Cuentan que los peregrinos y peregrinas encuentran en su caminar, en el Camino Portugués por la Costa, el Castro de Santa Tecla (en gallego, Santa Trega), una aldea prerromana que fue ocupada por comunidades indígenas de origen celta, en la época situada entre el siglo 1º antes de Cristo y el 1º después de Cristo. El asentamiento, en realidad, era insuperable en aquellos tiempos de conflictos entre los clanes celtas; desde los 340 metros de Santa Trega sus habitantes poseían un control excelente sobre el estuario del Miño, su valle y el territorio periférico, dominando el tráfico marítimo y fluvial, las explotaciones auríferas de los montes de «A Groba» y, también, como defensa de invasores.   


El castro de Santa Trega se encuentra, en el monte del mismo nombre, en el Camino Portugués, luego de atravesar el río Miño desde Caminha (Portugal) al barrio Couto de «A Guarda». El itinerario jacobeo bordea a media ladera la cumbre donde se ubica el castro gallego, que fue abandonado paulatinamente una vez que los romanos consiguieron dominar el territorio para «trabajar» las minas de oro de las proximidades. Hasta entonces, la ciudadela prerromana estuvo habitada por unos cinco mil habitantes, los cuales se dedicaban a la agricultura, la ganadería, la pesca, y el comercio, siendo considerada como uno de los poblados más habitados de esta zona de Galizia.

El Castro de Santa Trega ocupaba una superficie amurallada de una 20 hectáreas con dos puertas de entrada, con casas circulares para vivir, muy sencillas, recubiertas de elementos vegetales, otras para almacenar grano o como taller de alfarería, herrerías u oros oficios; todas ellas decoradas con colores azules y blancos. El conjunto de estas construcciones estaban dispuestas en bloques o grupos con un patio común, compartiendo depósitos de agua y un pozo donde se «atesoraban» los desperdicios..

Mas arriba del castro se encuentra un Viacrucis creado por el escultor valenciano Vicent Mengual, donde se celebra la Procesión del Voto, el último sábado del mes de agosto, como consecuencia de una tradición que se festeja desde 1355 por haber librado Santa Tecla  de la Peste Negra a los habitantes del entorno.  

La «Procesión de los Amortajados» del pueblo leonés de Quintana de Fuseros

Cuentan que en el Camino Olvidado de la Montaña, en la localidad de Quintana de Fuseros, del municipio de Igüeña (comarca del Bierzo) en León, se celebra la «Procesión de los amortajados» el día 3 de mayo en la Fiesta de la Cruz. Esta es una extraña tradición a la que acuden personas de diferentes localidades, las cuales afirman haberse librado de la muerte gracias a la mediación milagrosa del Cristo de la Cabaña (en la foto adjunta la ermita del Santo Cristo) habiendo padecido alguna enfermedad, accidente grave o trance fatal. Así, los devotos afectados, en agradecimiento al Cristo, asisten a los actos religiosos, que se celebran en la festividad de la Santa Cruz, vestidos con el sudario que llevarían en el caso de haber fallecido. La Cofradía de las Ánimas del Cristo de la Cabaña, una hermandad de origen desconocido que se menciona en documentos del Marqués de la Ensenada en 1752, era quien se encargaba de organizar toda esta ceremonia, acompañando a la procesión muchos de los habitantes de la localidad berciana ataviados con vestimentas para ser enterrados. 

La «Procesión de los amortajados» no es la única del territorio de León. Se mencionan otras semejantes, las cuales, paulatinamente, han desaparecido como, por ejemplo, la de Nuestra Señora de la Asunción, del barrio de La Garandilla en el municipio de Valdesamario; la de la Virgen de La Carballeda, de Val de San Lorenzo; la de La Trinidad, de La Cuesta, o la de la ermita de Santa Elena, de Felechares de la Valdería, del ayuntamiento de Castrocalbón. En Galizia, subsisten «Las Mortajas» de la Puebla de Caramiñal (La Coruña) y la procesión de «Los Ataúdes» de  Santa Marta de Ribarteme (Pontevedra), prohibida este año por el párroco de la localidad por considerar que una tradición religiosa no puede convertirse en un mero espectáculo. En la provincia de Zamora existe también la de «La Procesión del Santo Entierro» en Bercianos de Aliste, que se celebra desde el siglo XV, aunque no es igual a la de Quintana de Fuseros.

La celebración de la «Procesión de los amortajados» se inicia muy de mañana con la reunión de los amortajados y familiares en la iglesia parroquial, que inician la marcha de la comitiva con la Virgen del Rosario. Los hombres abren la romería llevando velas encendidas y acompañando a los amortajados vestidos con túnicas blancas y moradas. Poco después, las mujeres caminan junto a las amortajadas, distinguidas con túnicas y toquillas de colores rosas y azules. Todos desfilan en silencio hasta la ermita del Cristo de la Cabaña, donde oyen Misa.

La ceremonia continúa después regresando a la iglesia parroquial de San Claudio acompañando la figura del Cristo de la Cabaña, con el sudario y los crespones morados a hombros de los devotos, escoltando a la Virgen del Rosario. Las dos imágenes permanecerán en la parroquia de Quintana de Fuseros hasta la festividad de San Isidro (15 de mayo), día en el que el Cristo de la Cabaña será, de nuevo, sacado en procesión para bendecir los campos y retornar a su ermita.

Quintana de Fuseros fue conocida antiguamente por Taurón y, según la tradición, fue un emplazamiento de Los Templarios en este territorio del Bierzo alto. Las señales de antiguas explotaciones auríferas romanas son muy numerosas en los alrededores e incluso existen emplazamientos mineros de nativos astures anteriores a la dominación romana.

Los «Cruceiros», la dimensión oculta del carácter del alma, la magia y la fascinación gallega

Cuentan que las peregrinas y peregrinos encuentran en los incalculables caminos a Santiago una de las expresiones más peculiares de la arquitectura popular gallega; los «cruceiros»; en realidad, son la dimensión oculta del carácter del alma, la magia y la fascinación gallega. Decía el insigne Castelao, impulsor del nacionalismo gallego y estudioso de los «cruceiros», que «Onde hai un cruceiro, houbo un pecado». Se refería a detalles de la simbología de los «cruceiros», que tienen su origen en los Celtas, los antiguos pobladores de Galizia, de viejos cultos a dioses paganos, homenajes a muertos o ánimas, poderes sanadores, enterramientos de «anxeliños» sin bautizar o lugares donde se celebraban ritos satánicos de «meigas». 

En su momento, el Cristianismo convirtió, mediante advocaciones a Jesucristo, la Virgen y los santos, toda esta simbología pagana enlugares sagrados y, además, en un rico patrimonio etnográfico y cultural de la arquitectura popular de Galizia, donde se calcula que hay unos 15.000 «cruceiros». No sólo los hay en Galizia pues también los encontramos en numerosos territorios de la península. En Euskadi, por ejemplo, en Laudio Llodio (Araba), Gernika, Elorrio y Bilbao (Bizkaia), Zarautz y Zumaia (Gipuzkoa) y Etxalar, Iruña Pamplona, Esteribar, Olite, y Gares Puente La Reina (Navarra).

Los «cruceiros» son, básicamente, una cruz situada en lo alto de un varal de piedra o una columna y, aunque los hay de diferentes tipos, puede decirse que los clásicos son los formados por una plataforma, basa, fuste, capitel y la cruz. Habitualmente, están situados en los cruces de los caminos, en encrucijadas que simbolizaban mágicas entradas a otros mundos, donde se desconoce con quien te vas a tropezar y si, precisamente, en ese lugar puedes encontrar un peligro; de ahí la función protectora que a los «cruceiros» se les ha otorgado.

Los ejemplos de «cruceiros» son muy variados y comprenden desde la sencilla cruz hasta esculturas llenas de riqueza y solemnidad, como el de la localidad Cangas de Morrazo  (Pontevedra), en la parroquia de Hío, un espectacular «cruceiro» barroco del maestro José Cerviño, que modeló su obra en un único bloque de granito. La escultura simboliza en lo alto el descendimiento de Cristo de la cruz, con la Virgen María y San Juan, junto a José de Arimatea y Nicodemo, en una escena rebosante de autenticidad. Más abajo, la Virgen María pisa la cabeza de la serpiente, Adan y Eva desnudos, y la imagen de los arcángeles. En la base de la columna aparecen hornacinas con las ánimas del purgatorio, Cristo resucitado junto a su madre y, de nuevo, Adán y Eva quemándose en las llamas del limbo por haber cometido el pecado original, origen de la salvación por crucifixión de Cristo.

En la provincia de Lugo, en la «Terra Chá»  ––Tierra Llana del Miño— que se cruza en el Camino del Norte, encontramos «cruceiros» unidos a multitud de historias, como, por ejemplo, el de Lousada, donde una cruz de piedra indica que allí «uno asesinó a Vicenta Balsa en 1901»; otro en Abadín construido para «escarmentar o trasno e santificar el lugar»; también en Vilalba, otro en la parroquia de Corbelle, en el lugar donde, según dicen, se apareció Satanás.

Según la tradición, si depositamos una piedra en la base de los «cruceiros» que encontramos en los Caminos de Santiago el peregrino o peregrina se asegura la posibilidad de regresar a Galizia.