Mari, la Dama de Anboto que enamoró al Señor de Bizkaia

Cuentan que Bilbao, la capital del mundo, fue fundada por el Señor de Bizkaia, Don Diego López de Haro V mediante la «Carta Puebla» fechada en Valladolid el 15 de junio del año 1300. Además, Bilbao es, habitualmente, punto de salida del Camino de Santiago de la Montaña Olvidado y final de etapa del Camino del Norte y de la Costa. Dicho esto, una fábula describe, en el origen del linaje de los Señores de Bizkaia, a Don Diego López de Haro como «un excelente montañero» que gustaba recorrer las sierras más emblemáticas del País Vasco tratando de capturar todo tipo de animales. Así, un soleado día se detuvo a descansar en una de las laderas del monte Anboto (1.331 m), una de las cumbres más importantes de Bizkaia, un lugar donde «reside» La Dama de Anboto, el personaje más notable de la mitología vasca precristiana; considerado y personificado como la madre tierra, o la reina de la naturaleza que se encarga de llevar el buen y el mal tiempo a través de las cumbres y comarcas del País Vasco. Fue entonces cuando, según se cuenta, en aquel descanso, el Señor de Bizkaia descubrió a una hermosa mujer de la que quedó enamorado.

Mari, la Dama de Anboto, suele ser representada como una bella dama, de largos cabellos rubios, que suele estar sentada en la entrada de su cueva peinando su larga melena con un peine de oro. Muchas son las leyendas que se cuentan de la Dama de Anboto, que suele tener diferentes hogares, según la montaña que se mencione, pues cada cierto tiempo surca los cielos de cumbre en cumbre, según decida quedarse en el Txindoki (1.346 m), el macizo de Itxina del Gorbea (1,483 m), Oiz (1.026 m) el Mirador de Bizkaia, el Aketegi (1.551 m) o en cualquier otra cordillera del País Vasco; Mari habita donde ella dispone porque, según la tradición, ha sido vista en muchos de los montes vascos. 

El origen de Mari se refiere a que era una preciosa niña, la cual vivía con su madre en una aldea del País Vasco. Un día la madre se enojó mucho con su hija, a la que maldijo: «Ojalá te lleve el diablo»; justo en ese momento, Satanás se presentó apoderándose de la joven mujer y dirigiéndose con ella a la cima de Anboto, desde entonces, donde tiene su principal morada.

Pero volviendo al enamoramiento de Don Diego López de Haro sucedido en el monte Anboto, cuando Mari se acicalaba encima de una peña cantando, Diego preguntó a la mujer quien era y que estuviese callada porque le espantaba la caza. «Soy una mujer de alto linaje» replicó, a lo que el Señor de Bizkaia dijo que era el dueño de aquella tierra y que se casaría con ella; a lo que ella respondió afirmativamente, aunque puso una condición: «tienes que prometerme que nunca te santiguarás en el interior de nuestra casa».

El matrimonio tuvo un hijo y una hija y vivió feliz durante un tiempo hasta que, un día, Don Diego López de Haro olvidó su promesa. Mari, «ipso facto» se alejó con su hija volando hacia el monte Anboto, donde, al lado de la morada de su cueva, existe una pequeña fuente de la que hay que beber si el deseo demandado a la Dama de Anboto quieres que se haga realidad.

Las 10 torturas sufridas por San Tirso «contadas» en la ermita de Ojo Guareña

Cuentan que en el «Vexu Camin» o Camino de la Montaña Olvidado se detallan, a través de pinturas murales en paredes y techos, las 10 torturas sufridas por San Tirso en la ermita del Complejo Kárstico Ojo Guareña en la Merindad de Sotoscueva. Tirso fue un santo asiático, originario del pueblo de Cesarea de Bitinia, martirizado durante la persecución del emperador romano Decio en el año 250. Tiempo después, mercaderes  griegos trajeron algunas de sus reliquias a Emérita Augusta —ya entonces, la Mérida visigoda— y desde esta localidad extremeña su culto se extendió hacia el norte de la península ibérica. Así, en el siglo VII, es posible que mediante el asentamiento de unos eremitas la veneración por San Tirso surgiera por primera vez en el Complejo Kárstico burgalés

Hoy en día, la ermita aprovecha las cavidades de Ojo Guareña para formar la fachada del oratorio, que en la actualidad se llama San Bernabé y San Tirso, porque, posiblemente, debido a las dificultades invernales para celebrar la festividad de San Tirso en enero. Por ello, se  decide introducir y priorizar a San Bernabé y sus milagros en el axioma y celebrar su festividad en junio. 

Volviendo a las 10 torturas de San Tirso, se descubre, según parece, que el santo asiático era un asombroso atleta a tenor de la decena de sufrimientos que hubo de soportar con serena firmeza; seguramente, por el espantoso martirio contado por los monjes medievales para un público analfabeto y deseoso de escuchar las virtudes del estoico tormento por la fe cristiana.

La primera angustia que se puede ver en Ojo Guareña se produce cuando el juez Cumbricio ordena descoyuntar los miembros al santo, pero San Tirso aguanta. Luego, en la segunda, se conmina a los soldados a arrancarle las pestañas, cortar sus párpados y deformarle la cara para que se mofen de él, pero el santo se mantiene firme en su fé cristiana. El magistrado, lleno de ira por el fracaso, decreta que le rompan los dientes y sea azotado, sin embargo San Tirso sigue soportando el martirio. El cuarto suplicio (en la foto superior) es cuando los esbirros echan plomo fundido sobre San Tirso, pero el líquido rebota y salpica a todos los espectadores que se encuentran alrededor. En el quinto tormento el juez establece situar espadas boca arriba para lanzar el cuerpo del santo contra ellas, pero tampoco funciona y San Tirso sale indemne. 

La quinta pena es decretada por otro juez, Silvano, que decide escaldar a San Tirso en una caldera, pero el mártir se encomienda a Dios y el perol se rompe. En el sexto martirio otro togado entra en escena, Baudo, que ordena que aten al santo varón con cadenas y le arrojen al mar, pero unos ángeles le desatan y le llevan a la orilla. La séptima sentencia es más dura pues trasladan al santo al circo para que le devoren las fieras, pero estas se acercaban a San Tirso y le lamían las heridas. De nuevo, la ira del gobernador exige azotarle en el templo de Apolo para que renuncie al cristianismo, sin embargo cuando se ejecuta el castigo las estatuas del templo se desploman.

Llega el último martirio, y los jueces deciden cortar al beato con una gran sierra, pero los dos verdugos no logran su cometido; cuando, de pronto, se escucha una voz indicando a San Tirso que «ha llegado tu tránsito a los cielos». Todos quedan postrados mientras los jueces responsables del martirio expiraban entre horribles padecimientos, los mismos que habían realizado a San Tirso.

La Fuente de la Reana de Velilla del río Carrión, el manantial sagrado de las antiguas tribus Tamáricas cántabras

Cuentan que en el Camino Olvidado de la Montaña, en Velilla del río Carrión (Palencia), los peregrinos y peregrinas encuentran las Fuentes Tamáricas (también conocidas como Fuente de La Reana), citadas por los geógrafos romanos Plinio el Viejo y Claudio Ptolomeo, en los escritos de los principios de nuestra era. Estas aguas se consideraban como el manantial sagrado de las antiguas tribus de la Cantabria,  que habitaron estas tierras en el siglo tercero antes de Cristo. En realidad, sólo es un pequeño estanque de unos veinte metros de longitud y poco más de un metro de profundidad, por donde se desliza el agua. Los romanos transformaron este acueducto en termas sagradas ya que se han encontrado vestigios de origen romano como cerámica y monedas. Al lado del manantial se encuentra la Ermita de San Juan de la Fuente Divina en este campo conocido como La Serna y a la «sombra» de Peña Mayor, de 1.869 metros de altura.

Las fuentes Tamáricas han adquirido un valor histórico muy curioso por la forma intermitente de brotar el agua, descrito desde los tiempos de Plinio el Viejo, el cual relató que, a veces, el manantial se seca durante doce o veinte días, motivo de mal agüero si alguien se acerca por primera vez a contemplarlas secas. Plinio aseguró en su Naturalis Historia que «le sucedió al legado Larcio Licinio, quien fue a verlas cuando no corrían, y murió a los siete días».

La realidad, según se cuenta, la intermitencia del agua se produce al llenarse y vaciarse un depósito natural en una caverna caliza en las montañas cercanas, a través de fisuras entre las rocas, formándose un sifón en algún punto del descenso. Las lluvias y deshielos alimentan este embalse natural, de forma que el mencionado sifón varía su presión, según la cantidad de agua embalsada, por encima de la linea de carga del recipiente. Así, según indican los geólogos, se producen las constantes variaciones del caudal de las Fuentes Tamáricas.

Velilla del río Carrión y sus alrededores fue un lugar de cruce de culturas en el siglo primero. En estos lares se encontraba la ciudad de Tamaria o Kamárica, capital de los cántabros Tamáricos, los cuales habitaban esta zona del norte de la montaña palentina. Los Tamáricos eran un pueblo muy guerrero que presentó una fuerte resistencia a la invasión del Imperio romano, que sólo logró expulsar hacia el norte a estos aguerridos guerreros a base de años de luchas y batallas prolongadas.

El ferrocarril entre Santander y el Mediterráneo, un proyecto que nunca se puso en funcionamiento

Cuentan que en el Camino de la Montaña Olvidado se encuentra el túnel de La Engaña, (en la foto, la entrada del túnel, tapiada, en las cercanías de la población burgalesa de Pedrosa de Valdeporres). Inicialmente, el proyecto surgió con la idea de comunicar mediante ferrocarril los puertos marítimos del Cantábrico con el centro de la península; un deseo que nunca se puso en funcionamiento. En realidad, se trataba de una «antigua idea» nacida en el año 1879 con la intención de enlazar los puertos de Bilbao y Santander, y así obtener un rápido y estratégico enlace en caso de, por ejemplo, conflicto militar. Las obras comienzan en 1886 con el tramo entre Astillero y Ontaneda, que enlazaba en Solares con Santander, pero, una vez puesto en marcha en 1902, todo se atasca al surgir nuevos trazados a través de Burgos, Soria y Zaragoza de forma que el plan ya se comienza a denominar Santander-Mediterráneo. 


En aquellas fechas, los intereses políticos de diversas diputaciones van retrasando las decisiones hasta que en 1908 se presenta una nueva idea, la cual el Ministerio de Obras Públicas aprueba cuatro años después. Pero, de nuevo, la Primera Guerra Mundial «obliga» a cambiar la idea y la estrategia militar establece que la línea pase por Trespaderne y Miranda de Ebro y enlace con Bilbao. Los años van pasando y las dificultades por cambios de ancho de vía se suceden aunque las obras de los seis tramos entre Calatayud y Cidad Dosante, pasando por Soria, Burgos y Trespaderne logran ser finalizadas en 1930.

Pero a partir de Cidad Dosante era necesario atravesar la abrupta orografía montañosa de la frontera entre Cantabria y Burgos mediante incontables túneles y viaductos. Así, de los 32 túneles previsto sólo seis se ejecutaron, siendo el de La Engaña, de 6.946 metros de longitud, el más largo de España. Finalmente, en 1941 el ferrocarril de Santander al Mediterráneo fue nacionalizado y en 1959 se paralizan las obras, se abandona la idea y se desmantelan varios tramos de vías.

En esta abundante y larga historia ferroviaria coinciden demasiadas circunstancias que dieron por inviable un magnífico final: Falta de planificación en el ancho de vía y en su trazado concreto, intereses políticos contrapuestos de diferentes diputaciones y, además, corrupción por parte de especuladores británicos, que también incluían al rey Alfonso XIII, Fernando María de Baviera y Borbón, Guillermo Solms y Rafael Benjumea, ministro de Fomento en la dictadura de Primo de Rivera, los cuales nunca llegaron a declarar siendo, finalmente, sus corruptelas sobreseídas. Toda una acumulación de desastres sin sentido. 

Sin olvidar la mano de obra utilizada a partir de pelotones de presos republicanos, entregados por el régimen franquista para ser empleados en la construcción de La Engaña, en condiciones absolutamente calamitosas, mal alimentados, trabajando hasta la extenuación y sin maquinaria y elementos de construcción adecuados, que originaban accidentes y muertes. 

Hoy en día, todavía resuenan voces considerando la revisión y actualización de este proyecto de ferrocarril, pero la realidad es que los informes y conclusiones nunca se concretan; a pesar de las conclusiones de la Comisión de Transportes del Parlamento Europeo recomendando la terminación de la línea de cara al ahorro energético que supondría.

En el siguiente enlace se encuentra la historia detallada de este fiasco ferroviario:

http://www.fcsm.es/fc.htm

El Roble del Rezadero: Un rosario con sus cinco misterios determina la distancia hasta el pueblo leonés de Yugueros

Cuentan que en el Camino de la Montaña Olvidado, en la etapa entre Cistierna y Boñar (León), poco antes de la localidad de Yugueros, los peregrinos y peregrinas encuentran un viejo roble, al cual se le conoce por  el Roble del Rezadero. La  leyenda dice: «Detente, Caminante, y piensa un momento en nuestros antepasados. En este lugar, al pie del Roble del Rezadero, se reunían pastores y ganaderos de Yugueros, en las crudas noches de invierno, después de encerrar y atender a su ganado en las casas del monte. Desde aquí subían al pueblo, juntos, rezando el rosario, ¿Distancia a Yugueros? Pues eso, un rosario con sus cinco misterios». Esta es una brillante fórmula para medir los itinerarios, antiguamente, en el mundo rural.


Yugueros es un pueblo leonés que engloba a dos valles, el de Valdeyera y Río Seco. La localidad, en tiempos pretéritos,  tuvo una gran importancia por ser un lugar de numerosas ganaderías y amplios pastizales donde se alimentaban los rebaños en medio de los robles y encinas. La tradición cuenta que, al final de la tarde, los ganaderos y pastores se citaban en este Roble del Rezadero para ascender unidos a sus hogares en Yugueros, una vez que habían guardado sus rebaños en las majadas. 

Es muy posible que los  «torrejinas», gentilicio por el cual se conoce a los habitantes de Yugueros, —-reciben este alias porque su iglesia no tiene espadaña sino una torre de estilo fortaleza— guardasen una devoción especial a la «Virgen fea» de la iglesia de Yugueros (situada en un altar secundario y poco iluminado); de ahí esa afición y veneración a rezar el rosario una vez que finalizaban la jornada. La talla de la Virgen, al parecer, en el siglo XII era poco expresiva aunque, finalmente, fue restaurada con una policromía mas moderna y acorde a los cánones de la hermosura.   

La «Procesión de los Amortajados» del pueblo leonés de Quintana de Fuseros

Cuentan que en el Camino Olvidado de la Montaña, en la localidad de Quintana de Fuseros, del municipio de Igüeña (comarca del Bierzo) en León, se celebra la «Procesión de los amortajados» el día 3 de mayo en la Fiesta de la Cruz. Esta es una extraña tradición a la que acuden personas de diferentes localidades, las cuales afirman haberse librado de la muerte gracias a la mediación milagrosa del Cristo de la Cabaña (en la foto adjunta la ermita del Santo Cristo) habiendo padecido alguna enfermedad, accidente grave o trance fatal. Así, los devotos afectados, en agradecimiento al Cristo, asisten a los actos religiosos, que se celebran en la festividad de la Santa Cruz, vestidos con el sudario que llevarían en el caso de haber fallecido. La Cofradía de las Ánimas del Cristo de la Cabaña, una hermandad de origen desconocido que se menciona en documentos del Marqués de la Ensenada en 1752, era quien se encargaba de organizar toda esta ceremonia, acompañando a la procesión muchos de los habitantes de la localidad berciana ataviados con vestimentas para ser enterrados. 

La «Procesión de los amortajados» no es la única del territorio de León. Se mencionan otras semejantes, las cuales, paulatinamente, han desaparecido como, por ejemplo, la de Nuestra Señora de la Asunción, del barrio de La Garandilla en el municipio de Valdesamario; la de la Virgen de La Carballeda, de Val de San Lorenzo; la de La Trinidad, de La Cuesta, o la de la ermita de Santa Elena, de Felechares de la Valdería, del ayuntamiento de Castrocalbón. En Galizia, subsisten «Las Mortajas» de la Puebla de Caramiñal (La Coruña) y la procesión de «Los Ataúdes» de  Santa Marta de Ribarteme (Pontevedra), prohibida este año por el párroco de la localidad por considerar que una tradición religiosa no puede convertirse en un mero espectáculo. En la provincia de Zamora existe también la de «La Procesión del Santo Entierro» en Bercianos de Aliste, que se celebra desde el siglo XV, aunque no es igual a la de Quintana de Fuseros.

La celebración de la «Procesión de los amortajados» se inicia muy de mañana con la reunión de los amortajados y familiares en la iglesia parroquial, que inician la marcha de la comitiva con la Virgen del Rosario. Los hombres abren la romería llevando velas encendidas y acompañando a los amortajados vestidos con túnicas blancas y moradas. Poco después, las mujeres caminan junto a las amortajadas, distinguidas con túnicas y toquillas de colores rosas y azules. Todos desfilan en silencio hasta la ermita del Cristo de la Cabaña, donde oyen Misa.

La ceremonia continúa después regresando a la iglesia parroquial de San Claudio acompañando la figura del Cristo de la Cabaña, con el sudario y los crespones morados a hombros de los devotos, escoltando a la Virgen del Rosario. Las dos imágenes permanecerán en la parroquia de Quintana de Fuseros hasta la festividad de San Isidro (15 de mayo), día en el que el Cristo de la Cabaña será, de nuevo, sacado en procesión para bendecir los campos y retornar a su ermita.

Quintana de Fuseros fue conocida antiguamente por Taurón y, según la tradición, fue un emplazamiento de Los Templarios en este territorio del Bierzo alto. Las señales de antiguas explotaciones auríferas romanas son muy numerosas en los alrededores e incluso existen emplazamientos mineros de nativos astures anteriores a la dominación romana.

La Colegiata de San Pedro de Cervatos, la fórmula medieval de enseñar la religión

En el Camino de la Montaña, en las cercanías de Reinosa, se encuentra la Colegiata de San Pedro de Cervatos, una maravilla del románico, que guarda una valiosa iconografía erótica, además de monstruosos engendros, animales y frutos; esta era la fórmula ideada por la Iglesia para enseñar y «hacer ver» a los católicos del siglo XI las lecciones de religión. En las diferentes partes del templo se pueden contemplar escenas sensuales —algunas repetidas en el arte románico—, como el acto de una mujer cuyos pechos son mordidos por dos reptiles y otras secuencias en los capiteles mostrando figuras humanas exhibiendo el miembro viril u otras posturas que personifican los siete pecados o vicios capitales como la lujuria, la gula la avaricia o la pereza. Es la fórmula para reflejar la lucha entre el Bien y el Mal mediante un mensaje descomunal, pedagógico y evangelizador para las gentes del siglo XII. Esta era la «receta» para que los cristianos superasen las tentaciones en la vida terrenal y, así, lograr la vida eterna. 


Aunque no sólo se observa la temática sexual de muchos de los canecillos en la Colegiata de Cervatos. También encontramos evidencias con representaciones de oficios y vagabundos como las de un saltimbanqui, un contorsionista, un ser con cabeza de cabra, un músico con arpa y otros sonando un cuerno, además, de hombres con toneles de vino, bebedores, sujetos comiendo y con cabeza y boca gigantesca. Todo un catálogo de mensajes sobre lo que es el bien y el mal.

Incluida la presencia del apóstol San Pedro, con las llaves del cielo, en la entrada indicando que sólo podrán entrar en la gloria aquellos que se encuentren libres de pecado

La Colegiata de Cervatos se encuentra en un cruce de caminos —la calzada romana de Juliobriga pasaba por allí— por el que atravesaban, no sólo los peregrinos, sino que, también, muchos comerciantes y buhoneros, pues Cervatos era en la Edad Media un ancestral paso obligado entre la Meseta y Cantabria, a través del puerto del Pozazal, en el tramo palentino y los valles pasiegos cántabros. Posiblemente, por estas circunstancias, los mensajes de las esculturas encontraban un público mas receptivo a las comunicaciones cristianas.

Inicialmente, fue un monasterio habitado por un abad y sus canónigos, que adquirió su máxima gloria cuando Doña Urraca y Alfonso VII cedieron numerosas posesiones a la abadía, la cual se convirtió en una de las más importantes de la región. Luego, siglos más tarde, fue quedando en el olvido paulatinamente.

La ermita del Cristo del Amparo de Guardo y su importancia como cruce de caminos

Cuentan que en el Vexu Kamin de la montaña, en la localidad palentina de Guardo había un castillo, ya desaparecido, donde se encontraba una capilla con un Santo Cristo, que no tenía brazos, en una de las esquinas del oratorio. En el mencionado palacio trabajaba como criado un niño llamado Miguel, muy piadoso, el cual frecuentemente visitaba la imagen de Jesús crucificado para rezarle y llevarle flores. Lo cierto es que Miguel se entristecía mucho cada vez que terminaba sus oraciones y regresaba a sus quehaceres diarios, porque el Santo Cristo no tenía brazos. 


Pasado un tiempo, el joven sirviente decidió construir unos brazos para el Santo Cristo y con mucho cariño elaboró dos preciosos miembros que completaron la imagen del Cristo crucificado. Así, Miguel quedó muy contento con el trabajo realizado y continuó acudiendo a la capilla para sus rezos diarios. 

Meses más tarde, en uno de los viajes que Miguel realizaba en mula al servicio de su señor, tuvo que vadear el río Carrión, el cual bajaba muy crecido. La mula perdió el equilibrio y se ahogó dejando al muchacho, desamparado a merced de la corriente, y pasando grandes apuros de muerte.

Fue entonces cuando Miguel prometió al Santo Cristo de su devoción hacerle una ermita si se salvaba. Se salvó y fiel a su promesa vendió todo cuanto tenía y comenzó a construir el templo, hasta donde trasladó al Santo Cristo, en una explanada cercana al castillo, en un lugar que era cruce de caminos. A los pies de la imagen del «Crucificado» puso un letrero que decía: «A devoción de Miguel, de apellido Santiago, se va a construir aquí una ermita para el Cristo del Amparo». 

Con las limosnas que Miguel iba recaudando y con la ayuda de cinco mil reales que consiguió del rey, construyó el oratorio. A partir de entonces, la ermita del Santo Cristo del Amparo se convirtió en parada obligada de peregrinos y peregrinas del Vexu Kamin de la Montaña a Santiago, arrieros y pastores de la Cañada Real Leonesa, que allí encontraban hospedaje y descanso. Esta capilla del Cristo del Amparo, que también se encuentra bajo la advocación de la Virgen del Carmen, es el principal santuario de la devoción guardense. En torno a esta iglesia y coincidiendo con las fiestas religiosas los días de la víspera de la Ascensión, el Carmen y el primer domingo de setiembre se reúnen en la explanada los devotos de toda la comarca. 

La Torre de La Quadra

Cuentan que en el Vexu Kamin, Camino de la Montaña o Camino Olvidado se mantiene en pie la casa torre de La Quadra, en el municipio vizcaíno de Güeñes. La torre tiene una larga historia, enclavada en la Edad Media, protagonista de luchas banderizas e instrumento de financiación de nobles y eclesiásticos. Esta torre de La Quadra está situada en un lugar estratégico pues era el lugar idóneo para controlar el derecho de pontazgo  —de paso— por el río Cadagua y los caminos cercanos, por donde transitaban mercancías en dirección a la costa cantábrica y Bilbao, que debían pagar un peaje para el señor feudal; en aquellos tiempos exigido por un hijo bastardo de Ordoño de Zamudio, el cual se estableció en este punto fundamental de Bizkaia en el siglo XV.  


Esta época medieval se encuentra marcada por las luchas banderizas entre Oñacinos y Gamboínos, en las que los señores de la torre de La Quadra forman parte del bando de los Oñaz, aunque en alguna ocasión tuvieran que enfrentarse a familias de su mismo bando oñacino.

Como detalle histórico, hacia 1453 un señor del linaje de los Salazar se apropió de la torre y forzó a la viuda de Juan de la Quadra, propietaria entonces de la fortificación, a casarse con él, apoderándose así del patrimonio del linaje. Pero el prestamero, el funcionario de más autoridad  del Señorío de Bizkaia y, además, ejecutor de la justicia, acompañado por linajes oñacinos y gamboínos reunió un ejercito de 1.500 hombres para atacar a los Salazar, los cuales atrincherados, con tan sólo 800 hombres, derrotaron a los asaltantes. Pese a todo este éxito, los Salazar hubieron de restituir el torreón al linaje de los La Quadra.

Parece que esta guerra destrozó algunas partes de la torre, que hubo de ser reconstruida y, años después transformada en un caserío hasta que, finalmente, en 1981, un incendio destruyó la estructura interna y la casa fue abandonada.

El palacio árabe de oro macizo de Vegapujin

Cuentan que en el pueblo leonés de Vegapujin en el Vexu Kamin o Camino Olvidado narran una leyenda sobre la existencia de un palacio árabe con todos sus muebles de oro macizo, en una colina denominada El Teso de las Pozas, que los vecinos intentaron localizar hace muchos años. No es de extrañar que este cuento tenga como protagonista al oro, pues los romanos, ya en los siglos I y II, buscaron este vil metal en las montañas que baña el río Omaña por medio de varias explotaciones auríferas del Valle Gordo y la red hidráulica construida para buscar el oro en estas montañas leonesas donde, hoy en día, todavía se enseña a los turistas a explorar el río Omaña «a la caza» del rico metal.


Así, un buen día, los vecinos de Vegapujin se reunieron en asamblea y decidieron encontrar el palacio y repartirse los muebles de oro macizo; en realidad sabían, aproximadamente, dónde debían excavar para descubrir el tesoro. Poco a poco, hicieron una gran fosa hasta encontrar un pórtico de bronce que no lograron abrir a pesar de tirar, con todas sus fuerzas, de las argollas de aquel enorme portal. Uno de los vecinos propuso la idea de utilizar unos bueyes para abrir las puertas y penetrar en el palacio; tarea que hicieron enganchando los animales a las anillas de la entrada. La pareja de bueyes tiró y tiró, pero el portón no se movió un ápice hasta que, de pronto, las anillas cedieron hasta romperse dejando a los lugareños muy desanimados.
Otro de los vecinos tuvo otra idea, desviar un cercano riachuelo y echar agua en la fosa para ablandar la entrada y lograr echar las puertas abajo. Así lo hicieron pero el regato no sólo reblandeció el terreno sino que taponó la fosa con tierra, piedras y barro, de forma que ya no había nada que hacer.
En la actualidad el agua que viene de la montaña leonesa se precipita por un gran hoyo, que según dicen, corresponde a la fosa perforada por los vecinos, y sale en la parte baja de la colina para bañar el pueblo de Vegapujin.

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