La Casa de los Diezmos del Señor de Gor en la localidad alicantina de Nacimiento

Cuentan que en el Camino Mozárabe, en su ramal entre Almería y Granada, existió el Señorío de Gor, señor feudal de la zona, cuya «casa fuerte» se encuentra en la población de Nacimiento en una de las orillas del río del mismo nombre, el cual desemboca en el Andarax. Esta comarca es el tramo inferior del río Nacimiento, que engloba a varios municipios del extremo más oriental de la Alpujarra, donde se aglutinan multitud de recuerdos hispanomusulmanes ligados al gobierno de los monarcas nazaríes en tahas o circunscripciones rurales parcialmente autónomas. Todo este sistema administrativo es respetado después de la conquista de Granada y conservado  hasta los cambios jurídicos de 1833 cuando, intencionadamente, se crea un estado centralizado de forma que se adscribía una subordinación de gobierno superior al provincial. A primeros de 1504 el Señor de Gor administra la Taha del Bolodui siendo conocida La Casa de los Diezmos de Nacimiento (en la foto), donde se recogían los tributos para el Señor de Gor.


Nacimiento se encuentra situada en una hondonada, a orillas del río de su mismo nombre, que tuvo una próspera economía desde finales del siglo XIX a primeros del XX como consecuencia del cultivo de la «uva de Ohanes», una variedad de uva de mesa para la exportación y que convirtió a este pueblo alicantino en una población próspera de unos 3.000 habitantes. Años después, hacia 1950, quedo mermada hasta los 500 vecinos.

La historia de la prosperidad de esta comarca comienza en la época de la toma de Granada cuando, como recompensa por los servicios prestados a la corona, gran parte de este territorio de las Alpujarras orientales se parcela y convierte en diferentes señoríos en manos de la nobleza, como es este caso de Nacimiento, otorgado al duque de Gor, Sancho de Castilla y Enriquez. Este momento, es aprovechado por los nobles feudales, los cuales ven la oportunidad de abusos y rapiñas, mediante su poder despótico, que los moros reconocen y toleran, como protección frente a los reyes y la Iglesia, los cuales intentan por todos los medios eliminar las costumbres moriscas. Pero en 1568 se produce la rebelión de los moriscos con la degollación de los cristianos en la zona y la posterior huida de los musulmanes a las montañas de la Sierra de Alhamilla aunque, finalmente, son reducidos y expulsados. 

Como compensación a esta despoblación se produce la repoblación de la comarca con «cristianos viejos», que no son coaccionados por los nobles, ya que se constituyen en concejos para aguantar las intimidaciones de los señores feudales. Se trata de un campesinado libre, propietario de la tierra que trabajan a cambio de abonar un diezmo a los señores. Pero ya nunca se reprodujo el magnífico bienestar habido en el tiempo de las tahas y año tras año se sucedió la decadencia de la comarca hasta lograr remontar, en parte, la economía de la comarca en el pasado siglo XIX.