El Batallón Gernika: Principio y fin del nazismo

El próximo 7 de octubre, aniversario de la constitución del primer Gobierno vasco, tendrá lugar la presentación de un documental sobre la última unidad militar que estuvo a sus órdenes

Un reportaje de Luis de Guezala

EL Batallón Gernika tomó su nombre de la villa arrasada por las aviaciones militares alemana e italiana que colaboraron con el ejército franquista para imponer el totalitarismo durante la Guerra Civil. La villa mártir reducida a escombros fue un ensayo y demostración de cómo máquinas y bombas dirigidas por hombres sin alma podían destruir a una población entera y a sus habitantes desde el aire. Y con este nombre, referente a una de las primeras atrocidades cometidas por el nazismo en Europa, esta unidad vasca participaría en los últimos combates que acabarían derrotándolo.

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Tras el final de la Guerra Civil en nuestro suelo y, posteriormente, en todo el Estado español, que pasaría de ser una República democrática a una dictadura fascista, la lucha por la democracia y la supervivencia del Pueblo Vasco no terminó, liderada por su Gobierno en el exilio. Primero exiliado en Barcelona y más tarde en París, el Gobierno presidido por José Antonio Aguirre mantuvo su lucha contra el totalitarismo hasta el momento en que el ejército nazi ocupó la capital francesa.

Desaparecido Aguirre, al sorprenderle la ofensiva alemana en Bélgica, otros abertzales tomaron la iniciativa de constituir en Londres un Consejo Nacional de Euzkadi para organizar la resistencia. Una de las iniciativas más destacadas de esta institución, a la que ya nos referimos en esta sección de DEIA, tras llegar a un acuerdo con el Gobierno francés en el exilio liderado por el general De Gaulle, fue la creación de una unidad de combatientes vascos encuadrada en las Fuerzas Francesas Libres: el 3er Batallón de Fusileros Marinos.

Este batallón terminó siendo disuelto por el Gobierno británico, que no admitió unidades integradas exclusivamente por vascos en su suelo por su connivencia con la dictadura franquista. Pero muchos de sus integrantes podrían formar tiempo más tarde, tras reaparecer el lehendakari Agirre y reconstituirse el Gobierno vasco, sobre territorio francés liberado de la ocupación alemana, una nueva unidad vasca: el Batallón Gernika.

El Gobierno vasco a finales de enero de 1945 realizó un Llamamiento a la juventud vasca para que se alistara para combatir al nazismo. En este texto Jesús María de Leizaola enlazaba la lucha contra el totalitarismo mantenida durante la Guerra Civil con la desarrollada en la II Guerra Mundial. Relataba cómo el mismo comandante del batallón de gudaris que formaba junto a la sede de la Presidencia del Gobierno vasco en el hotel Carlton, y que le saludaba en las primeras horas del triste día en que Leizaola la abandonaba cumpliendo la orden de evacuar Bilbao, había sido uno de los combatientes en la incursión aliada sobre Dieppe. Euzkadi, primera agredida, debe hallarse en línea en la última batalla, en la definitiva victoria sobre la antidemocracia europea. Junto a esta proclama oficial del Gobierno vasco que firmaba Leizaola en nombre del lehendakari Aguirre, todavía exiliado en América, su órgano oficioso Euzko Deya del París recientemente liberado, publicaba otro texto firmado por Un Gudari titulado ¡Gudaris! ¡Euzkadi os llama! en el que se proclamaba:

Acordaos de nuestros hermanos, caídos por la libertad tan ansiada en nuestra Euzkadi. Acordaos cómo caían unos al grito de ‘Gora Euzkadi Azkatuta’; otros al grito del ideal que sentían dentro de su pecho.

Era lo mismo que había escrito uno de estos caídos, el poeta Esteban de Urkiaga Lauaxeta, asesinado por los rebeldes tras ser capturado en Gernika: Dana emon biar yako matte dan azkatasunari: Tenemos que darlo todo por la libertad tan amada. Ahora, tras la Guerra Civil, una vez más, y lejos de Euzkadi.

Voluntarios A este llamamiento acudieron muchos jóvenes vascos de muy diversos orígenes. Gran parte de ellos fueron veteranos de la Guerra Civil que se habían refugiado en Francia o Iparralde tras su final, bastantes de los cuales habían formado parte de la unidad de fusileros marinos constituida en 1941. Otros, más jóvenes, se unieron en este momento por primera vez a esta lucha escapando de la dictadura franquista. Es digna de mención la fuga de cuatro jóvenes de Ondarroa desde este puerto en un bote a remo.

Con estos voluntarios se constituyó el Batallón Gernika, comandado por Kepa Ordoki, quien había sido oficial del Ejército vasco durante la Guerra Civil. Esta unidad estuvo integrada en el Regimiento Mixto de Marroquíes y Extranjeros, cuyo comandante era Jan Chodzko, polaco. Formaban parte del Batallón de Voluntarios Extranjeros de este Regimiento junto con el Batallón Libertad de excombatientes republicanos, muchos de ellos anarquistas aragoneses y catalanes, un Batallón Marroquí y otro Mixto. El Regimiento formaba parte de la Brigada Carnot que tomaba este nombre del alias como resistente de su comandante, Jean de Milleret.

Los combates para la liberación de Point-de-Grave comenzaron el 14 de abril y los atacantes se enfrentarían a una guarnición alemana de más de 4.000 hombres guarecidos en fortificaciones y búnkeres de acero y hormigón en gran parte subterráneos construidos para resistir fuertes ataques. Las defensas incluían todo tipo de obstáculos como zanjas, muros y terrenos minados, así como artillería de todos los calibres, desde grandes cañones de entre 280 y 320 mm. hasta medianos y pequeños en montajes dobles y cuádruples, todo tipo de ametralladoras de posición e incluso lanzacohetes de saturación del tipo Wurfrahmen 40, más conocidos como Stuka zu Fuss. Todo lo necesario para crear lo que se ha llegado a definir como el infierno en la tierra.

La aproximación de los aliados hacia la fortaleza se vio favorecida por su supremacía área, incendiando los bosques en los que se situaban las tropas alemanas. Se producía así la revancha del sufrimiento que nuestros gudaris habían padecido en nuestros bosques, incendiados por la aviación alemana de la Legión Cóndor. Las tornas habían cambiado.

Todos los combates fueron muy cruentos al darse una decidida defensa por parte de los alemanes, muy probablemente por el miedo que tenían de lo que les podía ocurrir en el caso de ser capturados. Muchos de ellos procuraron no caer en manos de los franceses, cuyo país hasta ese momento ocupaban, y se entregaron a la unidad vasca, distinguida por avanzar con la ikurriña al frente.

Los defensores sufrieron cerca de 900 muertos, muchos de ellos desaparecidos en las ruinas de las fortificaciones destruidas, y aproximadamente 700 heridos. Por parte de los atacantes los heridos rondaron el millar, contabilizándose cerca de 400 muertos. Entre los gudaris del Batallón Gernika fueron cinco los que perdieron allí su vida. Félix Iglesias, Juan José Jausoro, Antton Lizarralde, Antón Mugica y Prudencio Orbiz. Últimos gudaris caídos en el frente. Lo dieron todo por la libertad que tanto amaron.

El enemigo de la memoria no es el tiempo sino el silencio. En contra de ese silencio y en favor de su memoria y el conocimiento del significado de su lucha, el próximo 7 de octubre, aniversario de la constitución del Gobierno vasco a cuya llamada acudieron generosos, en la Gernika que dio nombre a su unidad, se estrenará un documental que servirá para que nunca olvidemos su ejemplo.

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