La ciudad romana de Cáparra, parada obligada de peregrinos y turistas en la Vía de la Plata

Cuentan que Cáparra fue un enclave de la época romana donde los legionarios licenciados de los ejércitos romanos «hacían una parada» para descansar antes de llegar a Emérita Augusta (Mérida), donde disfrutaban de su jubilación. Estas ruinas se encuentran en la ruta hoy conocida como la Vía de la Plata, a mitad del camino de la larga etapa entre Carcaboso y Aldeanueva del Camino en la provincia de Cáceres; que, según dicen, son de origen vetón, pueblo prerromano guerrero, ganadero  y agricultor, el cual supo adaptarse a la conquista romana de la Península Ibérica. 


Los estudios arqueológicos realizados en el yacimiento de Cáparra demuestran, en cierta medida, que se trataba de una ciudad próspera y de gran actividad. Destaca sobre todo el conjunto el Arco de cuatro puertas o Terapylum situado en el centro de la población y desde el que se entraba al Foro, donde se encontraba la Basílica, lugar de impartición de justicia, y la Curia, el órgano de gobierno de Cáparra. Al fondo, había tres templos siendo uno de ellos dedicado a Júpiter, el más distinguido.

Por otra de las puertas del arco de Cáparra se llegaba a lo que hoy en día conocemos por el mercado, donde se situaban pequeños comercios y tabernas de todo tipo. Y, además, perpendicularmente a esta avenida, confluía otra avenida, a través de otra de las puertas del arco, donde se encontraban las termas y las insulae o viviendas de los pobladores de Cáparra. 

Cáparra era parada obligada para los legionarios romanos licenciados por su situación geográfica privilegiada en la ruta de la calzada romana, que unía Emérita Augusta (Mérida) y Astúrica Augusta (Astorga). Hoy en día, es igualmente una pausa turística inedulible para los peregrinos que caminan por la Vía de la Plata y, también, para muchos viajeros.

https://www.turismoextremadura.com/es/explora/Ciudad-romana-de-Caparra/

El milagro de la luz equinoccial: La televisión de la astrofísica del siglo XI

Cuentan que en los equinoccios de primavera y otoño se produce el «Milagro de la Luz» en las iglesias románicas de Santa Marta de Tera, en Zamora, y en San Juan de Ortega, en Burgos, respectivamente, en el Camino Sanabrés y en el Camino Francés. Este es un fenómeno que tiene como protagonista al sol al iluminar los capiteles medievales de las localidades mencionadas y que, metafóricamente, se puede definir como la televisión de la astrofísica en el siglo XI. Así, los cristianos de la Edad Media podían comprender los misterios de la Encarnación y la Ascensión. Este próximo viernes, 18 de marzo, se repetirá el prodigio durante unos pocos días, cuando el sol cruza el ecuador celeste y el día y la noche tienen la misma duración. Oficialmente, la primavera entrará el domingo 20, a las 15,33 hora UTC (Tiempo Universal Coordinado, que en España es UTC+1). 


En Santa Marta de Tera todo comenzará este viernes 18 de marzo, hacia las 9 de la mañana, y durará hasta el jueves 24, cuando la luz del ventanal abocinado incida —durante unos 5 minutos— sobre el capitel de la izquierda donde se encuentra la representación de la Ascensión de Jesucristo. La iglesia de Santa Marta, considerada como la más antigua de Zamora, es de estilo románico y, según se cree, formaba parte de un monasterio mozárabe. En su portada se encuentran las imágenes de Santiago Peregrino y San Pedro.La principal celebración prevista en Santa Marta de Tera será el próximo 19 de marzo a partir de las 9 de la mañana, con la Schola Cantorum de Zamora que interpretará el concierto «Dominica in palmis». Aunque, para aquellos que deseen acudir, se aconseja rellenar un formulario de inscripción para asistir al «Milagro de la Luz» y al concierto en el siguiente enlace: 

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSejtfYN6vCW5yLQXIllJdmpVlZb4wDSOKZJ_SgE0iSuajkElA/viewform

En el caso de San Juan de Ortega la luz de un rayo de sol ilumina el único capitel historiado, —durante 10 minutos— a las 17 horas (hora solar), el cual recorre a través de una secuencia perfecta, que representa la Anunciación de la Virgen María. La sucesión de la estampa alumbra primero a María y la notificación por el arcángel Gabriel de la Encarnación del Hijo de Dios, la Virgen embarazada a continuación, y el saludo a su prima Santa Isabel, mientras San José se encuentra adormilado en siguiente el vértice, y la escena se completa, finalmente, con el pesebre con el Niño Dios y la «buena nueva» a los pastores.


La iglesia de San Juan de Ortega fue restaurada en el siglo XV por el artista Simón de Colonia, el cual poseía elevados conocimientos matemáticos y de astronomía adquiridos durante su formación en su Alemania natal. En el interior del monasterio se encuentra el sepulcro de San Juan de Ortega, considerado patrono de la fertilidad, donde las mujeres que quieren quedarse embarazadas acuden a rezar a su sepultura para alcanzar su propósito.

La «Virxe da Barca», que llegó a Muxía en una barca tripulada por los ángeles

Cuentan que cuando Santiago estaba predicando la palabra de Dios en tierras gallegas la Virgen se le apareció por el mar de la Costa da Morte, navegando en una barca de piedra tripulada por los ángeles; al llegar a tierra la Virgen dijo al apóstol que sus sermones habían tenido éxito, pero que era necesario que regresara a Jerusalén para su martirio. La Madre de Dios entregó a Santiago una imagen suya para que fuera venerada en aquel lugar, donde se construiría una ermita, la cual llevaría por nombre el santuario de La Virgen de la Barca de Muxía. Ya en el siglo VI había una capilla y, posteriormente, en el XV se amplió con una nueva iglesia y, al final, en el XVIII se erigió el monasterio actual. Este es uno de los finales de los muchos Caminos de Santiago, junto al clásico de Fisterra en la Costa da Morte.

Este es el inicio de la leyenda de «la Virxe da Barca de Muxía», donde se pueden encontrar tres grandes piedras que sugieren, según sus formas, la vela de un barco, su quilla y su timón, las cuales han recibido los nombres de «la Pedra de Abalar», «la Pedra dos Cadrís» y «la Pedra do Timón»; son los restos de la barca pétrea de la Virgen cuando se apareció a Santiago en la Costa da Morte. A todas ellas se les atribuyen, según arcaicas creencias, propiedades milagrosas y curativas, que han sido modificadas por la tradición cristiana.  

El domingo siguiente al 8 de septiembre se celebra la romería de la Virgen de la Barca y los romeros intentan mover «la Pedra de Abalar» subiéndose a ella, aunque, según aseguran, sólo se mueve si la Virgen lo quiere. Suelen ser muchos los que, interiormente, realizan una pregunta a la «pedra», la cual responde afirmativamente, si se menea, o negativamente si se queda inmóvil. 

«La Pedra dos Cadrís» —-cadrís en gallego significa riñón—- está considerada como la vela de la barca y se le atribuyen propiedades curativas sobre los dolores de espalda, el reuma, lumbago, artritis o ciática. La forma de mejorar de estos males suele ser arrastrarse por el hueco que deja la «pedra» en su parte inferior un total de nueve veces y colocar la cabeza en una cavidad, a la que también se le atribuye el alivio del dolor de cabeza. 

Y, finalmente, «la Pedra do Timón» no parece tener ceremonia ordinaria, aunque para compensar la visita a esta «pedra», muy cerca se encuentra «la Pedra dos Namorados» a la que se aplica la propiedad de amor eterno. Hoy en día, todas estas ceremonias se utilizan como un elemento añadido a la romería de septiembre.