La ciudad romana de Cáparra, parada obligada de peregrinos y turistas en la Vía de la Plata

Cuentan que Cáparra fue un enclave de la época romana donde los legionarios licenciados de los ejércitos romanos «hacían una parada» para descansar antes de llegar a Emérita Augusta (Mérida), donde disfrutaban de su jubilación. Estas ruinas se encuentran en la ruta hoy conocida como la Vía de la Plata, a mitad del camino de la larga etapa entre Carcaboso y Aldeanueva del Camino en la provincia de Cáceres; que, según dicen, son de origen vetón, pueblo prerromano guerrero, ganadero  y agricultor, el cual supo adaptarse a la conquista romana de la Península Ibérica. 


Los estudios arqueológicos realizados en el yacimiento de Cáparra demuestran, en cierta medida, que se trataba de una ciudad próspera y de gran actividad. Destaca sobre todo el conjunto el Arco de cuatro puertas o Terapylum situado en el centro de la población y desde el que se entraba al Foro, donde se encontraba la Basílica, lugar de impartición de justicia, y la Curia, el órgano de gobierno de Cáparra. Al fondo, había tres templos siendo uno de ellos dedicado a Júpiter, el más distinguido.

Por otra de las puertas del arco de Cáparra se llegaba a lo que hoy en día conocemos por el mercado, donde se situaban pequeños comercios y tabernas de todo tipo. Y, además, perpendicularmente a esta avenida, confluía otra avenida, a través de otra de las puertas del arco, donde se encontraban las termas y las insulae o viviendas de los pobladores de Cáparra. 

Cáparra era parada obligada para los legionarios romanos licenciados por su situación geográfica privilegiada en la ruta de la calzada romana, que unía Emérita Augusta (Mérida) y Astúrica Augusta (Astorga). Hoy en día, es igualmente una pausa turística inedulible para los peregrinos que caminan por la Vía de la Plata y, también, para muchos viajeros.

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