Cuentan que en el Camino Mozárabe, la localidad de Hinojosa del Duque, (en la fotografía, una placa recuerda el lugar de la cárcel) fue uno de los pueblos de sierra de Córdoba, donde los republicanos «aguantaron» más allá del final de la Guerra Civil, después de la última gran batalla en el frente entre Hinojosa y Villanueva del Duque, donde participaron 92.500 soldados de la República y 72.000 por parte de los franquistas; con 8.000 muertos y 22.000 heridos por ambos lados. Aunque no finalizó todo después de este combate del 5 de enero de 1939 porque Hinojosa se transformó, tiempo después, en uno de los pueblos más destacados por el castigo sufrido y la dureza de la represión. Muchos de los jornaleros, mineros, médicos, maestros y trabajadores del campo, se convirtieron en maquis y guerrilleros que se «echaron al monte» para continuar luchando en la zona del Río Zújar. La fosa del cementerio de Hinojosa, donde en cuentan los restos de más de 150 víctimas republicanas, es testimonio fiel de la crueldad y violencia habida debido a que esta localidad resultó ser uno de los ayuntamientos, junto al de Belalcazar, donde los milicianos desafiaron al régimen franquista hasta más allá de julio de 1941. Los apuntes de entonces registran también a mujeres ejecutadas por no haber conseguido los fascistas apresar a sus maridos e hijos huidos por la sierra cordobesa.
Hoy en día, se sabe que las mujeres republicanas cordobesas, en este caso concreto, se convirtieron también en objeto de persecución al igual que los hombres, aplicando sobre ellas el Bando de Guerra, porque actuaron como enlaces, en muchos casos, proporcionando informaciones y suministros a los grupos de guerrilleros donde estaban enrolados sus propios padres, maridos, hermanos e hijos.
Manuela, La Parrillera, es un ejemplo de guerrillera cordobesa, aunque no fue la única, que tuvo por regla básica a lo largo de su vida: «un sueño de libertad que mereció la pena», a pesar de las palizas recibidas por los fascistas para que traicionase a su pareja, su padre y su hermano y les llevase hasta ellos. Manuela era analfabeta, su mérito residía en apoyar a los suyos, defendía la ideología por la que peleaban, llevando por las noches víveres e información a los huidos en la sierra, por lo que la Guardia Civil la interrogaba y maltrataba hasta que ella también «se echó al monte»; donde dio a luz un bebé que falleció.
En realidad, los maquis y guerrilleros de la sierra cordobesa son los grandes olvidados, aguantaron una continua persecución, sufrieron torturas terribles, cárcel y, en muchos casos, la «desaparición» en el fondo de una fosa común. Durante años, esperaron con ansia la ayuda de Europa y, tiempo después, la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, que les libraría de la opresión; hasta que perdieron la esperanza y se convirtieron sólo en supervivientes de la democracia y la libertad.
La estacion del metro de Bilbo, » Moyua » debe de cambiarse i llamarse » Elíptica » una observación.